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ba1. Publicó en París, en 1628, las obras de Julian nuestro embajador don Lorenzo Ramirez de Prado, cortesano emérito de Olivares, por cuyo favor habia llegado á los más altos puestos: privanza y posiciones no inmerecidas, dado el nivel moral que alcanzaban los tiempos, porque no carecia de instruccion, aunque sin gusto ni crítica. Ramirez de Prado tenía de comun con Higuera la erudicion curiosa y la aficion á Marcial. Hizo la impresion por el manuscrito de la biblioteca del Conde-Duque, copia que tenía en Toledo el Conde de Mora, que era un traslado que habia dejado sacar del original su poseedor Román de la Higuera. Que sufrió interpolaciones parece indudable, por contener hechos contrarios á la opinion del autor, terminantemente sobre ellos expresada; adulteracion, si la hubo, en que

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1 «..... .Ego super re hac conveni Toleti P. Franciscum Portocarrero ejusdem societatis presbyterum, a quo audivi, vidisse se ac legisse propriis oculis chronicon et epistolam P. Thomæ de Torralba, cognovisseque manum et subscriptionem ipsius, et utriusque habere copiam apud se.» (BIVAR, Fl. L. Dextri chron. commentariis illustratum.)

Tal es, por ejemplo, la venida de Constantino á España. Hé aquí con qué pormenores da noticia de ella Julian Perez en los Adversarios:

«456 Nonnulla quæ postea accuratius comperi chronico meo superaddenda duxi, ut quod anno CCCXVI. D. imperator Constantinus fuit Thessalonica Hispaniæ, quæ nunc Ascalona vel Ascalonilla dicitur in Carpetanis, Castulone in principio Bæticæ, et Viminatii in populis Vacceis constat hoc ex codice Theodosiano.

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HISTORIA CRÍTICA DE LOS FALSOS CRONICONES.

debió de ser connivente Ramirez de Prado, porque habiendo venido despues á su poder el manuscrito de Higuera, no señaló las variantes. Á la publicacion del Julian Perez siguió la del Luitprando, copiosamente ilustrado por Tamayo de Vargas, poniendo al final los Adversarios sin notas.

(Thesalonica y Viminatium son dos ciudades en que hay fechadas leyes del código teodosiano.)

>> 457 Anno Domini CCCXXXV pridie kal. Decembris Constantinus magnus venit in Hispaniam, et ex facultate Sylvestri Viminatii constituit sedem episcopalem, et distinxit terminos confusos sedium provinciæ Narbonensis et Hispaniarum, quæ causa persecutionum fuerant confusæ. »

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Pues véase ahora la opinion de Higuera sobre tal venida, sela consignó en el libro Ix de su Historia de Toledo: «Y no fué el remedio la venida del emperador á España; que en hecho de verdad no vino ni pudo venir, como el maestro Ambrosio de Morales lo toca, y prueba con harto cuidado don Fernando de Mendoza..... Y assí como tengo por falso lo que dice la general que vino en esto Constantino Magno á España, tengo por verdadero que se hizo con su autoridad», etc.

V.

Tamayo de Várgas.-Rodrigo Caro.- Bivar.-Viaje a Roma del cardenal Sandoval y Moscoso.-Los evangelios apócrifos. — El Luitprando de Ramirez de Prado, y cartas de obispos coleccionadas por Julian Perez.-Tamayo de Salazar. - Su Martirologio.-El poema de Aulo Halo.-María de Ágreda.— Mística ciudad de Dios.

TAMAYO de Várgas era hombre de mucha lectura: sin ser verdaderamente un sabio, habia tocado á todo en sus estudios, desde la teología hasta la heráldica, y sobre todo tenia ideas más originales que justas; podia discutir sin desventaja con los eruditos, y tenia siempre algun detalle curioso que enseñar á los que no lo eran. Interesándole principalmente las curiosidades, buscaba dar á conocer las cosas por el lado sorprendente y nuevo, que es lo que gusta á los más; aprendiendo mucho sin profundizar nada, resultaba que sabia las cosas en el límite que á las gentes de mundo agrada saberlas; y como su aficion personal le inclinaba al estudio, su trato y su estilo eran más amenos que el de los que habian tenido que aprender por necesidad ú oficio; su ciencia era, por otra parte, demasiado va

riada para ser monótona, y no bastante profunda para hacerse fastidiosa. Con estos elementos fué secretario de nuestro embajador en Venecia, penetró en las casas de los grandes para ser ayo de sus hijos, y llegó á ser cronista de Castilla é Indias, doctoral de la iglesia de Toledo y consejero de las Órdenes y de la Suprema Inquisicion. Quevedo le atribuye vicios vergonzosos; imputacion tal vez calumniosa, de las que acostumbraban á arrojarse, en sus odios, aquellos literatos, que tiraban á herir juntamente el talento y el honor de su adversario, como en los asesinatos por venganza se trataba de matar el cuerpo y el alma, entendiéndolo así cuando lo instantáneo del golpe no daba lugar al arrepentimiento. Tamayo de Várgas abrazó resueltamente y con todas sus consecuencias la causa de los cronicones. No se ocultaba á su sagacidad que para servir útilmente una causa hay que entregarse á ella todo entero, lo que no puede hacerse sin cerrar un poco los ojos para no ver demasiado sus malos lados. Su conviccion interior, á juzgar principalmente por alguna que otra expresion que se le escapa en su correspondencia confidencial, era la de Rodrigo Caro, Nicolas Antonio y otros; á saber, que á manos de Román de la Higuera habia llegado algo verdadero, pero que él lo habia falseado con extensas interpolaciones у adiciones propias: creencia á que debia inducirle el conocimiento del carácter de Higuera y el suceso

de la carta de don Silo, de cuyos pormenores estaba muy al cabo. Pero no admitiendo término medio los partidarios de los cronicones, manifestar aquella opinion era confesarse amigo tibio, y por lo tanto exponerse á ser tenido por aliado inútil; nota de que huyó Tamayo, saliendo á romper la primera lanza en su honor.

No hacia entonces sus primeras armas este campeon de los falsos cronicones; habíalas hecho en favor de la Historia de Mariana, cuando un secretario del condestable Velasco, mozo sacudido y petulante, publicó, á excitacion de su señor, ofendido de cierta censura que supo haber hecho el docto jesuita de sus Discursos sobre Santiago, unas advertencias contra aquella obra, en que los censores y el Consejo tuvieron bastante que castigar por lo atrevidamente que tajaba en lo divino y humano. Tamayo de Várgas salió con calor á vindicar al que debió ser su maestro cuando estudiaba con los jesuitas de Toledo, y devolvió golpe por golpe al jactancioso mancebo. Un otro que habia osado poner irreverentemente la pluma en el milagro de la descension de la Vírgen á la iglesia primada, arca santa de las creencias toledanas, tuvo asimismo que sufrir de parte de Tamayo otra no menos ruda acometida. Tenia, pues, bien hechas sus pruebas en lides literarias cuando lanzó en defensa del Dextro sus Novedades antiguas, tejido de vária erudicion,

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