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nada; su estilo, en que sucesivamente se cree percibir acentos de hombre y de mujer, de ángel y de niño, es siempre digno, ora se bañe en los resplandores del empíreo, nos dé á gustar las delicias del amor divino, ó descienda á fustigar varonil y despiadadamente los vicios del clero.

Juntas de teólogos, obispos y consejeros de Estado examinaron la Ciudad mística, y todos no tuvieron para ella sino elogios. El mismo rey Felipe IV, que sobrevivió algunos meses á la venerable María, de quien habia recibido copia del primer manuscrito, y con quien seguia tirada correspondencia sobre negocios de Estado desde que la conoció á su paso por Ágreda, camino de Zaragoza, se interesó tan vivamente como todas las clases en la publicacion: la nacion española habia caido en éxtasis como sus ascetas. La órden franciscana, juzgándose poseedora de una santa Teresa, hizo suyo el libro. Publicado al fin, Roma le puso en el índice; penetrando en Francia, escandalizó á Bossuet1. Pero el

1 «Le seul dessein de ce livre porte sa condannation. C'est une fille qui entreprend un journal de la vie de la sainte Vierge, où est celle de Notre Seigneur, et où elle ne se propose rien moins que d'expliquer, jour par jour et moment par moment, tout ce qu'ont fait et pensé le fils et la mère depuis l'instant de leur conception jusqu'à la fin de leur vie, ce que personne n'a jamais

osé.....

>> Tout est extraordinaire et prodigieux dans cette pretendue histoire. On croit ne rien dire de la sainte Vierge ou du fils de

águila de Meaux, aspirando al gran ideal cristiano, desdeñaba las vanas curiosidades, los vuelos de la fantasía en alas de la devocion, lo que le hacia incompetente en cuestiones de misticismo; él desconocia la condicion fundamental de la crítica, que es saber comprender los estados diversos del espíritu humano. La Vírgen era entonces un sér viviente, contemporáneo, actual; intervenia en la existencia de cada uno, era la madre y consejera universal, paño de lágrimas de todos los afligidos; no se la relegaba al último cielo, como se hace con los dioses en las edades incrédulas bajo pretexto de respeto; se vivia familiarmente con ella, se la confiaban pe

Dieu, si l'on n'y trouve partout des prodiges dont on n'a jamais oui parler et qui n'ont aucune conformité avec l'analogie de la foi..... On ne voit rien dans la manière dont parlent à chaque page, Dieu, la sainte Vierge et les anges, qui ressente la majesté des paroles que l'Ecriture leur atribue. Tout y est d'un fade et languissante longueur; et neanmoins cet ouvrage se fera lire par les esprits faibles comme un roman bien tissu, et ils en prefereront la lecture à celle de l'Evangile, parce qu'il contente la curiosité que l'Evangile veut, au contraire, amortir..... ce n'est ici que la vie de Notre Seigneur et de sa sainte Mère, changée en un roman, et un artifice du demon pour faire qu'on croie mieux connaitre Jesus-Christ et sa sainte Mère par ce livre que par l'Evangile.» (BOSSUET, Remarques sur le livre intitulé La mystique Cité de Dieu.)

Refiriéndose á un capítulo, que no designamos por no suministrar pasto á curiosidades malsanas, dice: « Ce chapitre fait horreur et suffit seul pour faire interdire à jamais tout le livre aux âmes pudiques.»

sares y esperanzas, y no extrañaba sus apariciones aquella generacion de donantes de retablos, que se hacian pintar en ellos en actitud orante, confundidos con los padres de la Iglesia portadores de grandes misales, con los san Sebastianes castamente desnudos, con los san Jorges armados de punta en blanco, y con las vírgenes que se apoyan sobre la rueda de su suplicio ó sostienen sus senos amputados, que componian el cortejo de honor que rodeaba el trono de la Reina de los cielos y de la tierra.

VI.

La historia en España en los siglos XVI y XVII. - Ambrosio de Morales y Mariana. Por qué no eran impugnados los falsos cronicones.- Lupian Zapata. Cronicón de Hauberto Hispalense.— Martirologio de san Gregorio Bético.— Episcopologios de las iglesias de España.—Walabonso Merio, continuador de Hauberto.. Fray Gregorio de Argaiz -Los falsos cronicones comienzan á ser combatidos.-El doctor Juan de Aguas y fray Hermenegildo de San Pablo. - Don Nicolas Antonio. El Marqués de Agrópoli. Cuestion de san Hieroteo.-Pellicer de Ossau. — Cronicón de don Servando. — Fray Alonso Vazquez.— Roig y Yalpi.-Cronicón de Liberato.-Cuestion de la patria de san Lorenzo. Escritos de Donato Servitano.- Publícase la Bibliotheca Vetus de don Nicolas Antonio.

La historia política de la nacion, que hasta ahora ha aparecido en segundo término tras de la eclesiástica y religiosa, va á igualar á éstas en importancia en los futuros cronicones. Gracias á Annio de Viterbo, que tan viva luz habia derramado sobre nuestras edades primitivas, todo español podia leer en Florian de Ocampo la historia de su patria desde la creacion del mundo. Escribiendo Annio en la época de la constitucion de las grandes monarquías, ésta no podia ménos de ser la forma de gobierno de aquellas sociedades desconocidas, y hecha ya y acreditada así la historia, habia que aceptarla, pues ó se dejaba un inmenso vacío, ó se recurria á inventar nuevas fábulas, y fábulas por fábulas, más valian las ya re

cibidas y arraigadas. Así Garibay tomó resueltamente su partido de seguir la corriente; Zurita, más serio y concienzudo, comenzó en la invasion sarracénica, y Ambrosio de Morales se felicitaba de que Ocampo le hubiese dejado la historia sacada á puerto de claridad. Morales es el verdadero padre de nuestra historia; él fué el primero á proclamar que habia que estudiarla en los monumentos originales, y uniendo el ejemplo al precepto, emprendió un viaje literario por iglesias y monasterios, como en el siglo pasado los jesuitas franceses Marténe y Durand, y á imitacion suya nuestro Villanueva; él se entregó á las más perseverantes investigaciones é hizo pedir relacion á todos los pueblos de la monarquía de cuanto podia interesar á la historia y á las costumbres. La crítica histórica toma bajo su pluma un vuelo inesperado. No es esto decir que en la crítica de los documentos se haya elevado á buscar en los textos, en el estilo, en las nociones que forman el horizonte intelectual del escritor, en las indicaciones que se le escapan, noticias sobre el autor, la época ó el fin de la obra; ni que, como los críticos alemanes de nuestros dias, interprete de tal modo un documento, que en él se halle la psicología de un alma, frecuentemente la de un siglo, algunas veces la de una raza; ni que en la crítica de los hechos se proponga por la comparacion de los datos, por el exámen de la verosimilitud y del contexto de las

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