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castigando con cien azotes y un dia de cepo puesto de cabeza al que estuviese ausente tres dias, castrarlo ó destroncarle un pié, fracturándole el tobillo, á elección de su amo, al que se ausentase diez dias, y se le ahorcaba sin dilación ni forma de juicio si la ausencia duraba veinte dias ó reincidía.

Que los negros y los indios eran considerados peor que animales lo prueba el hecho de que el Cabildo de Lima, en 11 de Enero de 1536 resolvió que los cadáveres de los indios ó esclavos, no cristianos, fuesen sepultados en el campo y no echados á la calle como se hacía.

El negro no podía andar á caballo ni en mula, y cuando moría alguno, libre ó esclavo, no podían ser conducidos sus restos en ataud.

La introducción de los negros estaba grabada como los cerdos con derechos de Sisa y además el de avería de Norte y Sur y de almojarifazgo.

venta:

He aquí un curioso y original documento de

yo,

SEPAN cuantos esta caart de venta viesen, como Alonzo Diaz maestre que soy del navio nombrado la Santisima Trinidad declaro que he vendido en venta real y efectiva al Capitan don Antonio del Solar cuatro negros de casta mina, llamados Boni, Capitán, Juana y Isabel al parecer como de veinticinco años poco más o menos, en precio de cuatrocientos é setenta y seis pesos cada uno; é que dichos negros los he vendido á satisfacción del comprador, con todas sus tachas, buenas ó malas, á usanza de feria; alma en boca, costal de huesos, excepto gota coral y mal de corazón, y con la marca que aqui va señalada; y que dicho comprador se dá por contento y entregado de ellos; renunciando, como desde ahora renuncia, la acción de redhibitoria aunque de derecho se requiera. En fé de lo cual doy esta presente carta, en los Reyes, dos dias del mes de Setiembre del año de mil é quinientos cincuenta y cuatro.

El Marqués de Guadalcazar dispuso que no pudiesen ser introducidos á la ciudad de Lima los cargamentos de negros llegados de Panamá, sin pasar cuarentena de observación en una chàcara, cuando menos á una legua de distancia, por el contagio de viruelas, sarampión y tabardillo de que venían infestados; de allì eran conducidos herrados á los arrabales, esto es encadenados de dos en dos, como presidiarios, y así permanecían á la intemperie hasta que encontraban comprador.

El mismo virrey ordenó después, la construcciòn, en el Arrabal de San Lázaro, de unos barracones, en donde estuviesen al abrigo, cobrando un peso de derecho por cada negro que se introdujese.

En la época del Marqués de Mancera los desembarcaban por la Hacienda de Marques.

La salvaje costumbre de marcar á los negros con hierro candente era considerada con el nombre de carimba y fué terminantemente prohibida por real cédula de 4 de Noviembre de 1784.

Los negros eran tratados con tanta crueldad que imitando á la inquisición, se empleaba con ellos el fuego como castigo; y al respecto, un Concilio Provincial provocado por el Arzobispo Sto. Toribio ordenaba «que á los esclavos negros no se les castigase con crueldad, mayormente con brea, ó con hierro malvado, ó de otra manera quemándoles

sus carnes».

Los negros no podian vivir de por si, es decir poner casa, y les estaba prohibido usar seda ni joyas, y en caso que las usasen era lícito despojarlos de ellas en la via pública

Estaba prohibido venderles vino ni chicha. Hurtado de Mendoza dictó una ordenanza para es

te caso, por el que el indio era castigado con ocho días de trabajo en alguna obra pública ó en su defecto trasquilado, mientras que al negro por igual delito, se le condenaba á 200 azotes si era esclavo, y á destierro perpetuo si era libre.

Los negros cimarrones eran perseguidos por cazadores españoles á quienes se les abonaba de 5 á 25 pesos por cada uno, y si no se les podía dar alcance, era lícito matarlos y bastaba presentar la cabezo del negro al Cabildo para tener opción al premio ofrecido.

Los negros ó negras, libres ó esclavos, estaban prohibidos de comprar á los indios ó españoles verduras ó frutas para revenderlas, so pena de azo

tes.

No debe estrañare que á estos desgraciados se les diera tan mal trato, cuando hubo Papa que para justificar ese inícuo procedimiento se atrevió á decir que los negros no tenían alma.

Los indios no eran mejor tratados que los negros, por lo que el Marqués de Mancera, compadecido; pero impotente para redimirlos se expresa asì en su Memoria:

<Tienen por enemigos estos pobres indios, la <codicia de sus corregidores, de sus curas, y de sus <caciques, todos atentos á enriquecerse de su su<dor; era menester el celo de un virrey para cada

«uno».

Como se vé pues, el enemigo del indio no ha desaparecido hasta hoy, pues sigue siendo explotado por los mismos de ayer.

PIRATAS

El puerto del Callao, fuè en varias ocasiones, atacado por los piratas, antes de su fortificación.

El primer hecho de esta clase, que se recuerda, es la entrada del audaz marino Sir. Franc Drake, en la noche del 13 de febrero de 1579 quien con sus dos buquecitos de 200 toneladas á lo más, apoderóse de los que estaban fondeados en la bahía, cuyo número no era menos de 12 y después de trasbordar á sus naves todo lo mas valioso que encontró, procediò á hundir unos y soltar al garete

otros.

Drake permaneció fondeado todo el día sin ser molestado, por que el puerto no esperaba esta clase de sorpresas, y estaba abandonado de toda defensa.

Los buques de Drake enarbolaban la bandera inglesa.

Muchas fueron las piraterías que cometió Drake en el Pacifico, antes de regresar á su país, viaje que hizo por el cabo de Buena Esperanza.

Este marino fué posteriormente Almirante de la Gran Bretaña.

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