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TERREMOTOS

Las poblaciones de Lima y el Callao, sufrieron ruinas de mas ó menos consideración, con los temblores de 1586, 1609, 1630, 1655, 1678, 1687, 1697. 1699, 1725, 1746, 1806 y 1820.

Los detalles de algunos de ellos se han perdido con el tiempo, sobre todo aquellos que se relacionan con el Callao, al que parece que en toda época se le ha tenido en poca ó relativa consideración, por su cercanía á la Capital.

El primer temblor serio que se recuerda es el de 9 de Julio de 1586, que tuvo lugar á las 7 de la noche; lo precedió un ronco y prolongado ruido, que al decir de una crónica evitó las desgracias personales.

Algunas relaciones de esta época, exageran los estragos que el mar hizo entonces, haciéndolo subir á una altura de 14 brazas sobre su nivel natural, y extendiendo sus aguas á dos leguas de la población; mientras que otras, hablan censillamente de la fuerte inundación que sufrió el puerto sin ocasionar pérdidas de vidas: lo que es mas aceptable por que no se esplicaría una subida tan considerable de las aguas, que habrían alcanzado hasta Lima, negando como niegan los mas que hubo que lamentar desgracias personales.

Gobernaba entonces el Virrey Don Fernando Torres de Portugal, conde de Villar Don Pardo, que á la sazón estada en el Callao con el objeto de despachar la armada, y quien parece que después de la primera inundación de la mar, volviose á Lima precipitadamente, temoroso de un segundo y mas formidable avance de las olas.

salida del mar,

El cronista que exajera esta no se queda atràs para decir que antes, se retiró á media legua de distancia, cosa que no pudo ver, si como es natural, estuvo él, fuera del alcance de su propia exajeración.

El temblor de 1609, cuya fecha no se cita, destruyó lo mejor plantado de la población del puerto, como las casas reales, depósitos fiscales, hospedería de los Jesuitas &. &.

El mar, sin duda no se movió, cuando no se mencionan hechos de esta naturaleza.

El día 27 de Noviembre de 1630 de 10 á 11 de la mañana, hubo un fuerte remezón de tierra que produjo ruina en los edificios de la Capital y del Puerto.

Esta vez, el mar inundó el Callao, ocasionando daños considerables en la muralla cuya construcción era de adobes.

Este día se celebraba en Lima con mucha solemnidad la fiesta de Ntra. Sra. del Milagro; y como para la mayor parte de los españoles, no hay fiesta sin toros, á la hora del temblor se estaba haciendo el encierro de los que iban á lidiarse en la plaza mayor, como entonces se llamaba á la que hoy es Plaza de Armas.

No se mencionan hechos notables de este tomblor; sólo se dice que causó mucha ruina en los edificios.

El terremoto que después de los anteriores hizo más estragos fué el que tuvo lugar el 13 de Noviembre de 1655, á las 2 y 26 m, de la tarde.

Una relación de esa época dice lo siguiente: Tuvo al parecer este terremoto su orígen y nacimiento en el Presidio del Callao, por la parte que mira al poniente, por que de su espaciosa Isla fué mayor el combate, y se reparó que cayendo de lo alto desmedidos peñascos, se deshacían con estruendo al precipitarse al mar›.

Los datos que tenemos á la vista, no indican nada con respecto al Callao, ni dan pormenores de este desastre; sólo mencionan que fué un terremoto espantoso, que derribó en Lima muchas casas y edificios, y que se abrieron dos grietas, una en la Plaza Mayor, frente á la puerta de Palacio, y otra en el Convento de Guadalupe.

Bien sea por haber quedado destruídas las iglesias, ó bien por temor á que se repitiera el terremoto, el hecho es que frente á la Catedral se levantó una enramada espaciosa en donde se celebraron los oficios divinos, y por muchos días los habitantes durmieron en las plazas, huertas y jardi

nes.

Los sacerdotes, como en toda desgracia pública aprovecharon esta vez también para fanatizar al pueblo, haciéndole creer que el temblor era obra de Dios, para castigar á la pecadora Lima.

Para conocer los daños materiales que ocasionó el terremoto del 17 de Junio de 1678 bastará reproducir el siguiente acápite de una relación místi

ca que hace de él el Marqués de Malagón, virrey del Perú, al entregar el mando á su sucesor adinterino Dr. Melchor de Liñan, Arzobispo de Lima:

....La mañana siguiente mandé juntar en el patio de Palacio al Maestro mayor de Obras, otros de la ciudad y muchos Alarifes, y les ordené que reconociesen el Real Palacio, Salas de Audiencía, las del Crímen, Tribunal de Cuentas, Cajas Reales, Carcel de Corte y demás Oficios que están unidos á los dos patios, jardín y oficinas, y todas las iglesias, conventos y casas de la ciudad y hiciesen regulación de la cantidad que importaría el reparar el daño; y habiéndolo hecho así, ocupándose los dias convenientes, volvieron con el còmputo de montar á mas de tres millones, dándoles orden para que derribasen luego las ruinas que no tenían reparo &. &...

Contiúa el Virrey. En el Callao y todas las Haciendas y casas de campo de dos leguas en contorno de aquel puerto y esta ciudad, causó igualmente estrago y ruinas, si bien en todas partes, resplandeció más la misericordia divina y el rigor de su irritada justicia, pues sólo descargó con piedad en los edificios, dejando las vidas con susto y pavor para la enmienda que se solicitó con las penitencias, siendo solo nueve las personas que las perdieron en Lima, Callao y Chancay, muchos perniquebrados y heridos, dándose á los difuntes de Lima, por ser muy pobres, sepultara de mi orden, de que debemos dar contínuas gracias á Nuestro Señor, á su Purísima Madre y á nuestra Patrona Santa Rosa, ›

Ni su Iltma., el Arzobispo se habría espresado tan beatíficamente como lo hizo el Virrey Malagón.

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