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Desde entonces se conoció este local, con el nombre de «Hospital de Marineros. >

Las reparaciones que se hicieron en este establecimiento en 1805 costaron 27.965 pesos.

Estaba mandado que las mercaderías desembarcadas en el puerto se depositaran en Bellavista; pero no sucedía así, porque á los interesados convenia màs dejarlas en la playa, en sus barracas; pero como el Virrey se interesaba en que se habitase el pueblo, ordenó nuevamente que se levantasen todos los frutos que permanecían depositados en la playa y pasasen'á Bellavista. «Esto me costó bastante fatiga, y vencí la contradicción con entereza,» dice el conde de Superunda.

Y agrega:

<Esta población me ha debido no poco esmero, <porque así como conviene retirar del mar las bo<degas para no exponer los frutos, es preciso que la <<fortaleza del Callao, tenga lugar inmediato donde <proveerse, y un fácil recurso en las ocasiones, y <en que comodamente habiten las gentes dedica<das á la marina y puedan avecindarse sus familias.

En este mismo lugar, continua el Virrey, se pu<so la parroquia que antes estaba en el Callao, y co<mo la capilla interina que se hizo para la adminis<tración de Sacramentos, así por falta de fondos, co<mo por la brevedad en que se dispuso, sólo era ca<paz de subsistir por poco tiempo, y con eficacia, he <solicitado la fábrica de una iglesia correspondiente <á la población, se trabaja en ella, estando finalizada «una parte competente, sin dejar de trabajarse en lo <que falta.>>

Bellavista no adelantó pues gran cosa, tanto porque los principales comerciantes y armadores

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permanecieron en Lima con sus familias, viniendo al puerto sólo cuando las necesidades de su negocio se lo exigían, cuanto por que la tolerancia que hubo para dejar construir barracas en la playa, dividiò la población; y como los habitantes de uno y otro sitio eran trabajadores del puerto, se acostumbraron más à permanecer en él, y tras las barracas vinieron las bodegas, y tras de estas las casas, terminando por restablecer la antigua ciudad del Callao, á la que, casi podía decirse, dió origen la construcción de oficinas y almacenes fiscales llevada á cabo bajo el Gobierno del Virrey Amat.

ADMINISTRACION

Durante los primeros veinte años de la fundación del Callao, no había autoridad radicada en el puerto, y el primer representante del Cabildo de Lima, á cuya jurisdicción correspondía, fué Don Cristobal Garzon, nombrado en 1555, por el Alcalde Mayor, como su lugar teniente á iniciativa del Cabildo, y quien tenía la obligación de residir en el puerto, y á cuyo cargo estaba encomendado el cumplimiento de las ordenanzas de la administración local y la conservación del orden.

Muchos deben haber sido los abusos que cometió esta autoridad, que llegaron á oidos del Rey, quien en cédula de 1568. anotando esta circunstancia, ordena que el Cabildo nombre un Regidor que entienda en las cosas menores del puerto; ignorando sin duda, entonces, que en 1566 ya se había provisto ese cargo.

Con motivo del aumento de población y de las muchas cuestiones que se suscitaban, dispuso el Ca-' bildo de Lima en 16 de Junio de 1564 que <un dia de cada semana fueran al puerto del Callao un señor

Alcalde y Fiel Ejecutor á conocer de todas las cosas y negocios que allí se ofreciesen, é hicieren justicia en ellos. »

Por cédula de S. M. de 1579, este Fiel Ejecutor no podía excederse de 30 ducados en sus condenas; las apelaciones correspondían al Cabildo de Lima.

Como la Jurisdicción del representante del Alcalde mayor de Lima y del Fiel Ejecutor eran muy limitadas, todas las cuestiones principales se ventilaron en la capital hasta 1565, con perjuicio de los habitantes del puerto, y aun de los de la capital, por lo que el 26 de Enero de 1566 resolvió el Cabildo la elección anual de un Alcalde para el Callao, con derecho á usar la vara de la justicia, y quien debía entender en todos los asuntos contenciosos.

La siguiente es la parte más pertinente del acta que trata de este asunto:

"En la ciudad de los Reyes, viérnes veinte y cinco días del mes de Enero de mil quinientos sesenta y seis años, se juntaron á Cabildo como lo tienen de costumbre los muy magníficos señores Justícia y Regimiento pára tratar cosas tocantes al servicio de Dios nuestro Señor y de su Magestad y bien de la República, especial y señaladamente el capitán Juan Maldonado de Buendia Corregidor, Francisco de Talavera y Juan de Cadahalso de Salazar, alcaldes ordinarios, Melchor de Brizuela, Alguacil mayor, Francisco de Ampuero, Gerónimo de Silva, Hernán González, Francisco Ortiz, Diego de Ampuero, Regidores, y por ante mí Nicolás de Grado Escribano de este Cabildo, y trataron y proveyeron lo siguiente:

"En este Cabildo el Licenciado Alvaro de Torres, Procurador mayor de esta ciudad, pidió que muchas veces antes de ahora se ha pedido y tratado en este Cabildo, que en el Puerto de mar de esta ciudad y al rededor de él, en los límites que se le pusieron para evitar las costas que se hacen y molestias á muchas personas que queriéndose embarcar piden ante la Justicia de esta ciudad mandamiento para detenerlos, y algunas veces lo hacen por molestar; lo cual todo cesaría si hubiese persona de confianza en el dicho Puerto, para que conociese civil y criminalmente en cosas que esta ciudad le diese comisión, de manera que haciéndolo cesen los tales inconvenientes."....

"Dijeron que porque haya "en el Puerto y Callao de esta ciudad", 'cuenta y razón con los navíos que entran y salen y bastimentos que traen para el proveimiento de esta dicha ciudad, y con los mesones y tabernas que se guarde la órden que por esta ciudad está dada y se diese en lo que más conviniese; y para que los hombres de la mar vivan bien y no hagan daño ni perjuicio á los

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