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portal, que se conocen por el portalito de San Agustin. Ha quedado pues reducido el convento con su iglesia á ocupar un sitio de partes de cuadra

en cuadro.

La iglesia de este convento es de tres naves que empiesan desde la puer ta. En la del medio, ó principal se admira al entrar una especie de con cha como para servir de umbral, de un gusto exquisito y perfectamente aca bada. La cúspide ó la media naranja, elegantemente construida, está rodeada de una baranda de balaustreria; delante de los altares que están en las naves colaterales hay tambien cúspides proporcionadas que dan la suficiente claridad para hacer resaltar la hermosa fabrica de esta iglesia. Los altares de Nuestra Señora de Gracia y del Santo Cristo de Burgos, aunque retablos antiguos, tienen el mérito, ademas de su exquisito trabajo, de ser unos monumentos que se conservan de las primeras épocas de la fundacion del convento. El primero de estos altares concluye en una corona ducal, distintivo v uno de los blasones de las ilustres casas de Hernan Gonzales de la Torre y Da. Juana de Cepeda, patronos y fundadores de esa capilla, y aun puede decirse que del convento. Los retratos de estos dos esposos se hallan en el mismo altar de Nuestra Señora de Gracia, uno al lado de la epistola y otro al del evanjelio, como un recuerdo perpetuo de los beneficios que prodigaron.

La fachada de la iglesia es toda de piedra tallada, asi como las columnas de que está adornada, concluyendo con una baranda de balaustreria. La torre es toda de cal y 1 drillo, fuerte y bien cimentada; pero una de las cosas mas notables de este edificio es la excelente calidad de sus maderas, pues en el discurso de tantos años como han trascurrido desde que se fabricó, no se nota en ellas el mas mínimo deterioro, ni la mas leve picadura, ni aun en las celdas de los relijiosos, no siendo ménos digno de admiracion, el molduraje de los techos de la sacristía y ante sacristía.

Este convento tiene cuatro claustros bajos y cuatro altos todos de arqueria y de una solidez extraordinaria. Su capacidad no es grande, pues privado actualmente de una tercera parte de su primitiva localidad, no la hay para que lo habiten con comodidad sino de cincuenta á sesenta relijiosos.

Su biblioteca está situada en un cuarto de ocho varas de largo y ocho de ancho, con nueve estantes de dos varas de alto y otro mas pequeño: se cuentan en ellas 1065 volúmenes en pasta y pergamino antiguo.

Los relijiosos de este convento no hacen vida comun y se sostienen indivi dualmente con las mensualidades que quedan puntualizadas; exepto los coristas, novicios y legos. La regla que siguen es la de los ermitaños de San Agus tin cuyo título llevan.

En el local que antes era la biblioteca del convento existe en la actualidad un archivo de papeles interesantes pertenecientes al Estado, cuyas llaves están á cargo de un oficial de la tesoreria; corresponden estos documentos á los ramos de jesuitas, temporalidades, inquisicion y demas del gobierno español. Son innumerables los legajos de que están cubiertos los estantes, ademas de los que sin orden y concierto se hallan esparcidos por el suelo. Parece que no hay inventario de ellos segun lo manifiesta el estado en que se encuentran, estando por esta razon condenados á perderse documentos de

IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO.

En el mismo año de la fundacion de esta capital llegaron á ella los padres franciscanos y por solicitud de F. Francisco de la Cruz les concedió Francisco Pizarro que hiciesen su convento señalandoles sitio fuera de la poblacion, dandoles un año despues otro terreno bastante reducido dentro de la ciudad en el cual principiaron á edificar la iglesia y el convento con el titulo de convento grande de Jesus. La estrecnez del local les obligó á pedir su aumento al Virey Marques de Cañete quien les ofreció concederles todo el que pudieran cercar en una noche, bajo la fé de esta promesa, acopiaron los necesarios materiales y en una sola noche levantaron dos cercas, tapiando una calle pública y apoderandose de una mansana entera en la cual habia una huerta y un estanque.

El cabildo reclamó inmediatamente del abuso, y pidió se restituyera la calle á la ciudad, pero el Virrey, devoto de la relijion, hizo tazar todo el terreno usurpado por los frailes y pagó su importe de su propio peculio.

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Ch Riviere del.

Estadística general de Lima

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