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A lo cual contestaba Izquierdo:

«La entrevista con el emperader no puede (sea cual fuere el plazo) dejar «de producir ventajosísimos efectos pára los reyes nuestros señores, para to«da la real familia, para V. E. personalmente, y para toda la nacion. Tengo «la casa de Hervás (hòtel del Infantado); si V. E. piensa en que pueda venir, «es propio para que en él se aloje. Dígame V. E. si le alquilaré ó nó... La «presentacion de V. E. no es tan difícil. Nadie estrañaría en Europa «que V. E viniese á ver á este hombre singular: á él (yo creo) le lisonjearia «sobremanera la visita (1).»

Lo que en justicia y en verdad debemos decir tambien es que, cuales quiera que fuesen ó hubiesen sido los proyectos y las aspiraciones personales del príncipe de la Paz, y su humillacion al hombre poderoso de la Francia para conseguirlos, nunca tuvo ánimo de sacrificar parte alguna del territorio español, como muchos creen, y entonces mismo sus enemigos le atribuyeron; por el contrario, tanto él como Izquierdo estuvieron siempre acordes en rechazar y resistir toda pretension del emperador en este sentido.

«Podrá convenir, decia el de la Paz en una de sus comunicaciones, la «subsistencia de Portugal, pues si en compensacion ha de dejar el rey al«<gunas provincias mas allá del Ebro, mas cuenta le tiene conservarse cual «está,»

A que contestaba Izquierdo:

«Ciertamente, señor, tendrá mas cuenta. La integridad de nuestro pais «es lo primero. Hasta aqui son voces vagas las que han esparcido los malé«volos sobre Cataluña, Aragon, Navarra y Guipúzcoa.

Sobre este particular toda la correspondencia que hemos visto está dictada en el mismo espíritu.

Llegó el año 1807. Volvió Napoleon á París victorioso de las potencias del Norte, cargado de laureles y trofeos, y mas poderoso que nunca. Desembarazado de aquellas atenciones, que habian hecho suspender las negociaciones sobre Portugal un año ántes entabladas con el ministro español, y al parecer próximas á reducirse á tratado, volvió él tambien á pensar en aquel reino, y en una nota que pasó á España invitaba á nuestra córte á que interpusiera

(1) Cartas del príncipe de la Paz de oc- de 24 de diciembre de 1806.-Archivo del tubre y noviembre, y respuesta de Izquierdo Ministerio de Estado.

sus relaciones y su influencia con la casa de Braganza para que renunciase á la alianza inglesa, ó bien á que uniera sus armas con las del imperio para obligarla, en el caso de que el gobierno portugués desoyera la escitacion amistosa de las dos naciones. Era resucitar el mismo emperador el antiguo proyecto, ántes iniciado por el príncipe de la Paz, proseguido con ahinco, y suspenso con harta pena y desazon suya. Faltaba conocer el giro que ahora queria darle Napoleon: ignorábanse sus designios, ó por lo menos nadie podia blasonar de haberlos penetrado. ¿Debia sospechar que el emperador abrigára alguna idea siniestra sobre el trono y sobre la familia reinante de España? ¿Y podia el de la Paz, aun dado que tál sospechase, resistir á la voluntad del hombre entonces mas poderoso de la tierra, á quien se estaba esforzando por desenojar y tener propicio, y cuando sabia que al mismo tiempo sus enemigos, los parciales del príncipe de Astúrias, estaban tambien solicitando la proteccion imperial con el objeto de derribarle?

Godoy, empujado por un pensamiento de medro personal, y fascinado por un ofrecimiento del emperador, desde principio de 803, se habia ido deslizando por una pendiente de que no podia retroceder, y una vez que lo intentó, fué para arrepentirse muy pronto y precipitarse más por ella. Pasó, pues, la nota al gobierno lusitano, en el sentido que Napoleon proponía. Aquella córte malogró primero un tiempo precioso que Napoleon supo aprovechar, y anduvo después poco hábil para sortear sus pretensiones. Estrechada luego para declararse dentro de un breve plazo y de contados dias (1), creyendo, equivocadamente, conjurar la tempestad con satisfacer á medias las exigencias de la Francia, cumplido un tercer plazo irrevocable que le fué otorgado, durante el cual Napoleon preparaba y reunia un ejército en la Gironda, en la respues ta y en la conducta del gobierno portugués halló el emperador sobrado pretesto para mostrarse irritado y para hacer la declaracion de guerra que buscaba y apetecia. Faltaba convenir y arreglar el modo y forma cómo esta guer ra había de hacerse por las dos potencias aliadas, Francia y España, y decidir sobre la suerte de Portugal, y cómo habia de repartirse este reino de manera que pareciese que ambas naciones, ó por lo menos que ambos contratantes salian aventajados, y esto fué lo que se hizo en el tratado de Fontainebleau (27 de octubre, 1807), que conocen ya nuestros lectores (2).

(1) Diósele para ello lo que mediaba que con nombre de convencion se le agre desde el 12 de agosto al 1.° de setiembre de 1807.

(2) Al texto de aquel tratado, que trascribimos al final del capítulo XV., debemos añadir abora la aprobacion que á los dos dias le dió Napoleon, asi como los artículos TOMO XII.

garon.

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Indicamos ya que este tratado habia sido una consecuencia y una modificacion del que mucho antes se habia negociado y dejado en suspenso, y ahora lo hemos demostrado de una manera incontrovertible, haciendo ver la hilacion y el curso de este negocio desde su principio hasta su término (1).

metemos que será observado inviolable mente. En fé de lo cual hemos dado la presente, firmada de nuestra mano, refrendada y sellada con nuestro sello imperial en Fontainebleau á 29 de octubre de 1807.-Napoleon.-El ministro du Relaciones exteriores.-Champagny.

Convencion anexa al tratado anterior, aprobada y ralificada de igual modo.

Napoleon por la gracia de Dios, etc.Пlabiendo visto y examinado la convencion concluida, etc., etc.

Art. 1. Un cuerpo de tropas imperiales francesas de veinte y cinco mil hombres de infantería y de tres mil de caballería entrará en España y marchará en derechura á Lisboa. Se reunirá á este cuerpo otro de ocho mil hombres de infantería y de tres mil de caballería de tropas españolas, con treinta piezas de artilleria.

Art. 2. Al mismo tiempo una division de tropas españolas de diez mil hombres tomara posesion de la provincia entre Duero y Miño y de la ciudad de Oporto; y otra division de seis mil hombres, compuesta igual mente de tropas españolas, tomará posesion de la provincia de Alentejo y del reino de los Algarbes.

Art. 3. Las tropas francesas serán alimentadas y mantenidas por la España, y sus sueldos pagados por la Francia, durante todo el tiempo de su tránsito por España.

Art. 4. Desde el momento en que las tropas combinadas hayan entrado en Portugal, las provincias de Beira, Tras-los-Montes, y la Extremadura portuguesa (que deben quedar secuestradas) serán administra das y gobernadas por el general comandante de las tropas francesas, y las contribuciones que se impongan quedarán á beneficio de la Francia. Las provincias que deban formar el reino de la Lusitania Septentrional, y el principado de los Algarbes, serán administradas y gobernadas por los generales co

mandantes de las divisiones españolas, que entrarán en ellas, y las contribuciones que se impongan quedarán á beneficio de la España.

Art. 5. El cuerpo del centro estará bajo las órdenes de los comandantes de las tropas francesas, y á él estarán sujetas las tropas españolas que se reunan á aquellas. Sin embargo, si el rey de España ó el príncipe de la Paz juzgaran conveniente trasladarse á este cuerpo de ejército, el general comandante de las tropas francesas, y estas mismas, estarán bajo sus órdenes.

Art. 6. Un nuevo cuerpo de cuarenta mil hombres de tropas francesas se reunirá en Bayona, á mas tardar en 20 de noviembre próximo para estar pronto á entrar en España y trasferirse á Portugal en el caso que los ingleses enviasen refuerzos y amenazasen atacarle. Este nuevo cuerpo no entrará sin embargo en España, hasta que las dos altas potencias contratantes se hayan puesto de acuerdo á este efecto.

Art. 7.o La presente convencion será ra◄ tificada, y el cange de las ratificaciones se hará al mismo tiempo que el del tratado de este dia.

Fecho en Fontainebleau á 27 de octubro de 1807.-Firmado: Duroc.---Izquierdo.

(1) Volvemos á rectificar aqui al príncipo de la Paz, que despues de referir la conversacion que pasó entre Napoleon é Izquierdo dias antes de ajustarse el tratado de Fontainebleau dice: «He aquí todo el origen do la ruidosa y decantada soberania de los Algarbes.v

Hemos probado hasta la evidencia que no fué este todo el origen, y que el origen venía de muy atrás.-Es sorprendente el tono de seguridad con que Godoy en sus Memorias niega que hubiera pretendido ántes aquella soberanía, ni que hubiera pensado en ella si. quiera; y mas sorprendente todavía el que se atreviera á desafiar de la manera que lo hizo á que le presentáran un solo documen to que pudiera comprobarlo, cuando nosotros hemos auucido tantos y tan auténti

1

Como después se vió la conducta abominable de Napoleon en los asuntos de España, se ha cuestionado y cuestiona si hizo todavía de buena fé el tratado de Fontainebleau, ó si ya entonces habia entrado en su plan el destronamiento de la familia real española, y adoptado como medio para llegar á él la guerra de Portugal. De no obrar ya entonces con sinceridad Bonaparte dió una prueba en el hecho de haber mandado entrar sus tropas en España, pendiente aún el tratado, y nueve dias ántes de firmarse (1), sin variar de resolucion por mas notas y reclamaciones que le dirigió Izquierdo. Por lo que hace al pensamiento de destronar los Borbones de España, si entonces bullia acaso ya en su mente, por lo menos no le confió á nadie, ni él lo confesó nunca después: y aun creemos que, si bien una idea semejante habia entrado mucho tiempo hacía en su sistema, ni la época, ni los medios, ni el modo eran todavía cosas resueltas. Porque Napoleon, hombre de espedicion y de resoluciones prontas, daba á sus empresas el giro que las circunstancias y los sucesos, mas bien que los proyectos preconcebidos, le sugerian. Lo que hay para nosotros de mas cierto es, que comprometido ya con él el príncipe de la Paz, solicitada por otra parte su proteccion por el príncipe Fernando, asido aquél por un tratado, éste por la célebre carta, que llegó precisamente á su poder cuando el convenio se firmaba, viendo postrados á sus pies los dos personages y los dos partidos que representaban, patentes á sus ojos las miserias de nuestra córte y la debilidad consiguiente de nuestro reino, que á competencia parecia serle franqueado por los que más debian guardarle, andada ya la mayor parte del camino de su ambicion, cualquier empresa debió antojársele fácil; y por si algo faltaba que pudiera brindarle á ella, vinieron á proporcionárselo las deplorables escenas del Escorial, de que pasarémos ahora á dar cuenta á nyestros lectores (2).

cos y tan esplicitos, y aun podriamos añadir otros más si quisiéramos. Solo puede esplicarse este tono aseverativo por la confianza que sin duda le inspiraba el haber visto que despues de tanto y tanto como contra él se habia escrito por espacio de treinta años, hasta por hombres de Estado españoles y franceses, nadie habia dado muestras de conocer estos documentos de aquella larga negociacion, y es de inferir supuso que habrian desaparecido, y nadie por consiguiente podria descubrirlos yá. Al menos á nosotros no se nos alcanza otra esplicacion.

(4) El tratado se firmó el 27 de octubre, y el ejército francés empezó á entrar en Es

paña el 18.

(2) Es en verdad estraño que el conde de Toreno, al hacer la historia especial del Levantamiento, guerra y revolacion de España, entrára tan de improviso en la narracion de aquellos sucesos, y que apenas haya dado una ligerisima é imperceptible idea de los antecedentes que los habian ido preparando, y de las causas que existian de atrás. -El mismo vacío notamos en la relacion de los sucesos del Escorial, que en la obra de Toreno ocupa brevísimas páginas, y no da al lector sino un conocimiento muy incom❤ pleto de lo que allí ocurrió, y mas todavía del origen y principio de aquella trama.

CAPITULO XIX.

EL PROCESO DEL ESCORIAL..

1807,

Relaciones y ocupaciones del príncipe de Astúrias.-Misteriosa denuncia que de él se hizo á los reyes.-Sorpréndele Cárlos IV. en su habitacion y le ocupa sus papeles.Cartas y documentos que le fueron hallados.-Formacion de causa, y arresto del príncipe y de sus cómplices.-Manifiesto de Carlos IV. denunciando á la nacion la criminalidad de su hijo.-Carta del rey á Napoleon.-Pide Fernando perdon á sus padres.Decreto de perdon, y segundo manifiesto del rey.-Papel que en estos sucesos hizo el príncipe de la Paz.-Conducta del ministro Caballero.-Prosigue la causa contra los demas procesados.-Acusacion fiscal.-Sentencia absolutoria.-Estrañeza que causó, y por qué.-Juicio que se ha formado de este fallo.-Causas que pudieron influir en el ánimo de los jueces.-Irritase fuertemente Napoleon al ver mezclado el nombre de su embajador en estos sucesos.-Muéstrase colérico contra la córte de Madrid.-Ins trucciones que dejó ántes de partir á Italia.-Prohibe que en el proceso del Escorial se publique cosa alguna que aluda á su persona ó á la de su embajador.-Otras amenazas.Aturdimiento que producen en la córte y en los jueces.-Juicio que el pueblo formaba de la causa del Escorial.-Atribúyela á intriga de Godoy.-Popularidad del príncipe de Astúrias.-Espera que Bonaparte vendrá en favor suyo y contra el principe de la Paz. -Intenta éste retirarse, y no lo consienten ni Cárlos ni Fernando.-Otra carta de Cárlos IV. á Napoleon procurando desagraviarle.-Respuesta de Bonaparte desde Milan.— Doblez que se advierte en la conducta del emperador.-Cálculos que se bacian sobre sus intenciones y planes

Que tales manejos como los que hemas referido, que tales intrigas y discordias en el seno de la real familia y entre las personas que con mas intimidad la rodeaban, habian de producir resultados funestos y frutos amargos para España, era cosa que todo el mundo presentia y de que nadie auguraba sino desastres; y eso que las causas y móviles de lo que se veía suceder eran todavía algunas ignoradas de muchos, otras un secreto para la generalidad.

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