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terminó con la muerte de casi todos éstos. Con la ocupacion de aquel edificio quedó cortada la retirada á nuestras tropas del arrabal, pues al querer repasar el puente, era tál el fuego que los enemigos hacían que parecia brotar llamas las aguas del Ebro; muy pocos consiguieron franquearle, y aquel dia se perdieron, entre muertos, heridos y prisioneros, mas de dos mil hombres. Cincuenta piezas colocaron los franceses para arruinar las casas situadas á la orilla derecha y en el pretil del rio. Y entretanto, en el centro de la ciudad, franceses y españoles minaban y contraminaban el paso del hospital de locos al convento de San Francisco: cargaron aquellos su mina con tres mil libras de pólvora, y fingiendo un ataque abierto, y apresurándose los españoles á ocupar todos los pisos del convento esperándolos allí á pié firme, oyóse una espantosa detonacion que estremeció toda la ciudad; una compañía del regimiento de Valencia voló toda entera por los aires juntamente con los escombros del convento. Al través de ellos se lanzaron los franceses á la bayoneta hasta desalojar á los españoles. Pero muchos de ellos se subieron al campanario, y sobre el tejado de la iglesia tuvieron serenidad para abrir un boquete en la bóveda, y por ella arrojaron tantas granadas de mano que ahuyentaron de alli á los franceses. Recobraron éstos sin embargo al dia siguiente aquel punto. En todas partes los frailes habian exhortado con su palabra y animado con el ejemplo, manejando la espada ó la carabina. Las mugeres suministraban cartuchos, y peleaban tambien. Los franceses seguian: minando el Coso para hacer saltar las casas de ambos lados.'

Sucedia esto cuando la epidemia estaba arrebatando trescientas cincuenta víctimas por dia. Entraban diariamente en los hospitales sobre cuatrocientos enfermos; para los que en ellos cabian faltaban medicinas y no habia alimentos; costaba una gallina cinco pesos fuertes; los que no cabian morian abandonados en las casas ó en las calles; no habia tiempo ni espacio para enterrar los muertos; estaban los cadáveres hacinados delante de las iglesias y entre los escombros, infestando la atmósfera; muchos deshacian y desgarraban las bombas que caian, ofreciendo sus mutilados y esparcidos miembros un espectáculo horrible. Los vivos, flacos, macilentos, estenuados, parecian espectros errantes en medio de un vasto cementerio. El mismo Palafox, atacado de la enfermedad reinante, se hallaba á las puertas de la muerte; en la noche del 48 al 19 tomó el mando una junta que presidia el regente de la audiencia don Pedro María Ric; y todavía no faltaba quien propusiera se ahorcase á todo el que hablára de rendicion ó diera indicios de desfallecimiento.

Por su parte los soldados franceses, cansados de lucha tan obstinada y terrible, y viendo que en mas de cuarenta dias solo habian logrado conquistar las ruinas de dos ó tres calles, murmuraban y se preguntaban unos á

otros: «¿Se nos ha traido á perecer todos aqui? ¿Se ha visto nunca semejante «modo de hacer la guerra? ¿En qué piensan nuestros gefes? ¿Han olvidado su «oficio? ¿Por qué no se aguardan nuevos refuerzos y nuevo material para en«terrar á estos furiosos bajo las bombas, en vez de hacer que nos vayan «matando uno á uno por la triste gloria de apoderarse de algunos sótanos y «de unos cuantos desvanes?» Procuraba Lannes reanimarlos, diciendo que era imposible que los enemigos defendieran todas las calles con el mismo teson; que la energía tenia su término; «un esfuerzo más, les decia, y pronto seréis dueños de la ciudad en que la nacion española tiene cifradas todas sus esperanzas, y pronto recogeréis el fruto de todos nuestros trabajos y penalidades.» Siguió la lucha, y siguieron los estragos.

Al tiempo que Gazan hacia jugar sus cincuenta cañones para destruir las casas del arrabal, pegóse fuego á dos hornillos en una mina que se habia practicado debajo de la Universidad, cargados con mil quinientas libras de pólvora cada uno; voló aquel gran edificio con horroroso estrépito, abriéndose dos anchas brechas, por donde penetraron al instante á la bayoneta dos batallones, y se apoderaron de la cabeza del Coso y de los dos costados. Todavía los nuestros hicieron esfuerzos increibles de valor en otros edificios y en otras calles. Pero apenas quedaba ya en pié la tercera parte de los combatientes, y éstos escuálidos y demacrados. Situacion tan angustiosa era insostenible. Los gefes militares convocados por la junta trazaron un tristísimo cuadro de los medios de defensa; algunos vocales opina: on por seguir resistiendo hasta perecer todos; la mayoría se inclinó á capitular, y un parlamentario fué enviado á Lannes á nombre de Palafox, aceptando con alguna variacion las ofertas que éste habia hecho dias ántes. Desechada la propuesta por el mariscal francés, pidió la junta una suspension de hostilidades, y envió al cuartel general algunos de sus individuos con el presidente Ric. Agrias y poco conciliadoras contestaciones mediaron todavía entre este magistrado y el general enemigo. Por último, despues de algunas réplicas convinieron los comisionados en la siguiente capitulacion, dictada por Lannes:

Art. 1.0 La guarnicion de Zaragoza saldrá mañana 21 al medio dia de la ciudad con sus armas por la Puerta del Portillo, y las dejará á cien pasos de la puerta mencionada.

Art. 2.0 Todos los oficiales y soldados de las tropas españolas prestarán juramento de fidelidad á S. M. Católica el rey José Napoleon I.

Art. 3.0 Todos los oficiales y soldados españoles que hayan prestado juramento de fidelidad, podrán, si quieren, entrar al servicio para la defensa de S. M. Católica.

Art. 4. Los que no quieran tomar servicio irán prisioneros de guerra á Francia.

Art. 5.0 Todos los habitantes de Zaragoza y los estrangeros, si los hubiere, serán desarmados por los alcaldes, y las armas se entregarán en la Puerta del Portillo al medio dia del 21.

Art. 6.0 Las personas y las propiedades serán respetadas por las tropas de S. M. el emperador y rey.

Art. 7.0 La religion y sus ministros serán respetados: se pondrán guardias en las puertas de los principales edificios.

Art. 8. Mañana al medio día las tropas francesas ocuparán todas las puertas de la ciudad y el palacio del Coso.

Art. 9. Mañana al medio dia se entregarán á las tropas de S. M. el emperador y rey toda la artillería y las municiones de toda especie.

Art. 10 Las cajas militares y civiles todas se pondrán á disposicion de S. M. Católica.

Art. 41. Todas las administraciones civiles y toda clase de empleados prestarán juramento de fidelidad á S. M. Católica.

La justicia se ejercerá como hasta aquí y se hará en nombre de S. M. Gatólica José Napoleon I.-Cuartel general delante de Zaragoza, 20 de febrero de 1809.-Firmado.-Lannes.

En su virtud el 21 de febrero (1809) desfilaron fuera de la ciudad diez mil infantes y dos mil ginetes, pálidos y desencajados, por delante de los soldados franceses, los cuales, depuestas por aquellos las armas, entraron en la infortunada ciudad, en que solo se veian ruinas y cadáveres en estado de putrefaccion. Sesenta y dos dias habia durado el sitio. De cien mil habitantes, entre vecinos y refugiados, habian perecido cerca de cincuenta mil. Los más de los edificios habian sido arruinados ó destrozados por las bombas y balas, perdiéndose entre otras preciosidades la rica biblioteca de la universidad y la preciosa coleccion de veinte mil manuscritos del convento de San L.defonso. La pérdida de los franceses fué tambien grande: su mejor oficialidad sucumbió allí.

No ponderemos nosotros el mérito de los españoles en este memorable sitio. Oigamos á un historiador francés, dado por lo comun á rebajar las cosas de España: «Ningun otro sitio, dice, podia presentar la historia moderna que «se pareciese al cerco de Zaragoza: para encontrar en la antigua escenas se«mejantes á las que alli ocurrieron era preciso remontarse á tres ejemplos, «Numancia, Sagunto ó Jerusalen. Y á decir verdad, aun sobrepujaba el horror «del acontecimiento moderno al de los acontecimientos antiguos, á causa del

«poder de los medios de destruccion inventados por la ciencia... La resisten«cia de los españoles fué prodigiosa... etc.» Y otro. «La alteza de ánimo que <«mostraron aquellos moradores fué uno de los mas admirables espectáculos «que ofrecen los anales de las naciones despues de los sitios de Sagunto y «Numancia (4).»

Tál fué el término de esta segunda campaña en nuestra lucha de indeperdencia; campaña que nos fué funesta en Espinosa, en Burgos, en Tudela, en la Coruña, en Uclés, fatal y gloriosa en Zaragoza; que fué notable por la presencia de Napoleon en España, por la retirada de los ingleses, por el segundo reconocimiento del rey José en Madrid; campaña que habria desalentado otros espíritus y desarmado otros brazos que no fuesen los de los españoles peleando por la independencia de su patria, por su religion y por su libertad (2).

(1) Thiers, y Rogniat.

(2) Para esta sumaria relacion del segundo sitio de Zaragoza (por que sería ageno de nuestro trabajo describir sus infinitos é interesantes pormenores y episodios, y los innumerables rasgos y hechos de heroismo que en él ocurrieron), hemos tenido presentes: la Historia de los dos sitios, de don Agustin Alcaide Ibieca; la Defensa de Zaragoza, de don Manuel Caballero; Excesos de valor y patriotismo, de don Miguel Perez y Otal; el Manifiesto del vecindario de Aragon, impreso en 1814; las Gacetas de aquel

tiempo; muchos documentos impresos y recogidos en Tomos de Varios, y otros manuscritos; las Historias españolas de la guerra de la Independencia de Toreno, Maldonado, Baeza, Chao y otras: las francesas de Du Casse, Memorias del rey José; del Imperio, de Thiers; las Memorias de la Revolucisn de España de M, Pradt; la Relacion de los Sitios de Zaragoza y Tortosa, del baron de Rogniat; Victoires, conquetes, etc. des francais de 1795 á 1816; y otros muchos escritos que seria prolijo citar.

CAPITULO VI.

EL REY JOSE Y LA JUNTA CENTRAL.

MEDELLIN.

PORTUGAL.-GALICIA.-CATALUÑA.

1909.

(De marzo á junio.)

Triste situacion de España y sus ejércitos á principios de este año.-Felicitaciones de es pañoles al rey José.-Decreto de la Central contra ellas.-Esfuerzos del rey intruso para hacerse partido en España: sus providencias.-Creacion de una Junta criminal extraordinaria.-Reglamento de Policia.-Tiranías y arbitrariedades que se ejecutaron.Medidas análogas tomas por la Central.-Cambia el nombre y la indole de las Juntas.-El grito de insurreccion resuena en todos los dominios españoles de ambos mundos. Las colonias de América suministran cuantiosos donativos á España. —La Central declara que deben tener representacion nacional en la metrópoli.-Simpatías y auxilios de Inglaterra.-Peligro de romperse esta amistad.-Operaciones militares.Fuerzas francesas en España.- Confianza y planes de Napoleon.-Operaciones de la Mancha.-Cartaojal y Alburquerque.-Descalabro de Ciudad-Real-Mal resultado de sus rivalidades.-Extremadura: Victor y Cuesta.-Lamentable derrota de Medellin.Retirada de Cuesta.-Conducta de la Central con este general y su ejército.-Tratos del rey José con la Central.-Firmeza de la Junta: dignidad de Jovellanos.-Empresa de Soult sobre Portugal.-Marcha difícil.-Penetra en Braga.-Toma á Oporto.-Indiscreta conducta y permanencia en aquella plaza.-Estraña cons; iracion.-Es descubierta y castigada.-Nuevo ejército inglés en Portugal.-Arroja á Soult de Oporto.-Desastrosa retirada del general francés á Galicia.-Sucesos de esta provincia.-Espedicion del marqués de la Romana á Astúrias.-Insurreccion del paisanage gallego.-Partidas y guerrillas.-Importantes servicios que hacen.-Reconquista de Vigo.-La division del Miño. Conducta de Romana en Astúrias.-Sucesos del Principado.-Vuelve Romana á Galicia huyendo de Ney y de Kellermann. Entrevista de Soult y Ney en Lugo: se di

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