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y donde entró sin grave daño en su salud, y compareció cadáver, tendido en una parihuela, al siguiente dia, cubierto con una sábana, la que destapada por la curiosidad de varios vecinos, y del que me dió el parte de todo, puso de manifiesto un semblante cárdeno é hinchado, denotando que su muerte habia sido la obra de pocos momentos; á que se agrega que el mismo informante encontró poco ántes en una de las calles de Figueras á un llamado Rovireta, y por apodo el fraile de San Francisco, y ahora canó,

nigo dignidad de Gerona nombrado por nuestros enemigos, quien marchaba apresu. radamente bácia el castillo, á donde dijo «iba corriendo á confesar al señor Alvarez porque debia en breve morir.»-Todo lo que pongo en noticia de V. E. para que haga de ello el uso que estime por conveniente.Dios guarde á V. E. muchos años. Tortosa 31 de marzo de 1810-Excmo. señor.—Cárlog de Beramendi.-Excmo. señor marqués do las Hormazas.a

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Reflexion sobre las victorias y las derrotas de nuestros ejércitos.-Su infiuencia dentro y fuera de España.-Organizacion de las guerrillas.-Decreto de la Central. -Tendencia de los españoles á éste género de guerra.-Motivos que además los impulsaban á adoptarle.-Opuestos y apasionados juicios que se han hecho acerca de los guerrilleros.Cómo deben ser imparcialmente ju gados.—Su valor é intrepidez.-Servicios que prestaban.-Su sistema de hacer la guerra.-Crueldad de los franceses con ellos.-Represalias horribles. -Partidas y parti larios célebres.-En Aragon y Navarra.- Renovales, Villacampa y otros.-Suceso del Tremedal.-En la Alcarria y la Mancha.-El Empeci. nado, el Manco, Mir.-En Castila sa Vieja -El Capuchino, Saornil, el cura Merino, don Julian Sanchez.-Servicios que hicieron á las provincias ocupadas por los franceses, y á las provincias libres.-Situacion de 'os ejércitos regulares.-Conducta del gobierno inglés como aliado de España.-Desamparo de nuestra nacion después de la paz entro Austria y el imperio francés.-Operaciones entre Salamanca y Ciudad-Rodrigo.-Triunfo de los españoles en Tamames.-Ejército del centro de la Mancha.-Retírase á SierraMorena. Sucede Areizaga en el mando á Eguía.-Plan funesto de venir nuestro ejército á Madrid. Su marcha en direccion de la capital.-Reunion de fuerzas francesas en Aranjuez.-Ponese el rey José al frente de ellas.-Gefes y fuerzas respectivas de ambos ejércitos.--Batalla de Ocaña.-Fatal y completa derrota del ejército español.-Desastre de Alba de Tormes.-Marcha política de nuestro gobierno-Descontento y con-piracion contra la Central.-Ambiciones é intrigas en su mismo seno.-Desacuerdos entre la Central y las juntas provinciales.- Proyectos sobre Regencia.-Aspiraciones do Palafox y del marqués de la Romana.-Nombramiento de una comision ejecutiva, y acuerdo de convocar Córtes.-Decreto de 4 de noviembre.-Nuevas intrigas en la Jun

ta.-Arresto de Palafox y de Montijo.-No satisface la comisica ejecutiva las esperanzas públicas.-Síntomas de próxima caida de la Comision y de la Junta general.-Determinan retirarse de Sevilla.-Deplorable conducta del rey Fernando en Valencey durante estos sucesos.

Hemos visto los resultados de la campaña de 1809 en diferentes provincies y comarcas de la península; campaña sostenida principalmente, como habrán observado nuestros lectores, por ejércitos españoles ya organizados, obrando, unas veces solos y sin estraño auxilio, como en Cataluña y Aragon, otras con el apoyo de auxiliares estrangeros, como en Extremadura, siempre y en todas partes protegidos cuanto era dable por las partidas mas o menos numerosas de voluntarios á que se da a el nombre de guerrillas. Que nuestros ejércitos, en su mayor parte improvisados, no pudiesen tener ni la organizacion, ni la disciplina, ni la práctica de batallar que tenian y habian traid ya los franceses, ni nuestros generales la táctica y la pericia de los suyo, cosa es que ni ahora ni entonces ha podido nadie desconocer. Por lo mismo á nadie tampoco podia causar maravilla que nuestros ejércitos fueran venci dos en Medellin y en A'monacid, en María y en Belchite; siendo lo verdade. ramente admirable que quedáran vencedores en batallas como las de Alcañiz y Talavera, y que sostuvieran sitios como el de Gerona. No podemos por tanto convenir con un historiador moderno, que encuentra censurable á la Junta Central .por haber gastado una gran parte de su actividad y de las fuerzas del pais en crear ejércitos y en entregarios á los generales, pidiéndoles victorias. Necesidad de crear ejércitos habia; á generales tenian que ser encomendados; y era natural desear victorias, y por consecuencia pedirlas, de la manera que las victorias pueden pedirse. Ni podemos tampoco conven'r en que las que consiguieron nuestros ejércitos fuesen estériles, pues si de algunas de ellas no se recogió inmediatamente todo el fruto que hubieran debido producir y habria sido de apetecer, estuvieron lejos de ser infructuosas, reanimaban el espíritu del ejército y del pueblo, hacian en Europa un eco favorable á nuestra nacion, acreditábase que las legiones de Napoleon habian dejado de ser invencibles en España, reconocíalo el emperador mismo, y no es justo que nosotros démos á nuestros triunfos menos mérito del que les daba la Europa, y del que confesaban nuestros mismos enemigos.

Pero indica el propio escritor español á quien hacemos referencia, que habria sido mejor que la Central, en vez de gastar las fuerzas de la nacion y su propia vítalidad en crear y organizar ejércitos regulares, las hubiera empleado en fomentar las partidas sueltas ó guerrillas, que á su juicio eran el terrible enemigo de los franceses, la última esperanza y la salvacion del país. Tampoco es exacto que la Central descuidára de fomentar, alentar y

proteger estas que podríamos llamar las fuerzas sutiles de aquella guerra: puesto que ademas de los emisarios y gefes que con tal objeto vimos haber enviado á Galicia, en 28 de diciembre de 1808 expidió un decreto, en muchos artículos, sobre el alistamiento y organizacion de esta milicia móvil, llegando á prescribir en sus últimas disposiciones la formacion de cuadrillas en que se diera entrada hasta á los que se habian ejercitado anteriormente en el contrabando, bajo las mismas reglas que las partidas, y señalándoles los mismos sueldos y emolumentos (1). Y aun se nombraron y destinaron comisarios á todas las provincias del reino para que al tenor de lo ordenado y decretado se levantase y organizase dicha clase de milicia.

En verdad no necesitaban de grandes estímulos los españoles de aquel tiempo para cambiar la monótona regularidad del sosiego doméstico por las variadas impresiones de la vida de aventuras, de peligros y de combates, á que de antiguo y en todas las épocas, especialmente en las de guerras estrangeras ó intestinas, han mostrado siempre inclinacion, y acreditado privilegiada aptitud los naturales de este suelo. A esta tendencia se agregaba ahora y servia de aguijon, en unos la indignacion producida por las demasías de los franceses, yel deseo de vengar los incendios, saqueos y violencias por aquellos cometidos en las poblaciones y en el seno de las familias, tal vez el horrible asesinato del padre ó del hermano, tal vez el brutal ultrage de la esposa ó de la hija; en otros el legítimo designio de conquistar en la honrosa carrera de las armas á costa de fatigas, de actos de valor y de servicios á la patria, una posicion mas brillante que la que pudieran alcanzar nunca en el oscuro rincon de un taller; en otros el afan de medros personales menos legítimos, y mas materiales y groseros, siquiera fuesen adquiridos á costa de los pacíficos habitantes cuyos hogares y haciendas aparentaban proteger; en otros el espíritu religioso, y en otros en fin, y creemos fuesen los más, un verdadero ardor patriótico, un afan sincero de contribuir y ayudar con todo género de esfuerzos y sacrificios á salvar la independencia de la patria, y de tomar parte activa en la santa lucha que la nacion sostenia contra estraños invasores.

(1) Atendiendo (decia el artículo 29 de aquei reglamento) á que muchos sugetos de distinguido valor é intrepidez, por falta de un objeto en que desplegar dignamente los talentos militares con que los dotó la naturaleza, á fin de proporcionarles la carrera gloriosa y utilisima al Estado que les presentan las circunstancias actuales, se les indultará para emplearlos en otra especie de Partidas, que se denominarán Cuadrillas, bajo las condiciones que se establecen en

los cuatro artículos siguientes.>

Uno de los artículos que seguian era: «A todo contrabandista de mar y tierra que en el término de ocho dias se presente para servir en alguna cuadrilla ante cualquiera juez militar ó político de partido, ó gefe del ejército, se le perdonará el delito cometido contra las reales rentas, y si se presenta con caballo y armas, se le pagará uno y otro por su justo valor.»

Asi, sin calificar nosotros á cada una de estas partidas, ni meros á sus denodados caudillos, porque ni nos incumbe ni hace á nuestros fines, no podemos convenir con el juicio de aquellos para quienes era cada guerrillero un modelo de patriotismo y un dechado de virtudes cívicas y militares (1): ni tampoco con el de acuellos que exagerando los escesos y tropclías que por desgracia sol an ejecutar algunos de aquellos partidarios, han querido que se los consideraso como otros tantos bandidos, brigands, que era el título con que para desacreditarlos los designaban los franceses. Cierto que los habia entre ellos, por fortuna los menos en número, hombres sin educacion y avezados á los malos hábitos de una vida estragada ó licenciosa; que por sus demasías se bacion aun mas temibles á los honrados moradores de las aldeas que los mismos enemigos: achaque del estado revuelto de una sociedad, en que la necesidad obliga á tolerar y aun aceptar servicios de los mismos á quienes cn otro caso juzgarian severamente los tribunales. Pero á los más impuls ban nobles y generosos fines; nacidos unos en ilustre cuna, distinguidos otros en carreras científicas, hijos tambien otros de modes as pero honradas familias, cambiaban ó el brillo ó la comodidad de su casa ó el lucro de su honrosa profesion por las privaciones y los peligros de la guerra; conducíanse como buenos, y eran el terror de los enemigos y el consuelo y amparo de las poblaciones. Intrépidos y valerosos todos, los mismos franceses no pudieron dejar de hacer justicia al comportamiento de algunos de ellos, y no estrañamos dijeran, por ejemplo de don Saturnino Albuin: «Si este hombre hubiera militado en las banderas de Napoleon, y ejecutado tales proezas, ya seria mariscal de Francia:» y que el mismo gobernador de Madrid Belliard dijese del partidario don Juan Palarea, Hamado el Médico (porque ésta habia sido antes su profesion); «Le Medecin est un bon general, et un homne trés humain.»

Servicios de importancia y de gran cuenta hacian todos, ya alentando y avivando el espíritu de independencia del pais, ya interceptando coricos ó convoyes de víveres á los enemigos, ya molestando á éstos y embarazándolos en sus marchas, ya sorprendiendo destacamentos y partidas sueltas y obligándolos á no poder moverse sino en gruesas divisiones, ya cayendo sobre ellos como el rayo y acuchillándolos en los desfiladeros y gargantas que tuvieran que atravesar, ya cortando las comunicaciones entre los diferentes cuerpos y dislocando sus planes, ya protegiendo nuestras columnas, ó levando socorros á las plazas ó distrayendo á los sitiadores, ya sosteniendo reñidos choques y refriegas, ó acciones sérias y formales, segun las partidas eran mas o menos

(4) Como el P. Salmon, á quien falta poco Resúmen histórico de la Revolucion do para suponerlos impecabies y santificarlos. España, tom. II. cap. 1.

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