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no obstante haberse visto después que por su corto recinto no admitia larga defensa (4).

Entretanto el rey José paseaba y visitaba con aire triunfador las ciudades y pueblos de Andalucía, pasando sucesivamente de Sevilla á Jeréz, Puerto de Santa María, Granada, Jaen, Andújar, y volviendo por último á Sevila (12 de abril). Los festejos con que le agasajaron en algunas poblaciones (2), el modo con que en otras fué recibido y á que no estaba acostumbrado (conducta que censuraron los españoles de otras provincias, pero en que influiria sin duda, no falta de patriotismo, sino acaso el error de creer ya definitivamente perdida la causa de España, unido al carácter jovial y no bien comprendido de aquellos habitantes), hi ieron creer al intruso, y asi se lo persuadian sus cortesanos y aduladores, que con su gracia personal y sus bondades se habia granjeado las simpatías del país, sin tener en cuenta que esto sucedia en una comarca ccupad por 80.000 soldados, los mas terribles del imperio francés. En Sevilla dió varios decretos, que se publicaron en la Gaceta de Madrid del 4 de mayo, entre los cuales merecen singular mencion, el que ordenaba la formacion de una milicia cívica española, el que mandaba se hiciese la estadística general de la poblacion de España, el que arreglaba el gobierno interior de los pueblos, distribuyendo el reino en prefecturas, subprefecturas y municipalidades ó comunes, copiando la administra. cion departamental de Francia.

Pero pronto se convirtieron en amargura y tristeza los goces y delicias de José en Andalucía; y esta mudanza no la causaron ahora los españoles; prodújola el mismo emperador su hermano, que frecuentemente quejoso y siempre poco deferente con él, queriendo desde París ser el verdadero rey de España, no dejando á José sino el título, so pretesto ahora de desaprobar sus liberalidades con ciertos cortesanos y favoritos, y de parecerle mal los planes y operaciones que José habia ordenado á las generales de Cataluña y de Castilla, espidió desde París varios decretos disponiendo de los ejércitos, y de las rentas, y del territorio de la nacion española, ni mas ni menos que si fuese él su soberano. Convirtió en cuatro gobiernos militares los cuatio distritos de Cataluña, Aragon, Navarra y Vizcaya, situados á la izquierda del Ebro; encomendó á sus generales en géfe la autoridad militar, civil y administrativa, encargándoles no obedeciesen mas órdenes é instrucciones que

(1) Diario de las operaciones del Consejo de Regencia.-Elogio de don Antonio Escafo.-Sumamente sucinto encontramos al conde de Toreno en la relacion de los hechos de este interesante período, Tomo XII.

(2) Cuenta Du Casse en las Memorias y Correspondencias del rey José como cosa notable que en el Puerto de Santa Maria asistió por primera vez à una corrida de toros.

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las suyas, ni tuviesen con el gobierno de Madrid mas relaciones que las de una aparente deferencia, y reservadamente les comunicó su pensamiento de incorporar á la Francia aquellos territorios como indemnizacion de los sacrificios que hacía por asegurar la corona de España en las sienes de su hermano, á quien consideraba, decia, solo como un general de sus ejércitos del otro lado del Pirineo. Estraña irrision, exclama á este propósito un historiador francés, la de pretender que la izquierda del Ebro viniera á ser compensacion de los gastos de Francia en España!»- «Era, dice después, una verdadera locura de ambicion; era agregar á las numerosas causas que excitaban el odio de los españoles contra nosotros otra causa mas poderosa que todas: la de ver aquella península, tan cara á su corazon, invadida, fraccionada por un ambicioso vecino, que despues de haberlos privado de su dinastía los privaba tambien de parte de su territorio; era, en fin, reducir á la desesperacion y lanzar para siempre à las filas de la insurreccion á todos aquellos que, animados de la esperanza de mejorar de sistema, y sintiendo vivamente la necesidad de una regeneracion politica, se habian adherido momentȧneamente á la nueva dinastía,>

Y no fué esto solo lo que hizo Napoleon en ofensa y desprestigio de su hermano, en la ocasion en que éste habia hecho mas progresos en España. Ademas de los cuatro gobiernos militares mencionados, dividió en tres los ejércitos de operaciones, uno de Portugal, al mando de Massena, otro del Mediodia, al de Soult, y otro del Centro, al de su hermano José, pero compuesto solo de la division Dessoles y de los depósitos establecidos en derredor de Madrid; de modo que con esto y con ordenar á los gobernadores de las provincias del Ebro y á los gefes de los ejércitos de operaciones que no obedeciesen otras instrucciones que las del gobierno de París, así en lo militar como en lo económico, haciéndolos administradores de las rentas del país, y con declarar que no enviaria á José otros recursos que 2,000.000 de rs. mensuales, encontrábase José reducido, en cuanto á fondos, casi á las contribuciones de la capital, y en cuanto á fuerzas, á las que apenas bastaban para defender la córte, y no era posible restringir más su autoridad y poder á no retirársele y suprimirle del todo.

Compréndese cuánta amargura causaría á quien había sido destinado por Napoleon al trono de España verse de tal modo tratado por su hermano, y en tál manera rebajado á los ojos de los españoles y á la consideracion de los mismos generales franceses, que ya disputaban con él, y altercaban sobre sus disposiciones como de igual á igual. Ni José desconocía lo falso de su posicion ni disimulaba su profundo disgusto. Desde Córdoba escribía á su esposa la reina Julia (á quien antes habia invitado á venir á España con sus dos hijas

Zenaida y Carlota) en los términos siguientes: «Interesa conocer cuáles son «las verdaderas disposiciones del emperador hácia mí: á juzgar por los he<«chos son bien malas, y no sé ciertamente á qué atribuirlas. ¿Qué quiere de «mí y de la España? Que me anuncie de una vez su voluntad, y no estaré mas tiempo colocado entre lo que parece que soy y lo que soy en realidad, en «un país en que las provincias sometidas están á mereced de los generales, «que ponen los tributos que se les antoja, y tienen órden de no oirme. Si el «emperador quiere disgustarme de España, es menester renunciar á ella en «el a to: no quiero en este caso sino retirarme. Basta el ensayo de dos reinos, «y no quiero el tercero; porque deseo vivir tranquilo, y adquirir una hacien«da en Francia, lejos de París, ó ser tratado como rey y como hermano....... «Deseo, pues, que prepares los medios para que podamos vivir independien«tes en un retiro, y ser justos con los que me han servido bien (4),»

Preocupado con estas ideas, y considerándose ya desautorizado en aquella misma Andalucía que acababa de pasear como triunfalmente, determinó regresar á Madrid, sin detenciones y sin aparato, no sin despachar ántes á París al ministro Azanza para que expusiera al emperador de la manera mas prudente que pudiese la injusticia con que era tratado. Llegó pues á Madrid el 15 de mayo. Mas lejos de desistir Napoleon de su sistema de gobernar á su antojo la España, á poco tiempo le trajo un edecan del mariscal Berthier la copia de otro decreto imperial creando otros dos gobiernos militares en España, uno en Burgos, otro en Valladolid, con una carta del príncipe de Neufchatel, desaprobando altamente, á nombre de Napoleon, todo lo que en materia de administra. cion habia hecho José en Sevilla. A punto estuvo ya éste de abdicar la corona de España, que solo nominalmente ceñia, sin aspirar á compensacion de ninguna especie; y solo instado por los ministros españoles accedió á enviar todavía á París al marqués de Almenara, para que suplicase al emperador que revocára sus decretos, haciéndole presente la odiosidad que le atraía la providencia relativa á las provincias del Ebro, el menosprecio en que caía su autoridad, junto con otras consideraciones no menos justas, añadiendo que preferia retirarse de la península á mantenerse en ella degradado y sometido á tales condiciones.

Pero veamos ya lo que habia acontecido en otros puntos de España relativamente á los sucesos de la guerra, en tanto que se agitaban tales y tan profundas disidencias entre los dos hermanos que ahora se disputaban el derecho que ninguno tenía á la dominacion de la península española.

(1) Memorias del rey José.-Correspondencia; tom. VII.

CAPITULO X.

ASTORGA.-LERIDA. - MEQUINENZA.

PROYECTO PARA LA FUGA DE FERNANDO VII.

1810.

(Enero á julio.)

Ordenes y proyectos de Napoleon relativamente á España.--Llamamiento de la Regencia á los españoles.-Aumento y multiplicacion de guerrillas.-Navarra: Mina el Mozo.Astúrias: Porlier.-Apodérase Bonnet de Astúrias.-Flojedad de la junta de Galicia.Castilla la Vieja: Kellermann, Junot.-Sitio de Astorga.-Porfiada defensa: capitulacion honrosa.-Aragon: Suchet.-Frustrada tentativa sobre Valencia.-Justa alegría de los valencianos. -Retirada de Soult á Aragon.-Mina el Mozo es hecho prisionero y llevado á Francia. Cataluña: O'Donnell.-Crueldad de los franceses con los somatenes.-Represalias terribles.-Desgraciada accion de O'Donnell en Vich.-Rep'égase á Tarragona.-Bloqueo y sitio de Hostalrich.-Firmeza del gobernador español.-Sale del castillo y cae prísionero.-El mariscal Augereau es reemplazado por Macdonald.-De órden de Napoleon sitia Suchet la plaza de Lérida.-Intenta socorrerla O'Donnell.-Es derrotado.-Incidentes notables de este célebre sitio.-Ataque de los fuertes.-Es entrada la ciudad.-Pueblo y guarnicion se refugian al castillo.-Bombardeo horrible.-Flaquea el gobernador, y se entrega.-Sitio y rendicion de Mequinenza.-Murcia: entrada y saqueo del general Sebastiani.-Granada y las Alpujarras: guerrillas.-Extremadura: la Romana. Frontera de Portugal.-Comienza el sitio de Ciudad Rodrigo.-Vida y conducta de los principes españoles en Valencey.-Planes para proporcionar la fuga á Fernando. -El del baron de Kolly.-Es descubierto y preso en París.-Artificio de la policia francesa. Envia un falso emisario á Valencey.-Es denunciado al gobernador, y Fernando se opone á la fuga.-Felicitaciones y cartas de Fernando á Napoleon.-Solicita de nuevo el enlace con una princesa imperial.-Publicanse aquellos documentos en el Monitor.-Impresion que hacen en España.-Consulta del Consejo de Castilla sobre esta materia. Notable cambio en las ideas de esta corporacion. Decreto de convocatoria á Córtes.

Aunque el interés de la lucha desde los principios de este año estuvo como concentrado en el Mediodía de España, ó mas bien en un punto aislado

de su estremidad meridional, no por eso dejaban de menearse las armas en otras regiones de la península, incansables unos y otros combatientes, los unos alentados con los refuerzos que continuamente de Francia recibian, У con los triunfos de Ocaña, de Gerona y de Sierra-Morena, los otros porque no abatidos nunca por los reveses, ni nunca sus pechos desalentados por los in'fortunios, lejos de decrecer su número, ni entib'arse su ardor, ni decaer su perseverancia, afirmábase la constancia y el valor de los que ya eran soldados, y parecia que el suelo español brotaba por todas partes nuevos guerreros dispuestos á arrostrar todo linago de peligros y de privaciones, y á sacrificarse gustosos por la independencia de su patria,

Napoleon hacía desde París, como hemos ya indicado, la distribucion de sus ejércitos de la Península, y por medio del mariscal Berthier, nombrado de nuevo su mayor general despues de la guerra de Austria, prescr bia á todos los generales los movimientos y evoluciones que cada uno habia de ejecutar, sin obedecer otras órdenes que las suyas; y con esto y con la creacion de los gobiernos militares, con la facultad de levantar contribuciones, administrar é invertir las rentas, y nombrar y destituir empleados sin dar cuenta de ello al rey, disimulaba poco su propósito de tomar para sí la corona de España, no obstante las seguridades y protestas en contrario hechas en tantas ocasiones, y asi lo entendió el gobierno inglés haciendo sobre ello las oportunas reclamaciones á los gabinetes de otras potencias. La Regencia de España lo comprendió tambien así, y viendo en estas medidas el principio del cumplimiento de ciertas amenazas de Napoleon, excitó á los españoles á redoblar su energía para sacudir la dominacion estrangera. Los españoles respondieron á este llamamiento, y las guerrillas se multiplicaron en términos de ser necesario un ejército en cada provincia para perseguirlas y para mantener las comunicaciones con Francia.

Las guerrillas de Navarra, uno de los paises que más habian tardado en revolverse, fomentadas por la Regencia, y sostenidas principalmente por Mina el Mozo, obligaron al mariscal Suchet, que mandaba en Aragon, á pasar á aquel reino para ver de tranquilizarle, porque ni los correos franceses podian transitar por allí sin riesgo, ni la autoridad del gobernador era obedecida fuera de los muros de Pamplona, y se habia visto ya forzado á tratar con Mina para el cange de prisioneros. Con ser Suchet uno de los generales de mas reputacion del imperio, celebrado por su inteligencia, destreza y actividad, y con estar el general Harispe especialmente encargado de la persecucion de Mina, todavía este guerrillero, conocedor de la comarca, y nunca vendido ni descubierto por nadie, burló por algun tiempo la diligencia y los esfuerzos de los gefes y de las tropas francesas, hasta que acosado tambien por otras que acudieron

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