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duque, y otra de lord Portland, manifestándole en nombre del rey británico no haber reparo alguno en que pusiese en práctica su pensamiento de pasar ȧ España ó Nápoles á defender los derechos de su familia.

«En esta misma época llegaron noticias de las provincias de Francia limítrofes á Cataluña, por medio del coronel don Luis Pons, que se hallaba á esta sazon en aquella frontera, manifestando el disgusto de los habitantes de dichas provincias, y la facilidad con que se sublevarian contra el tirano de Europa, siempre que se presentase en aquellas inmediaciones un príncipe de la casa de Borbon, acaudillando alguna tropa española.

«De este asunto se trato con la mayor reserva en la seccion de Estado de la Junta, y se comisionó á don Mariano Carnerero, oficial de la secretaria del Consejo, mozo de muchas luces y patriotismo, para que pasando á Cataluña, conferenciando con el general de aquel ejército y con don Luis Pons y observando el espiritu de aquellos pueblos, examinase si seria bien recibido en Cataluña. Salió Carnerero á mediados de setiembre, y en menos de dos meses evacuó la comision con exactitud, sigilo y acierto. Trató con el coronel Pons y el general Blake que se hallaban sobre Gerona, y observó por sí mismo el modo de pensar de los habitantes y de las tropas. El resultado de sus investigaciones de que dió puntual cuenta fué, que el duque de Orleans, educado en la escuela del célebre Dumouriez y único príncipe de la casa de Borbon quo tiene reputacion militar, seria recibido con entusiasmo en las provincias de Francia, y que en Cataluña, donde se conservan los monumentos de la gloria de su bisabuelo y la reciente memoria de las virtudes de su madre, encontraria general aceptacion.

Mientras Carnerero desempeñaba su encargo, el comisionado del duque se marchó á Sicilia, adonde le llamaban á toda priesa. En el mismo intervalo se creó en la Junta Central la comision ejecutiva, encargada por su constitucion del gobierno. En esta comision pues, donde apenas habia un miembro que tuviese la menor idea de este negocio, se examinaron los papeles relativos á la comision de Carnerero. Todo fué aprobado y quedó resuelto se aceptase la oferta del duque de Orleans, y se le convidase con el mando de un cuerpo de tropas en la parte de Cataluña que se aproxima á las fronteras de Francia; que se previniese á aquel capitan general lo conveniente por si sɔ verificaba; que se comisionase para ir á hacer presente á dicho príncipe la resolucion del gobierno al mismo Carnerero, y que se guardase el mayor sigilo interin se realizase la aceptacion y aun la venida del duque, por el gran riesgo de que la trasluciesen los franceses.

«Ya todo iba a ponerse en práctica cuando la desgraciada accion de Ocaña y sus fatales resultados suspendieron la resolucion de este asunto, y sus documentos originales, envueltos en la confusion y trastorno de Sevilla, no se han podido encontrar. Por fortuna se salvaron algunas copias; y por ellas se pudo dar cuenta de un negocio nunca mas interesante que en el dia.

«El Consejo pues de Regencia, enterado de estos antecedentes, y persuadido por las noticias recientemente 1 gadas de Francia de todas las fronteras, y por la consideracion de nuestro estado actual, de lo oportuna que sería la venida del duque de Orleans á España, determinó: que se lleve á debido efecto lo resuelto y no ejecutado por la comision ejecutiva de la Central en 30 de noviembre de 1809; que en consecuencia, condescendiendo con los deseos y solicitudes del duque, se le ofrezca el mando de un ejército en las fronteras de Cataluña y Francia; que vaya para hacérselo presente el mismo don Mariano Carnerero encargado hasta ahora de esta comision, haciendo su viaje con el mayor disimulo para que no se trascienda su objeto; que para el caso de aceptar el duque esta oferta, hasta cuyo caso no deberá revelarse en Sicilia

el asunto á nadie, lleve el comisionado cartas para nuestro ministro en Palermo, para el rey de Nipoles y para la duquesa de Orleans madre; que se comunique desde luego todo á don Enrique O'Donnell, general del ejército de Cataluña, y al coronel don Luis Pons, encargándoles la reserva hasta la llegada del duque. Ultimamente, para que de ningun modo pueda rastrearse el objeto de la comision de Carnerero, se dispuso que se embarcase en Cádiz para Cartgena, donde se previene esté pronta una fragata de guerra que le conduzca á Palermo, y traiga al duque à Cataluña.»

Dia 20 de junio. «A las siete de la mañana llegó á Cádiz don Mariano Car. nerero comisionado á Palermo para acompañar al duque de Orleans en caso de venir, como lo habia solicitado repetidas veces y con el mayor abinco, á servir en la justa causa que defendia la España. Dijo que la fragata Venganza en que venia el duque iba á entrar en el puerto; que habian salido de Palermo en 22 de mayo y llegado á Tarragona, que era el puerto de su destino; que puntualmente hallaron la Cataluña en un lastimoso estado de convulsion y desaliento con la derrota del ejercito delante de Lerida, la pérdida de esta plaza y el inesperado retiro que habia he ho del ejército el general O'Donnell; que sin embargo que en Tarragona fué recibido el duque con las mayores muestras de aceptacion y de júbilo por el ejército y el pueblo, que su llegada reanimó las esperanzas de aquellas gentes, y que aun clamaban porque tomase el man do de las tropas, él juzgó no debia aceptar un mando que el gobierno de España no le daba, y que aun su permanencia en aquella provincia, en una circunstancia tan critica, podría atraer sobre ella tod s los esfuerzos del enemigo. En vista de todo se determinó á venir con la fragata á Cádiz á ponerse á las órdenes del gobie: no. En efecto, el duque desembarcó, estuvo á ver á los miembros de la Regencia y á la noche se volvió á bordo.»>

Dia 28 de julio. «El duque de Orleans se presentó inesperadamente al Consejo de Regencia, y leyó una Memoria en que, tomando por fundamento que habia sido convidado y llamado para venir á España á tomar el mando de un ejército en Cataluña, se quejaba de que, habiendo pasado mas de un mes despues de su llegada, no se le hubiese cumplido una promesa tan solemne; que no se le hubiese hablado sobre ningun punto militar, ni aun contestado á sus observaciones sobre la situacion de nuestros ejércitos, y que se le mantuviese en una ociosidad indecorosa. Se quiso conferenciar sobre los varios particulares qué incluia el papel y satisfacer á las quejas del duque; pero p'dió se le respondiese por escrito, y la Regencia resolvió se ejecutase asi reduciendo la respuesta á tres puntos; 4.0 Que el duque no fue propiamente convidado sino admitido, pues habiendo hecho varias insinuaciones, y aun solicitudes por sí, y por su comisionado don Nicolás de Broval, para que se le permitiese venir á los ejércitos españoles à defender los derechos de la augusta causa de Borbon; y habiendo manifestado el beneplácito de Luis XVIII. y del rey de Inglaterra, se habia condescendido à sus deseos con la generosidad que correspondia á su alto carácter, explicando la condescendencia en términos tan urbanos que más parecia un convite que una admision. 2.° Que se ofreció dar al duque el mando de un ejército en Cataluña, cuando nuestras armas iban boyantes en aquel principado y su presencia prometia felices resultados; pero que desgraciadamente su llegada a Tarragona se verificó en un momento critico, cuando se habia trocado la suerte de las armas, y se combinaron una multitud de obstaculos que impidieron cumplirle lo prometido, y que tal vez se hubieran allanado si el duque, no dándose tanta priesa á venir á Cadiz, hubiese permanecido allí algun tiempo más. 3.o Que el gobierno se ha ocupado y ocupa seriamente en proporcionarle el mando ofrecido, ú otro equivalente; pero que las circunstancias no han cuadrado hasta ahora con sus medidas.>>

Dia 2 de agosto. «A primera hora se trató acerca del duque de Orleans, á quien por una parte se desea dar el mando del ejército, y por otra parte se haila la dificultad de que la Inglaterra hace oposicion á ello. En efecto, el embajador Wellesley ha insinuado ya, aunque privadamente, que en el instante que á dicho duque se confiera cualquiera mando ó intervencion en nuestros asuntos militares ó politicos, tiene órden de su córte para reclamarlo....»

Dia 30 de setiembre. «El duque de Orleans vino á la isla de Leon y quiso entrar á hablar á las Córtes; pero se excusaron de admitirle, y sin avisar ni darse por entendido con la Regencia, se volvió en seguida á Cádiz. Casi al mismo tiempo se pasó órden al gobernador de aquella plaza para que con buen modo apresurase la ida del duque. Se recibió respuesta de éste al oficio que se le pasó en nombre de las Cortes, y decia en sustancia en términos muy politicos que se marcharia el miércoles 3 del próximo mes.>>

Dia 5 de octubre. «A la noche se recibió parte de haberse hecho á la vela para Sicilia la fragata Esmeralda que llevaba al duque de Orleans, y se comunicó inmediatamente á las Cortes »

TOMO X.

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Enorme deuda ocasionada por las guerras anteriores.-Nuevas causas de nuestra penuria.-Calamidades públicas: epidemias: siniestros: años estériles. Respiro que deja la paz maritima.-Deuda que se fué amortizando.Medidas economicas.-Oficinas de Fomento.-Sus trabajos estraordinarios. -Aumento de pagas del ejército y la marina.-Obras públicas.-Provisiones en favor de los labradores, cosecheros y panaderos.-Introduccion de granos estrangeros en España.-La compañia de asentistas. - Célebre conTrato con Mr. Ouvrard.-Surtido de nuestros mercados, y destruccion de acaparadores y logreros.-Nueva guerra con la Gran Bretaña, y nuevos apuros del tesoro.-E agenacion de la séptima parte de los bienes del clero.Loterias estraordinarias Nuevas contribuciones.-Falta de provisiones para nuestras escuadras.-Quejas y exigencias de gobierno francés.—Largue

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PÁGINAS.

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