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«des; cuanto más le den, más tendrás muy pronto que quitarle.» Palabras á que después se quiso dar cierto valor de profecía. El haber dado á Godoy la casa-palacio del almirantazgo fué una ocasion y motivo más para poder persuadir fácilmente al pueblo de que en tanto que él gemia en la pobreza, toda la riqueza del país se acumulaba en el favorito, cuya casa se suponía atestada de oro y plata.

En esta lastimosa escision de la córte y del palacio de nuestros reyes, cada uno de los partidos buscaba el apoyo de Napoleon para vencer y derribar á su adversario; y en este punto, siquiera sea doloroso decirlo, los documentos nos convencen de que no tenian que acriminarse uno á otro, y de que ambos se conducian con miserable bajeza. El principe de la Paz, cuyos verdaderos propósitos y ambiciosos fines descubriremos después, se esforzaba por desenojar y congraciar á Napoleon, no solo con las propuestas de enlace para el príncipe de Asturias que más le pudieran lisonjear, sino enviándolo embajadores estraordinarios que le felicitáran por sus triunfos en Prusia y Rusia y por la paz de Tilsit. Godoy contaba con la amistad de Murat, ya príncipe y gran duque de Berg, que como cuñado del emperador y como uno de los generales mas acreditados del imperio, era tambien uno de los personages mas importantes y mas influyentes de la Francia. Murat habia tenido siempre o aparentado tener una grande idea de Godoy: desde 1803 habian seguido una correspondencia frecuente, amistosa, y hasta íntima; se habian hecho muchos regalos y finezas, y seguian correspondiéndose con confianza y al parecer con cariño (1).—Por otro lado el partido Fernandista, dirigido por

(1) Hemos visto cuándo y cómo empezaron estas relaciones, y pudiéramos, si no temiésemos hacernos fatigosos, informar á nuestros lectores de todo el curso que siguieron, porque hemos leido muchas cartas originales del ministro español al principe francés, y de éste à aquél. Comenzó Murat, en una larga conferencia que tuvo con don Eugenio Izquierdo en su casa de campo de Neuilly en junio de 1805, por ensalzar las prendas y hacer grandes elogios del principe de la Paz, buscar analogías entre la eleva cion de ambos, indicar que, á ejemplo del emperador mismo, debian no detenerse en su carrera, manifestar la estimacion en que le tenía, y el deseo de servirle en todo. Esta conversacion se la trasmitió Izquierdo á Godoy (en carta de 3 de julio de 1805), excitándole á que se diera por entendido para con Murat del buen concepto en que le tenia, y á que le enviára, con toda la delicadeza po

sibie, algun presente digno de su persona. Hemos visto la primera carta que escribió Godoy á Murat, por conducto de Izquierdo á quien la dirigió, por si hallaba conveniente, ó por si le parecia deber modificarla. Desde entonces se entendieron ya los dos diariamente, tratándose en las cartas como dos amigos, si bien se comprende el respectivo interés que á cada uno moviera á cultivar y mantener esta amistad.

Mr. Thiers, que, como siempre, cree ser el único poseedor de los documentos de esta época, relativos á España, dice que existen en el Louvre trozos de esta correspondencia, que Napoleon pud proporcionarse, é inserta una carta del principe de la Paz al gran duque de Berg, escrita en 26 de diciembre de 1807.-Historia del imperio, lib. XXVIII. -Nosotros podriamos llenar bastantes påginas con cartas que entre uno y otro personage se cruzaron en cerca de dos años.

Escoiquiz y sostenido ya por personages como el duque de San Carlos, el del Infantado, y hasta por el infante don Antonio Pascual, que con ser un varon tan pacífico se habia alistado en las banderas de su sobrino, afanábase tam. bien por atraerse la amistad de Napoleon para derribar á Godoy. Uno de los medios que ideó para lograrlo el canónigo de Toledo fué persuadir al príncipe de Astúrias que pidiera á Bonaparte por esposa una princesa de su familia, Fernando, aunque tenia instintos naturales de aversion á todo lo estrangero, accedió á ello, porque no se separaba de los consejos de su antiguo preceptor, en quien tenia la mayor confianza. Acordaron los hombres de este partido tantear al nuevo embajador de Francia Beauharnais, hermano del primer marido de la emperatriz Josefina, que habia reemplazado al general Beurnonville; hombre de mediano talento, y menos diestro que afectado, amena conversacion y finos modales, y que tenia para ellos la ventaja de no ser amigo del príncipe de la Paz. Y siendo el canónigo Escoiquiz el que pasaba por mas ilustrado entre fos de aquel bando, encomendósele entrar en relaciones con el embajador, á cuyo fin fué presentado en su casa con pretesto de ofrecerle un ejemplar de su poema de Méjico. De las buenas disposiciones del embajador habian informado ya don Juan Manuel de Villena, gentilhombre del príncipe de Astúrias, y don Pedro Giraldo, su maestro de matemáticas; mas sin embargo no se dió aquel paso sin que Beauharnais se asegurase por medio de una seña convenida con el príncipe de Astúrias en el acto de presentar sus respetos á la córte en el Escorial de que Escoiquiz y sus agentes obraban en nombre del príncipe (1).

Una vez entabladas relaciones confidenciales entre Mr. de Beauharnais y el canónigo Escoiquiz, conviniéronse los dos en tener una entrevista solos y en sitio donde no pudieran ser notados. Al efecto, y para poder esplicarse tan á sus anchas como fuera menester, escogieron el Buen Retiro, la hora la de las dos de la tarde, y dia uno de los mas ardientes del mes de julio. Alli, bajo la

(1) El conde de Toreno y otros escritores españoles suponen haber venido ya Beauharnais con instrucciones de Napoleon para observar el partido del principe de Astúrias y atraerle à las miras de la Francia. Los his toriadores franceses afirman que la iniciativa de la negociacion á que nos referimos na. ció de los amigos y partidarios de aquél principe. Nosotros, sin negar que el embajador viniera para ob ervar los bandos que desgraciadamente dividian la córte y el palaeio de España y esplotar aquellas lamentables discordias para sus ulteriores fines, Hos inclinamos á creer que la idea de soli.

citar una princesa de Francia para el heredero del trono español y de atraer por este medio la proteccion imperial, fué pensamiento de los amigos de Fernando, y principalmente de Escoiquiz, y que ellos fueron los que buscaron las relaciones y la amistad del embajador. Nos induce á pensar asi el contesto de los despachos que mediaron entre éste y el ministro de Francia, y además la época en que vino Beauharnais, época en que todavía Napoleon no habia fijado el giro que habia de dar á sus proyectos sobre Es paña.

impresion de un sol abrasador, despues de pintar Escoiquiz las prendas del jóven príncipe, su opresion, su aislamiento, sus peligros, en tanto que para humillarle se ensalzaba á un vasallo suyo hasta hacerle casi igual á los reyes, dejóse caer sobre la conveniencia de enlazar á Fernando con una princesa de la familia del emperador, cuya proteccion deseaba, como la única que podia salvarle de los riesgos que estaba corriendo, y asegurar su sucesion, uniendo más y más los lazos y los intereses de ambas naciones. Convino Beauharnais en las ventajas de aquella union y halagó la idea del enlace, y más habiéndole acaso indicado que la solicitada sería su prima Estefanía Tascher do la Pagerie. Puso el embajador la conversacion y las relaciones en que estaba con el príncipe en conocimiento del emperador, pero acerca del proyecto es. cribia tan vaga y embozadamente que hubo de decirle el ministro Champagny que fuera mas esplícito y descifrara tales enigmas y misterios. El por su parte pidió por escrito á Escoiquiz (30 de setiembre, 4807) pruebas ó seguridades de lo convenido, porque no bastaban dichos y ofertas habladas que se lleva fácilmente el viento. Entonces fué cuando Escoiquiz aconsejó á Fernando y él accedió á escribir, sin reparar en sus deberes de hijo y de súbdito español, las dos célebres y malhadadas cartas, una á Mr. de Beaubarnais, y otra al emperador mismo, que decian asi:

A Beauharnais: «Permitidme, señor embajador, que os manifieste mi rcconocimiento por las pruebas de estimacion y de afecto que me habeis dado en la correspondencia secreta é indirecta que hemos tenido hasta ahora por medio de la persoua que sabeis y que merece toda mi confianza. Debo, en fin, á vuestras bondades, lo que jamás olvidaré, la dicha de poder espresar directamente y sin riesgo al grande emperador vuestro amo los sentimientos tan largo tiempo retenidos en mi corazon. Aprovecho, pues, este feliz momento para dirigir por vuestra mano á S. M. I. y R. la carta adjunta, y temeroso de importunarle con una estension desusada, no esplico mas que á medias la estimacian y el respeto que me inspira su persona: os suplico, señor embajador, que suplais este defecto en las que tendreis el honor do escribirle.

«Me hareis tambien el favor de añadir á S. M. I. y R. que le ruego se sirva dispensarme las faltas de estilo y otras que encontrará en mi referida carta, tanto por mi cualidad de estrangero, como en consideracion á la zozobra y dificultad con que me he visto obligado á escribirla, estando, como sabeis, rodeado hasta en mi misma habitacion de espias que me observan, aprovechando para ello los cortos instantes que puedo ocultarme á sus malig. nas miradas. Como me lisonjco de obtener en este asunto la proteccion

de S. M. I, y R., y por consecuencia serian necesarias comunicaciones mas frecuentes, he encargado á la susodicha persona, que ha tenido esta comision hasta ahora, el que adopte con vos las medidas conducentes al mejor éxito: y como hasta la presente no ha tenido mas garantía para dicha comision que los signos convenidos, hallándome completamente persuadido de su lealtad, discrecion y prudencia, le confiero por esta carta mis plenos y absolutos poderes para tratar de este negocio hasta su conclusion, y ratifico todo lo que en este punto diga ó haga en mi nombre, como si yo mismo lo hubiese dicho ó hecho; lo cual ten reis la bondad de hacer que llegue á conocimiento de S. M. I. con la espresion mas sincera de mi agradecimiento.

«Tendreis tambien la bondad de decirle, que si por ventura S. M. I. juzga en cualquier tiempo útil que yo envie á su córte con el secreto conveniente alguna persona de mi confianza, para que pueda dar acerca de mi situacion noticias mas estensas que las que pueden comunicarse por escrito, ó para cualquiera otro objeto que su sabiduría juzgue necesario, S. M. I. no tiene mas que mandarlo para ser obedecido en el momento, como lo será en todo lo que dependa de mí.

«Os renuevo, señor, las seguridades de mi estimacion y de mi gratitud; os ruego conserve's esta carta como un testimonio eterno de mis sentimientos, y pido á Dios os conserve en su santa guarda.

>>Escrito y firmado de mi propia mano, y sellado con mi sello. Escorial, 14 de octubre de 1807.-Fernando.»

A Napoleon.-«Señor: el temor de incomodar á V. M. I. en medio de sus hazañas y grandes negocios que le ocupan sin cesar, me ha privado hasta ahora de satisfacer directamente mis deseos eficaces de manifestar á lo menos por escrito los sentimientos de respeto, estimacion y afecto que tengo al héroe mayor que cuantos le han precedido, enviado por la Providencia para salvar la Europa del trastorno total que la amenazaba, para consolidar los tronos vacilantes, y para dar á las naciones la paz y la felicidad.

"Las virtudes de V. M. I., su moderacion, su bondad aun con sus mas injustos é implacables enemigos, todo, en fin, me hacia esperar que la espresion de estos sentimientos sería recibida como efusion de un corazon lleno de admiracion y de la amistad mas sincera.

<«<El estado en que me hallo de mucho tiempo á esta parte incapaz de ocultarse á la gran penetracion de V. M., ha sido hasta hoy segundo obstáculo que ha contenido mi pluma, preparada siempre à manifestar mis deseos. Pero llcno de esperanzas de hallar en la magnanimidad de V. M. I. la proteccion mas poderosa, me determino no solamente á testificar los sentimientos de mi co

razon para con su augusta persona, sino á depositar los secretos mas intimos en el pecho de V. M. como en el de un tierno padre.

«Yo soy bien infeliz de hallarme precisado por circunstancias particulares, ȧ ocultar, como si fuera crímen, una accion tan justa y tan loable; pero tales suelen ser las consecuencias funestas de un esceso de bondad, aun en los mejores reyes.

Lleno de respeto y de amor filial para con mi padre (cuyo corazon es el mas recto y genero30), no me atreveria á decir á V. M. sino aquello que V. M. conoce mejor que yo; esto es, que estas mismas calidades suelen con frecuencia servir de instrumento á las personas astutas y malignas para confundir la verdad á los ojos del soberano, por mas propia que sea esta virtud de caractéres semejantes al de mi respetable padre.

«Si los hombres que le rodean aqui le dejasen conocer á fondo el carácter de V. M. I. como yo le conozco, ¡con qué ansias procuraria mi padre estrechar los nudos que deben unir nuestras dos naciones! ¿Y habrá medio mas proporcionado que rogar á V. M. I. el honor de que me concediera por esposa una princesa de su augusta familia? Este es el deseo unánime de todos los vasallos de mi padre, y no dudo que tambien el suyo mismo (á pesar de los esfuerzos de un corto número de malévolos), así que sepa las intenciones de V. M. I. Esto es cuanto mi corazon apetece; pero no sucediendo así á los egoistas pérfidos que rodean á mi padre, y que pueden sorprenderle por un momento, estoy lleno de temores en este punto.

«Solo el respeto de V M. 1. pudiera desconcertar sus planes abriendo los ojos á mis buenos y amados padres, y haciéndolos felices al mismo tiempo que á la nacion española y á mí mismo. El mundo entero admirará cada dia más la bondad de V. M. I., quien tendrá en mi persona el hijo mas reconocido y afecto.

«Imploro, pues, con la mayor confianza la proteccion paternal de V. M., á fin de que no solamente se digne concederme el honor de darme por esposa una princesa de su familia, sino allanar todas las dificultades y disipar todos los obstáculos que puedan oponerse en este único objeto de mis deseos.

«Este esfuerzo de bondad de parte de V. M. I. es tanto mas necesario para mí, cuanto yo no puedo hacer ninguno de mi parte, mediante á que se interpretaria insulto á la autoridad paternal, estando, como estoy, reducido á solo el arbitrio de resistir (y lo haré con invencible constancia) mi casamiento con otra persona, sea la que fuere, sin el consentimiento y aprobacion de V. M., de quien yo espero únicamente la eleccion de esposa para mí.

«Esta es la felicidad que confío conseguir de V. M. I. rogando á Dios que guarde su preciosa vida muchos años. Escrito y firmado de mi propia mano y

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