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gobierno francés.-Larguezas del españo!.-Empréstitos de Holanda.- Historia y vicisitudes de las liquidaciones de estos contratos.-Total de la deuda de España en aquel tiempo Estado de la agricultura, del comercio y de la industria.-Idem de nuestra marina. Causas de su decadencia.-Vindicacion de España, é impugnacion de los errados asertos é inj stos cargos de un histeriador francés.

Prosiguiendo la historia de la marcha administrativa de este reinado, tal como la fuimos ya haciendo en varios de los capítulos anteriores, y la cual dejamos suspensa en el VIII, al apuntar el siglo XIX. y al ponerse por segunda vez al frente de la gobernacion del Estado como primer ministro el príncipe de la Paz, completarémos ahora la reseña económica que allí y desde aquella fecha dejamos pendiente. Aunque la responsabilidad de la buena ó mala administracion de la hacienda pública toca mas directamente á los que tienen á su inmediato cargo la direccion de este ramo, y el príncipe de la Paz cuida de advertir en diferentes lugares de sus Memorias que él no tenia parte en el manejo de estos negocios, y no eran ciertamente en los que más se hacía sentir su iniciativa, sin embargo, ni era ageno á ellos, ni dejó de manifestar muchas veces pensamientos ó ideas que podian ser provechosas ó nocivas, ni la marcha política de un estado puede dejar de influir grandemente en su situacion económica, ni puede menos de alcanzar una parte no pequeña de alabanza ó de censura de los aciertos ó errores en todos los ramos de la gobernacion al que por su especial posicion y su mayor influjo da movimiento é imprime una direccion á la máquina del go! ie no.

Vimos ya en el último de aquellos capítulos cuál era el estado fatal de nuestra hacienda al terminar el año 1799, á que alcanzaba nuestro exámen; estado que confirmaban las Memorias de los ministros del ramo. En el resúmen de la que dos años después presentó al rey una persona, conocedora ya entonces de la materia, y que mas adelante se vió en posicion de acreditarlo más, á continuacion del cuadro demostrativo de los gastos, ingresos, existen cias y deficit de los años anteriores, sc decia: «Pero no bien se habia salido de «las calamidades de la guerra contiental, cuándo se emprendió la marítima «contra Inglaterra, la cual disminuyó enormemente los ingresos de las rentas «por la interrupcion del comercio, y por lo que impide la venida de los cau«dales de las Américas.-Asi, habiendo ascendido en dicho año (1793) las en«tradas en la tesorería á 675.057.881 rs., y en cada uno de los sucesivos á «solos 478.157,208; y los gastos desde 1,447. 255,589 rs. á 1,442.690,423, «ha resultado un déficit anual de 820.000,000, que hasta 4801 impor!ó «4.000.000,000; cantidad en que se puede valuar el coste de la guerra, sin «contar los enormes desembolsos que la pérdida del papel moneda ha ocasio

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«nado, originada del atraso de pago en los réditos, y de la suspension de las «estinciones.

«Por manera, que trayendo á un punto toda las partidas referidas, la guer «ra de nueve años ha costado al erario mas de siete mil millones de reales; y «si bien hasta el año 1795 se hallaron recursos capaces de satisfacer los gas«tos de la corona, crecieron en los sucesivos las dificultades por la responsa«bilidad y peso de las deudas anteriores, por la pobreza de todas las clases, «por la heróica resistencia de V. M. á aumentar contribuciones, y por la rui«na del crédito; de modo, que á pesar de las mas activas diligencias, y de las «<reformas mas severas en los gastos de administracion; á pesar de las nego«ciaciones emprendidas con casas estrangeras sobre los fondos de las colonias, «de los recargos que dictó la necesidad, y que la prudencia hizo que recaye«sen sobre los pudientes, y de las medidas eficaces para consolidar la estin«cion del papel moneda, conteniendo su demérito; nos hallamos en el dia «con una deuda consolidada de mas de 4,108.520,724 rs. en la península, con «otra acaso igual en las Américas, y con un descubierto en partidas corrien«tes de 720.000,000 de reales, á las cuales son acreedores las clases mas pri«vilegiadas del estado, las mas dignas de atencion, las que han sacrificado su «quietud y su sangre en servicio de V. M., las que han aprontado sus caudaales para alivio del erario, las que viven de sueldo, y que no teniendo mas «arbitrio para sostenerse que sus empleos, perecen en la miseria por falta do «consignaciones; y aumentando créditos sobre créditos y deudas sobre deudas, <«<embarazan el tesoro público para la paga, y hacen llegar hasta los individuos «mas miserables del estado los efectos de la penuria y del descrédito.»—Y al terminar su Memoria decia: «Aunque los ingresos del erario puedan ser ma«yores en lo sucesivo por lo que proporcionarán el comercio y la abundancia «consiguiente á la paz, y por los mayores productos de las colonias, nunca «pueden ser tan grandes que basten á cubrir todas las necesidades; y mu«cho menos en los años primeros: porque los pueblos agotados con las calami«dades pasadas necesitan tiempo para reponerse, y para animar la reproduc«cion de las riquezas, con utilidad del tesoro (4).»

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En efecto, á las calamidades de la guerra se agregaron las de la peste, que comenzó azotando y diezmando la rica y comerciante ciudad de Cádiz,

(1) Don José Canga Argüelles, oficial que era entonces de la Secretaría de Hacienda, ministro del ramo que fué después.-Memoria sobre nivelar en tiempo de paz los ingresos y los gastos del erario español, escrita de órden superior.

Por esta misma Memoria se ve que cl gasto de la Real Casa correspondía, con respecto á los ingresos, á 18 por ciento; el del ministerio de Estado á 2; el de Hacienda á 29; y el de Guerra y Marina á 47.

arrebatando en poco tiempo la muerte siete mil trescientas ochenta y siete personas, con la circunstancia notable de que las cinco mil ochocientas diez fueron varones (1). Al tiempo que aquella epidemia se estendia por el litoral del Mediodía, otra de diferente índole afligia las provincias interiores de las Castillas; en términos de tener que suspenderse el curso académico en algunas universidades, como las de Salamanca y Alcalá, para evitar los peligros de la afluencia de los jóvenes; y en los pueblos de la Carlota y la Carolina se estableció un cordon sanitario riguroso para in edir bajo las mas graves penas toda comunicacion con la Andalucía Baja, no permitiendo entrar ni salr á persona alguna (2). Y no fueron de este solo género las calamidades. En 30 de abril de 1802, reventó el famoso pantano de Lorca llamado de Puentes, obra costosísima del reinado anterior, asolando y destruyendo la parte baja de la ciudad llamada Puerta de San Ginés y casi todo el arrabal de San Cristóbal, haciendo estragos dolorosos y horribles en personas, animales, casas, sembrados y plantíos, cuyos daños, fuera de los personales, se calcularon en 24 á 30 millones. Unidas las pérdidas de esta catástrofe á los gastos de la guerra de Portugal, aunque corta, á la escasez de las cosechas de algunos de aquellos años, y á las calamidades públicas, no bastaban á remediar tantos infortunios ni las bondades del rey que con mano liberal distribuia auxilios de subsistencias y aun de medicamentos á los pueblos mas afligidos, ni las suscriciones á que generosamente se prestaban los particulares, ni los esfuerzos de la junta de socorros, que en verdad los hizɔ grandes para enjugar las lágrimas de tantos afligidos.

(i) Por suplemento á la Gaceta de Madrid del martes 28 de octubre de 1800 se publicó una Descripcion de la enfermedad epidémica que tuvo principio en la ciudad de Cádiz, su origen y propagacion, etc.

Precisamente en aquella dolorosa y aflic tiva situacion fué cuando el almirante inglés Keith y el general Albercombry se acercaron á la plaza con poderosa escuadra, pidiendo la entrega de las naves de la Carraca y la de la isla y ciudad de Cádiz, á cuya intimacion dió el capitan general y gobernador don Tomás Morla, convaleciente él mismo de la epidemia, aquellas dignas y vigorosas respuestas, de las cuales fué la úllima la siguiente, que movió al almirante británico á volver proas á Gibraltar: «Señoeres generales de tierra y mar de S M. B.: «escribiendo á VV. EE. la triste situacion de este vecindario, á fin de excitar su humanidad para separarlo del estrépito de las

armas, no me pude imaginar que jamás so acreyera flaqueza y debilidad semejante «procedimiento; mas por desgracia veo que VV. EE. han interpretado muy mat amis espresiones, haciéndome en consecuencia una proposicion, que al mismo tiempo que ofende al que se le disige, no hace honor al que la profiere. Estén VV. EE. entendidos de que si intentan lo «que proponen, tendrán ocasion de escribirme con mas decoro, pues estoy que las atropas que tengo el honor de mandar baerán los mas terribles esfuerzos para grangearse el aprecio de VV. EE., de quienes «queda su mas atento y afecto servidor.Cádiz 6 de octubre de 1800. »

(2) Pues se debe mirar á los contraven tores, decia la real cédula (28 de octubre, 1808), como asesinos del género bumano y enemigos de toda sociedad.»

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Y sin embargo, la paz marítima con la Gran Bretaña despues de una guerra costosísima de seis años, aunque de mas breve duracion aquella de lo que hubiera sido de descar, dió un respiro á la nacion, y se le proporcionó tambien al gobierno para hacer frente en lo posible á tantos quebrantos. Sobre venir con mas facilidad, merced á esta feliz coyuntura, las flotas de América, fué muy acertado poner al Consejo á la cabeza de la comision gubernativa de consolidacion de vales reales y demas negocios de la deuda del estado, y muy oportuna la providencia de aquél de suprimir las cajas de descuento y satisfacer sus acciones á los prestamistas, con que llegó á tomar el papel en el mercado un valor hasta entonces desconocido. Ello es que en diciembre de 4802 resultaba amortizada la suma de 200.000,000 de reales, pequeña en cotejo de la enorme deuda del tesoro, pero grande, atendido el corto tiempo trascurrido y el estado tan miserable de la hacienda, y que algo atenuó la afliccion pública.

A este resultado cooperaron diversas otras medidas que se tomaron en este tiempo, tales como el reglamento para la redencion de los censos perpé. tuos, la entrega de todos los fondos de pósitos á disposicion de la Direccion de provisiones, el arancel de los servicios pecuniarios que habian de hacerse por las gracias al sacar que se concédieran con destino á la consolidacion de vales, las reglas para la colectacion y administracion de una anualidad de las dignidades y beneficios vacantes destinada á la estincion de los mismos, el recurso de las loterías, de los depósitos judiciales, de quiebras y concursos aplicados al propio objeto, y otras semejantes provisiones (1). Fué una novedad, notable para aquel tiempo, y novedad útil, la creacion de Oficinas de Fomento, las cuales, entre otras cosas, entendieron en la estadística que se mandó formar en 4804, y se publicó en 1802, de los bautismos, matrimonios y defunciones, con espresion de sexo, edad, naturaleza, oficio ó profesion, enfermedad y otras circunstancias, que se contenian en nueve estados ó formularios á que habian de arreglarse en las tablas que se remitieron, á fin de conocer en todo tiempo el estado de la poblacion y las causas que contribuian á aumentarla o disminuirla (2). De mayor utilidad aún pudo ser la estadistica de frutos y manufacturas que tambien se mandó formar, primera do esta clase en la península, y que si bien imperfecta, como tenia que ser en el principio, demuestra el valor que se empezaba á dar á los datos estadísticos, y que continuada habria podido conducir á establecer la equidad en los impuestos, y producir otras ventajas y resultados de reconocida utilidad (3).

(1) Coleccion de Pragmáticas, Reales Cèdulas, etc., del reinado de Cárlos IV.: años 4801 y 1802.

(2) Reales órdenes de 17 de mayo y 24 de setiembre de 1801.

(3) Los trabajos de aquella dependencia

Si bien en 1803 se amortizó menor suma de vales relativamente al año anterior, pues solo se cancelaron unos 250.000,000, consistió mucho, ya en el aumento de pagos que por las nuevas ordenanzas se estableció para el ejercito y marina, ya por la escasez de las cosechas, y ya principalmente por el subsidio en metálico á Francia en sustitucion del contingente de navíos armados que reclamaba Bonaparte, como medio de mantener nuestra neutralidad entre Francia é Inglaterra. Lo estraño es que en medio de las nuevas angustias que las calamidades y los compromisos de una política que ahora no calificarémos nos creaban, hubiera todavía aliento para emprender, á favor de una paz precaria, y puede decirse que problemática, algunas obras públicas de caminos y puertos (4), bajo la direccion de un cuerpo de ingenieros, aunque incompleto y á estrechos límites reducido, que se formó y se puso á cargo de don Agustin de Betancourt, y que puede considerarse como el anuncio y principio del que con otros elementos y sobre mas ancha y sólida base habíamos de ver mas adelante establecido.

Para ver de alentar el comercio y la industria nacional en medio de tantas escaseces, se acordó eximir de toda clase de derechos y declarar libre el tráfico y circulacion de los productos y manufacturas de los dominios españoles de Europa, Asia y América, y dar facilidad á la introduccion de materias estrangeras de que carecíamos y eran necesarias para fomentar la fabricacion en nuestro suelo, al mismo tiempo que se prohibia absolutamente la entrada de artefactos estrangeros de algodon, seda, lino, y otras semejantes materias, siquiera disgustasen estas disposiciones á la potencia que el gobierno mostraba mas interés en mantener contenta y amiga, y siquiera los resultados no respondiesen ni á los buenos deseos ni á los ventajosos fines que de ellas con arreglo á las ideas mercantiles de aquel tiempo esperaban y se prømetian (2).

No puede dudarse del celo y afan con que procuraba el gobierno remediar en lo posible la escasez de cereales que afligia á los pueblos, no ya solo por la falta o cortedad de las cosechas, sino por los manejos de los monopolistas y acaparadores, plaga que por lo comun suele venir tras la esterilidad, y ser no menos duro azote que ella. A estinguir unas y otras se encaminaban multitul do providencias que registramos, dictadas en el sentido propio del sistema econó

estaban ya muy adelantados cuando sobrevino la invasion francesa, que les impidió ver la luz, é inutilizó el fruto que de ellos hubiera podido recogerse.

(1) De este número fueron, la continuacion de las obras del canal imperial de Ara

gon, de los puertos del Ferrol y Tarragona,
de las calzadas á Leon, Burgos, Torquemada
y Trillo, y otras de igual género.

2) Real cédula de 6 noviembre de 1802,
cuyas prescripciones hemos tenido ya oca-
sion de dar á conocer.

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