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ticia, en el Sr. Blasco para hacienda, y en D. Jose Tornel para guerra: los tres primeros por sus opiniones y antecedentes pertenecian al partido Escoces; el ultimo era un ciego y obediente servidor del Sr. Sta. Ana y hacia parte del gabinete tan solo por este titulo. Estos ministros no entraron a funcionar a la vez, sino sucesivamente; y su programa era: conservar las reformas eclesiasticas ya efectuadas, abandonar las proyectadas, mantener la Federacion, restablecer las bases del plan de instruccion publica, salvar al Sr. Alaman, y renunciar al poder discrecionario. Necesario es convenir, en que menos D. Jose Tornel todos los otros hicieron de buena fe cuanto pudieron para salir con su intento; y cuando de ellos se exijió otra cosa, abandonaron el puesto mas pronto o mas tarde, hasta dejar solo a Tornel, que nó retrocede jamas delante de la voluntad del amo a quien sirve. La nacion, sin embargo, poco fruto sacó de estas buenas intenciones, pues los hombres de los privilejios, que contaban en las Camaras con una mayoria inmensa, espiaban, buscaban y provocaban las ocasiones de abolir la Federacion, y establecer sobre sus ruinas el imperio de la oligarquia militar y sacerdotal. Reintegrar al Clero y a sus gefes en el poder que antes tenian, poner fuera de combate a los gefes del partido federalista, levantar la fuerza de la milicia privilejiada y destruir a la civica, era lo que podia llamarse el programa de la mayoria parlamentaria, para arribar al resultado final de la abolicion del sistema. El ministerio se adirió a muchas de estas medidas sin lograr sacar las suyas; y por una ceguedad inconcebible, reusando el fin, apoyó todos los medios que a el conducian de una manera infalible.

Los elementos politicos y las fuerzas que obraban sobre la masa de la nacion en aquella epoca, podian dividirse en cuatro clases. 1a. Los partidarios del Clero y de la Milicia que eran los mas fuertes y numerosos; tendian visiblemente a establecer, bajo las formas representativas, una cosa ana

J.

loga al sistema colonial, y tenian por gefes a los Srs. Tagle, Alaman, Elizalde, Becerra, etc. 2a. Los federalistas del partido derrotado, cuyo programa era a poco mas o menos el mismo que el de la administracion Farias, y reconocian por gefes a los Srs. Garcia (D. Francisco), Pedraza, Quintana, Rejon, Rodriguez Puebla, etc. 3a. Los Escoceses, cuyo programa era el del ministerio, y que tenian por gefes a los Srs. D. Jose Maria y D. Jose Francisco Fagoaga, Gutierrez Estrada, D. Felipe y D. Rafael Barrio, Camacho, Cortina y Muzquiz. 4a. El partido que podremos llamar propio del general Sta. Ana compuesto en su mayor parte de los aspirantes de la milicia privilejiada, sin otro programa, que los adelantos personales de fortuna, y cuyos gefes visibles eran D. Jose Tornel, D. Francisco Lombardo, el licenciado Bonilla, y el general Valencia. Estos elementos se combinaban de diversa manera en las diferentes cuestiones que se tocaban por la prensa o se trataban en las Camaras; pero tres de ellos permanecian constantemente unidos contra el partido federalista, heredero de las tradiciones y programa de la administracion Farias.

El programa del Clero estaba siempre a discusion, pues era el de la mayoria de las Camaras ; en ellas solo se discutian las cosas, pero la prensa periodica se ocupaba tambien de las personas. El Clero habia hecho ya desde el año anterior la reconquista importante de la educacion publica, derribando el plan que se la habia quitado; en el presente (1835) obtuvo la reposicion de todos los canonigos destituidos; y no salió con su intento, en la abolicion de las leyes que retiraban la sancion civica al pago del diezmo y a los votos monasticos. Esto es en cuanto a las cosas; por lo relativo a las personas, sus votos tuvieron un suceso completo con amigos y enemigos. El proceso del Sr. Alaman terminó por un auto absolutorio: y para obtenerlo se destituyó a la suprema corte de Justicia a peticion del interesado; se reusó admitir las acu

saciones que contra el ex-ministro se ofrecia hacer el Sr. Quintana, en ejercicio de la accion popular; por ultimo se mantuvo como juez de la causa a D. Juan Guzman, que habia sido recusado, y con justicia, como un hombre muy parcial en el asunto: ser absuelto de esta manera es peor que ser condenado. Con el Sr. Farias sucedió al contrario; confesando la legalidad de su nombramiento para la vice presidencia, las Camaras lo destituyeron & a virtud de cual poder? del estraordinario contra el cual tanto habian clamado y aun clamaban las personas que las componian. Es tambien de notarse que este acto dictatorial esté firmado por un hombre que habria ido mucho mas allá de los mares, y perdido un establecimiento ventajoso, sin la oficiosidad amistosa del Sr. Farias que le aorró todos estos males: este señor es D. Cirilo Gomez Anaya, que podria muy bien haber dejado al vice presidente de la Camara de Diputados el triste honor de autorizar con sù firma la destitucion de un hombre, que habia hecho servir el puesto que se le quitaba, a la salvacion del mismo señor Anaya. Pero todo está compensado en esta vida: el Sr. Barrio (D. Felipe), que era uno de los pocos sobre quienes el Sr. Farias habia querido hacer pesar el poder discrecionario, fué quien se opuso con mas empeño a su destitucion.

Obtenidas por el Clero estas dos ventajas, en sentido contrario aunque con el mismo resultado; el general Sta. Ana que no ama el poder absoluto sino para ejercerlo en pequeñeces, y reusa cargar con las molestias que trae consigo el despacho de los negocios, se retiró a su finca dejando en el gobierno al presidente interino D. Miguel Barragan, hombre de tamaños minimos, y de una docilidad cual Sta. Ana necesitaba. En efecto aunque el ministerio (Tornel esceptuado), pretendia que se gobernase sin consultar a Manga de Clavo; Barragan ni por descuido se olvidaba de acudir a esta fuente del poder, y si tal hubiera hecho, allí estaba Tornel para recor

darle sus deberes, entre los cuales se contaba como et principal ocultar estas consultas al resto del ministerio. Entre tanto el Sr. Torres, ministro de Justicia, y defensor de la regalia o en terminos republicanos de los derechos nacionales, se separó del ministerio, a lo que se cree por las tracaserias del Clero; y para reemplazarlo se llamó a D. Justo Corro, uno de los abogados mas devotos de toda la Republica este nuevo golpe que los Escoceses llevaron fué el signo precursor de la ruina de su influencia en el gobierno que no tardó en ser consumada. El Clero, en cuyo favor se habia hecho semejante nombramiento, caminaba sin pararse y se dirijia imperturbablemente a su objeto, es decir, a abolir la Federacion : un solo paso le faltaba, y este era desarmar a los Estados, haciendo desaparecer su milicia civica. El ministerio se halló conforme en este punto con las pretensiones del Clero, el proyecto se aprobó, y se publicó una ley que reducia a proporciones muy pequeñas la milicia de los Estados. Zacatecas que hasta allí habia tenido todo genero de condescendencia con el rejimen de los privilejios, conoció que el tiro era directo contra aquel Estado, unico que tenia la milicia civica en toda la Republica. Entonces quiso contener el torrente, pero ya no era tiempo, pues la resistencia aislada a su territorio no podia ser eficaz : esto no impidió que se formalizase, y se puso al frente de ella su antiguo gobernador, a quien es preciso dar a co

nocer.

El Sr. D. Francisco Garcia es uno de los primeros hombres publicos del pais, y uno de los ciudadanos mas virtuosos de la Republica: desde que apareció en el primer congreso mejicano, se hizo notable por la rectitud de su juicio, la claridad de su talento, y lo positivo de sus ideas y principios administrativos, particularmente en el ramo de hacienda que es su especialidad. Los principios politicos del Sr. Garcia son los de progreso, que ha adoptado por conviccion y seguido con firmeza sin desmen

tirse jamas, ni aun cuando la fortuna le fué adversa. En el Congreso constituyente fué el autor del sistema de Hacienda federal; y en el senado de 1825 su analisis de la memoria de este ramo, obra pasmosa, de lojica, economia y estadistica, levantó victoriosamente el credito de la Republica, del abatimiento en que lo habia sumido el Sr. Esteva, autor de dicha memoria. Esto valió al Sr. Garcia el ministerio de Hacienda en 1827, en el cual solo duró un mes, porque advirtió que los inmensos desordenes que habia en el gabinete, no eran ni serian remediables en muchos años. El Sr. Garcia fué nombrado en seguida gobernador de Zacatecas, y en seis años que desempeñó el gobierno se condujo de manera, que aquel Estado en los ultimos dias de la Federacion era indisputablemente el primero de toda la Republica. En efecto, por los esfuerzos de su gobernador, todos los ramos de la administracion publica adquirieron un arreglo perfecto, y la prosperidad material se llevó a un grado que parece inconcebible. Cuando en todos los demas Estados se turbaba el orden constitucional, Garcia mantenia el suyo en paz y tranquilidad, porque por manejos diestros y por el respeto que imponia, logró siempre alejar del territorio de Zacatecas la milicia privilejiada, y poner la civica bajo un pie muy respetable. Esta fuerza bien sostenida, y sobre todo bien disciplinada, hacia el servicio interior e imponia respeto al vandalismo de la milicia privilejiada, siendo como era, una de las garantias mas efectivas del sistema federal, a cuya conservacion y salvacion sirvió mas de una vez. Las clases privilejiadas jamas han podido perdonar al Sr. Garcia su designio de arrancarles el poder y los rudos golpes que ha descargado sobre ellas como gobernador de Zacatecas. Lo que ha indispuesto sobre todo a estos hombres, son las virtudes de Garcia y su desprendimiento, que los aspirantes del Clero y sobre todo de la Milicia consideran como una reprension viva y severa de sus manejos vergonzosos,

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