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en términos bastante lisongeros, pidiéndole que contribuyese en clase de donación con algunos objetos de su museo particular para la formación del que la misma Cámara trataba de establecer. La respuesta fué enviar una hermosa colección de conchas y parásitas de América, por lo cual se le dieron las gracias en los términos más expresivos. Es probable que antes de esto hubiese sido nombrado miembro de la Sociedad de Zoología y Botánica de Viena, según el diploma que tenemos á la vista.

También á los Estados Unidos hizo varias remisiones, dirigidas á la Sociedad Smithsoniana establecida en Washington, y fué nombrado en 1866 miembro corresponsal de la Sociedad de Entomología de Filadelfia.

Por los años de 63 á 64 fué nombrado profesor de idiomas y de ciencias naturales en el Colegio de Estudios Preparatorios de esta ciudad, al cual en estos últimos años hizo donación de muchos objetos de Historia Natural, en número suficiente para formar un pequeño museo del que debe en justicia considerársele como fundador.

Cuando el infortunado príncipe Maximiliano estuvo en Orizaba, visitó este Colegio y habiendo conocido allí á Don Mateo Botteri, formó un concepto tan elevado de su mé

rito como naturalista y sabio filólogo, que por conducto de su Ministro de Instrucción Pública y Cultos, le propuso en Enero de 1866 una cátedra en alguno de los colegios de la capital, Botteri no admitió este nombramiento porque se había formado la resolución de vivir y morir en Orizaba. A fines del mismo año (12 de Diciembre,) le envió el diploma de Oficial de la Orden Imperial de Guadalupe.

Nuestras sociedades científicas no se mos. traron menos empeñosas en dar á conocer la estimación que á él tenían. La sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, le nombró en Julio de 65 su soció corresponsal é igual nombramiento hizo el año de 73 la Sociedad de Historia Natural.

En estos últimos años desempeñó varias veces por elección popular el cargo de regidor del H. Ayuntamiento de esta ciudad, y la Legislatura del Estado ha dado una prueba de la gratitud á que era acreedor por sus servicios á la Ciencia y á la Ins trucción pública, autorizando el gasto de una cantidad de pesos, destinada á costear sus funerales.

Encontrábase entregado á sus ocupacio. nes habituales, disfrutando, al parecer de una salud perfecta, cuando la muerte le sorprendió en la madrugada del día 3 de Julio

de 1877. La víspera había asistido á sus cátedras y hablado á sus amigos, con el mismo buen humor, con la misma jovialidad de siempre. Los médicos atribuyeron su muerte á una angina de pecho.

La noticia de su muerte causó honda emoción en el ánimo de sus numerosos amigos. Muchas personas pobres á quienes protegía en sus necesidades hubieron de sentir su pérdida y de atestiguar de mil maneras el afecto que le profesaban. Su carácter extraordinariamente jovial y comunicativo era á propósito para conquistar simpatías.

Los que le oían una vez, quedaban encantados de su franqueza, prendados de su ingenio y asombrados de su vasto saber. Sólo podía, con justicia, tachársele de su poco cuidado en la observancia de las reglas de la cortesía y de las fórmulas sociales.

Un hombre que lejos de su patria y fami lia parecía destinado á morir en el abandono y el aislamiento, si murió solo, fué efecto de lo imprevisto de su mal; mas fué sentido y llorado por sus muchos discípulos y acompañado á su sepulcro por multidud de personas de todas las clases de la sociedad. Orizaba estuvo de duelo el día de su muerte. ¡Tanto pueden las altas dotes de la inteligencia, cuando van unidas á las nobles prendas del corazón!

DISCURSO OFICIAL

pronunciado en la solemne distribución de premios á los alumnos de los Colegios y Escuelas del Cantón de Orizaba, verificada la noche

del 2 de Enero de 1883. [1]

[1] La idea fundamental de esta alocución está tomada de la magnífica obra de Monseñor Dupanloup sobre "La Educación."

Cora.-16

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