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se apartaría de lo que fuera la voluntad del Reino junto en Córtes. Disgustados los Infantes con la respuesta de la Reina, salieron de Valladolid, y con promesas y amenazas obligaron á los pueblos á nombrarles Tutores, volviendo á reproducirse con esta funesta division los escándalos y desórdenes promovidos en los primeros años de la menor edad del Rey. Continuaban aún las discordias entre los Infantes en el año 1321, sin que se esperase pronto remedio á tal cúmulo de males y desgracias, cuando el Papa Juan XXII, apiadándose de estos Reinos y deseoso de la paz, envió por su Legado Apostólico á Castilla al virtuoso Guillermo Bayonense, Obispo de Sabina. Este sábio Prelado vino á Valladolid, é informado por la Reina del mal estado de las cosas, celoso de la paz, dió acertados pasos, todo con el objeto de conciliar los ánimos. Entre los medios que se adoptaron por el Cardenal y del que esperaba mayores resultados, fué la convocacion de Córtes generales para la Ciudad de Palencia, en las que se proponia oir la voluntad del Reino, é inclinar á todos por medio de sus piadosas exbortaciones á una verdadera reconciliacion.

Preparábase la Reina para asistir á estas Córtes, cuando un desgraciado accidente vino á interrumpir los preparativos del viage. Agobiada Doña María, mas que por el peso de los años por los disgustos y sinsabores que por tanto tiempo se fueron sucediendo, adoleció en Valladolid de una peligrosa enfermedad, cuyos síntomas se declararon desde luego mortales por los facultativos. Alarmada esta gran Señora por el triste estado de abandono en que á su muerte quedaría su nieto el Rey Don Alonso, concibió en medio de sus padecimientos una idea feliz, que puesta en egecucion, fué la única que pudo salvarle al través de las agitaciones que conmovieron el Reino. Llena de confianza

Doña María en el amor y reiteradas pruebas de adhesion que en diferentes ocasiones habia recibido de los leales y honrados habitantes de esta Villa y en la fidelidad que siempre les habia distinguido para con sus Soberanos, hizo llamar á su palacio (a) á los Regidores, Caballeros y hombres buenos de Valladolid, y reunidos todos en su presencia les dirigió con tono cariñoso esta tierna y dolorosa súplica:,,Regidores y Caballeros de la villa de >> Valladolid: hallándome próxima, segun veis, al último >> momento de mi vida, os he mandado reunir en este >> sitio para confiar á vuestro cuidado la guarda y custodia >> de mi nieto Don Alonso, vuestro Rey y Señor: al en>> comendaros tan sagrado depósito, lo hago firmemente >> persuadida que tendrá en vosotros un cariñoso padre >> que sabrá inspirarle los sublimes sentimientos que tantas >> veces admiré en los habitantes de esta honrada pobla>>cion: no le abandoneis, tendezle siempre una mano >> protectora si alguna vez, por desgracia, se le mostrase >> esquiva la fortuna, pues estoy convencida que Don >>Alonso no se manifestará jamás ingrato y os recom>> pensará con esceso todos los sacrificios que su crianza >> exija de vosotros durante el corto tiempo de su menor >> edad. Si me prometeis aceptar el encargo que os confio »y no separar al Rey de vuestro lado hasta que pueda >> por sí solo manejar las riendas del Gobierno, fiada en >> vuestra honradez, me será menos sensible la muerte y >> bajaré al sepulcro mas tranquila.»>

Oida por los Regidores y demás Caballeros la elocuente súplica de Doña María, sumamente reconocidos á la honra y singular muestra de confianza que trataba de dispensarles encomendando á su cuidado la guarda del Rey

(a) En esta época habitaba Doña María en el Convento de San Francisco.

Don Alonso XI, aceptaron el encargo jurando solemnemente y prometiendo cumplir la última voluntad de la Reina como fieles y leales vasallos. Luego que se hizo por los Caballeros tan formal juramento, salieron de palacio, y Doña María ordenó su disposicion testamentaria ante el Escribano Pedro Sanchez, en 29 de Junio de 1321 (a). Arregladas en esta forma las cosas temporales, recibió con fervorosa devocion los Santos Sacramentos y murió en la babitacion que se habia reservado en el Monasterio de San Francisco de Asís de esta Villa en el dia 1.° de Julio de 1321.

Suntuosísimas y solemnes fueron las bonras que se celebraron en este Convento por el ánima de la Reina: concurrieron á ellas todos los Prelados, Grandes de la Córte, Caballeros y Clerecía de Valladolid, celebrando los divinos Oficios el Cardenal Guillermo, Legado de S. S. Desde el Monasterio de San Francisco, segun lo dispuesto por Doña María, fué trasladado su cadáver con grande acompañamiento, en medio de los sollozos y tiernas lágrimas de este reconocido vecindario, al Monasterio de Santa María la Real (Huelgas) de esta Villa, fundacion suya, donde volvieron á repetirse por espacio de algunos dias las súplicas y preces por eterno descanso de la Reina. Terminadas las fúnebres exequias, se depositó su cadáver en un modesto sepulcro levantado en la antigua Iglesia del Monasterio, y el Cardenal Guillermo concedió muchas indulgencias á los que rezasen cinco Padre nuestros y cinco Ave-Marías con Requiem por el alma de Doña María. En el año de 1600, construido el nuevo Templo, fué trasladado á él y se colocó inmediato al Presbiterio en

(a) Poseemos una exactísima copia de este testamento, que juntamente con otros documentos igualmente notables, publicaremos en el apéndice con que terminará esta obra.

un sepulcro de blanco mármol, sobre el cual se advierte labrada con bastante gusto la efigie de la Reina.

La muerte de esta gran Señora fué universalmente sentida en todo el Reino, y muy principalmente en Valladolid, cuya poblacion se consideraba muy obligada, no solamente por los muchos privilegios que por su influencia se la habian concedido en el reinado de su marido Don Sancho el Brabo y en el de su hijo Don Fernando IV, sino tambien por las grandiosas fundaciones con que la enriqueció; fueron las principales la suntuosa Iglesia y cláustro de los PP. Dominicos de San Pablo, para cuya obra les concedió anualmente hasta su conclusion la cantidad de cuatrocientos maravedis de la moneda de la guerra que tenia la Reina consignada en el portazgo de Valladolid (a). Los PP. Dominicos habian permanecido hasta entonces en unas casas que en tiempo de la Reina Doña Violante se les dió inmediatas á una ermita que se llamó de Nuestra Señora del Pino, que por la generosidad de la Reina Doña María se transformaron en un suntuoso Monasterio con la advocacion de San Pablo Apóstol.

A consecuencia de un incendio ocurrido en 1282 en las casas ó pequeño Convento que habitaban unas Dueñas de la Orden del Cister en la márgen izquierda del Esgueva inmediato á la Ciudad, cedió Doña María para recogimiento de estas religiosas y fundacion de un nuevo Convento sus palacios de la Magdalena, que hoy conocemos, segun se ha indicado anteriormente, con el nombre de Monasterio de Santa María la Real (Huelgas), Monasterio á quien dió grandes prerogativas y privilegios y enriqueció con pingües y crecidas rentas.

(a) Archivo de la Amortizacion libro Becerro de San Pablo, fólio 5.

Para dar mayor extension al Monasterio de San Francisco de Asís de esta Villa, le hizo donacion Doña María de un alcázar ó palacio que contiguo á éste poseía. La singular devocion que siempre tuvo á la Orden Seráfica, y muy particularmente á esta Santa Casa, la movió al tiempo de hacer esta generosa cesion á reservarse en ella un cuarto ó habitacion donde retirada del mundo y del ballicio de la Córte, pudiera entregarse libremente á las tiernas emociones de su cristiano y caritativo corazon. Y finalmente, dejó dispuesto en su testamento se diesen tres mil maravedís á las Monjas de San Quirce para cubrir el antiguo Monasterio.

Con motivo de la muerte de la Reina, se suspendieron las Córtes convocadas para Palencia, y el Concilio que el Legado del Papa, con acuerdo de los pretensos Tutores, habia mandado congregar en aquella Ciudad, se trasladó á Valladolid, y es sin disputa el mas notable de cuantos se han celebrado en su Iglesia (a). Aun cuando consta que á este famoso Concilio asistieron todos los Obispos y Prelados de los reinos de Leon y de Castilla, se ignoran cuantos fueron, y únicamente se han podido averiguar por un antiguo documento publicado por Pulgar, en su historia de Palencia (b), los nombres de siete Obispos, que lo fueron: Don García, que lo era de la Santa Iglesia de Leon; Don Juan, de la de Palencia; Don Amato, de la de Segovia; Don Fernando, de Córdoba; Don Domingo, de Plasencia; Don Rodrigo, de Zamora; y Pedro Bayonense, hermano del Cardenal. Este famoso Concilio se celebró en el año de 1322.

En este mismo año, pero despues de la celebracion

(a) Publicaremos las constituciones de este Concilio en la parte eclesiástica al tratar de la Santa Iglesia de esta Ciudad.

(b) Tom. 2, lib. III, fólio 3.

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