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la desidia del gobierno, ya eran públicas, y á buen seguro que el trono de España aun mantendria todo su esplendor.

Asi es que los que han tenido ocasion de tratar con frecuencia á los emigrados españoles, todcs han reparado que, aunque divididos en punto á la eleccion de sus gefes, estaban perfectamente acordes en su opinion para la convocacion de cortes por estamentos, é igualmente convencidos de que su monarca estaria en el mayor peligro, si se le dejase otra vez solo y desamparado, ante la violencia, la osadía y las astucias de los revolucionarios.

Concluyamos sobre este asunto. Algunos estrangeros habian creido que podria establecerse en España y en Portugal un parlamento con dos cámaras, pero estas dos naciones enteramente cristianas y católicas, nunca consentirian á que el clero no tuviese su voto separado en las cortes, y el poder de contrarestar todo aquello que podria disminuir el influjo de la religion.

Algunas observaciones sobre las divisiones que se hart manifestado entre los realistas españoles.

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Entre los realistas españoles se han originado ciertas disensiones, como se originaron entre los gefes de la Vandea. Cuando en una monarquía empieza la guerra civil, y no se presenta un príncipe de la familia real para capitanear á los defensores del trono, es imposible que no se manifiester competencias muy sensibles entre los gefes, cuyos derechos son iguales. ¿No hemos visto, acaso, despues de los cien હું dias, al conde de Autichamp por una parte, y por otra al general Canuel y al conde Augusto de Larochejaquelein, escribiendo memorias en que recordaban que habia existido la desunion mas funesta entre los generales Vandeos? Sin

embargo, ¿quien puede dudar de la decision y de la pureza de sentimientos de estos excelentes realistas?

Dos ministros fieles de Fernando VII estaban emigrados en Francia, el teniente general Eguia, antiguo ministro de la guerra, y el marques de Mataflorida, que se hallaba de ministro de gracia y justicia cuando el rey perdió su libertad. El general Eguia fue el que precedió al Rey á Madrid en 1814 y ejecutó con firmeza y prudencia las órdenes de S. M. C. para la disolucion de la regencia de las cortes. El dia en que fue retirado del ministerio y sustituídole Ballesteros, fue mirado por todos los buenos españoles, como presagio de las mayores desgracias. Bajo sus órdenes, los generales Quesada y Santos Ladron han sido los primeros que han desplegado el estandarte real en Vizcaya y Navarra; el cura Merino y Závala nunca han dejado de tener correspondencia con este general'

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Besieres se apoderó de Mequinenza en julio de 1822; el Trapense y Romagosa tomaron, poco despues, las fortalezas de Urgel; el teniente general baron de Eroles sujetó todo el valle del Segre desde el Pirineo hasta las bocas del Ebro. El marques de Mataflorida, quien, segun se cree contribuyó principalmente á la direccion de los sucesos de Cataluña, salió entonces de Tolosa, y proclamó en Urgel, á 13 de agosto la instalacion de una regencia, cuyos miembros fueron, este mismo ministro, el arzobispo de Tarragona, y el baron de Eroles.

Todos los españoles conocieron cuan necesaria era la unidad del gobierno; el Trapense fué á Navarra en busca del general Quesada, y le persuadió que viniese á reconocer á la regencia de Urgel. Por fin el general Eguia aunque era el general mas antiguo de España y consejero de estado, hizo el noble sacrificio de su rango, y recono

Despues de haber permanecido cuatro meses en Urgel, la regencia perdió todo territorio en España. El marques de Mataflorida tiene un perfecto conocimiento de las le. yes de su pais, y se mostró hombre de estado cuando fue el gefe y el órgano de los sesenta y nueve diputados que dirigieron á FERNANDO VII sus representaciones contra la constitucion de Cádiz. Pero era de ver

que los militares pondrian la vista en su gefe natural para tentar una empresa; casi todos han reconocido que al general Eguía era á quien tocaba estar á su frente; y segun su voto han sido nombrados los miembros de la junta provisional de gobierno, que segun lo han anunciado los periódicos de Tolosa debe estar junto al cuartel general del duque de Angulema. (22)

Los miembros de esta junta provisional de gobierno son sugetos muy distinguidos por su ciencia y por la larga esperiencia que han adquirido en los empleos mas importantes; son verdaderos españoles perfectamente independientes, y únicamente adictos á su rey y á las leyes de su patria.

CAPÍTULO X.

Porque los habitantes de la península española necesitan el socorro de los estrangeros para sacudir el yugo de los conspiradores.

DICE Hume *

que cuando se leyó la acusacion contra el rey en nombre del pueblo de Inglaterra, se oyó una voz entre los espectadores que gritó: Ni siquiera de una décima parte del pueblo. Axtel, oficial de guardia, habiendo man * Historia de Carlos İ.

dado hacer fuego sobre el palco de donde parecia que hâbian venido aquellas voces insolentes, se descubrió que Milady Fairfax estaba en él, y que ella misma habia tenido el valor de pronunciar aquellas palabras.

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Milady Fairfax era la muger del general del ejército parlamentario, del amigo de Cromwel; ella se alucinaba todavía sobre la fuerza numérica de su partido. No for. maban una centésima parte del pueblo inglés, los que que. rian el asesinato de Gárlos I. Tampoco creo que entre los franceses se contase uno sobre diez mil que no se horro rizase del parricidio cometido en la persona de Luis XVI ( 23 ). Sin embargo ambos regicidios se verificaron sin obs táculo en medio de las capitales de Inglaterra y de Francia. Un ejército de 6,000 hombres bastaba á Cromwel para sujetar el pueblo inglés. Las comisiones revolucionarias te nian atemorizados á los franceses. Estos dos géneros de fuerza se han empleado contra los infelices Españoles. Dejando á parte los decretos de proscripcion dados por las cortes de Madrid y de Lisboa, las proclamas de Mina, y el asesinato de los guardias de Corps en las cárceles de Granada; en este mismo momento nos anuncian que los revolucionarios de Valencia han arrebatado 80 padres de familia de sus domicilios y los han desterrado á Iviza, y que en las lojias mazónicas de Barcelona se han repartido puñales á todos los socios para asesinar á la primera ocasion á todos los realistas. Bastan cuarenta facinerosos por este estilo, armados con toda la fuerza del gobierno , y obrando simultáneamente en todas partes con la actividad y el secreto de los conspiradores, para oprimir á todas las familias pacíficas de una ciudad. ૐ Podrian acaso armarse los realistas? Si dos de entre ellos estan hablando juntos, al instante se les tiene por sospechosos, son asesinados ó estrañados.

¿Podrian acaso los buenos comunicarse sus ideas por escrito? No fue otra la causa de haber perecido Vinuesa á los golpes del martillo que el haber publicado algunas hojas contra los enemigos de la religion y del rey. El señor de Balmaceda (el mismo que hemos visto en Paris enviado por la regencia de Urgel), vió saqueada su casa, y leha sido forzoso emigrar para evitar la suerte de Durosoy y de Sulleau. Todo acuerdo, toda comunicacion de ideas entre los realistas se ha hecho imposible en el recinto de las ciudades. Son estas como otras tantas inmensas cárceles de las que no puede salir libre la populacion sin el auxilio de fuerzas estrangeras unidas á las partidas realistas que solo pueden levantarse en las aldeas.

Esta es la ventaja inmensa del pueblo liberal, no conocer el freno del temor de Dios. Los libros con que se alimenta le enseñan que los hombres son la produccion de un nuevo acaso , que no son como se les decia antiguamente, hijos de un padre comun, que por consiguiente no existe entre ellos ningun vínculo que los una, y que pueden esterminarlos segun su interés ó su antojo. Asi es que se han visto los liberales españoles en Cataluña, del mismo modo que los liberales franceses en la Vandea, degollar en Castellfollit y en Urgel á las mugeres y á los ancianos, y llevar por estandarte á los niños colgados en la punta de las bayonetas. Han violado el territorio frances para degollar á los enfermos de un hospital, y los liberales franceses les han aplaudido; han celebrado á Mina y sus proclamas en sus libros, y le han prodigado los mayores elogios por haber barrido (estas son sus espre siones) con mano vigorosa toda la Cataluña. Los liberales franceses vienen por agradecimiento cantando la Marsellesa y el Trágala á las orillas del Bidasoa, y gritando viva la libertad francesa! viva el côté gauche!

Pero

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