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ya la noche, entre quiebras y precipicios, exponiendo la propia vida por librar á sus compañeros; y tan buena diligencia se dieron, que llegaron á dar vista á Mondujar, al primer albor de la mañana.

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No los aguardaron los moros: que apenas vieron ahumadas en los cabezos de las sierras, y fueron advertidos por los suyos de que se acercaban cristianos, tentaron el último esfuerzo para tomar de rebate la casa y entrarla á fuego y sangre; mas rechazados por Pulgar y su gente, perdida la esperanza, y bramaudo de ira, comenzaron de allí á poco á alejarse, si bien lentamente y con pena; como se alejan de un redil los lobos, cuando ven al clarear el dia que acuden los pastores de la comarca (70).

Apenas tuvieron tiempo los cristianos que del campo venian los y que en la casa se hallaban, para para abrazarse y darse el parabien; porque tan encendida tenían la volunstad en deseo de venganza, que lá pesar del cansancio y sobrealiento, no menos intentaron que seguir el alcance á los moros; mas como gente está avezada á enriscarse por aqueHlas sierras, mas ligeros que gamos, desbandáronse por los montes, y en breve se perdieron de vista, pinnun, an

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Reunidos el conde de Tendilla, Gonzalo de Córdoba y Hernando del Pulgar', dejaron presidio en la tierra, y se tornaron la vuelta de Granada; complacidos y satisfechos de haber apaciguado tan presto aquel comienzo de rebélion, amago ya y preludio de la que años adelante habia de abrasar todo el reino. cung interng sup

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A poco tiempo de allanada la comarca de Orgiba, haHándose un dia Pulgar en los alcázares de la Alhambra, llamóle á su presencia el conde de Tendilla, alcaide de aquella fortaleza, en la cual habia' tremolado, el dia de la

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toma de la ciudad, el glorioso pendon de los Reyes. Principió por manifestarle la alta estima y aprecio en que aqueIlos Príncipes tenian los muchos y muy señalados servicios que Pulgar les habia prestado; y yo he sido dello buen testigo (le añadió el conde con hidalga cortesanía), desde la defensa de Alhama hasta el último trance de Mondujar..... "De que vos, señor, me librásteis,» le repuso Pulgar. "Dios y vuestro buen esfuerzo os han librado solo; que no habeis menester ayudas ni valedores para salir airoso de mayores empresas. Pero como quiera que sea, á mí me cupo la dicha de ser el primero que galardonase vuestro merecimiento, haciéndoos en Alhama los dones y mercedes que confirmaron los Reyes de buena voluntad. Mas acontece ahora, que siendo menester traer á aquella tierra nuevas gen– tes y pobladores, como prenda de seguridad y sosiego, cumpliera mucho al servicio de SS. AA. (y así me ordenan decíroslo en su nombre), que devolviéseís para repartirlos los heredamientos y bienes que entonces se os dieron, si es que venís en ello de buen grado.....»

"Qué decis! La Reina, mi señora, puede disponer de mi vida, cuanto mas de mi hacienda; y me habeis lastimado (escusadme esta queja) con solo demandármelo.» --“No os lo demandaba, honrado Pulgar, dudando de vuestra réspuesta que bien conocidas tengo vuestra lealtad y generosas prendas quise meramente mostraros, tal cual era, la voluntad de la Reina. Por condicion expresa, digna de su gran ánimo, exige que presteis para ello vuestro consentimiento; dejando á vuestra libre voluntad y alvedrío la compensacion que se os deba en cambio de aquellas mercedes.»

Encendiósele el rostro á Pulgar, al oir estas palabras:

que tanto se preciaba de caballero, que casi creyó que empañaban su fama con solo proponerle que pidiese satisfaccion y pago, antes de soltar de la mano lo que ya poseia. Mas dueño de sí luego, y temeroso de que se atribuyese á resentimiento y despique lo que era meramente nacido de su misma lealtad y pundonor, manifestó en sustancia al de Tendilla que todos sus pasados habian guerreado como él, sin recibir por ello tan cumplidas mercedes; que los Reyes, sus señores, le habian recompensado tan liberalmente, que mal pudiera él satisfacer tan grande deuda, aun cuando derramase en su servicio la última gota de su sangre; y que solo les demandaba en gracia (cuenta, señor, que asimismo se lo digais á SS. AA.), que aceptasen aquellas tierras y heredamientos con la misma buena voluntad con que Pulgar se las devolvia.

Echóle los brazos al cuello, sin poder contenerse el buen conde; no sabiendo qué admirar mas, si la índole generosa de Pulgar, ó su valor en los combates; y despues que se hubo desahogado algun tanto, dándole una y otra muestra de singular aprecio, volvió á anudar con arte la interrumpida plática, si bien con escasa esperanza de recabar lo que pretendia. "Es posible (le dijo al fin, y con ciertos visos de impaciencia) que tan poco puedan con vos el deseo de una esclarecida Princesa y el ruego de un amigo? No os creí, á fé de Mendoza, tan tenaz en vuestro propósito.»"Segun eso no sabeis el antiguo blason de los mios: El pulgar quebrar y no doblar.»

Sonriose el conde, que era, como todos los de su linage, no menos entendido que bizarro; y queriendo tantear por vez postrera si lograba de alguna suerte reducirle, mostró darse ya por vencido, y le dijo con cierto desmayo y tibie

za: "puesto que no hay manera de torcer vuestra voluntad, haced, Hernando, lo que mas os plazca; solo debo advertiros, que segun lo que colijo de las expresiones de la Reina, será vano vuestro ofrecimiento: S. A. no recogerá los dones que ya hizo, sin que acepteis otros en cambio."

Quedóse callado Pulgar, como quien no esperaba que en tal estrecho le pusiesen; mas recobrando en breve su serenidad, clavó los ojos en el ilustre caudillo, y le dijo estas meras palabras: "de Dios está, por vida mia, que habeis de vencer siempre.» «Y mas me huelgo de este triunfo que de haber escarmentado á los moros.» -- "Pero no creais que me entrego à merced; sino con pactos y condiciones."--"Teneis mas que dictarlos vos mismo?» -- "Una cosa demando en pago'; y decid de mi parte á SS. AA. que no tomo ni mas ni menos.>> "Yo os lo ofrezco en su nombre: ¿qué demandais ?» "Los molinos de Tremecen.»

"Donoso estais (le dijo el de Tendilla, despues de mostrarse suspenso unos breves instantes): ¡á los Reyes de Castilla pedís que os concedan molinos en África!” —"¿¡Pues hay mas que ganarlos (le repuso Pulgar)?» -"No dudo que algun dia lleguen allá los españoles; ¿mas, y si tarda el plazo?.....>> "Si no tomo posesion dellos, la tomarán mis hijos.»>

En los miserables tiempos que alcanzamos, apocados los ánimos y enmohecidos con el vil interés, casi miramos con sonrisa de lástima la extraña demanda de Pulgar, cual si ya frisase en locura; pero en aquella era de gloria y de heroismo, se creian los españoles, como los antiguos romanos, destinados al imperio del mundo.

Acogieron los Reyes con afable benevolencia la generosa oferta del caudillo; y le otorgaron en cambio la merced que pedia, en términos tan lisongeros, que no los trocára

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Pulgar por todos los tesoros de la tierra. "E vos con mucho celo é amor á nuestro servicio (le decian en su carta los príncipes), nos volvísteis dichos heredamientos, que nos vos habiamos dado en remuneracion de muchos gastos que aviais fecho de vuestra propia facienda; é en alguna enmienda de vuestros muy señalados servicios, é nos pedisteis que en pago, equivalencia é satisfaccion dellos, vos ficiésemos gracia é merced de todos los molinos que son é por tiempo fueren en el reino de Tremeeen, en Africa, lo que en buen hora se reduzca á nuestro servicio.....» Prosigue despues la Real Cédula haciendo como alarde y reseña de los esclarecidos hechos de Pulgar; en remuneracion de los cuales, y en pago de los bienes y heredamientos que devolvia, le hicieron los Reyes merced, para él y sus sucesores, de los molinos de la ciudad y reino de Tremecen, desque en buen hora se ganen, Así decian aquellos magná, nimos monarcas, aceptando el, favorable, agüero. (71)., ob

El emperador Carlos V, en cuyo glorioso reinado чно, до cabia que se desvaneciesen aquellas esperanzas, ratificó la gracia hecha por los Reyes Católicos, confirmando á Pulgar y á sus descendientes la propiedad de los molinos de Tremecen, para cuando aquella ciudad se ganase; y á pețicion del mismo Pulgar, que tenia en surao precio tan honroso título, le otorgó que se incorporasen, perpétuamente en el mayorazgo del Salar, quedando vinculados, en sy ca, ;sa (72)-1, 2ong in.)

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Lo mas singular es (como si hubiese querido la suerte satisfacer en alguna manera el gallardo presentimiento de aquel caudillo), qué á, pocos años de acaecido su fallecimiento, su hijo Hernan Perez del Pulgar, que habia, beredado del padre el denuedo y el nombre, acompañó con

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