Imágenes de páginas
PDF
EPUB

surar los latidos del corazón en ese anhelante gentío. Todo eso le cansa: necesita otras escenas que le conmuevan: los tremendos golpes de cesto que se descargan los atletas, las mortales estocadas que se dan los gladiadores; ver cómo vacila y cae un cuerpo humano antes lleno de vida y hermosura, y cómo el hielo de la muerte le anubla los ojos y hace estremecer sus cárdenos músculos; y oir el ronco estertor del esclavo, del prisionero enemigo ó del cristiano devorado por la fiera; presenciar la tremenda prueba á que le plugo sujetar la constancia y fortaleza de los pobres mártires, y observar con protervo y feroz interés el espanto de la ruborosa doncella puesta en medio de la ensangrentada arena, sola, sin ningún auxilio, y teniendo enfrente abierta la oscura jaula del león ó del tigre entre cuyas garras va á perecer. Estas son las únicas peripecias dignas de la grandeza del pueblo romano!

El ceniciento velo del crepúsculo vespertino iba gradualmente bajando sobre aquella ovalada y desierta planicie en la última hora de nuestra visita al anfiteatro de Itálica. Parecía que de los picos de la despedazada fábrica pendía un inmenso velarium expresamente tendido sobre nuestras cabezas para preservarnos de los rayos del sol, y que las nubes impelidas por el viento eran aéreas legiones de apiñadas sombras, que, á la hora en que se hace el gran silencio en los campos, venían á ocupar las desiertas graderías para padecer en ellas viendo triunfante del paganismo la cruz perseguida en los mártires, y para remedar con aullidos é infernales lamentos la vocería que en otro tiempo les arrancó el bárbaro placer de la cristiana sangre vertida.

CAPÍTULO VIII

Continuación.-Hispalis.-Osset.-Solia.-Carmo.-Hienipa.-Orippo.-Caura Betis ó Utriculum.-Searo.-Ugia.-Nebrijsa.

ISPALIS (Sevilla). De la fundación de Sevilla cuentan muy entretenidas historias los crédulos escritores que siguen al falso Beroso seducidos por las imposturas de Juan Annio de Viterbo. Bueno es saber un poco de todo, y en esta inteligencia daremos como una muestra de los tales cuentos, siempre curiosos atendidas las épocas y las autoridades que los sacaron á luz; después vendremos á lo cierto ó verosímil.

La crónica general del rey D. Alonso el Sabio dice acerca del asunto que nos ocupa estas palabras: Despues que todo esto huvo fecho Hércoles (es decir, después que hubo vengado en los Geriones la traidora muerte dada á su padre Osiris, recogido los miembros dispersos de éste y dádoles honrosa sepultu

ra), corriósse con sus naves por la mar, fasta que llegó al rio Bethis, que agora llamamos Guadalquivir, e fué yendo por el rio arriba fasta que llegó al logar do es Sevilla poblada, e siempre iba catando por la ribera a do fallaria un buen logar do poblassen una gran ciudad, e non fallaron otro ninguno tan bueno como

[graphic][ocr errors][merged small][merged small][merged small]

aquel do agora es poblada Sevilla. Entonces demandó Hércoles a Alas el estrellero (el astrólogo) si faríe allí la ciudad. E él dixo, que ciudad avríe allí muy grande, mas otre la poblaría, ca non él. E quando oyó esto Hércoles, ovo gran pesar, e preguntóle, qué ome seríe aquel que la poblaríe. E él dixo, que seríe ome honrado, e mas poderoso que él, e de grandes fechos. Quando esto oyó Hércoles, dixo, que él faríe remembranza, porque quando viniesse aquel, que sopiesse el logar do avíe de ser la ciudad. E Hércoles, de que non pobló a Sevilla, puso allí seys

pilares de piedra muy grandes (esto es, seis altas columnas), e puso en somo una muy grande tabla de mármol (sin duda á manera de cornisamento), escripta de grandes letras que dezían assí: AQUÍ SERÁ POBLADA LA GRAN CIUDAD. E en somo puso una imágen (ó estatua) que tenia la una mano contra Oriente, e tenia escripto en la palma: FASTA AQUÍ LLEGÓ HÉRCOLES. E otra mano tenia contra yuso (hacia abajo) mostrando con el dedo las letras de la tabla (1).»

(1) De esta narración parece tomado el romance de Lorenzo de Sepúlveda sobre las columnas de Hércules de Sevilla y predicción de las grandezas de César, que dice:

Hércules el esforzado,

muchas lides ya vencidas,

á Sevilla la nombrada
hizo una nueva venida,
que no era poblada entonces
sino desierta y esquiva;
y visto el sitio y postura,
seis pilares le ponia
por señal para adelante
adonde se fundaria.
Encima de los pilares

una gran tabla muy fija,

de mármol muy transparente
con letras que ansí decian:
«Aquí será edificada
la gran ciudad algun dia.»>
En ella estaba pintada
una imágen á la antigua,
con un letrero en la mano
que hacia el Oriente mira,
el cual decia desta suerte:
«Hasta aquí llegado habia
Hércules el fundador,
esforzado en demasía.»>

Morgado, Pedro de Medina y Ortiz de Zúñiga han dado pleno asenso á esta patraña, y como poco conocedores de los monumentos de las artes, han opinado que las dos famosas columnas de la Alameda, denominadas de Hércules, son una reliquia auténtica de la construcción mencionada. (!) Rodrigo Caro, con mayor juicio y discernimiento, se expresa así sobre este particular: «es cosa ridícula y conseja de muchachos el decir que estos mármoles son los que Hércules puso cuando señaló el sitio de la ciudad.>>

Ahora bien, el nombre de VIRINIUS que lleva esculpido en su plinto una de estas columnas, y principalmente la elegante proporción y forma de ellas, prueban hasta no dejar sombra de duda que son romanas, y parte quizá de un templo consagrado á Hércules: de donde pudo originarse la tradición vulgar que supone á aquel semi-dios autor del monumento de seis columnas de que habla la crónica de don Alonso el Sabio.

Las dos columnas de la Alameda estuvieron en la iglesia de san Nicolás hasta el tiempo de don Pedro el Cruel, quien mandó trasladarlas al Alcázar que de su orden se estaba edificando. Dicese que por haberse roto, al extraerlas, otra tercer columna que debía hacer juego con ellas, se renunció á la idea de llevarlas á dichos palacios y quedaron junto al hospital de santa Marta, hasta que en el año de 1574 el asistente de Sevilla don Francisco de Zapata formó el proyecto de hacer una grande y hermosa Alameda en el sitio pantanoso y mal sano, antes llamado de la Laguna, y de adornarla con dichas columnas. Este distinguido personaje fué el que hizo colocar las columnas de los Hércules en el sitio en que hoy las ve

« AnteriorContinuar »