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Eran también mezquitas en tiempo de los Almohades los edificios que fueron luego consagrados en iglesias parroquiales bajo las advocaciones de San Juan Bautista, Santa Marina, San Esteban, Santiago, Santa Catalina, San Julián, San Ildefonso, San Vicente, San Andrés, San Lorenzo, San Marcos, San Bartolomé, Santa Cruz, y Santa Maria de las Nieves, ó la Blanca. De estos edificios, algunos ya no existen: la parroquia de Santa Cruz, por ejemplo, fué destruida durante la invasión francesa del presente siglo; pero la mayor parte de ellos conservan, cuál su alminar ó torre, cuál su pequeño mihrab, en que hasta ahora nadie había reparado; cuál por último otros rasgos y caracteres de su primera destinación, que en vano han pretendido borrar las reformas y restauraciones de las épocas sucesivas, y que sirven admirablemente para confirmar y robustecer vaga idea que recoge y transmite la tradición.

la

SAN JUAN BAUTISTA.-Acerca de este edificio se ha escrito y se ha fantaseado mucho. Llámasele vulgarmente San Juan de la Palma, por uno de estos árboles que había en su plaza, al cual se refiere una conseja que quizá transcribiremos más adelante. La especie de que mientras fué mezquita tuvo la misma advocación, es absurda (1), y su único fundamento es una su

(1) Rodrigo Caro y Zúñiga lo aceptaron sin el menor escrúpulo, y sorprende en verdad esta falta de crítica en aquellos tan doctos historiógrafos. Caro en sus Antigüedades atribuye á un cierto sacerdote maronita, llamado Sergio, esta traducción de la lápida conservada en San Juan: Este es el gran templo de San Juan, el cual reedificó Axataf, rey de Sevilla, por mandado del gran Miramamolin, el cual fué dotado de su primera hacienda por Mulei Almanzor, rey de Écija; y esto fué en los años de 1020 habiendo una gran pestilencia en España. Y como si no fuera bastante disparatar el suponer todos los anacronismos y demás errores que se desprenden de semejante traducción, advierte que esta interpretación sumaria de Sergio fué luego explanada á su instancia por un cierto Juan Bautista, árabe de nación, de quien se valía el Santo Oficio como intérprete; y la explanación que inserta nada absolutamente tiene que ver con la traducción sumaria ni en cuanto á los nombres, ni en cuanto á las fechas, ni por lo que hace al asunto. Zúñiga en sus Anales siguió servilmente á Caro; pero ya su anotador Espinosa y Carzel, en la edición que dió á luz en 1795, advierte la disonancia de ambas versiones.

Tenía verdaderamente desgracia la inscripción de San Juan de la Palma: don José Antonio Conde, que para su Historia de la dominación de los árabes en España, había reunido diferentes inscripciones, dejó á su muerte entre otras la que es ob

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perchería fraguada en tiempo de Rodrigo Caro sobre la interpretación de la leyenda cúfica esculpida de relieve, en mármol, que existió en uno de sus muros. Lo único que de esta lis cripción se deduce es, que donde está hoy la parroquia de ar Juan hubo en tiempo de los Abbaditas una mezqu', objeto de devoción de la madre de Arrashid Abulhosein, hijo de Almótámid Alailláh Abulcásim Mohammed ben Abbad, príncipe heredero del reino de Sevilla, á la cual hizo añadir una zoma ó alminar aquella augusta señora por medio del wazir y katib Abulkasem ben Battáh en el año 1086 (478 de la egira). De aquella mezquita ¿qué resta? Difícil sería responder á esta pregunta. Las parroquias antiguas de Sevilla, y de casi toda la Andalucía, ofrecen como las de Córdoba (1) la planta de las primitivas basílicas, y su perfecta orientación es constante. Esta circunstancia excluye desde luego la idea de edificación mahometana; pero como en muchos casos las mezquitas se establecieron en basílicas cristianas que ya existían, sin demolerlas, con la sola modificación de despojarlas de todo su simbolism v de cambiar sus ejes de manera que el largo se convirtiese en ancho, y vice versa, era frecuente la amalgama de los dos artes latino-bizantino y sarraceno en esta clase de edificios, en alguno de los cuales observamos la conservación hasta nuestros días de los pequeños mihrabs ó santuarios construidos por los sectarios del

jeto de esta nota. El bibliotecario de S. M. don Francisco Antonio González, encargado á la muerte de aquel distinguido orientalista de revisarlas y confrontarlas, fuese por ligereza ó por falta de conocimientos, destinó á la inscripción de San Juan de la Palma la página 517 del tomo I, y la hizo corresponder á la versión de otra leyenda muy diversa esculpida en el mimbar de la mezquita de Fez.

Don León Carbonero y Sol, distinguido catedrático de lengua árabe en la Universidad de Sevilla, refutó en un artículo del periódico El Porvenir de aquella capital, en Abril de 1853, las mencionadas interpretaciones, y dió la suya, muy semejante á la que nosotros publicamos, debida al docto orientalista don Pascual de Gayangos. Esta última salió á luz en un número del Semanario pintoresco de 1847. Posteriormente ha dado otra versión en sus Inscripciones árabes de S.villa el señor don Rodrigo A. de los Ríos (p. 107).—Este curioso monumento epigráfico se conserva hoy en el Museo provincial.

(1) V. el tomo de esta provincia.

Profeta en la banda de mediodía, que es la que mira á su alquibla. Quizá nos atreveríamos á indicar como resto del templo pslímico en San Juan de la Palma la elegante aunque sencilla armadura de su techumbre, si no hubiéramos visto en otras pa

quias i itaciones de este género, de los siglos XIV y xv, que se confunde con las obras de carpintería de los mahometanos. El contexto de la inscripción árabe de esta iglesia, tan célebre ya por las apasionadas discusiones de que ha sido objeto, es el siguiente: En el nombre de Alá clemente y misericordioso: la bendición de Alá sea sobre Mohammad sello de los profetas. La princesa augusta madre de Arraxid Abu-l-husayn Obaidallah, hijo de Almutamed âlai-llah Almuyyad binasri-llah Abu-l-kásim Mohammad ben-Abbad, haga Alá duradero su imperio y poderio así como la gloria de ambos (el padre y el hijo), mandó levantar esta azoma en su mezquita (que Alá conserve) esperando la abundancia de los premios; y se acabó la obra con el auxilio de Alá por mano del wazir y katib el amir Abu-l-kasem ben Battah (séale Alá propicio!), en la luna de Xaabén del año 478.

SANTA RINA.-Una antigua tradición (1) supone que este templo fué construído por los visigodos en el siglo VII, antes por consiguiente de la irrupción sarracena. De haber sido mezquita tiene inequívocos caracteres en su torre, á pesar de haberla desfigurado modernamente intentando adornarla en su remate con azoteas de pésimo gusto. Afortunadamente se conservan los graciosos arcos angrelados de ladrillo que embellecieron aquella parte de la construcción cuando fué enhiesto alminar, y labores de la misma especie se advierten en el paramento exterior del muro de la derecha de la iglesia. Para decir si es ó no obra sarracena la techumbre de madera que la cubre, sería necesario examen más prolijo que el que á nosotros nos fué permitido.- Un joven anticuario sevillano (2), concienzudo explo

(1) V. á Zúñiga, año 1261- n.o 9.

(2) El Sr. D. José Gestoso y Pérez, en su interesante aunque conciso libro Guia artistica de Sevilla, p. 21.

rador de las reliquias del arte mahometano en los monumentos arquitectónicos de su ciudad natal, señala como restos de la antigua mezquita en Santa Marina tres de sus capillas, en una de las cuales hay arcos sostenidos en capiteles romanos corintios. El empleo de tales capiteles es tan propio de la arquitectura visigoda como de la árabe de la primera época.

SAN ESTEBAN.-El afamado analista que nos sirve de indicador, ya que no de guía completamente seguro en la escabrosa tarea en que acabamos de entrar, nos dice que antes que san Esteban se reedificase, se conocía que había sido mezquita. Nosotros añadiremos que esto se conoce todavía en la puerta de arco de herradura que existe en una de las fachadas laterales de la iglesia (1).

SANTIAGO. También este templo era mezquita, pero fué reedificado como el de san Esteban y no quedó entonces ninguna reliquia de aquella antigua destinación.

SANTA CATALINA.-Se han perdido lastimosamente las curiosidades y casi toda la edificación arábiga de esta antigua mezquita, y del manuscrito de Ambrosio de Morales que las insinuaba (2) no tenemos noticia; pero en cambio se conserva casi intacta su preciosa torre. Diríase que los cristianos no han hecho más que poner campanas en las ventanas de su cuerpo alto, derribando ó desmochando su coronación. De las dos zonas en que se divide este mutilado monumento del arte mauritano, la inferior presenta angrelados entrelazados y ajimeces ornamentales, en que alternan el ladrillo común y los azulejos, produciendo la más bella y pintoresca combinación. En la segunda zona no hay más que una espaciosa ventana de ojiva túmida en cada cara, encerrada en su recuadro ó arrabá, y á

(1) No comprendemos cómo á la diligencia del Sr. Gestoso y Pérez se ha hurtado tan precioso vestigio del arte árabe, que es el recuerdo más notable del primitivo destino de este edificio.

(2) ZÚÑIGA, loc. cit.

con que está plegada, la magnitud de sus ojos y lo afilado de sus manos, todo nos recuerda los caracteres comunes de las más antiguas y bellas imágenes bizantinas. Que debió haber algunas de estas imágenes en la primera ciudad de Andalucía en los tiempos que mediaron desde Justiniano hasta san Isidoro, parece cosa indudable; que alguna se haya conservado y por diferentes causas perdido el prestigio de su remota antigüedad, no repugna tánto, que deba sin maduro examen rechazarse (1).

SAN VICENTE.—Antes de ser mezquita de moros fué iglesia de cristianos; pero no consta su advocación, por ser cosa demostrada que la antigua basílica de san Vicente del tiempo de san Isidoro, era la catedral, donde luego edificaron los sarracenos su mezquita mayor. No hay en la actualidad en este templo, ni en su maciza torre cuadrangular de ladrillo, resto alguno visible del arte mauritano.

SAN ANDRÉS. Esta iglesia, aunque desfigurada por las casas y edificios accesorios que se le han agregado, es una de las que más denotan haber servido de mezquita á los sarracenos, siendo luego otra vez restituida al verdadero culto. Lleva en su exterior el sello de aquella arquitectura mixta que marca la coexistencia de los tres artes bizantino, mauritano y románicoojival; pero su señal más evidente de haber sido templo sarraceno en tiempo de los árabes y almohades es el mihrab ó santuario que en él se advierte á la parte que mira al mediodía, formando por de fuera una torrecilla que lleva su corona de almenas endentadas, distintivo de las construcciones sagradas entre los mahometanos, y su pequeña cúpula que apenas se deja ver no subiendo á la terraza de la iglesia. El ser esta torrecilla de construcción sarracena, el ocupar su hueco interior en la banda del mediodía de la iglesia el lugar mismo que en las

(1) M. Standish, en su libro Seville and its vicinity, sin decir de dónde tomó la noticia, refiere que esta imagen fue ejecutada en el año 612 por un piadoso monje, ignorante del dibujo, en quien la fervorosa y tierna devoción suplió la falta del arte. Añade que la antigua iglesia fué consagrada á san Bartolomé.

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