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generosos prebendados sevillanos (1) por espacio de 120 años, á costa de sus canongías y raciones, de las que solo se reservaron una mediana congrua, y con el escaso producto de las rentas de la fábrica, la gigantesca obra que vamos ligeramente á describir.

Derribose casi en su totalidad la soberbia mole erigida por los arquitectos de Jusuf y Yakub: conserváronse tan solo la morisca torre, el hermoso patio de los Naranjos con los pórticos que á norte, levante y poniente lo circuían, y con el ándito y gradas de piedra de que lo habían rodeado por la parte exterior en 1395 (2), y el recinto de la Capilla Real, la cual no podía ser demolida hasta que para ello se obtuviese real licencia, dificultada á la sazón por la entereza de don Enrique el Doliente. Habilitóse de iglesia provisional una capilla espaciosa en el llamado cementerio de san Miguel, frontero al templo por la parte de oriente, cedido al cabildo en el Repartimiento para establecer sus oficinas, y después ampliado por sucesivas compras: y allí continuaron los divinos oficios en decente forma, aunque con estrechez, y se depositaron ordenadamente los huesos sacados de los deshechos enterramientos para restituirlos á sus respectivos lugares en la nueva iglesia, con el laudable fin de que ninguno quedase defraudado de las capillas, altares y mausoleos que hubiese dotado.

No había aún resucitado la arquitectura romana al uso de » la Europa (dice el discreto Zúñiga), y duraba en los templos el de la gótica, que mejor pudiera llamarse alemana. Dióse á la nueva basílica longitud de oriente á poniente, según el primitivo rito de la iglesia, y se trazó con cinco naves, sin contar las de las capillas, ocupando un espacio de 379 piés, exceptuados

(1) Espinosa y Carzel publicó en sus adiciones á Zúñiga una curiosa lista de los celosos y piadosos capitulares que contribuyeron con la renta de sus prebendas á la fábrica de la nueva catedral. Se sacó de la Vida del V. Contreras que escribió el P. Gabriel de Aranda, el cual la debió al archivo de la santa iglesia.

(2) Hizo esta obra el arzobispo don Gonzalo de Mena con el deán y cabildo para quitar las tiendas que afeaban aquel exterior con desdoro del templo.

los gruesos de las paredes y lo que comprendían las capillas que servían de cabecera. Á su latitud se dieron 217 piés, contados igualmente sin el grueso de las paredes y fondo de las capillas de las dos bandas de norte y mediodía (1). Habían de sostener las ojivales bóvedas 36 pilares, compuestos de esbeltas columnillas agrupadas formando como haces de palmas, de quince pies de diámetro, y los medios pilares correspondientes en sus cuatro muros. Sobre el crucero, entre el presbiterio y el coro, había de elevarse un gigantesco cimborio hasta la altura del primer cuerpo de la torre mauritana. En ornatos arquitectónicos debía ser sobria la proyectada fábrica, pero en austera é imponente grandiosidad había de ser la más abundada de toda Europa. ¿Quién ideó tan soberbia traza? Nadie de fijo lo sabe: singular modestia la de nuestra antigua España, cuyos más beneméritos hijos así se condenaban al olvido!-Atribuyen unos esta obra al arquitecto Alonso Martínez, que ya en 1396 era. maestro mayor del cabildo; otros á Pero García, que lo era

en 1421.

Colocóse la primera piedra el año 1402; las liberalidades de los prebendados y de muchas personas piadosas permitieron que se activase la obra en toda la parte de occidente; y tomando la construcción nuevo incremento en 1426 con haber dejado á la fábrica de la santa iglesia la parte principal de su hacienda una célebre y caritativa señora, llamada doña Guiomar Manuel (2),

(1) La longitud y latitud del gran rectángulo que forma el área de la catedral, no comprendiendo en ella el ábside de la Capilla Real ni el patio de los Naranjos, son, como aseguran Ceán Bermúdez y don José Amador de los Ríos, 398 piés de levante á poniente, y 291 de norte á sur. «Divídese el largo, dice el primero en su »Descripción artística de la catedral de Sevilla, dando 40 piés á cada una de las >>ocho bóvedas que componen las naves laterales, 59 al crucero en su ancho y 20 »á cada una de las capillas de san Pedro y san Pablo, que suman 398, sin contar >>la Capilla Real que sale fuera del cuadrilongo. También se subdivide el ancho >>dando los 59 piés del crucero á la nave del medio, 39 y 1/, á cada una de las cua>>tro laterales, y 37 á las capillas, que componen 294 piés.» Tienen estas capillas 49 piés de altura, 96 las naves de los lados, y 134 la principal.

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(2) Fué esta benéfica matrona, como la llama Zúñiga, enterrada cerca del antiguo altar de san Juan Bautista, próximo á la Capilla Real primitiva: prueba evi

y

ya á los treinta años de comenzado el suntuoso templo (en 1432) se hallaba tan adelantado, que fué preciso impetrar del rey don Juan II licencia para derribar la Capilla Real antigua, que era embarazo á la continuación por el lado de levante. Dió el monarca el deseado permiso, imponiendo al deán cabildo la condición de que fabricasen nueva Capilla de digna suntuosidad, y colocasen entre tanto la imagen de Nuestra Señora de los Reyes y los cuerpos reales en parte decente. Dispúsose local adecuado encima de las capillas de la nave ó claustro del Lagarto: local que á la muerte de don Fernando Colón, en 1539, se destinó á Biblioteca; y entonces pasaron las tumbas reales á la nave ó claustro de los Caballeros, donde permaneció la Capilla Real hasta que se terminó la nueva en 1579.

Ciento y tres años duró la construcción de la gran basílica hispalense hasta el remate del cimborio según su primera traza: en 1462 la dirigía Juan Normán; en 1488 era su maestro mayor Juan de Hoz (1); desempeñaba el propio cargo en 1506 Alonso Ruíz (2); finalmente, en diciembre de este mismo año ponían la última piedra al mencionado cimborio el maestro Alonso Rodríguez y su aparejador Gonzalo de Rojas. — Breve fué el tiempo que permaneció la atrevida fábrica en aquella disposición: la eminente bóveda y coronación del crucero se desplomó con espantable estruendo en la noche del 28 de diciembre de 1511, y la grande obra de la piedad sevillana

dente de que la nueva obra del templo en nada afectaba todavía á la parte de oriente donde se estableció desde un principio dicha Capilla Real.

(1) En el libro de autos capitulares que se guarda en el archivo de la santa iglesia correspondiente al año 1488, existe al fol. 136 vuelto un acta por la cual consta que el maestro mayor Juan de Hoz tenía secretos que no quería comunicar á nadie respecto de la obra, y que los diputados del deán y cabildo se vieron en la precisión de mandar que en lo sucesivo no pudiera el referido maestro hacer traza alguna sin que el aparejador nombrado por ellos estuviese presente, porque si él moriese, quedase bien informado é instructo en la perfeccion de la dicha obra.

(2) Como tal maestro mayor testaba éste ante Fernán Ruíz de Porras en 9 de junio de 1506. Sacamos esta noticia de un curioso ms. atribuído al archivista don Antonio de San Martín y Castillo, que se conserva en el archivo de la santa catedral con el título de Historia de la iglesia antigua, etc.

no logró feliz remate hasta el año 1519 en que el maestro mayor, Juan Gil de Hontañón, acabó la reconstrucción de la parte arruinada tal y conforme se presenta hoy, celebrándose su.

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conclusión con una procesión solemne á la capilla de Nuestra Señora de la Antigua.-El magnífico retablo del altar mayor, obra que inmortaliza al maestro Danchart que lo ideó y principió en 1482, á su discípulo Marco, á Bernardo de Ortega, que

le ayudó, á Jorge Fernández Alemán y á otros acreditados artistas que lo terminaron, estaba concluido; la grandiosa sillería de coro, trazada por Nufro Sánchez desde antes del año 1475 y acabada por el mencionado Danchart en 1479, daba ya decorosa colocación al cabildo durante la celebración de los divinos oficios; comenzaban á cubrirse de pintada y brillante imaginería las noventa y tres vidrieras del espacioso y elevado templo, habiendo principiado á ejercitar en ellas su diestro pincel, familiarizado con la candorosa manera llamada gótica, Micer Cristóbal Alemán, Juan Flamenco, hijo de Jacobo, Juan Jacqués, Juan Bernal, Juan Viván y Bernardino de Celandia (1).

Solo estaba sin cumplir la condición impuesta al Deán y al cabildo por Don Juan II al otorgarles la licencia para deshacer la Capilla Real antigua. La Capilla nueva que había de sustituir á aquella, no se hallaba ni aun en proyecto, y para que los prebendados se moviesen á dar algún indicio de sus egregias aspiraciones respecto de aquel negocio, todavía intacto, fué menester que la cesárea majestad de Carlos V, recién electo emperador de Alemania, escribiese al capítulo recordándole su promesa y exigiéndole el debido cumplimiento. Lo que idearon entonces los arquitectos Enrique de Egas y Juan de Álava respondiendo á la excitación del cabildo, y lo que, después de frustrados los planes de traer á Sevilla para aquella obra los más renombrados artistas de Italia y de Flandes, concibió el maestro mayor Martín Gaínza con aprobación y revisión del famoso Alonso de Covarubias, es materia que pertenece á la descripción de las obras

(1) Comenzó la obra de las vidrieras el año 1504. En 1525 contrajeron obligación de pintar la mayor parte de las que faltaban Arnao de Flandes y su hermano Arnao de Vergara. Ejecutaron éstos las pinturas de mayor mérito que tiene la catedral en este género, como son la Ascención del Señor y la Asunción de Nuestra Señora, y las que representan á los publicanos y mercaderes arrojados del templo. En 1557, muerto Arnao de Flandes, se encomendó la imaginería de las ventanas á Carlos de Brujas y á Vicente Menandro. En 1579 padecieron mucho estas vidrieras con la gran explosión de los molinos y almacenes de pólvora de Triana, la cual, según refiere Morgado, fué tan violenta, que destruyó 60 casas, hizo estremecer á toda Sevilla, y arrojó á la banda de acá del río pedazos de cuerpos de hombres y mujeres.

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