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recibirá otra preciosa reja que trazará en 1530 Fr. Francisco de Salamanca, á quien dejamos ocupado en la obra de la reja para la Capilla mayor (1).

Sigue á esta Capilla la de san Hermenegildo donde des

(1) Siendo muchas las memorias de interés que se refieren á esta Capilla de Nuestra Señora de la Antigua, nos limitaremos á hacer una ligera mención de algunas entre las principales. — En el mes de Mayo de 1521. el día mismo en que se apaciguó el levantamiento popular que en la historia de Sevilla lleva el nombre de motín de la Feria y pendón verde, entró al anochecer en la ciudad una procesión de más de 1500 personas, procedente de Carmona, que se dirigía á implorar el auxilio de Nuestra Señora de la Antigua. Iban casi todos desnudos de la cintura arriba, con sogas al cuello y otras señales de penitencia. Era la causa de esta romería la misma que había movido á la plebe á levantarse pocos días antes en el barrio de la Feria, el hambre; porque afligía á toda la comarca una espantosa carestía, agravada por haber saltado los granos que de fuera del reino se esperaban. Llevaba dicha procesión once cruces y la remataba la clerecia de Carmona, entonando devotas preces y plegarias. En esta conformidad llegaron á la Catedral, en cuyo patio de los Naranjos velaron aquella noche, y al día siguiente el cabildo les dió de comer y les repartió gruesas limosnas. Esto mismo hicieron otros lugares de la comarca, y á todos envió Sevilla socorros de trigo que trajo de África.-En el año 1526 se celebraron en Sevilla las bodas del Emperador con doña Isabel de Portugal. La ciudad dispuso para este fin aparatos de gran magnificencia, que describe prolijamente el analista Zúñiga. Entró la Emperatriz el 11 de Marzo por la puerta Macarena, donde estaba armado el primero de los siete arcos triunfales erigidos para el fastuoso recibimiento: servíanla el duque de Calabria don Fernando de Aragón y muchos Grandes y Prelados: salieron á recibirla los Señores del Senado y Regimiento de Sevilla, con el Asistente, el Alcalde mayor, el Cabildo de la Santa Iglesia, los colegiales de Santa María de Jesús, los caballeros y escribanos públicos, los ciudadanos y mercaderes, naturales y extranjeros, hasta San Lázaro, donde todos se apearon y la besaron la mano por su orden. Alli la Emperatriz dejó su litera y subió en un blanco palafrén, y en la puerta Macarena fué recibida debajo de un palio. Al llegar á la Iglesia mayor, fué agasajada en la puerta del Perdón nueva con coros que entonaban suaves melodías, y conducida á la Capilla de la Antigua, donde S. M. hizo oración, saliendo luego por otra puerta al Alcázar, en el cual quedó aposentada.-A los ocho días hizo su entrada el Emperador en medio de una comitiva aún más numerosa y espléndida, y oro en la misma Capilla de la Antigua antes de pasar al Alcázar á celebrar sus bodas; acontecimiento que solemnizó con el magnánimo acto de dar la libertad al rey de Francia. que estaba preso en el Alcázar de Madrid.-Finalmente en esta Capilla de la Antigua estuvo depositado el año 1538 el cadáver del famoso arzobispo don Alonso Manrique, Cardenal é Inquisidor general, que desde el año 1534, desabrido con la corte por ver preferido para la mitra de Toledo al arzobispo Tavera, atendía ya solo á la salvación de su alma y se ponía á enseñar la doctrina en la Capilla del Sagrario á los niños pobres dándoles gruesas limosnas. Después de muerto, trajeronle los Señores del Cabildo á la Iglesia à maitines mayores y le dijeron los Oficios acostumbrados: y de allí lo llevaron á la Capilla de la Antigua vestido de pontifical. Al día siguiente lo trasladaron al monasterio de Calabazanos, donde se había mandado enterrar.-V. la nota de Espinosa y Carzel al Zúñiga sobre este pasaje.

cuella el sepulcro del cardenal don Juan de Cervantes, obra de estilo gótico pero grandiosa, ejecutada poco después del año 1453 por el distinguido escultor Lorenzo Mercadante de Bretaña, maestro del ingenioso Nufro Sánchez que labró la hermosa sillería del Coro en la segunda mitad del siglo xv. Figura la obra de Mercadante una urna sostenida por cabezas de leones, sobre la cual está el paño fúnebre en que yace el prelado revestido de pontifical con una cierva á los piés. La urna presenta en sus lados mayores dos compartimentos: en cada compartimento hay una graciosa estatuíta que representa un Padre de la Iglesia, bajo su umbela, y teniendo por repisa una de las cabezas de león que forman los piés. En cada uno de los cuatro frentes hay además dos ángeles que sostienen el escudo de armas del arzobispo, cuyo emblema son dos ciervos. Llegará el siglo XVII, y un escultor que logrará gran celebridad en Sevilla (1), hará una regular estatua de san Hermenegildo para el altar de esta Capilla.—Á ella se trasladará también á mediados del siglo XIX el sepulcro del almirante de Castilla don Juan Mathe de Luna, que, llevado cuando se deshizo la Iglesia antigua desde su primitivo enterramiento á la Capilla de san Martín, se halla oscurecido en ésta al presente. El ilustre almirante, tan heróico en vida y tan asendereado en muerte, yace ahí armado hasta la rodilla con botas blancas y dorada espuela calzada: ciñe una espada ancha con vaina de terciopelo verde y tiene abrazada una bandera. Está amortajado en un manto de seda carmesí, y su cuerpo todo entero (2). ¡Qué bien le cuadra la austera elocuencia de su sencillo epitafio: Aquí YAZE DON JUAN MATHE DE LUNA CAMARERO MAYOR QUE FUÉ DE EL REY DON SANCHO E ALMIRANTE MAYOR DE CASTILLA; FINÓ NUEVE DIAS DE EL MES DE AGOSTO EN LA ERA DE M.CCC.XXXVII AÑOS. MUY BIEN SIRVIÓ Á LOS REYES, E MUY BUENO FUÉ EN DES

(1) Juan Martínez Montañés.

(2) V. á Espinosa en su Teatro. Ya solo existen los huesos.

CERCAR Á TARIFA. MUCHO BIEN FIZO, DÉLE DIOS SU PARAISO, AMEN! Sigue una Capilla cuyo contenido no divisamos claramente: dentro de un siglo se la denominará de san Miguel; dentro de tres llevará la advocación de san José: ostentará un pesado retablo greco-romano de un cierto Pedro Arnal, todo de mármoles y bronce, y estatuas de san José, san Miguel, san Blas, santa Lucía y santa Teresa, que ejecutarán un Esteve y un Vergaz, escultores que hoy no gozarían crédito alguno. En armonía con esa escultura tendrá en sus paredes cuadros de un Valdés y de un Antolínez. Mucho va á degenerar el arte cristiano en nuestra patria si llega la fama á encumbrar á estos profesores. El mausoleo que en esta capilla erigirá el siglo XIX al cardenal arzobispo don Joaquín Tarancón, confirmará mi pronóstico.

Llegamos á la Capilla de san Bartolomé (1), fundación de los caballeros Marmolejos á fines del pasado siglo, donde desde luego te arrebata y seduce un bellísimo retablo pintado hace 15 años (en 1504), que aunque despreciado quizá cuando lleguen á figurar como grandes maestros los Antolínez y Valdés, recobrará por fin su prestigio y será mirado como un monumento insigne en la historia de la pintura religiosa. Representa en su centro á san Bartolomé, encima una coronación de Nuestra Señora de relieve, y en los compartimentos de los lados varios Apóstoles y santos Padres (2). Traerán de América un crucifijo, pobre cosa como obra de arte, que con el nombre de Cristo de Maracaibo usurpará á san Bartolomé la advocación

(1) Es hoy la Capilla de santa Ana, cuya advocación lleva desde que se colocó en la parte inferior de su retablo un cuadro de escuela italiana que representa á la madre de Nuestra Señora con el niño Dios y la Virgen.

(2) Aunque Ceán lo califica de antigualla, es una cosa bellísima por su dibujo. Todos los fondos y gran parte de las vestiduras son de oro. Este retablo, que en la época de nuestro primer viaje á Sevilla (1853) estaba lastimosamente pintarrajeado y abandonado, presenta además una traza arquitectónica preciosa: forman sus compartimentos unas agujas sutiles que en vez de pináculos tienen por remates lindísimas estatuíllas. Su contorno es el de todos los de su tiempo: un lambel escalonado siguiendo la forma de la ojiva del muro á que se adapta.

de esta capilla; pero más adelante, cuando la cristiandad llegue á su año 1880, vendrá á oscurecer todos los objetos artísticos de este santuario, que ostentará promiscuamente las tres advocaciones de san Bartolomé, santa Ana y Maracaibo, un bellísimo sepulcro con estatua orante del cardenal arzobispo don Luís de la Lastra y Cuesta, obra del reputado escultor don Ricardo Bellver. En esta Capilla sepultaron diez y siete años há (en 1502) al canónigo Diego Alfonso de Sevilla, varón docto en todas letras, del cual comienzan á referirse cuentos que acreditan su afición á la nigromancia. Dice su epitafio: Esta sepultura es del venerable varón Diego Alfonso de Sevilla, canónigo que fué en esta Santa Iglesia, EL CUAL CONFÍA EN SOLA LA MISERICORDIA DE DIOS, cuya ánima él haya. Y supone gratuitamente la gente ignorante y crédula, que las palabras en que consigna su esperanza en la misericordia divina, y su cristiana humildad, que le obliga á reconocerse despojado de todo merecimiento para lograr la gloria eterna, es una confesión espontánea de impiedad y de impenitencia.

Acabamos por fin nuestro giro en la Capilla de san Laureano, que fué la primera que se terminó en el nuevo templo, celebrándose en ella los oficios divinos y haciendo de Capilla mayor muchos años mientras se concluía lo restante de la Iglesia (1). Para esta Capilla, fundación del arzobispo don Alonso de Exea, que en ella yace, acaba de ejecutar el escultor Pedro Millán la imagen del Señor resucitado con dos ángeles á los lados, y en pequeñas figuras de barro cocido el tierno pasaje de Cristo difunto llorado por su Santa Madre y las Marías. El estilo de estas obras es el llamado gótico: dicho está por consiguiente que lo principal en ellas es la expresión; pero también se distinguen por la buena disposición de sus paños.

(1) Púsose la primera piedra de la Catedral nueva en el ángulo de esta Capilla inmediato á la torre de san Miguel.

CAPÍTULO XXV

Continuación: La sillería del coro.-Las alhajas.-La Biblioteca Colombina.Memorias de los siglos XV y XVI, conexas con la historia de la catedral

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N nuestra revista retrospectiva de las obras que la catedral se refieren, nos hemos limitado á las arquitectónicas, haciendo ligera mención de las de escultura y pintura que las decoran. Vamos ahora á hacernos cargo de otros tesoros de arte y letras que enriquecen á la gran basílica hispalense, y de algunas memorias de la época más floreciente de la cultura sevillana que se relacionan con la catedral ó su cabildo.

Comencemos por la célebre silleria del Coro. Es ésta una soberbia obra del arte del siglo xv en que no se fija bastante la atención. Compónese de 117 sillas, inclusa la del prelado, que está al frente de la puerta principal, dispuestas en dos hileras, una al nivel del piso y otra á vara y media de elevación, con bajo-relieves en las cabeceras de las sillas bajas en que están

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