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arzobispo Manrique, el canónigo Pedro Pinelo, que fué su provisor. El prelado, por su cargo de Inquisidor general, en que sucedió á Adriano, siguió siempre á la corte, y hasta los últimos años de su vida visitó poco su Iglesia.

Año 1532. Hubo controversias, y por último concordia, entre ambos cabildos sobre el modo de proceder en la procesión del Corpus. Consta por ellas que había entonces en la catedral representaciones y autos sacramentales, dado que la disposición de éstos fué parte de lo controvertido. Hubo también procesiones y rogativas por el feliz suceso del Emperador en la empresa de descercar á Viena contra el Turco. Se hizo procesión con la imagen de Nuestra Señora de los Reyes á la Iglesia de Santiago de los Caballeros y á Santa Ana de Triana.

Año 1536. Fueron solemnemente degradados en la Catedral cinco religiosos agustinos que habían dado muerte á su provincial. Los tuvieron encerrados en el castillo de Triana: de allí los sacaron para llevarlos á las gradas de la Santa Iglesia, donde se les exhortó á morir cristianamente, sufriendo luego la pena de su execrable delito en la horca de Buenavista, en Tablada. Asistióles en aquel último y terrible trance el venerable P. Contreras, que en predicación y ejemplo era ya el apóstol de Sevilla por aquellos años.

Año 1538. Murió este año el arzobispo Manrique, y su cadáver estuvo depositado en la capilla de la Antigua.

Año 1539.

Celebráronse en la Catedral las exequias de la Emperatriz doña Isabel de Portugal.

Tomó posesión del arzobispado el cardenal García de Loaisa, y el mismo día murió don Fernando Colón, que escogió para su sepultura la Santa Iglesia, á la cual, como queda dicho, legó la preciosa librería que en sus largos é instructivos viajes había formado.

CAPÍTULO XXVI

Parroquias de Sevilla: conventos y otras construcciones religiosas de la época de la reconquista, anteriores y posteriores

EMOS terminado nuestra visita al gran monumento la Edad-media alzó en Sevilla á la religión que del Crucificado, prediciendo, para no tener que volver á él, las obras más notables con que había de engalanarle el arte de los siglos subsiguientes. Conviene ahora que guiemos al lector á los demás templos donde florecen el culto y la piedad de los sevillanos. Pero no empren. deremos la interminable tarea de dar razón minuciosa de todas las innovaciones que el arte introdujo en ellos desde la reconquista hasta el siglo XVI; nos contentaremos con recoger las memorias más señaladas del arte y de la historia en las parroquias y otros edificios religiosos.

Dijimos ya que muchas de estas parroquias habían servido

á los sarracenos de mezquitas (1). Conquistada la ciudad por san Fernando, todas las construcciones que habían tenido aquel destino fueron habilitadas para el culto cristiano, á excepción de tres, cedidas á los judíos para sinagogas (2), y exceptuada también la que después fué colegial de San Salvador, que se dejó en poder de los moros mudejares, ó sea de los sometidos al dominio de nuestros monarcas. Estas mezquitas, después de purificadas, fueron paulatinamente restaurándose según el arte cultivado á la sazón en el occidente, que era el ojival francoalemán. Mas las restauraciones por lo general no alteraron de una manera sustancial el sistema de construcción antiguo, porque no siendo los templos parroquiales de gran capacidad, no se juzgó necesario cubrirlos de bóvedas de crucería ni fortalecerlos con arbotantes para contrarestar los empujes; sino que se volvieron á cubrir con armaduras de madera, y la triunfante ojiva no extendió en ellos su imperio fuera de las portadas y de las arcadas de separación de las naves. En algunas de estas basílicas, el arte sarraceno vencido logró asociar á la arquitectura cristiana vencedora algunos de sus ornatos, produciendo un arte híbrido de muy gracioso aspecto, del que puede servir de muestra la linda y airosa fachada de San Marcos (3); en algunos también logró mantener en pié, como en Santa Catalina, Santa Marina, San Esteban, San Andrés y San Lorenzo, ya el elegante alminar ó zoma, ya una portada de arco de herradura, ya la almenada cupulilla de un mihrab. Familiarizados los constructores con esta arquitectura de carácter mixto, la practicaron como sistema nuevo y declarado en otras basílicas que se erigieron de planta en el transcurso de los siglos XIII y XIV, y aunque

(1) Fueron mezquitas San Salvador, San Juan Bautista, Santa Marina, San Esleban, Santiago, Santa Catalina, San Julián, San Ildefonso, San Vicente, San Andrés, San Lorenzo, San Marcos, y por último las tres iglesias de San Bartolomé, Nuestra Señora de las Nieves ó la Blanca y Santa Cruz.

(2) Fueron cstas las tres últimas citadas en la nota precedente: San Bartolomé, Nuestra Señora de las Nieves y Santa Cruz.

(3) V. la lámina que la representa.

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