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pios, masculino y femenino, que concurren á la organización y á la vida del mundo, estaba en oposición directa con el monoteísmo hebreo. La forma popular de la religión fenicia era la adoración del sol y de la luna, y de los planetas. Entre las principales divinidades de aquel Panteón, figuraban Baal ó Bel y Achtoreth ó Astarte. Baal era la suprema divinidad masculina, el dios del sol, el iluminador, el fecundador y soberano, á quien se solía confundir con el Júpiter griego y romano. Hablando el historiador Josefo de las grandes obras que llevó á cabo el rey Hiram en Tiro, menciona un gran templo consagrado á Júpiter Olímpico, que estaba en una isla inmediata á la ciudad, la cual fué unida á ésta terraplenando el brazo de mar que de ella la separaba. Achtoreth ó Astarte era la principal divinidad femenina: tenía por símbolo la luna, y los griegos la identificaban con Afrodita, y los romanos con Venus.-Melkarth, con frecuencia llamado Hércules tirio ó Hércules fenicio, era el dios ó rey de la ciudad. Se le adoraba especialmente en Tiro, y de allí su culto se extendió á todas las colonias fundadas por los tirios, como Lepte, Cartago, Utica, y nuestra Gades.

Y sin embargo de estas diferencias entre la religión fenicia politeísta y la monoteísta hebrea, como quiera que los hebreos fueron discípulos de los fenicios en muchas cosas, y principalmente en el arte de construir, fuerza es reconocer que, exceptuado todo aquello en que el culto y los ritos imprimen disposición y forma características, la arquitectura judaica y la cananea serían próximamente una misma.

Mr. Renan, en su Mission de Phénicie, describe las ruinas del templo de Amrit (Marathus latino), á nueve kilómetros sur de Antaradus, el cual en tiempo de Estrabón ya no existía, y deduce que venía á ser una edícula semejante al Tabernáculo del pueblo hebreo, destinada á contener objetos sagrados. Apoyados nosotros en tan respetable autoridad, colegimos que no anduvo muy descaminado nuestro historiador Horozco cuando, al describir el templo gaditano erigido á Hér

cules, aseveró que para su traza general se tomó por modelo el que en su ciudad tuvieron los de Tiro; y que tampoco se equivocó el alemán Hirt (1) al reconocer en el templo que para el hijo de David construyó Hiram, la misma disposición y arquitectura que se advierte en las ruinas de las construcciones religiosas de la Fenicia. Del templo que tenía Hércules en Tiro, y del cual no existía pocos años há reliquia alguna, aparecieron á la luz del día, con ocasión de las excavaciones practicadas en la antigua basílica de la ciudad, en 1874, en busca de los sepulcros de Orígenes y de Federico Barbaroja, dos enormes columnas monolitas de granito rosa, que en opinión del sabio Mr. Guérin, pertenecieron indudablemente á aquel templo consagrado á Melkarth, el amante de Astarte. Y si no es exagerada la idea que los historiadores antiguos y la Sagrada Escritura nos sugieren respecto del grado de cultura á que ya en tiempo de Salomón habían llegado los fenicios, bien. podemos afirmar que así el templo cuyas reliquias acaba de ponernos de manifiesto la Tsor (2) fenicia, como nuestro templo gaditano, construído á imitación de aquel, presentarían una gran magnificencia á pesar de su reducido ámbito.

Menciona Horozco en el famoso templo de Cádiz jaspes y mármoles con galanas y vistosas figuras en ellos esculpidas, vaciadas de brillantes metales y maravillosamente relevadas; habla además de columnas, de basas y capiteles, ventanas, torres, etc. Describe por último, aunque con el nombre genérico de templo, una cella en que había una parte más principal que otra, que llama oratorio ó santuario, ó capilla; y añade que este templo era reducido como todos los de la gentilidad, como el de Tiro, como el de Diana en Éfeso, como el de Júpiter en Roma, siendo lo espacioso y grande en él los pórticos, lavatorios, etc. Dedúcese de aquí que el templo gaditano era en una

(1) Der tempel Salomonis.

(2) Este era el nombre que entre los fenicios y los hebreos, naciones que hasta cierto punto hablaban un mismo idioma, llevaba la antigua y opulenta Tiro.

gran parte de la decoración semejante al templo de Pafos que vemos esculpido en antiguas medallas acuñadas en Chipre y en Pérgamo, y en su repartición y disposición general, parecido al templo de Salomón.

Igual disposición, en efecto, aunque en mayor escala, encontramos en el famoso templo hebreo, según nos lo describe Hirt: la misma división en dos secciones, una más principal que otra, que sirve de oratorio ó santuario, donde en el templo fenicio se figuraba el sepulcro de Hércules, y en el Tabernáculo israelita el Arca, y en el soberbio edificio del hijo de David el Sancta Sanctorum. En los tres edificios, si tal nombre puede aplicarse al Tabernáculo del Desierto, el cual, compuesto como estaba de columnas portátiles y cortinas, se armaba y desarmaba siempre que convenía; en los tres, repetimos, se observan dos cosas muy dignas de atención: la disposición bíblica, la ornamentación puramente fenicia. La disposición se reduce, en cuanto al interior, á una capilla ó lugar santo, y más adentro otro santuario reservado y principal; y por lo que hace al exterior, á espaciosos lavatorios y pórticos. La ornamentación consiste toda en columnas con basas y capiteles de formas convencionales y hieráticas, esculturas de oro y otros metales, abundancia de bajo-relieves simbólicos, maderas preciosas ó ricos jaspes revestidos de láminas de oro y plata, industria en que según la Sagrada Escritura (1) descollaban singularmente los sidonios. Grandemente, pues, debieron parecerse en su estilo arquitectónico la obra de los fenicios de Cádiz y la de los fenicios contratados por Salomón, pues cuando leemos las descripciones de Ocampo y Horozco, involuntariamente recordamos los versículos del libro de los Reyes que nos muestran el famoso templo de la Ciudad Santa. Tenía el Oráculo, dice el sagrado texto, 20 codos de largo, 20 codos de ancho y 20 codos de alto, y le cubrió y revistió (Salomón) de oro purísimo. Aun

(1) Carta de Salomón á Hiram. rey de Tiro: lib. III de los Reyes, cap. V. v. 6.

la parte del templo que estaba delante del Oráculo la cubrió, con oro acendrado, clavando las planchas de oro con clavos de lo mismo. No había parte alguna dentro del templo que no estuvie se cubierta de oro. É hizo adornar todas las paredes del templo alrededor con varias molduras y relieves, figurando en ellas querubines y palmas, y diversas figuras que parecian saltar y salirse de la pared. El citado Hirt, en la restauración que ha publicado de este templo, le presenta circundado de aposentos dispuestos en tres zonas ó pisos, de las dimensiones que trae el cap. VI del libro III de los Reyes, guardando analogía con el templo de Pafos; además le supone erigido en el centro de varios atrios ó lonjas, la inmediata al templo, para los sacerdotes, la que seguía á esta y la rodeaba, para los judíos, y la última ó más exterior, para los gentiles, con sus columnatas ó pórticos correspondientes, según se practicó y se siguió practicando siempre en todas las grandes construcciones religiosas del Oriente, desde el primer tabernáculo hasta la última mezquita (1). Chiram llama Josepho al Hiram de la Vulgata, artífice

(1) Es digna de mencionarse la descripción que hace Josepho de las construcciones que rodeaban el templo. «Mandó levantar en todo su circuito una valla de 3 codos de altura, llamada gisón en hebreo, para estorbar la entrada á los seglares, reservándola á los sacrificadores y levitas. Fuera de este recinto erigió otra especie de templo de forma cuadrangular, rodeado de grandes galerías con cuatro espaciosos pórticos mirando á los cuatro vientos, y cuatro soberbias puertas enteramente doradas; aquí sólo podían entrar los que se hallaban purificados según la ley y estaban resueltos á observar los mandamientos de Dios. Esta construcción era tan admirable, que no hay términos con que describirla: para hacer la nivelación de su base en lo alto de la montaña en que asentaba el templo, fué menester terraplenar un abismo de 400 codos de profundidad donde había un valle que no podía mirarse de arriba sin horror. Hizo por último rodear este segundo templo con una doble galería sostenida en dos filas de columnas de una sola pieza, y las puertas de esta galería, que eran de plata, estaban adornadas de madera de cedro.>>

El mismo diligente historiador saca de los Anales de Fenicia y de Tiro, traducidos en lengua griega por Menandro, el siguiente pasaje sobre las construcciones del rey Hiram. «Muerto Abibal, rey de los tirios, sucedióle su hijo Hiram, que vivió 53 años y logró 34 de reinado. Este príncipe agrandó la Isla de Tiro (Tiro fué isla hasta que Alejandro Magno la unió al continente) por medio de terraplenes artificiales, y este aumento tomó el nombre de Campo-grande. Consagró una columna de oro en el templo de Júpiter, é hizo considerables cortas en el monte Líbano para las armaduras de los templos, porque mandó demoler los antiguos y

consumado en la ornamentación y fundición, de quien se valió el rey de los judíos para decorar su templo. Lo que para él labró puede en cierto modo considerarse como tipo probable de la exornación del templo gaditano, y creemos que la mera enumeración de partes que la Biblia y el historiador judío nos ofrecen de consuno, basta para demostrar la universalidad que en la época á que nos referimos había alcanzado la lujosa ornamentación ninivita.

Las columnas que fundó Chiram ó Hiram no pertenecían á ninguno de los órdenes que regularizó el genio griego: su tipo está evidentemente en la gran ciudad de Belo, en la época en que la Asiria y el Egipto estaban en comunicación directa (1).

Cada una tenía 18 codos de altura, dando vuelta al fuste una moldura; sus capiteles, de cinco codos, estaban rodeados de una red de cadenas entrelazadas entre sí; en cada uno de ellos había siete hileras de mallas ó trenzas sobre pezones de granadas. Las columnas del pórtico tenían capiteles labrados en forma de azucena, y encima sobresalían otros capiteles entre mallas, y entre los dos capiteles de cada columna había doscientas granadas repartidas con grande artificio. ¿Quién no reconoce desde luego en estas columnas la arquitectura llevada por los artistas de Menphis á las orillas del Tigris? El mar ó

ruinosos y construir otros que consagró á Hércules y á Astarte. Él fué el primero que levantó una estatua á Hércules en el mes que los macedonios llaman Peritius (que es el mes de Febrero). Antiquit., lib. III, cap. II.

Dion habla también de las grandes sumas invertidas por Hiram en construcciones de templos.

Por último, el citado Josepho (loc. cit.) cuenta maravillas de las obras de comodidad y recreo que Salomón llevó á cabo, donde entre deliciosos jardines y bosques embalsamados y de fresca sombra, descollaban edificios de blanquísimo y pulido mármol, de oro y plata bruñidos, de oloroso cedro, con incrustaciones de piedras preciosas y otros artificios que denotan un grado de perfección sumo en todas las artes de lujo y ostentación. Por donde vemos claramente que la cultura ninivita y babilónica, á la cual la arqueología moderna asigna la prioridad en vista de los monumentos hasta hoy conocidos, había ya invadido en tiempo de Salomón toda la región asiática que baña el Mediterráneo.

(1) Layard fija esta época entre las centurias 14.* y 9.a antes de J. C. Nineveh and its remains. Part. II, cap. I.

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