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habiéndose arruinado muchas veces en los pasados siglos, las sucesivas restauraciones la han ido despojando de su primitiva forma. El historiador gaditano cuya autoridad tantas veces citamos, asegura haber conocido en ella una notable restauración hecha por la nación veneciana, cuyo trato y navegación por aquellos mares fueron de mucha importancia en algún tiempo: restauración comprobada por una gran piedra blanca que había en lo más alto del edificio á la parte del mediodía, figurando el león alado de San Marcos con diadema en la cabeza y un libro abierto en las manos. Añade que en el año 1587 volvió á desplomarse la mayor parte de ella, y no habiendo dónde hacer el farol y atalayar los mares, de lo que se seguía gran perjuicio para la ciudad, se dispuso reedificarla restituyéndole su primitiva altura; mas cuando iba ya á terminarse la restauración, se desbarató por culpa del oficial que la iba haciendo en falso. La torre que los fenicios construyeron, emplazáranla ó no donde está hoy la de San Sebastián, debió ser semejante al célebre faro de Alejandría, y al que después se erigió en Mesina. Nada pudo averiguar Horozco respecto del nombre que los fenicios le dieron; pero en cuanto á su historia, leemos (1) que el escritor árabe Ibnu Ghalib, en su obra titulada Contentamiento del alma en la contemplación de las antigüedades de Andalucia, cuenta como el más notable de los monumentos de Cádiz dicha torre con el ídolo que descollaba sobre ella. No tiene esta torre igual en el mundo, dice, exceptuada otra de la misma forma que se eleva sobre un alto promontorio de Galicia. Es notorio que mientras perseveró el ídolo sobre la torre de Cádiz, los vientos refrenados dejaron de soplar en el Estrecho hacia el Océano, de manera que no podían los navíos salir del Mediterráneo; mas cuando fué derrocado en los primeros años del reinado de los Beni-Abd-el-mumen, cesó el encanto, y los bajeles de toda especie pudieron ya recorrer impunemente los mares.

1) ALMAKKARÍ. Lib. I, cap. V.

Otro autor árabe del siglo XII, en su libro llamado Giarafiyya, describe así la torre y el ídolo de que vamos hablando: ‹había en Cádiz una torre antigua y cuadrada de 100 codos de altura, construída con grandes piedras admirablemente unidas entre sí por medio de grampones de bronce. En su cima había un pedestal cuadrado de mármol blanco, y sobre él una estatua que representaba á un hombre, de tan maravillosa forma y proporciones, que más parecía criatura viviente que cosa inanimada. Volvía el rostro al mar de occidente, dando la espalda al norte: extendía el brazo izquierdo apuntando á la boca del Estrecho entre Tánger y Tarifa, y unía el derecho al cuerpo como ciñéndose la vestidura: en la mano derecha tenía como un bastón ó vara con que señalaba al mar. Pretenden algunos autores que lo que tenía eran unas llaves, pero es error; yo ví muchas veces este ídolo y nunca pude descubrir en él otra cosa más que la vara mencionada, en posición vertical y un tanto levantada del suelo. Me consta además por el testimonio de personas veraces que presenciaron el acto de remover ó derribar el ídolo, que la vara era pequeña y tenía en la punta como un diente de almohaza. No se sabe con certeza qué artífices labraron la torre y su estatua. Mes'udí en sus Praderas de oro atribuye su construcción á Al-jabbar, el mismo que fabricó los siete ídolos del país de Zinj, mirándose unos á otros; pero se cree como más probable que la erigiese alguno de los antiguos reyes de Andalus para que sirviese de guía á los mareantes, por cuanto tenía el ídolo su brazo izquierdo extendido hacia el Bahru-z-zokák (Estrecho), apuntando á su entrada como en actitud de mostrar el camino. No faltaba quien creyese que era este ídolo de oro puro, porque cuando el sol hería en él al despuntar ó al ponerse, despedía rayos de luz y presentaba los más brillantes matices, semejante al cuello tornasolado de la paloma silvestre... Cuando en los tiempos posteriores fué este ídolo derribado, ya los navegantes no podían regirse por él á la entrada y salida del Estrecho. Su demolición ocurrió del modo

siguiente: en el año 540 (A. D. 1145-6), al principio de la segunda guerra civil, el almirante de la flota Alí Ibn'Isa Ibn Maymún se rebeló en Cádiz declarándose independiente. Habiendo oído decir á los habitantes que el ídolo que descollaba en lo alto de la torre era de oro, se despertó su codicia y mandó que se bajase inmediatamente. Mucho trabajo costó verificarlo, pero cuando llegó la estatua al suelo se vió que era de bronce, cubierta sólo con una ligera chapa de oro, que produjo 12000 dinares del mismo metal (1).

Andando los tiempos, sustituyó al ídolo (2) una linterna sobre una especie de capitelillo, donde á la hora de anochecer se encendía fuego de alquitrán ó de leña seca, al cual, apenas visto, seguían otros fuegos en la torre de la Almadraba de Hércules, en el castillo de Santi-Petri, y en las demás torres del Estrecho de Gibraltar, reino de Granada, Murcia, Valencia, Aragón y Cataluña. Continuábase esta seña diversas veces en la noche, correspondiéndose unas atalayas con otras para mayor vigilancia, y siendo la primera en levantar el fuego la torre de San Sebastián. Si descubría enemigos ó llegaban á ella de noche, disparaba una pieza de artillería que para esto tenía dispuesta, esparciendo la luz tantas veces cuantos bajeles divisaba, y si era de día, además de tirar con la pieza hacía seña con ahumadas. La torre de San Sebastián que vemos hoy formando parte del castillo del mismo nombre, fué fabricada por los años 1613, siendo gobernador de Cádiz don Fernando Quesada Ulloa: es cilíndrica, de ciento veinte y ocho piés de altura, y termina en un fanal, cuya luz gira en torno con claros y oscuros de un minuto.

También el puente de Zuazo fué obra de los fenicios en opinión de algunos historiadores: su fundación debe perderse

(1) ALMAKKARÍ, lib. I, cap. VI.

(2) Entiéndase esto en el supuesto, de que parte Horozco, de que la torre senicia estuviese donde está hoy la de San Sebastián.

en la noche de la antigüedad por lo mismo que ha sido objeto de las galas de la fábula.

Un antiguo rey de Iberia, cuenta ésta, por nombre Híspalo, tenía en Cádiz una hija de extremada hermosura, cuya fama volaba entre varias gentes, por lo cual vinieron á pretenderla por mujer tres príncipes mancebos. Todos tres la pidieron á su padre haciendo magníficas demostraciones, que, al paso que regocijaban á la corte, manifestaban su ingenio, su gran poder y gentileza. Fatigado el padre de su importuna pretensión, y deseando no provocarlos á enojo y discordia, indeciso sobre á cuál de ellos la daría, halló un medio que le pareció excelente para esquivar el compromiso, y fué ofrecer que su hija sería esposa del primero que llevase á cabo uno de tres soberbios edificios que les señaló. Era uno de estos un puente que uniese la Isla gaditana con el continente de la Bética, salvando el caudaloso brazo de mar que los separa. El príncipe á quien esta obra colosal cayó en suerte, hizo pacto con el demonio, y con esta ruín y mala ayuda triunfó de sus competidores terminando su edificio antes que los otros el suyo, y obtuvo en recompensa la mano de la hija del rey.-Esta conseja tiene un significado que fácilmente habrá comprendido el lector, á saber, que el puente de Zuazo es una de aquellas obras que en la opinión del vulgo exceden de la medida común de las humanas empresas. Hízose, según Horozco, por industria de alguno de los ingeniosos y estimados artífices que hubo en la ciudad de Tiro (1); según otros, fué obra de cartagineses; no pocos la consideran construcción de romanos. Tal parece su fábrica actual, sin que podamos asegurar que no haya precedido á ésta otra fenicia.

Cúmplenos hacer breves indicaciones de lo que habría de más notable entre las construcciones fenicias que ya no existen, además del templo de Hércules, de la gran torre y del maravi

(1) «Me atrevo á estimar á este puente por el mas famoso y único que puede aver en el mundo, fabricado de solamente grandísimas losas, trabadas unas con otras sin ninguna mezcla ó material.» HOROZCO, Hist. de Cádiz.

lloso puente.-Donde están hoy las ruinas que en forma de peñascos se ven cerca del castillo de Santa Catalina, se levantó ó bien una fortaleza, ó el templo de Saturno que según Estrabón erigieron los fenicios en el extremo occidental de la Isla, contiguo á la ciudad de Gades. -Cerca de la Caleta estaba el puerto fenicio, no en lo que conocemos con el nombre de bahía; y afortunadamente podemos hoy aventurar alguna conjetura acerca de su forma. Todos los puertos fenicios que en la costa africana, en el Zeugis y el Byzacium ha descubierto, explorado y medido, el sabio ingeniero M. Daux, como el de Utica, el de Cartago, el de Hadrumeto, el de Thapsus y otros, presentan como singularidad característica, la forma cuadrada, con los ángulos en segmento de círculo (1). Esta misma forma, puesto que fenicios fueron sus constructores, ofrecería sin la menor duda el puerto de Gades. Iguales serían también la disposición y construcción de uno y otros: frente cerrado, entrada por el costado, gran dársena con una especie de castillo en su centro, que llevaba el nombre de palacio del Almirante, el que se unía á la tierra firme por una especie de puente ó lengua de tierra (tania); muelles espaciosos en todo el contorno interior de la dársena, á excepción del lado que hacía frente al mar, con vastos almacenes, depósitos y talleres, salones embovedados, dispuestos en varios pisos, con terrazas enlosadas encima; astillero contiguo á la dársena, etc.

Claro es que un pueblo industrioso y comerciante, como eran los fenicios, no podía ceñir sus establecimientos á la reducida Isla gaditana. El caudaloso Betis les franqueaba la entrada á las hermosas y pingües llanuras donde luego descollaron Sevilla y Córdoba: en los estuarios del Estrecho y del Océano tenían puertos seguros para sus naves, y enriscados islotes para atalayar los mares; desde muchas alturas de la zona marítima

(1) Recherches sur l'origine et l'emplacement des emporia phéniciens, etc., por A. DAUX. Véase en esta interesantísima obra la restitución gráfica del puerto de Utica, láminas V, VI, VII y IX.

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