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cion, sino que la fortuna tiene coxos á muchos con la aborrecida pobreza. Dado, pues, su alarde tan cumplido, señaláronse allí por maestre de campo á D. Juan Gomez de Villandrando, vecino de Valladolid y sobrino del Conde de Ribagorze, mozo de hasta 20 años y hombre que de más de 40 parecia en christiandad y ánimo; y señalaron por theniente de gobernador á un caballero valenciano, que se dijo D. Juan Boyl, hombre de más de 60 años, bandulero (1), cosa que fuera mejor no conocelle el Gobernador ni los súbditos que llevó á cargo, porque fué por almirante de la armada, y cada dia estropeaba soldados, pensando vengarse de los agravios recibidos en sus bandos en Valencia. El Maestre de campo fué por capitan de la nao vizcaina, y el Gobernador iba en la nao capitana, que era una urca muy grande y buena velera. Pues yendo en el alarde, el Maestre de campo quiso enseñar la gente al Duque y á la Condesa de Niebla, su madre: ciertos caballeros valencianos agraviáronse dello, y dixeron que no eran soldados, sino caballeros, pensando de trabar con el Maestre de campo; que como el Gobernador y el Theniente fuesen valencianos, no podian tragar al Maestre de campo, porque era tan buen caballero, que todos los castellanos se aficionaban á él; y como él no hacia mucha cuenta de los dones, que eran muchos y algunos parecian hallados por ahí, así todos los valencianos les pesaba de que caballero tan mozo y castellano llevase tan preminente oficio como maestre de campo, porque cierto algunos caballeros valencianos eran muy buenos caballeros, por donde el Go

(1) Bandulero ó bandolero, está aquí por afiliado en un bando, como se deduce del sentido posterior.

bernador llevaba mala ventura, porque todos le tenian en poco y él á ellos en mucho, y así se creia que no podia dexar de haber otra Valencia en el rio de la Plata, digo en los bandos, porque habia muchas insignias dello. Mas Dios lo hizo mejor, que no permitió que se cumpliesen las voluntades de algunos caballeros, que decian públicamente que no iban allá sino por traer con qué se poder vengar de los enemigos que acá dexaban en Valencia, y esta era la intencion que todos ó los más llevaban, y no que Dios se sirviese ni S. M. con su servicio medrase, y así, como todos ó los mas valencianos que iban en el viaje eran hombres de bandos y homicidas y fugitivos, ecepto algunos caballeros que iban muy honrados, mas al fin son valencianos y de menil (1) condicion, porque son de cuadrilla, no permitió N. S. que pasase el negocio para tanto mal como se sospechaba ya que habia de haber, porque sucedió lo que adelante diremos.

Allí en Sanlúcar el factor de la contratacion dió la instruccion á los oficiales de S. M., de la manera que habian de haberse con el señor Gobernador en el gastar de los bastimentos, y ellos quisieron usar luego sus oficios; mas el Gobernador no lo hobo por bien, porque comenzó á querer mal desde España, y así ni él ni ellos nunca se pudieron concertar en nada, como se dirá en lo que pasó adelante. El factor, Andrés de Montalvo habia solicitado por el Gobernador sus negocios en córte, aunque de principio le habia sido contrario, porque le conocia de allá de la tierra y no quisiera que llevara la gobernacion, porque siempre dixo lo que fue; y como vió

(1) Menil, manejable ó mudable: del verbo francés mener.

que S. M. le habia dado la gobernacion y que él se habia de volver á la tierra por factor, parecióle de confederarse con el Gobernador y ayudalle en lo que pudiese. Y como fue menester pedir muchas cosas á S. M., el Factor las solicitó á su costa en la córte, y el Gobernador ofreció al Factor, así por cartas como por terceras personas, que todo lo debia á él y que todo era para su servicio cuanto en el viaje él tuviese. Y así el Factor, con esto y con ser factor y con ser muy hidalgo, su profision era usar muy bien su oficio, aunque fuese rompiendo con el Gobernador, y así los otros señores oficiales ni más ni menos. De manera que el Factor de contratacion visitó las naos, y aunque las visitó, no por eso fué más proveida la armada de lo que fuera menester ni tanto, porque no faltó sino vino y carne y pescado y al postre agua como se dirá; de manera que más parecia gente que la llevaban condenada á galeras, que armada de Rey. Salimos, pues, de Sanlúcar á los 14 de Marzo de 1559 años, y luego quisieran los oficiales de S. M. ver como se gastaban los bastimentos como por la instruicion se lo habia dado el factor de contratacion; y el Gobernador les tomó los papeles y hizo que les quebraba con las manos, y dixo que no era aquello nada y que no se empachasen en nada, que él lo tomaba á su cargo, y que no se embarazasen con él en aquellas cosas. De manera, que tardamos desde Sanlúcar á Canaria tardamos diez dias y entramos en el puerto de la Gran Canaria dia de Nuestra Señora de Marzo, que fue víspera de Páscua, á donde nos detuvimos quince dias tomando leña y vino. Desde España hasta allí no comió la gente vianda ni bebió vino, porque no lo habia; no salió el Gobernador sino un dia en que le convidó el Gobernador de la tierra, y

con toda la gente estaba en tierra. Salióle á recibir la más parte de los caballeros que llevaba, hasta fuera de la ciudad de Canaria, á donde quedó con todos bien corto, porque como el Gobernador de la tierra, seyéndole el convite muy pensado y convidó el Gobernador de la tierra á todos aquellos caballeros, y él mandó que fuesen cuatro, los cuales fueron el Maestre de campo y el capitan Esteban de Sosa, y un sobrino del Obispo de Lugo y un caballero valenciano; de manera que para tan pocos hobo comida harta, porque tenia guisada comida para mas de treinta personas. Allí aconteció que, sobre cierta travesura que hicieron unos mozos, que fue hurtar unos dátiles de casa del almojarife (1), dieron mandado á la ciudad, y vino el Gobernador de la tierra al puerto, y traxo dos banderas de gente y armas, y hobo grande alboroto en la ciudad; y como nosotros estábamos embarcados y nos hizo buen tiempo, no paramos más allí.

Salímos de Canaria á los 7 de Abril: allegamos á Cabo Verde á los 16 del dicho, á donde sucedió en el camino que, antes que llegásemos á las islas de Cabo Verde, llevábamos muy buenas brisas; y como íbamos la costa de Berberia, el piloto mayor quisiera que no tomáramos á Cabo Verde, y el Gobernador mandó al Maestre de campo y le dixo que pusiese regla en el agua, porque no queria tomar á Cabo Verde, porque decia el piloto que no cumplia por poder pasar la línea equinocial. El maestre de campo respondió que no llevaba agua, ni vino, ni carne, ni pescado, ni cosa de bastimento, eceto pan; y que suplicaba al señor Gobernador que tomase puerto en Cabo Verde,

(1) Almojarife, oficial encargado en los puertos de la recaudacion de los derechos de importacion ó esportacion.

porque sino lo hacia, que no podria pasar su nao sin gran detrimento, porque su merced sabia que en Canaria no habia metido sino seis ó siete pipas de agua, y que si eso pensaba, porqué no dió aviso, y metiera agua y leña como él sabia que no la habia metido mas de para llegar á Cabo Verde. Y el Gobernador le comenzó á reñir y decir que aunque muriesen, que habian de pasar; el Maestre de campo respondió que él era su capitan y que era caballero y que no dexaria de seguir la nao capitana hasta morir. Visto esto, dijo el piloto de la nao á los oficiales de S. M. que iban en la misma nao vizcaina, el Factor y el Tesorero, que mirasen lo que al servicio de Dios y de S. M. convenia, porque si de Cabo Verde pasaban sin tomar puerto, que Dios milagrosamente bien podria llevarles volando, mas que navegando, de toda imposibilidad era imposible poder ir, sin riesgo de la vida de todos, con los bastimentos que llevaban. Los oficiales se informaron bien del bastimento que llevaban, y sabido, pidieron parecer á todos los caballeros y gente de cuenta que iba en la nao, y todos respondian diciendo que el Gobernador lo habia ya tomado á pechos y que le tenian por hombre cabezudo y ajeno del parecer de nadie, y que pues era así notorio, que les rogaban, y si necesario era les requerian, que ellos como oficiales de S. M. le hablasen y le hiciesen tomar puerto, pues vian lo que á todos importaba. Visto esto, el tesorero Diego Velazquez y el factor Andrés de Montalvo, se pusieron á bordo y llamaron al Gobernador, y le hablaron rogándole que mirase la necesidad que habia de tomar puerto, y que no quisiese poner en tanto peligro tantas ánimas, porque el Maestre de campo decia que hasta morir le siguiria, aunque no diese á su gente sino a dedal de agua. El Gober

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