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Zaragoza felicitándoles por su alzamiento (1). Las tropas aliadas y catalanas se adelantaron á entrar en Zaragoza el 4 de julio; y el archiduque, que habiendo partido el 3 de Tarragona, no llegó hasta el 15, fué recibido con grandes regocijos y luminarias. Estuvo, no obstante, dos dias sin salir de palacio, hasta hacer la entrada pública y solemne, que verificó el 18. Empleó los dias siguientes en nombrar justicia mayor, y ministros del Consejo de Aragon y de la real Audiencia; hizo publicar un edicto mandando salir de la ciudad y del reino á todos los franceses, al modo que lo habian hecho ya Basset y Nebot en Valencia (9); escribió una afectuosa carta de gracias á los labradores y gremios de las parroquias de San Pablo y la Magdalena; asistió á una corrida de toros con que le

(4) «A los señores labradores (decia este documento) de la imperial ciudad de Zaragoza, y demas gremios y artesanos de ella, que Dios guarde muchos años. Señores mios: el suceso del dia 29 del mes pasado de haber proclamado á nuestro rey esa ciudad, y de quedar ocupado el fuerte por la influencia y disposicion de vuestras mercedes y demas amigos, he celebrado con especial júbilo, como tan interesado, asi por las glorias que merece esa ciudad, como por lo que logra S. M., á quien al mismo tiempo que tuve estas nuevas las puse en su real noticia; y yo lleno de vanidad pasé á ponderar à S. M. la accion tan generosa que han hecho los aragoneses, pues hallándose sin tropas han ejecutado con fina voluntad y glorioso ánimo lo que no hicieron los

catalanes ni valencianos: pues s este Principado se movió, fué en vista de una armada y con la presencia del rey; y si lo ejecutó Valencia fué preciso que pasasen tropas para poder los cubrir, etc.Tarragona, 1.° de julio de 1706.B. L. M. de vuestras mercedes su servidor; El conde de Cifuentes, Alferez mayor de Castilla.»

(2) Pero al salir los franceses en cumplimiento del bando, eran muertos ó maltratados por los naturales ó por los soldados del archiduque. Basset y Nebot en Valencia hicieron cosas horribles con algunos. Los desnudaron, los embarcaron atados, y á unos enviaron como en triunfo á Barcelona, y á otros hundieron en el mar, dando barreno al barco en que los llevaban.

obsequió la ciudad, y á una gran mascarada con que le festejó la cofradía de San Jorge; dió el grado de capitanes á todos los mayordomos de los gremios; formó una junta para el secuestro y administracion de las rentas de los eclesiásticos que seguian el partido del rey, y sin jurar sus fueros á los aragoneses, ni estos reclamarlos, partió de Zaragoza (24 de julio, 1706,) en direccion de la córte y á reunirse á su ejército de Castilla.

Abiertas comunicaciones y pudiendo ponerse en combinacion los tres ejércitos enemigos, el del archiduque que venia de Zaragoza, el de Valencia mandado por Peterborough, nombrado ya embajador de Inglaterra, y el del marqués de las Minas que habia estado en Madrid, y ocupaba á Alcalá y sus inmediaciones, y avanzaba á Guadalajara y Jadraque á recibir é incorporarse á su rey (28 de julio), parecia no podia ser mas crítica la situacion de Felipe V. dete- nido en Atienza hasta que se le juntaran las tropas francesas que le enviaba Luis XIV. su abuelo. Llegaron éstas al fin tan oportunamente, que poniéndose al punto en movimiento formó su campo el dia mismo que el de las Minas entró en Jadraque (1. De alli salieron los generales aliados á reconocer nuestro cam

(4) «Aqui perdi parte de mi ropa, dice Macanaz, porque el dia que entraron los enemigos (en Jadraque) no tuve tiempo de retirarla, pues estando comiendo

cuando sus partidas entraron en la villa, harto hizo cada uno de tomar su caballo y retirarse.»Memorias, cap. 56.

y

pamento desde una colina; el general portugués fué de opinion de que debia darse la batalla, porque creyó que las muchas tiendas que se veian eran engaño artificio el inglés Galloway fué de sentir que no solo no debia intentarse, sino discurrir la manera de salvar el ejército. Y prevaleciendo su dictámen, asi lo ejecutaron, emprendiendo la retirada por la noche, sin tocar tambor ni trompeta. Las llamas de las casas que iban incendiando fueron las que avisaron á nuestros reales la marcha y direccion de los enemigos, en la cual se los fué persiguiendo por la ribera del Henares, picando siempre su retaguardia, matándoles alguna gente, mezclándose á veces las tiendas, y obligándolos á pasar el rio, hasta Guadalajara donde hicieron alto.

Determinóse entonces dar un golpe de mano atrevido sobre la córte, el dia mismo que se creia habia de entrar en ella el archiduque: y destacándose á los generales marqués de Legal y don Antonio del Valle con un cuerpo de caballería, cruzaron éstos el rio, y por las alturas de San Torcaz cayeron antes de amanecer sobre Alcalá, sorprendieron y cogieron á algunos que iban de la córte á besar la mano al archiduque, é interceptarón un gran convoy de provisiones. Alli se les incorporaron el marqués de Mejorada, secretario del despacho universal, que iba con pliegos del rey para la villa de Madrid, don Lorenzo Mateo de Villamayor, alcalde de casa y córte, y don Alonso

Perez de Narvaez, conde de Jorosa, nombrado corregidor de Madrid en reemplazo del marqués de FuentePelayo. Y saliendo todos de Alcalá, enviaron delante un correo acompañado de dos guardias de corps, con carta para el procurador general de Madrid, en que se le prevenia que para las cuatro de la tarde tuviera reunido el ayuntamiento, para darle cuenta de un despa-cho del rey. El correo y los guardias entraron en Madrid al medio dia (4 de agosto, 1706); el pueblo los conoció, y comenzó á gritar: ¡ Viva Felipe V! Al alboroto que siguió á este grito montó á caballo el conde de las Amayuelas que mandaba en Madrid por-el archiduque, y con los miqueletes catalanes, aragoneses y valencianos que tenia á sus órdenes acometió é hizo fuego al pueblo, el cual enfurecido sostenia con valor la refriega. Batiéndose estaban pueblo y miqueletes cuando llegaron Legal y Valle con sus escuadrones: ni una sola persona encontraron desde la puerta de Alcalá hasta el Buen Suceso. Alli habia ya gente: al ver tropas del rey, por todas las calles resonaron las voces de: ¡Viva Felipe V! ¡mueran los traidores! Y el pueblo se apiñaba en derredor de la tropa, de modo que con mucho trabajo pudieron los escuadrones avanzar hasta la calle de Santiago, donde recibieron una descarga de los miqueletes, en tanto que por la parte de la casa de la villa se dejó ver el conde de las Amayuelas con gran plumero blanco en el sombrero. Dividiéndose entonces los escuadrones, soldados y

pueblo arremetieron por todas partes con tal furia, que, aunque á costa de alguna pérdida, lograron encerrar en palacio al de las Amayuelas y sus miqueletes, y desde alli continuaron haciendo fuego; pero sitiados, y no muy provistos de municiones, tuvieron al fin que capitular y rendirse, poniéndose á merced del rey (4).

Dueñas otra vez de Madrid las tropas reales, tratóse de si habria de aclamarse de nuevo al rey, pero el mismo Felipe avisó que no se hiciese, puesto que Madrid no habia faltado nunca á su obediencia y fidelidad, y solo por la fuerza se habia sujetado al enemi go. Acordóse entonces desaclamar, por decirlo así, al archiduque. Al efecto se levantó un estrado en la Plaza Mayor, y saliendo de las casas de la villa el corregidor y ayuntamiento con gran comitiva, y llevando á la rastra el pendon que se habia alzado para

(1) Hubo en esta entrada de religioso de San Francisco de Pauparte del pueblo los escesos que la, hombre revoltoso, que ya hacasi siempre se cometen en tales bia sido otra vez presc pcr haber casos. Fueron saqueadas las casas intentado rebelar á Granada.-El del Patriarca, del conde de San conde de San Juan, portugués, Pedro, y de otros que habian sido que se hallaba en Villaverde con desleales. El Patriarca, el obispo un fuerte destacamento de cabade Barcelona y los condes de Le-llería, noticioso del suceso de Mamus habian sido cogidos por las tropas yendo camino de Alcalá á recibir al archiduque, el cual creian que estaba ya en Alcalá, y que iba a entrar aquel dia en Madrid. A algunos de estos se envió fuera del reino, y á otros se los destinó al castillo de Pamplona. Alii fueron conducidos tambien el coude de las Amayuelas y su subalterno fray Francisco Sanchez,

drid, huyó hácia Portugal por caminos extraviados, pero en los pueblos de Castilla y Estremadura, asi que conociau que eran portugueses é ingleses, en todas par tes los recibian á tiros, hasta que fueron acabando con casi todo el destacamento, y por último á él mismo le cogieron herido. Este era el espíritu de los pueblos en las provincias del interior de España.

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