>> imponen el cariño que os profeso y la confianza que >>en mí teneis..... (").» Tampoco habrian venido mal al mismo anciano monarca algunos buenos consejos. Puesto que en vez de calmar con una conducta prudente y moderada los celos y la alarma de las demas naciones, las provocó y exasperó de modo que se envolvió él y envolvió á España en sangrientas luchas que acaso se habrian podido evitar. No contento con haber reconocido tácitamente en sus cartas patentes los derechos eventuales de su nieto á la corona de Francia; con irritar á la Holanda invadiendo bruscamente los Paises Bajos; con dañar é incomodar á la Inglaterra, lastimando sus intereses mercantiles, y cerrando á los buques de las dos potencias marítimas los puertos de España; con ponerlas en el caso de conféderarse con el Imperio, con Dinamarca y con Brandeburg para libertar los Paises Bajos de la ocupacion del ejército francés, impedir la reunion de las dos coronas de España y Francia en una misma persona, y la posesion que Francia pretendia de una parte de las Indias Occidentales españoles, y aun la agregacion de los Paises Bajos al dominio francés; todavía cometió (4) Memorias de Noailles, tomo II.-Los consejos, ó mas bien reconvenciones que le hacia en la misma carta, se referian á cierta indolencia ó apatía que decia notársele para el despacho de otros negocios que no fuesen los de la guerra, y quejábase que hasta las cartas que le escribia, asi á él co mo á la reina de España, eran dictadas por Louville. Lo cual acaso consistia en cierto humor hipocondriaco que se observó haber comenzado á dominarle en Italia, y que llegó á degenerar despues en una verdadera enfermedad y terrible padecimiento. otra mayor imprudencia, que puso el sello á todas las anteriores. Habiendo muerto el destronado rey de Inglaterra Jacobo II. (17 de setiembre, 1701), Luis XIV. hizo la locura de reconocer á su hijo como legítimo rey de la Gran Bretaña; acto que el pueblo inglés miró como un ultrage, como un atentado contra sus derechos y su independencia, y que hizo prorumpir á aquella nacion en un grito general de guerra' contra la Francia. Entonces el parlamento aprobó por unanimidad el tratado de la Haya, votó auxilios poderosos para el aumento del ejército y para los gastos de la guerra, y aprovechando Guillermo III. aquel espíritu tan favorable á sus miras, se apresuró á enviar á Holanda un cuerpo de diez mil hombres al mando del conde de Marlborough, y se preparó á pasar él mismo el estrecho para dirigir las operaciones de la guerra"). La muerte sorprendió á aquel belicoso príncipe cuando tan cerca estaba de realizar sus planes (8 de marzo, 1702). Pero el pensamiento estaba ya en el espíritu de la nacion inglesa, y no por eso se entibió el ardor nacional. Llamada al trono la princesa Ana de Dinamarca, hija de Jacobo, pero protestante y enemiga de la Francia; confiada por la nueva reina la administracion del estado á Godolfin y á Marlborough, versado el primero en los negocios de hacienda y de (4) John Lingard, continuacion de la Historia de la Inglaterra, cap. 15. y 16.-Belando, Ilistoria Civil, Parte III. c. 1 á 4. gobierno interior, distinguido el otro por su habilidad en la guerra y en la diplomacia: puestos los dos de acuerdo con el gran pensionario de Holanda Heinsius, renovóse la union de las dos potencias marítimas tan estrechamente como cuando habian sido regidas ampor Guillermo de Nassau. bas Mas si Marlborough llegó á reunir en los Paises Bajos un ejército de sesenta mil hombres, otros tantos mandaba alli el duque de Borgoña, nombrado por Luis XIV. general en gefe de sus tropas, dirigido por el mariscal Buflers; esto ademas de los cuarenta y cinco mil con que habia cubierto la frontera de Alemania. Sin embargo, no obtuvieron los franceses en aquella campaña las ventajas á que estaban acostumbrados, antes bien perdieron varias plazas importantes, entre ellas Venlóo, Ruremunda y Lieja. Tambien en la Alsacia presenciaron la rendicion de la de Landau. La guerra de Alemania habia sido declarada en la dieta de Ratisbona, y publicada en un mismo dia en Londres, Viena y la Haya (15 de mayo, 1702) contra Luis XIV. y Felipe V. como usurpadores del trono de España, y corria sus vicisitudes y alternativas, sostenida con habilidad por los generales del Imperio. Pero lo que puso mas en cuidado á la reina y al gobierno español fué la noticia de haber arribado á la bahía de Cádiz (julio, 4702) una escuadra anglo-holandesa de cincuenta buques de guerra, con los barcos necesarios para el trasporte de catorce mil hombres, de que era general en gefe el duque de Armond, y almirantes el inglés sir Jorge Rooke y el holandés Allemond. El objeto de esta espedicion formidable era apoderarse de Cádiz y de los puntos vecinos, y establecido un centro de operaciones irse derramando por el pais y promover un alzamiento general contra Felipe, para lo cual contaban con los adictos al Austria y con los descontentos del gobierno. El plan habia sido fraguado entre el príncipe de Darmstad, que desde Lisboa fué á incorporarse á la armada, y el almirante de Castilla, uno de los magnates enemigos del gobierno de Portocarrero, y hombre de muchas relaciones y mucho influjo en las provincias del Mediodía (). Razon sobrada habia para alarmarse y temer, atendido el estado de abandono en que la Andalucía, como todas las demas provincias, se hallaba; ruinosas (1) Cuenta el marqués de San Felipe en sus Comentarios, que algun tiempo antes habia sido enviado un comisario holandés á Cádiz, con la mision de esplorar el estado del pais, el de sus fuerzas militares, el de las plazas y castillos, el de la opinion pública, y el número y calidad de los parciales de Austria. Que de alli pasó á la córte, y se hospedó en la casa del embajador de Holanda, y am. bos hablaron con el almirante, el cual, enseñándoles un mapa de España, y alabándoles el pais de Andalucía, les informó de lo descuidadas y desguarnecidas que es taban las plazas, siendo como era la llave del reino. Que el holandés recogió la especie, y regalando al almirante un reloj de repeticion, le dijo: «Acordaos de mi cuando suene la campana.» Cou lo cual ambos se entendieron. «Asi se tramó, dice, una tácita conjura, comprendiendo el forastero esplorador que se debia atacar la Andalucía, y que no seria el almirante el postrero á declararse por los austriacos. Asi lo refirió á su vuelta al gobierno de la Holanda, etcétera.»-Belando, Historia civil, parte I. c. 22. y desguarnecidas sus fortalezas, sin provisiones sus almacenes, sin naves sus puertos, vacíos sus astilleros y arsenales, sin tropas de que disponer el gobernador de Andalucía, que lo era el marqués de Villadarias, pues al arribo de la flota enemiga apenas pudo reunir ciento cincuenta infantes y treinta caballos. No pasaba de trescientos hombres la guarnicion de Cádiz, sin provisiones ni municiones de guerra. La poca fuerza militar de España estaba en Italia y en Flandes, y toda la que habia en los dominios españoles no escedia de veinte mil hombres; la marina estaba reducida á unos pocos buques viejos y estropeados. Habia una milicia urbana en la nacion, pero sin instruccion ni disciplina militar; se habia obligado á los labradores y ganaderos á tener en su casa un arcabuz, y se habia inscrito por fuerza sus nombres en un libro, pero no habia otras señales de su existencia (1) Cuando parecia no haber medio de conjurar tan grave conflicto, la reina María Luisa de Saboya, con una resolucion, con un valor y una inteligencia superiores á su edad y á su sexo, reune su consejo, ofrece sus joyas para atender á los gastos de la guerra, y declara que está dispuesta á ir ella misma á Andalucía, y perecer, si es necesario, para salvar aquella provincia. (1) San Felipe, Comentarios, tom. I. pág. 30 |