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por ser los primeros pájaros que habían visto, pero mayor admiración tuvieron el día siguiente, que fué domingo, que encontraron gran abundancia de yerba entre verde y pajiza, que se veía en la superficie del agua, y que parecía haber si do arrancada poco antes de alguna isla, ó escollo; al día siguiente no la vieron, por lo cual afirmaban muchos estar cercanos á tierra. Especialmente viendo un cangrejo vivo, entre aquella yerba, la cual dicen era semejante á la yerba Estrella pero no tenía pié, y los ramos eran altos y estaba cargada de fruta como la del lentisco: después observaron que el agua del mar era la mitad menos salada, que la pasada, y aquella noche siguieron á las carabelas muchos atunes, y se acercaban tanto á ellas, y con tanta lijere. za, que mataron uno con un tridente los de la Niña, y estando ya á trescientas y sesenta leguas de la isla de Hierro, vieron otro Rabo de junco, ave llamada así porque tiene por cola. una pluma larga.

El martes siguiente, que fué 18 de Septiembre, había pasado adelante la carabela Pinta, que era muy velera y esperó al Almirante, y le dijo su capitán, que había visto muchos pájaros grandes volar hácia Poniente; por lo que esperaba ha llar tierra aquella noche y que le parecía verla hácia Tramontana, á quince leguas de distancia,

y en el mismo dia al ponerse el sol, creyó lo eran unos nubarrones; pero porque el Almirante sabía que no era así, no quiso gastar el tiempo en ir á reconocerla, aunque todos lo deseadan, puesto que no se hallaba en el sitio donde según sus indicios y razones había de estar, y aquella noche pusieron una boneta, porque el viento refrescaba, habiéndose pasado once días, en que no habían amainado las velas un palmo, navegando contínuamente á Occidente viento en popa.

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Del cuidado con que todos procuraban ver las señales en el mar, y el deseo de tomar tierra.

No dejaban de murmurar todos los de la Armada, viéndose tan lejos de todo socorro, y en navegación tan larga y peligrosa, y como nunca veian sino agua y cielo notaban, siempre con atención cualquier señal que se descubría; como los que estaban más lejos á tierra, que hasta entonces ningunas personas habían estado; por lo cual referiré todo aquello de que hacían alguna estimación, á lo menos en la descripción de este primer viaje pero no hablaré de otras señales de

menos importancia, que suelen verse regularmente muchas veces, y así digo que á 19 de Septiembre por la mañana, se puso en el navío del Almirante un Alcatraz, y por la tarde otro, que daban esperanza de tierra, juzgando que estas aves no se alejarían mucho de ella; con esta esperanza, estando en calma, sondearon en más de doscientas brazas, y aunque no hallaron fondo conocieron que iban las corrientes hácia Sudoeste.

El jueves 20 vinieron otros dos Alcatraces, y de allí á un buen rato otro, y cogieron un pájaro semejante á Garza, aunque era negro y tenía en la cabeza moño de plumas blancas y los piés como Anade; y abordo mataron un pececillo y vieron mucha yerba de la referida; al amanecer se pusieron en el navío tres pajarillos cantando, y al anochecer desaparecieron, dejando á la gente algún consuelo, porque consideraban que los otros, por ser grandes y marinos, podían mejor alejarse de tierra; pero estos tan chicos, debían de ser de país cercano, y de allí á tres horas vieron otro Alcatraz que venía de Noroeste. El día siguiente por la tarde, vieron otro y un Rabo de junco y descubrieron cantidad de yerba há cia el Norte por todo el espacio que podía alcanzar la vista, con la cual se consolaban algunas veces, creyendo venta de tierra cercana, y

otras les causaba gran miedo por que había manchas tan espesas, que en cierto modo impedian la navegación, y como siempre propone lo peor el miedo, temían les sucediese lo que se finje de San Amaro en el mar helado, que no deja mover los navios; por lo cual se apartaban de las manchas siempre que podían.

Volviendo á las señales, digo que otro dia vieron una Ballena, y el día siguiente, que fué sábado 22 de Septiembre vieron algunos Chorlitos, y también en aquellos días corrieron algunos vientos Sudoestes, más o menos hacia Poniente; y aunque eran contrarios al viaje del Almirante, decía la gente que eran muy buenos, y que ayudaban mucho á la navegación, y esta era una causa para que la gente murmurase más, pues decían que llevando siempre viento en popa, le tendrían contrario á la vuelta, y aunque alguna vez experimentaban buen viento, para volver decían que no era durable, ni bastante á volverlos por el camino que dejaban atrás; el Almirante los replicaba diciendo que aquello procedía de estar ya cerca de tierra, la cual no dejaba levantar las olas y les daba otras razones; afirma que entonces tuvo necesidad especial de la ayu. da de Dios, como Moises cuando sacó al pueblo de Egipto, pues el Domingo siguiente, 23 se levantó viento Hues-Noroeste, el cual turbó el

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