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opiniones del alma. Sola la palabra divina es mas viva y eficaz y mas penetrante que espada de dos filos (1).»

Estas palabras de fray Alfonso de Virues, insigne obispo de Canarias, sin duda alguna merecian ser estampadas en mármoles y bronces. Si dichas en cualquier tiempo merecen las mayores alabanzas ¿qué lengua bastará á encarecer el valeroso celo de este sabio Prelado, cuando osó poner en sus escritos tales razones contra el modo que tenia de proceder con los herejes el tribunal del Santo Oficio, ante cuyo nombre temblaban los grandes de la tierra sujetos a su jurisdiccion y prontos á caer bajo su yugo al mas leve descuido de la pluma ó de los labios?-Varones amantes de la humanidad que no temen sustentar las verdaderas doctrinas, en oposicion de la conveniencia y del orgullo insano, siempre serán respetados en todos los siglos, y bendecidos sus nombres y levantada

(1) Sunt qui velint modestè agi adversus hæreticos et omnia debere tentari priusque veniatur ad ultimum discrimem. Quæ omnia? Nempe ut verbis, solidis rationibus, conciliorum placitis, Scripturarum Sanctarum et sacrorum interpretum testimoniis doceantur, et convincantur. Omnis enim Scriptura divinitus inspirata, utilis est ad docendum, ad arguendum, ad corripiendum, ad erudiendum. Tim. 3. Quomodo autem erit Scriptura utilis nobis, nisi ea in his quæ recenset apostolus utamur? Video enim usu receptum esse apud plerosque, ut adversus illos agant literis et verbis, in quos non possunt sevire verberibus aut necibus grassari; quia si quæpiam miserum homuncionem nacti fuerint, in qua liberum sit illis animadvertere, mox arreptum infami judicio sistunt, in quo, ut celerrime absolvatur et ostendatur inmunis à culpa, criminis tamen notam nunquam non feret. Si vero aut aliorum consuetudine seductus, aut circumventus astutia, fortassis et incuria lapsus deprehenditur statim, non solida doctrina, non blandæ suasiones et monita paterna (tametsi patres gaudent appellari) sed carceres, flagra, secures aut faces expediuntur: quibus et si corpus afficitur supplicio, animus tamen non potest immutari. Solus enim ad hoc est idoneus, sermo Dei vivus et efficax, penetrabilior omni gladio ancipiti.-Fr. Alfonso de Virues-Philippica disputationes viginti adversus Lutherana dogmata, per Philippum Melanchtonem defensa-Philippica Décima Nona

á los cielos su memoria. Pero á pesar del valor con que están escritas tales palabras, la Inquisicion no hizo reparo alguno en ellas, ó no tuvo conocimiento del celo animoso de Fray Alfonso de Virues. Su obra por tanto no fué prohibida en los índices espurgatorios; y ni aun las palabras antedichas se vieron manchadas con la tinta que solian derramar los calificadores de aquel tribunal, cuando querian negar á las gentes venideras la cierta opinion de los mortales que florecieron en un siglo, donde la libertad de hablar estaba encarcelada por las mordazas del santo oficio, y oprimida por el temor de los tormentos y los castigos; donde las voces que salian del pecho para clamar contra la opresion se confundian con las quejas de los moribundos, se ahogaban con el humo de los suplicios, y se cubrian artificiosamente con las cenizas de las hogueras.

Pero aunque la mano robusta del conquistador tale sin piedad los campos que á las instancias de los labradores se habian vestido de plantas y árboles cargados de sabrosisimos frutos, no todos los ramos y yerbas son arrancados por la cuchilla de los enemigos. Algunos permanecen á la luz del sol contra la voluntad de los bárbaros destructores de la pompa y hermosura que dieron aquellas tierras, al verse solicitadas por la fatiga y por el arado. Y estos son tenidos como memorias de la felicidad habia derramado sus favores sobre los campos destruidos. Del mismo modo la opinion favorable á la tolerancia religiosa, que se lee en varios escritores rarisimos del siglo XVI, prueba que no todos los mortales, de entonces eran de parecer igual en esta materia al que en sus escritos, y en sus pláticas y acciones mostraban los inquisidores, sus parciales, los reyes y los ministros que los ayudaban en en el peso de regir los vastos dominios de la monarquía española.

que

Bien merece citarse en confirmacion de esta verdad
doctisimo caballero valencia-
muy honrado del em-

lo que escribia un célebre y
no que vivió en aquel siglo y fué

perador Cárlos V. Hablo de Fadrique Furió Ceriol. Este eminente político compuso una obra con el título del Concejo y consejeros del Principe, impresa luego el año de 1559 en Anvers, y dedicada Al gran católico de España D. Felipe el segundo. Furió Ceriol fué un hombre sapientisimo en las materias políticas. Desde sus verdes años revolvió muchos libros para entender el gobierno que tuvieron en los remotos tiempos los asirios, tebanos, atenienses, cartagineses y romanos: estudió las formas con que se regian en su siglo los pueblos mas principales de Europa y Asia: aprendio en la esperiencia las causas de las guerras y disensiones, cotejando las que afligian entonces los mas poderosos reinos de la cristiandad con las que se leen en las antiguas historias; y por último consultó una gran parte de su obra sobre la institucion del Príncipe con los mas grandes políticos que florecian en aquella edad bien fueran de los propios, bien de los estraños.

No pudo menos Fadrique Furió Ceriol de manifestar su opinion favorable á la tolerancia religiosa. En su opúsculo inmortal sobre el Concejo y consejeros del Principe, pone las siguientes palabras dignas de perpétua memoria: «Mui cierta señal es de torpe ingenio el hablar mal i apasionadamente de su contrario ó de los enemigos de su príncipe ó de los que siguen diversa secta ó de peregrinas gentes, agora sean moros, agora gentiles, agora cristianos; porque el grande ingenio vee en todas tierras siete leguas de mal camino: en todas partes hai bien i mal, lo bueno loa i abraza, lo malo vitupera i desecha, sin vituperio de la nacion en que se halla (1).»

(1) El Concejo y Consejeros del Príncipe, obra de F. Furió Ceriol, que es el libro primero del quinto Tratado de la institucion del Príncipe. En Anvers. En casa de la Biuda de Martin Nucio. Aùo MDLIX. › Furió Ceriol llamó á su obra Concejo y no Consejo, entendiendo que aquel nombre se deriva de la voz latina concio que en castellano equivale á Ayuntamiento. Esto, aunque no lo dice, se deja inferir de sus palabras: A este ayuntamiento muchos le llaman consejo, dándole el nombre del fin por do se inventó, en lo qual dizen mui bien; pero parecióme á mí por justas causas que me callo (por no ser prolixo)

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Pero aun mas patentemente declaró este sabio político del siglo XVI su parecer acerca de la tolerancia religiosa ⚫ en otro pasaje de su citado libro: «No hai mas de dos tierras en todo el mundo (dice Furió): tierra de buenos i tierra de malos. Todos los buenos, agora sean judíos, moros, gentiles, cristianos ó de otra secta, son de una mesma tierra, de una mesma casa i sangre; i todos los malos de la mesma manera. Bien es verdad, que estando en igual contrapeso el deudo, el allegado, el vežino, el de la mesma nacion, entonces la lei divina i humana quieren que proveamos primero á aquellos que mas se allegaren á nosotros; pero pesando mas el estrangiero, primero es el que todos los naturales (1).»

Palabras son estas harto notables y mas aun, introducidas en una obra que se publicaba bajo el amparo del gran católico de España don Felipe el segundo: aquel monarca que llevado de un ardoroso celo por la conservacion de la fe en sus dominios, hacia castigar en las hogueras á los que por su desdicha se dejaban vencer de las doctrinas heréticas: aquel monarca que, protegiendo á los católicos, perseguidos en las tierras donde prevalecian los protestantes, empobreció su erario; aquel monarca, en fin, que en guerras de religion hizo derramar á torrentes la sangre de sus vasallos y enflaquecer el vigor de la nacion española. Dudo que los inquisidores hubiesen leido las razones de Fadrique Furió Ceriol, encaminadas á aconse

nombrarle concejo. Esta obra fué muy célebre en su tiempo. Alfonso de Ulloa la tradujo en lengua italiana y la publicó en Venecia año de 1560.-Simon Schardió la trasladó en latín y el Padre Scoto la imprimio en Colonia en 1568. Cristóval Varsvicio, canónigo de Cracovia, la puso en la misma lengua y la estampó igualmente con un tratado suyo De legato et legatione en Dantzik el año de 1646.

(1) Hasta doctrinas liberales hay en esta obra. Véase en confirmacion de mis palabras lo siguiente. Esta es regla certissima i sin ecepcion, que todo hipócrita i todo avariento es enemigo del bien público, i tambien aquellos que dizen que todo es del rei i que el rei puede hazer á su voluntad, i que el rei puede poner cuantos pechos quisiere; i aun que el rei no puede errar.

jar á los príncipes lo mucho que se debe tener en cuenta la tolerancia religiosa para el feliz acierto en la gobernacion de los estados. Por eso creo que se escaparon milagrosamente de los ojos de aquellos que se daban el nombre de atalayas de la santa fe católica. Las obras de Fray Alfonso Virues, ilustre obispo de Canarias, y las del sapientisimo político valenciano Fadrique Furió Ceriol, honras uno y otro del siglo en que vivieron y de la nacion que los tiene por hijos, bastan á probar, contra los escritos de fanáticos aduladores del santo oficio, que habia en España durante los reinados de Cárlos V y Felipe II, donde tan valida andaba en los palacios y en los tribunales eclesiásticos la opinion de castigar con fuego y sin piedad de ningun linaje á los que caian en errores heréticos, varones sabios y amadores del bien que defendian, no sin riesgo de sus personas, bienes y nombre, la tolerancia religiosa. ¡Ejemplos que demuestran de un modo indudable cuán vanos son los esfuerzos que hacen la loca osadía y la conveniencia de los malos cuando pretenden esconder, ya que no destruir para siempre, la verdad, hija del cielo!

Pero ¿qué estraño es que hubiese en la monarquía española hombres que osasen defender la tolerancia religiosa y reprobar los castigos de fuego y deshonra, hechos en las personas de los que se desviaban de la religion católica, cuando algunos sabios se atrevian á manifestar, por medio de los escritos, su parecer opuesto al de los reyes y los inquisidores, acerca de mover guerras contra los pro

testantes?

En la obra de Juan de Sepúlveda, citada ya en el presente discurso, se trata la cuestion de si es lícito ó no al caballero y soldado cristiano guerrear contra los enemigos de la fe, y despues de largas disputas dicen los personajes del diálogo: «DEMOCRATES. Huelgo, Leopoldo, que >>te has fecho mas recatado que solias ser; porque siendo >>este tu parecer, que agora en pocas palabras dixiste, no >>ageno de la doctrina de Lutero, acordándote que habla>>vas en Roma y en el Palacio del Papa y no en Saxonia,

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