Tesoro del Parnaso español, poesias selectas castellanas, desde el tiempo de Juan de Mena hasta nuestro días, Volumen4Manuel José Quintana J. Alzine, 1817 |
Contenido
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Términos y frases comunes
agora agua alegre alma amigo amor Apolo aquesta ardiente áspides aura ayre baxo Belisa bella blando Cancion canto ciego cielo corona Cortes cruel deleytes delinqüente desdichado desprecio Despues Deucalion Dexa dice divino dixo dolor dulce dura enemigo engaño envidia espanto España esperanza estraño estrellas Etna fama Faon fiero flores floridito fortuna FRANCISCO DE QUEVEDO fuego Ganimédes Genoves gente gloria goza gusto halla hazaña hermosa hermosura Hernan Cortes humilde huye lengua Lésbos lisongero llama llanto lloro mano Mascaraque Mira montes mortal muda muero muerte muger mugeres mundo nació Neptuno Neron noche ofende ojos ondas osadía pecho peñascos piedad piélago Piéride pluma Poderoso caballero pudo Qualquiera Quando quejas quiero quiso Reyna rostro roxos sagrado soberbia sueño suerte sulcaré Tajo tambien Témis templo tierno tierra tormento triste trocado ufana valiente ventura verde versos viento vió virtud vive voces vuelve yelo zelos zelosa
Pasajes populares
Página 27 - Vencida de la edad sentí mi espada y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte 2.
Página 28 - No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice, nunca se ha de decir lo que se siente?
Página 29 - Señor Excelentísimo, mi llanto ya no consiente márgenes ni orillas ; inundación será la de mi canto. Ya sumergirse miro mis mejillas, la vista por dos urnas derramada sobre las aras de las dos Castillas. Yace aquella virtud desaliñada que fue, si rica menos, más temida, en vanidad y en sueño sepultada.
Página 27 - Salíme al campo ; vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados ; y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa ; vi que, amancillada, de anciana habitación era despojos ; mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.
Página 5 - ... el soldado valiente, y yo no puedo hallarte, aunque lo intente, entre mi pensamiento y mi deseo. Ya, pues, con dolor creo que eres...
Página 62 - Bien supo lo que se hizo Quien te echó donde te ves. Señoras , si aquesto propio Os llegare á suceder, Arrojar la cara importa, Que el espejo no hay por qué.
Página 4 - Con pies torpes, al punto, ciega y fría, cayó de las estrellas blandamente la noche tras las pardas sombras mudas, que el sueño persuadieron a la gente.
Página 26 - Huye sin percibirse, lento, el día, y la hora secreta y recatada con silencio se acerca, y, despreciada, lleva tras sí la edad lozana mía.
Página 277 - Que el céfiro halagaba mansamente: El brazal y esquinela burilada Rayos saca de luz como el oriente: Música forman, guarnecidas de oro Templadas piezas, al crujir sonoro.
Página 251 - De flámulas el aire y gallardetes Poblado divisó desde la orilla, Pálido el africano y sin aliento ; Del húmedo elemento Dividiendo los líquidos cristales, Y blandiendo Neptuno el gran tridente, Alzó airado la frente, De ovas coronada y de corales : «Quién me agobia con tanta pesadumbre La espalda?