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pero, al hallarlos desbandados en el camino, se dió á huir delante de ellos y no paró hasta llegar á Asturias.

Al tiempo que esto ocurría, el general francés Lefebvre Desnouettes salia de Pamplona hacia Aragón, seguido de 5,000 hombres y ochocientos caballos. Habían cortado el puente sobre el Ebro los vecinos de Tudela, y hubo de pasar el río en barcas, venció en Malleu y Gallur (12 y 13 de Junio) al Marqués de Lazán, hermano de Palafox y avanzó hasta Alagón (14 de Junio), donde se halló con el propio Palafox que, noticioso de la derrota de su hermano, salió á vengarla y defendió denodadamente, aunque sin fruto, con 5,000 paisanos, ochenta dragones del Rey, dos piezas de artillería y varios soldados y oficiales sueltos, la en

Bandera del Santo Cristo de Igualada que figuró en la gloriosa jornada del Bruch.

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trada de la villa. Retiróse Palafox á Zaragoza y aproximóse á la ciudad Lefebvre.

Esperaba á los franceses el primer fracaso en Cataluña. Dueños eran de Barcelona y de Figueras, y se juzgaban alli más poderosos é invencibles que en parte alguna. Creyó así Napoleón que podía sin peligro disponer para sus operaciones de fuera del Principado, de algunas de las fuerzas que en él tenía. Ordenó á Duhesme que enviase á Valencia una división de más de 4,000 hombres al mando de Chabrán y otra poco menor á Zaragoza á las órdenes de Schwartz. Detuvo á este último el dia 5 de Junio en Martorell un fuerte temporal y avisados los vecinos de Igualada y Manresa que venían ya ha dias soliviantados contra los franceses, tocaron á somatén, con lo que se reunió regular contingente de paisanos armados. (1)

Para evitar que pudiesen penetrar los franceses con sus cañones por la parte de

Igualada y de Manresa, derribaron los de Igualada gruesos pinos é interceptaron con ellos y con enormes piedras la carretera real que desde Igualada conduce al Bruch, mientras los manresanos cortaron el camino que desde Manresa empalma con dicha carretera. Lo cortaron abriendo un foso de 25 palmos de ancho por 17 ó 18 de profundidad.

Dióles ocasión para tanto, la exacta información de que dispusieron, gracias al

(1) Don Juan de Llimona, fabricante de Igualada y don Francisco Riero ó Ribera, hijo de un mercader de Manresa, fueron los primeros caudillos de igualadinos y manresanos respectivamente.

alcalde de Esparraguera que tenía en continuo movimiento buenos y seguros confidentes.

Luego de hechas sus obras de defensa, los igualadinos se apostaron en el Bruch, mientras los manresanos permanecieron guardando los desfiladeros de Casa Mas

sana.

La brigada del general Schwartz permaneció en Esparraguera una hora aproximadamente, de las 8 á las 9 de la mañana del 6. A esta última hora emprendió la marcha hacia el pueblo del Bruch, y al llegar aqui se detuvo para descansar y hacer comer el rancho.

A cosa de las 11 de la mañana, sonó el primer disparo y luego otro y seguidamente una descarga.

Sorprendidos los franceses, interrumpieron su faena y se aprestaron al com

bate.

Atacó la vanguardia de la brigada francesa rudamente, y logró hacer retroceder á los paisanos; pero no le duró mucho tiempo la alegria, porque la retirada de las avanzadas fué lo bastante lenta para dar lugar á la llegada de los somatenes de otros muchos pueblos, entre ellos los de Sampedor y Sallent y los manresanos que capitaneaba Mauricio Carrió, y aunque los franceses habían conseguido ya hacerse dueños de la posición de Casa Massana, hubieron acosados por el reforzado enemigo, de abandonarla, bien que procurando con sus fuegos contener las masas de paisanos.

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Antonio Franch.

Un nuevo oportuno refuerzo, el grueso del somatén de Igualada, capitaneado por Franch (1), vino á cooperar al éxito final, á la primera victoria obtenida en España contra los franceses. Y aún después de éste siguieron llegando nuevas y nuevas gentes á mezclarse en la lucha y combatir al francés.

Iba con el somatén de Sampedor un tamborcillo que es fama que con sus ince

(1) El 29 de Septiembre del año en que sale à luz esta historia (1902) fué colocado en la Galería de Catalanes ilustres del Ayuntamiento de Barcelona el retrato de don Antonio Franch y Estalella. Era Franch hijo de una acomodada familia igualadina y de linaje ilustre, y su posición era excelente cuando estalló la guerra. Fué Franch de los primeros en protestar de la invasión francesa. Socorrió desde luego con largueza en su casa solariega á cuantos soldados desertaban de Barcelona, y luego, secundando el grito de independencia, dado en Lérida el 28 de Mayo, formó parte de la Junta de notables igualadinos. Desde entonces, luchó uno y otro día sin descanso y con no poco perjuicio de sus intereses, hasta el final de la guerra. Falleció Franch en 1855 á los 77 años de edad.

santes y briosos redobles contribuyó no poco al triunfo haciendo creer à Schwartz que acompañaban á los paisanos tropas de línea. (1)

Por supuesto, cuando el descuidado Schwartz pudo enterarse de esto y oir el tambor, el desastre para los franceses estaba consumado. Había creído Schwartz que su vanguardia sería sobrada para abrirle camino, y se disponía tranquilamente á proseguirlo cuando vió llegar en confuso tropel à sus perseguidos soldados que venían llenos de pavor á reincorporarse en el Bruch de Dalt al grueso de la columna.

Entonces pudo convencerse del error que había padecido y que no eran unos pocos paisanos revoltosos los que como había imaginado le combatían, sino una enfurecida y desordenada muchedumbre

que, esgrimiendo las más extrañas y desiguales armas, saciaba su furor en los héroes de cien combates.

En vano quiso Schwartz organizar la resistencia y reparar el fracaso. El pavor de la desbandada vanguardia contagió á toda la columna. La caballería no podía maniobrar, el enemigo atacaba por todos lados à un tiempo y á un tiempo con toda clase de armas, sin presentar un grueso que combatir y en que utilizar con provecho de guerra los cañones.

Entonces oyó el general francés el tambor y, acaso contaminado también del terror que sentían sus huestes, é ignorante de la fuerza del enemigo que le combatía, creyó encontrarse frente á un ejército ducho en achaques bélicos y se declaró en retirada.

Huyó atropelladamente hasta Espa

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rraguera, siempre perseguido. Le aguardaba allí otra decepción. El pueblo, sabedor de su derrota, había tenido tiempo de prepararse y convertido su calle única en peligrosa carrera de obstáculos. Cuando entraron los franceses, cayó sobre ellos una lluvia de tejas, piedras y pesados objetos que desde azoteas y balcones les arrojaban los vecinos.

Sólo la noche pudo acabar con la sangrienta jornada, pues à merced de sus sombras consiguieron los franceses ganar Abrera, donde en el paso de un puente perdieron uno de sus cañones. Huyeron luego á través de Martorell y llegaron el 8 á Barcelona. Costóles la jornada del Bruch unos cuatrocientos hombres.

(1) El celebrado tamborcillo era un tal Isidro Llussá, labriego de Sampedor.

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