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Convínose así; y, mientras nosotros íbamos acopiando materiales para la ilustración del libro, á fin de presentarlo con la explendidez que nos caracteriza, los autores del texto nos remitían periódicamente el original estipulado, que deseábamos lanzar á la publicidad lo más pronto posible.

Por desgracia, los temores ó presentimientos del venerable anciano tuvieron funesta confirmación, cuando menos lo esperábamos, y Pi y Margall descendió al sepulcro, llorado por todos los españoles, antes de terminar la obra; dejó empero trazado por completo el plan y criterio que se proponía seguir hasta el final, de acuerdo con su colaborador, quien, desde aquel doloroso acontecimiento no se ha permitido punto de reposo para darle feliz remate en el término fijado.

A la formalidad, nunca desmentida, de esta Casa Editorial cumplía la antecedente explicación, encaminada á desvanecer dudas y evitar equivocados juicios: consignámosla gustosos en esta primera página, para inteligencia del público y testimonio del aprecio y alta consideración en que le tiene.

EL EDITOR.

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AL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

L empezar el siglo, España poseía en la Península lo que hoy posee: toda

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la tierra que se extiende desde los Pirineos y el golfo de Cantabria á los mares Atlántico y Mediterráneo, salvo al Oeste el reino de Portugal y al Sudoeste el peñón de Gibraltar, hoy como entonces en poder de Inglaterra. Poseía fuera de la Península, las islas Baleares, las Canarias, Ceuta, Alhucemas, el peñón de la Gomera, las islas de Fernando Poo y Annobon, las Marianas, las Carolinas y las Palaos, todo el Archipiélago Filipino, y allá en el continente americano, los inmensos territorios situados entre Chile y la Nueva California, salvo los que constituían al Oriente el Brasil, otro reino lusitano. Poseia, además, las islas de Cuba y Puerto Rico.

Durante el siglo lo perdió casi todo: del año 10 al 23 todo el continente de América; el año 98 Cuba, Puerto Rico y las Filipinas; el año 99 las Carolinas, las Palaos y las Marianas.

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No hay colonia que tarde ó temprano no aspire à su independencia. Alzáronse á fines del otro siglo las de la América del Norte y tras años de sangrientas luchas sacudieron el yugo de Inglaterra. Levantáronse después las nuestras, apro

vechando la invasión de la metrópoli por Bonaparte, y no cupo refrenarlas ni aún después de haber sido arrojados los franceses del territorio de la Península. Eran demasiado extensas para que una nación desangrada por la guerra pudiese llevar á todas su acción, sus fuerzas y sus recursos. Todas invocaban contra nosotros un cúmulo de agravios: nuestro mal régimen, nuestro despotismo, nuestras desmesuradas exacciones, la insolencia y la codicia de nuestros empleados, alli en breve tiempo enriquecidos.

Quedaron unidas á España, Cuba y Puerto Rico; pero no dejaron de conspirar ni de combatir por emanciparse. Quejábanse de los mismos abusos, tal vez en ellas agravados; y Cuba sostuvo dos largas guerras: del año 68 al 78 la primera, que terminó por un convenio; del 95 al 98 la segunda, á la que puso fin la intervención de los Estados Unidos, sacándola del poder de España. No menos cansada de nuestra dominación Puerto Rico, se entregó á los norteamericanos.

Las Filipinas las perdimos por estas y otras causas. Cuba y Puerto Rico tenían asiento en nuestras Cortes; no Filipinas: Cuba y Puerto Rico gozaban á la postre de cierta libertad y autonomia; no Filipinas. Clamaron inútilmente las Filipinas por que se las librara de los frailes, se les concediera representación en nuestras Cortes y se ensanchara las facultades de sus municipios; se alzaron también, y al fin se prestaron á ser contra nosotros los auxiliares de los yankis. Hicimos nosotros la iniquidad de venderlas á los Estados Unidos por veinte millones de duros. Por menos de seis millones vendimos después à Alemania las islas de la Micronesia.

III

Adquirimos algo en Africa. Añadimos en el Golfo de Guinea á las islas de Fernando Poo y Annobon la de Elobey, la de Corisco y la cuenca del Muni; al Noroeste, Río de Oro, un vasto desierto. Territorios, éste y el del Muni, de propiedad dudosa, han venido á ser definitivamente de España, por un tratado con Francia de 27 de Junio de 1900. Una comisión mixta los está hoy deslindando. El año 48 tomamos las islas Chafarinas.

IV

En el territorio de la Península no sufrió España alteraciones. El año 8 se vió invadida por los franceses, que quisieron incorporársela; pero tras seis años de lucha logró arrojarlos de sus fronteras, merced á la bravura de sus hijos, el apoyo de Inglaterra y los desastres de Napoleón en Rusia. Nuevamente invadida por los franceses se vió el año 23; pero sólo á título de intervención, no de conquista.

V

España tuvo también guerras agresivas. El año 5 peleó contra Inglaterra. Sola en el cabo de Finisterre y acompañada de los franceses en Gibraltar perdió

IX

sus mejores marinos y sus más poderosas escuadras. Intervino el año 47 en Portugal cuyas discordias acalló sin sangre. Batióse el año 59, junto con los franceses en Annam y Cochinchina. Llevó el año 59 sus armas á Marruecos, donde ganó, si no gran provecho, alto renombre. Fué el 61 con Inglaterra y Francia á Méjico en demanda de pago de créditos y reparación de agravios, y rompió con los aliados antes de conseguir sus fines, viendo que Francia se proponía levantar allí un trono para Maximiliano de Austria. El mismo año se reincorporó la isla de Santo Domingo, donde hubo de vivir en perpetua lucha hasta el año 65, en que se decidió á abandonarla. El año 66, por motivos frivolos estuvo en guerra con las repúblicas del Perú y Chile, de las que no salió ni vencedora ni vencida. El año 98, tuvo por fin con los Estados Unidos el más desastroso rompimiento.

VI

Pasó además la Nación por tres guerras civiles: la del año 33 al 40; la de los años 47, 48 y 49 y la del año 72 al 76; guerras todas de sucesión, promovidas ya por Don Carlos, ya por sus descendientes.

Añádanse á tan lamentables guerras numerosos movimientos revolucionarios: entre los de mayor trascendencia el del año 20, el del año 35, el del año 40, el del año 54 y el del año 68 que derrocó una dinastía, levantó otra y tuvo por término una república que pasó como una tempestad de verano.

A esas revoluciones correspondieron otros tantos movimientos reacccionarios: á la de 1820, la intervención de la Santa alianza y el feroz despotismo de Fernando VII; á la de 1840, la caída de Espartero y el mando de los conservadores; á la de 1854, el vencimiento y el desarme del pueblo por O'Donnell; á la de 1868, la sublevación de Sagunto.

Omito lo menor; á lo mayor me atengo.

VII

A pesar de tantas alteraciones y guerras, España progresó. Aunque con retraso en todo, siguió el movimiento de las demás naciones. En los medios de alumbrado, fué del aceite vegetal y mineral al gas, y del gas á la luz eléctrica. En los medios de transporte, fué del carro á la galera, de la galera á la posta, de la posta al ferrocarril y al automóvil; del barco de vela, al de vapor y al de hélice. En la construcción, adoptó el hierro y de hierro hizo soberbios puentes. Llegó á fundir en su mismo territorio máquinas para la agricultura y las artes. Las máquinas las substituyó en diversos ramos de la industria al trabajo del hombre.

Tiene hoy alumbrados con luz eléctrica aun pueblos sin importancia. Empezó

X

el año 47 sus ferrocarriles por el de Barcelona á Mataró, que media 27 kilómetros, y hoy cuenta más de 13,000 kilómetros de vías férreas. Para construirlos, debió vencer dificultades enormes: perforar cerros, cegar abismos, unir las opuestas márgenes de anchos y caudalosos ríos, orillar rápidas pendientes. Buques de vapor tenía 436 el año 98.

Adoptó en la transmisión del pensamiento cuantos progresos se hizo: el año 45, la telegrafía óptica; del 54 al 57, la telegrafía eléctrica; el año 74, la telegrafía cablegráfica; el año 77, la telegrafía telefónica. En el arte de imprimir, substituyó la prensa de madera por la de hierro, la prensa á mano por la de vapor, y la prensa sencilla por la de tirada y retirada, llegando á emplear esas poderosas máquinas rotativas que tiran por hora más de 100,000 ejemplares. Recientemente, próximo á expirar el siglo, introdujo las máquinas de imprimir en colores diversos, aplicadas con éxito á hermosas ilustraciones policromas.

En las artes gráficas, hizo también notables progresos. Perfeccionó el grabado en boj y conservó á buena altura el de acero, interin no se inventó métodos de reproducción más baratos y fáciles. Adoptó temprano el daguerreotipo: el 40 lo utilizaba ya en la España Pintoresca. Pasó fácilmente del daguerreotipo á la fotografía y hoy hace fotografías que compiten con las de adelantadas naciones. Emplea la fotografia y todos sus derivados.

Hizo publicaciones portentosas: la de sus Monumentos Arquitectónicos, desgraciadamente incompleta, que no creo tenga rival en el mundo, la Biblioteca de Autores Españoles, que consta de setenta y un volúmenes en folio á dos columnas y contiene los libros de nuestros mejores clásicos, y el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano.

Donde empero tuvo mayor desarrollo fué en las publicaciones periódicas. Sacó á luz gran número de diarios y un número mucho mayor de periódicos ya semanales, ya quincenales, ya mensuales: unos, los más, de interés politico; otros, de interés local; otros, de interés industrial; otros, de interés científico Progresó sobre todo desde la revolución de Septiembre. Antes, apenas había podido sostener periódicos ilustrados; hoy publica muchos, ya en negro ya en colores, que rivalizan con los extranjeros de mayor renombre.

La reseña que acabo de hacer es tranquilizadora. Lo sería más si hubiese bajado á describir algunas de nuestras ciudades, principalmente Bilbao y Barcelona, que admiran por su crecimiento y el rápido desarrollo de su riqueza. Barcelona se extiende hoy del Besós al Llobregat, del Mediterráneo al monte, y tiene espaciosas calles y plazas donde antes del año 68 tenia recias murallas y anchos fosos; y en la que fué cárcel y fortaleza, un hermoso parque y grandiosos monumentos. Sus calles modernas son paseos y alamedas: las hay en que las casas son todas de diferente estilo arquitectónico y ostentan hermosas columnas con arcos de bella labor y cariátides que sostienen elegantes galerias. No todo lo saerifican alli al interés, la propiedad, ni la industria: sacrifican también caudales á la belleza.

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