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necios y tontos; donde el dios de los epicúreos tiene la mesa más llena, y Baco tiene la mejor y más combatida bodega; y donde la justicia es más poderosa y rigurosa, y los bellacos más y más principales. Y nuestro señor, etc. De la córte 1.....

I No tiene fecha la carta; pero de presumir es la escribiese antes del año 1567, en que obtuvo el gobierno de las Canarias. La célebre carta de Los Cata-riberas, que más adelante se inserta, la escribió en 1560, en Toledo, estando allí la Córte, y él pretendiendo una vara de corregidor.

CARTA

ESCRITA AL CAPITAN MONDRAGON, EN QUE SE DESCRIBE

LA MILICIA DE UNA ISLA.

(Es útil para la noticia del lenguaje militar y algo del orden de la milicia.)

Muchos dias há que no he visto carta de vuestra merced: no sé si lo han causado las militares ocupaciones, en que su Majestad le emplea de ordinario, ó tenerme por hombre del otro mundo despues que estoy fuera de los términos y promontorios de España. Si lo causa la primera causa, no me parece que en buena amistad es bastante descargo, que, pues la pluma no embota la lanza, tampoco la lanza debe desjarretar la pluma. Y pues Julio César en el mayor fervor y conflicto de sus guerras y batallas escribia de noche todos los sucesos del dia, bien podria vuestra merced alguna noche escribir una letra á quien tanto la desea, y por obligacion de amistad antigua la debe. Y si esta

remision la ha causado la segunda causa, paréceme (con perdon de vuestra merced) ménos causa. Pues quien trae (como vuestra merced) tan delante los ojos la muerte, y quien en los recuentros, escaramuzas y asaltos anda cada dia casi á brazo partido con ella, no hay para qué deje de tener memoria de los que están en el otro mundo. Y porque en esta parte tengo por ménos inconveniente estar yo justamente quejoso de vuestra merced que no vuestra merced lo esté de mí, quise escribir ésta significando la milicia de esta isla ', para que entendiendo que yo escribo desde la guerra, se tenga vuestra merced por más obligado á hacerme lo que pido. Que tambien aquí se ofrecen peligrosas suertes del fiero Marte; tambien aquí la diestra Bellona tiene su escuela de armas, y áun tales discípulos en ella como vuestra merced entenderá por lo que se sigue.

Y pues del general es el primer lugar, será bien que primero tratemos de los generales de esta milicia y ejér cito; los cuales siempre son bachilleres, porque son los gobernadores que su Majestad aquí envia para administrar justicia. Andan con sus saboyanas y bonetes; sus armas ofensivas y defensivas son la vara. Es gran contento, y anímase mucho la gente de ver un general de estos manejar y revolver su mula, y más cuando algun arcabuz se dispara, que ella misma se revuelve y desmaneja, de manera que saca al general en un momento mil pasos del escuadron, y áun á veces arrastrándole por el campo.

La de Tenerife, de la cual y de las demas, denominadas Canarias, era el autor gobernador por los años de 1567 al de 73.

Está la milicia nuestra dividida en tres tercios, cuyas cabezas son tres maestres de Campo, ó por mejor decir, maestros del campo, porque saben harto más del campo natural que produce los frutos para el sustento de la vida humana, que del campo militar que los gasta y consume y son muy más práticos en lo de la Georgica de Virgilio y Agricultura de Collumela, que en las Reglas de Onosandro, ni en las de Vegecio: y así saben muy mejor cuándo y cómo se han de excavar y podar las viñas, sembrarse y escardarse el trigo, y derramarse las otras simientes en la tierra, que cómo se ha de juzgar la gente de guerra, ni cómo se han de hacer ni ordenar los escuadrones, ni cómo se ha de escaramuzar, arremeter, retirar, ni otra cosa alguna que al oficio de maestre de campo incumba.

Capitanes de infantería hay quince ó veinte, á los cuales algunos soldados no llaman capitanes, sino capitales enemigos, porque les hacen pelear sin sueldo con las cepas de sus viñas al tiempo de la cava y poda, en lo cual trabajan y sudan harto más que si peleasen con

crueles contrarios.

Pues los alféreces de estas capitanías, para plegar y desplegar las banderas, arbolarlas, ponerlas sobre el hombro izquierdo con gran bizarría, entregarlas al viento que se las tienda y haga tremolar y campear, y escondérselas cuando convenga, defenderlas hasta la muerte, perder las vidas de los cuerpos ántes que las banderas de las manos, bien hay entre ellos quien lo haga, y mayormente ahora que las banderas todas están nuevamente lucidas y renovadas como sambenitos; lo cual no era en años pasados, que en todas ellas no se

atáran diez maravedís de todas semillas, porque estaban muy rotas y maltratadas de largas guerras que con los ratones habian tenido.

Sargento mayor y menores hay muy diestros, que saben muy bien formar sus escuadrones en cuadro, en punta, en círculo y de otras muchas maneras; saben guarnecerlos y fortificarlos en la avanguardia y la retaguardia; saben sacar sus mangas de arcabucería, aunque algunas veces (si no son todas) la avanguardia va hecha vaga guardia, y la retaguardia ataharre, y las mangas todas rotas. Y es mucho de ver cuando alguno de estos sargentos, capitanes, ó maestres de campo guia un caracol cerrado, y al tiempo del deshacerle, verle que no atina más á salir dél que si se hallase en el centro del labirinto de Creta, ó en el buche de la ballena que tragó al profeta Jonas. El sargento mayor tiene gran cuidado de dar el nombre á las velas, y no nombres de Santiago, San Miguel, San Jorge ni otros santos, sino nombres de que ellos más gusten; y así unas noches les da por nombre la Vimbrera, Bel-terreno, ó Breña verde, que son unos pagos que hay de donde proceden muy buenos vinos; otra noche la Bermuda, porque es una badulaquera que hace muy gruesas morcillas; y otra noche la madre Rioja, que es otra madre Celestina.

Hay hombres de grandes cabezas y experiencia, que se juntan con el general á los consejos de guerra fuera de los regidores; aunque los regidores son tan sabios y expertos en las suertes de la malicia (digo de la milicia), que no sé yo si el Gran Capitan, ni el señor Antonio',

1 Probablemente Antonio de Leyva, el castellano de Pavía.

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