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grandes, que bastan por sí solos para merecer la atención y la admiración preferentes de la historia y del lector.

Don Rodrigo reclama indisputablemente el primer puesto en esta empresa, como promotor, organizador, actor y propulsor incomparable de la misma desde su iniciación hasta su consumación. Sancho el Fuerte, gallardeando entre los más egregios campeones del combate, conquistó para su reino, en el instante culminante de la lucha, el testimonio auténtico y glorioso de la preeminente cooperación de Navarra en pro de la independencia de España, testimonio que grabó en su escudo y que ha quedado, conforme reclamaba la justicia, como uno de los cuatro cuarteles del escudo nacional español, como perenne y viva memoria de la singular participación del reino vascónico en tan grande acontecimiento. (1)

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(1) A los dos loaba Aneliers, poeta provenzal, medio siglo después, en muchas ocasiones. Cantaba de D. Rodrigo: «Aquel de Toledo.-Que fo moltz Santz et justz e había nom Rodrigo.» (Canto II. v. 16 y 17.) De Sancho: «Un rey ac en Navarra, gaillart plus que leo.» (Canto II. v. 2.) «Molt gaillart molt pros e mult bon torneire.» (Canto IV. v. 6.) (*)

(*) La Guerra Civil de Pamplona.-Poema escrito en versos provenzales, por Guillermo Aneliers, de Tolosa de Francia, e ilustrado con un prólogo y notas por D. Pablo Ilarregui, miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra.-Pamplona-Imprenta de Longás y RipaAño 1847. (Está plagado de anacronismos increíbles acerca del rey Don Sancho.)

CAPITULO VIII.

(1212-1213)

En Burgos.-Ataques de los sarracenos en el campo de las Navas de Tolosa.Causa de la Primacía.-Toma de Alcaraz.-Carestia en Castilla.-Mejora del culto divino en la Catedral toledana.-Don Mauricio, Obispo de Burgos.-Campaña de Castilla y León contra los moros.-Don Rodrigo generalísimo de las fuerzas, y sus actos heróicos.—Su gran caridad.—Muere San Martín.—Relaciones con Roma.-Cancillerato Mayor.-Muerte de Alfonso VIII.—Cultura en Castilla.

Huyendo del foco de la epidemia y de los fuegos del sol, llegó la hueste cristiana rápidamente a la ciudad primacial, hacia el 10 de agosto, apogeo de la canicula. Antes no pudo ser. Pues si desde la salida de Toledo hasta el día del triunfo del Muradal corrieron 26 días, y 33 hasta la capitulación de Ubeda, el 2 de agosto, por lo menos emplearon 8 los beligerantes en el dilatado y accidentado camino del regreso, aunque viajaran aliviados de la impedimenta, sin inquietudes, al oreo refrigerante de las noches.

El rey y D. Rodrigo pronto se escaparon del horno de Toledo a la fresca capital de Castilla la Vieja, para descansar de las inmensas fatigas. El 18 de agosto, Alfonso VIII expedía en Burgos la carta de donaciones de Alcaraz en pro de Don Rodrigo, terminando el documento con aquella fórmula, que en el campo de las Navas le sugirió el Arzobispo, según notamos: «El año en que yo, el mencionado rey Alfonso, vencí en las Navas de Tolosa al rey de Cartago, no con mi mérito, sino por la misericordia de Dios.» (1) No hay duda que el monarca y su consejero se dedicaban también a promover la obra del Hospital de las Huelgas, que en el mayo anterior había donado Alfonso al monasterio con espléndida dotación (2) y con una organización muy semejante a la que tenía el gran Hospital de Roncesvalles, como lo refiere D. Rodrigo (3) conforme lo advertimos arriba. Lo que hace pensar que pudo ser el Arzobispo el inspirador de esa organización, ya que conocía a fondo la del de Roncesvalles. Según César Cantú lo dirigían los Hermanos y Hermanas de la Orden del Espíritu Santo, creada por Maese Guy, en 1204, en Roma, bajo los auspicios de Inocencio III, que era gran promotor de esta clase de obras. (4) Según otros, eran terciarios del Císter. (5)

Alfonso y Rodrigo tuvieron sobresaltos en medio de su descanso. A poco de re

(1) Según leo en el Liber priv. II. 191. r. la data es augusti, si no es octobris, del mismo año. No estoy seguro de mi interpretación. (2) A. Manrique.-Anal. año 1212. Véase allí la carta entera. (3) Lib. VII. c. 34. (4) Histor. Univ. Lib. VIII. Nota A. (5) Serrano. D. Mauricio. 16.

tirarse los cruzados, los moros cayeron sobre los castillos de Baños, Tolosa, Ferral y Vilches, que se vieron a punto de sucumbir, hasta que el ejército castellano, guiado por Gonzalo y Martín Núñez, derrotó a los sarracenos, y les quitó gran botin, junto a Vilches (1) en otoño de este año 1212.

Corto fué el descanso del monarca y del Arzobispo en Burgos. El 31 de octubre los hallamos en Segovia, según consta por la donación de Castroverde y sus aldeas a la Orden de Calatrava, por sus especiales servicios en la jornada de las Navas, habiendo perdido en ella a su valiente Comendador, D. Alfonso Fernández de Villadares. (2)

Al año 1212 pertenece la siguiente noticia, en la que debe fijarse particularmente el lector, para que la tenga presente en el momento en que discutiremos una cuestión capital en la vida de D. Rodrigo y en la historia de España. El docto P. Fita escribió en los últimos años de su fecunda investigación histórica, al disertar acerca de la predicación de Santiago en España, que Inocencio III no citó «<ante su tribunal con anterioridad a la celebración del concilio ecuménico (del año 1215) a ninguno de los Metropolitanos, que se negaban a reconocer por su Primado al Arzobispo de Toledo» (3) Pero esta razón, ajustada a modo de indisoluble argolla, en opinión del erudito jesuita, a la sentencia que sostiene, que Don Rodrigo no asistió al Concilio mencionado, no es verdadera. En el folio vuelto 113 del Liber privilegiorum Eclesiæ Toletano. II. se halla una Bula de Inocencio III, en que se ordena al Arzobispo de Braga, que envíe a Roma Procuradores autorizados, para resolver la cuestión de la Primacía con el Toledano, que era D. Rodrigo; dado en Letran, 12 de enero del año 16 de su pontificado. (1212) (4) Como el mismo Papa había escrito a D. Rodrigo el 1.o de junio del año anterior, no olvidaba este grave asunto, sino que lo preparaba para cumplir la promesa de hacerle justicía a su tiempo. El activo Arzobispo había enviado en fecha anterior un agente, que lo gestionara y el Sumo Pontífice le contestó con esta carta: «La petición que nos has presentado por medio de tu clérigo Mauricio, sobre el negocio de la Primacía, no la hemos admitido, no por no querer, sino por cautela. Queremos informarnos oportunamente de esta y otras cosas con el favor de Dios. Mas como por la invasión de los sarracenos, témese que amenaza a España un grave mal, en tales circunstancias no conviene levantar en España aquel pleito ruidoso, tanto más que esta providencia no será perjudicial para tí, que no te descuidas en tu derecho» (5) Lo que llama la atención en el requerimiento del Papa al Bracarense es su cambio de criterio. Aun persistía la formidable amenaza de la guerra del moro, que le movió a escribir en términos tan moderados al mismo D. Rodrigo, que le apremiaba en los días en que Anasir batía los muros de Salvatierra,y a pesar de todo, en los días, que más inquietamente se prepara la Cruzada para conjurar el peligro de la catástrofe, Inocencio excita al Bracarense para que envie sus procuradores. El origen de esta mudanza debe señelarse en la entrevista de D. Rodrigo con el Papa, cuando se presentó a solicitar las gracias de la cruzada concedida. En la coincidencia del breve y del paso algo anterior de D. Rodrigo por la corte pontificia está la clave. El Arzobispo Toledano urgió con toda su influencia y energía.

Las primeras noticias sobre D. Rodrigo en el año 1213 son guerreras, y las suministran su historia y los Anales Toledanos primeros (que contienen interesantes

(1) D. Rodrigo. Lib. VIII. c. 12, y Anales Toledanos primeros. (2) Bull. Sancti Jacob. p. 59. Argote. p. 98. (3) Razón y Fé. Tomo III. mayo 1902. p. 57. (4) Datum Laterani, II. idus januarii, Pontificatus nostri anno XVI. (5) Ap. 12.

pormenores para estos dos últimos años escasos de la vida de Alfonso VIII. (1) Impaciente el rey por atacar a los moros, y excitado por el ardor del Arzobispo, que no veía el horizonte del año teñido de oro y púrpura, sino de sangre y calamidades, reunió un ejército fuerte en Toledo, nutrido de las compañías de Madrid, Huete, Cuenca, Uclés y Guadalajara, y en el mes de febrero, salió a campaña, asistido del inseparable consejero D. Rodrigo, que llevaba su hueste. Y tras larga marcha, se asomó otra vez en los confines de Andalucía, por el Puerto de Muradal, donde cercó el castillo de Dueñas, antigua fortaleza de los caballeros de Calatrava, que la necesitaban para cerrar la fácil defensa de las invasiones moras por el puerto citado; y colocada en la falda de Sierra Morena, era un punto, a la vez inatacable por sorpresa, y cercano para acometer en el mismo desfiladero a los tenaces agarenos. Sugirióseles la idea de conquistarla luego en Calatrava, donde paró el ejército, y allí se les unieron los caballeros, al mando de su Maestre, Rodrigo Garcés. (2) Como castillo fuerte y guarnecido de moros aguerridos, tuvo que atacarlo varios días con máquinas, y después de ocuparlo, lo restituyó a los caballeros de Calatrava. Luego púsose sobre los castillos de Eznavexor y Castel del Río, que cayeron en sus manos para mediados de marzo, y espléndidamente fueron entregados a los Santiaguistas. Para este momento se les habían reunido los refuerzos de Toledo, de Maqueda y Escalona para dar cima a la empresa principal de la campaña, anhelado blanco de D. Rodrigo.

Allá, en medio de los montes Marianos, sobre un áspero y empinado collado, en la actual provincia de Albacete, erguíase con orgullo, una ciudad con su fortaleza, a la que llama el Arzobispo «famosa,» por ser foco y guarida de valerosas y jamás abatidas fuerzas sarracenas, que con sus siempre dañosas incursiones, tenían constantemente en zozobra extensas comarcas cristianas. Aquella ciudad era Alcaraz, ansiada presa de D. Rodrigo para la paz de la frontera y bienestar de sus diocesanos, que eran los que más sufrían de los moros de aquel espantoso nido de guerreros y bandoleros. Cercóla el rey, y tuvo que sostener un largo y activísimo asedio: porque los moros se resistían, apelando a todos los medios, saliendo de la ciudad para atacar a los cristianos, y quemando sus máquinas con matanzas; pue según los Anales «murieron allí más de dos mil cristianos en prender el castiello» Graves pérdidas. Pero al fin se agotó el valor sarraceno, y los cristianos tomaron la ciudad» el miércoles, 22 de mayo, víspera de la Ascensión en aquel año. Y purificada en el mismo día la Mezquita y consagrada a Dios por el Arzobispo D. Rodrigo, el día siguiente, fiesta de la Ascensión, se organizó por el piadoso Prelado una recepción procesional del rey en la nueva Iglesia, dedicada a San Ignacio, mártir, y solemnemente se celebraron luego los divinos oficios, con la asistencia del clero, que allí había. Atendiendo a esta solemnidad D. Rodrigo escribe, que ese día se tomó la ciudad. Esta tercera conquista sirvió para recompensar los extraordinarios servicios de su gran Canciller, D. Rodrigo, en forma más señalada que a las Ordenes Militares mencionadas, como exigían sus excepcionales méritos. Escribe Rades de Andrada «Dió el rey esta ciudad de Alcaraz al dicho Arzobispo de Toledo y a su santa Iglesia, y así la tuvo hasta el tiempo del rey D. Pedro, el cual, dicen, que la tomó para su corona real, y dió por ella al Arzobispo de Toledo la villa de Talavera. Mas por la escritura de esto parece que la dió el rey D. Enrique, su hermano, era MCDLX. Pudo ser que lo que D. Pedro tenía hecho fuera aprobado por D. Enrique.» (3) Alfonso, después de poblar fuerte

(1) Lib. VIII. c. XIII, y Anales, editados por Huici. 353 y 351. (2) Mondéjar. c. 107, y Rades de Andrada. (3) Crónica de Calatrava.-«Gobierno del Maestre Rodrigo Garcés».

mente de cristianos la nueva plaza, volvió a Castilla, pero, expulsando primero los árabes, tomó también el Castillo del Río de Opa. En San Torcuaz, villa y posesión de la Iglesia de Toledo y de D. Rodrigo, detúvose el rey en su compañía, para disfrutar de uno de los días más gratos de su vida. Allí estaban esperando al rey todos los seres amados de su corazón, su mujer, D.a Leonor, sus hijos Enrique y Berenguela, y sus nietos Fernando y Alfonso, hijos de la ex-reina de León, Doña Berenguela. Rodeado de todos y aclamado por su hueste gloriosa celebró la solemnidad de Pentecostés el 1 de Junio, oficiando con gloria, en acción de gracias a Dios, los divinos misterios el mismo D. Rodrigo, su íntimo. Una duda. ¿Qué significa la concesión de los décimos reales de Alcaraz que el año anterior hizo en Burgos el rey a D. Rodrigo, antes de su conquista, como claramente aparece en el documento citado? (1) No atino a descifrarlo, ni quiero formular hipótesis, que no nos darían luz clara. Lo indudable es que Alcaraz se conquistó el 22 de mayo, y año 1213, y que esa concesión es del año 1212.

Aunque hondos los regocijos de San Torcuaz, fueron cortos e incompletos para la familia real y para D. Rodrigo, el cual, como lo dice tristemente (2) veía posarse «el juicio de Dios, que visitaba a España» Seguía cebándose la peste, que ya afligía al pueblo, cuando en febrero se reanudaba la guerra, y todo presagiaba para ese mes un año horroroso, por las heladas incesantes de octubre, noviembre, diciembre, enero y febrero, y la sequía absoluta, que persistió rigurosa en marzo, abril, mayo y junio; y por eso añade el autor de los Anales Toledanos «e nunca tan mal anno fué, e non cogiemos nada, e fugieron los quinteros e ermaronse (quedáronse yermas) las aldeas de Toledo.» (3) Tal azote de heladas y sequía produjo el siguiente doloroso cuadro, que con lastimado pecho traza el compasivo Pastor y Ministro del reino, D. Rodrigo: «Hasta tal punto faltaron los víveres en todos los términos del reino, que los hombres que pedían pan, morían de hambre en plazas y encrucijadas, por no haber quien los socorriera, aunque el rey distribuía grandes limosnas, y los Obispos, magnates y la gente pudiente del pueblo hacían los imposibles para dar limosna a los pobres. Hubo esterilidad, no sólo en la tierra, sino en las aves, rebaños y ganado mayor, que por esa esterilidad, no procrearon, y por falta de paja y cebada muchos caballos y animales de montar perecieron.» (4) Pero advirtamos que esto era solamente initia dolorum, principio de las calamidades para el hambre del verano de 1213. Ya sobresalía la caridad inextinguible del santo Prelado, distribuyendo lo suyo, y excitando en todas las clases sociales el ejercicio de la caridad cristiana con toda clase de estímulos. Veremos cómo culminó esa caridad de D. Rodrigo desde el otoño de 1213 al verano de 1214, cuando llegaron a lo inaudito las calamidades de Castilla la Nueva, como las cuenta el mismo Arzobispo. Antes vamos a recordar algunos sucesos, que explicarán mejor la situación del reino y otras cosas más que afectan a la vez a nuestro héroe.

Llegóse a Toledo D. Rodrigo con la real familia en los primeros de junio. Durante su ausencia habíase cumplido una aspiración suya. El abad de Santo Domingo le vendió el 3 de marzo la villa de Cabañas de Yépes, de la diócesis de Toledo, sita entre Ocaña y Barrios, en 900 aureos, que recibió en el acto, en su monasterio de Silos, cediendo todos los derechos al Arzobispo; y delegó en un monje suyo llamado Domingo Guerrero, para que hiciera entrega de la villa a un

(1) Dice así: «era MCL décima octava die augusti? anno quo ego Alfonsus regem Cartaginis apud Navas de Tolosa... devíci. Cartul. de Priv. 11. f. 191. r. (2) Lib. Vlll. c. 13. (3) Huici. Las Crón. Lat. p. 354. (4) Lib. Xlll. c. 13.

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