Imágenes de páginas
PDF
EPUB

donación, que de todo Almagro le había hecho Enrique I. San Fernando dignamente declina en D. Rodrigo el derecho de darle el fuero que piden. Después de afirmar en el preámbulo: «Es necesario que los Reyes fortifiquen las fronteras y que animen con buenos fueros y laudables usos a los que luchan contra sus enemigos,» añade: «Os otorgo cualquier fuero de cualquier villa o ciudad del Reino, que os quiera elegir D Rodrigo, Arzobispo de Toledo, para vuestro fin.» (1) Y para que no surgieran disputas, ni dudas, el día siguiente confirmó el Santo Rey el hermoso documento de donación de Enrique I, que a su tiempo hemos extractado. En la provincia de Guadalajara y diócesis de Sigüenza se halla situada la famosa Molina de Aragón, último baluarte de los Laras, de donde ellos partieron para la morería, tras una discreta concordia, concertada por la Reina Berenguela entre la hueste asediadora de San Fernando y los defensores de la villa. Apenas se entregó ésta se disolvió enteramente el ejército Real. (2) El dueño de Molina, Gonzalo Pérez, se la había empeñado para 1222 a D. Rodrigo, bajo condición, de que si sobreviviera algún descendiente suyo, se la daría sin falta. D. Rodrigo extendió en Buriarfar, el 28 de Junio de 1221, el acta de acepta ción, diciendo: «Nos, Rodrigo, legado de la Sede Apostólica, recibimos lo sobredicho con ánimo agradecido.» El Arzobispo pidió al Papa la ratificación, y Honorio III le contestó el 17 de Marzo de 1222, que con gusto confirma la posesión «de la villa de Molina con sus pertenencias, donada liberalmente por el noble varón, tal como la posee justa y canónicamente, conforme se contiene en el instrumento más particularmente.» (3) Molina con el tiempo pasó a manos de la sobrina de San Fernando, D. María de la Molina, que como madre y Reina rayó entre las mejores hembras, que han cruzado a Castilla. Una bula de Honorio III, de 21 de Julio de 1222, nos entera, que el Arzobispo «retenía contra justícia, y rehusaba restituir»> (dice el breve) una propiedad de los caballeros de Santiago, en la villa de Lapar, y se intima en la bula a los abades de San Vicente del Monte y de Fundo y al Chantre de Ávila que le obliguen a cumplir su deber. (4)

En la vida de D. Rodrigo Jiménez de Rada debe calificarse el año 1223 año de los fueros, no porque en él otorgó la mayor parte y los principales, sino porque fué el año en que concedió mayor número, desplegando su cualidad de legislador, que alaba así una autoridad en la materia: «Su fecunda iniciativa lo mismo ejercitó en levantar magníficos templos y obras de utilidad pública, que en conceder fueros y privilegios, que vienen a ser a manera de código en miniatura para el régimen parcial de ciertos pueblos de su Arzobispado.» (5) Téngase en cuenta que los fueros propiamente dichos son volumisos, tales como el célebre de Alcalá, el de Brihuega y algunos más. Son cortas las cartas forales y ciertos privilegios. D. Rodrigo profesó especial cariño a Talamanca, nombre, que resuena constantemente en esta época, por la importancia de su nutrida población y por sus excelentes defensas; y por eso le vemos en esta villa al año de haber estado, el 27 de Enero de 1223, y le otorgó en ese día una carta foral, en que amplió los privilegios, que en el fuero suyo anterior tenía; y no sólo a la villa, sino a las aldeas, que integraban su Concejo. Declara el Arzobispo que se lo otorga por los grandes y gratos servicios, que recibió de ellos; y lo mismo dice de las aldeas de Alcalá de Henares, a las que concede en el mismo día otra carta fuero muy parecida.

(1) Liber priv. I. 31 y 37. Además en los folios 31 y 39 de ese mismo tomo del Liber hay dos donaciones del Rey Fernando a D. Rodrigo, pero ilegibles. (2) Lib. IX. c. 11. (3) Ap. 81. (4) Ap. 82. No tengo datos más particulares para juzgar a D. Rodrigo en este punto. (5) Contribuciones e impuestos en León y Castilla durante la Edad media. p. 285; por Jerónimo López de Ayala, Conde de Cedillo. Madrid, 1896.

Exime de contribuciones a los que no llegan a tener veinte morabetinos de bienes y a los que van en fonsado en el ejército del Rey. A los talamanquinos, que posean más de veinte morabetinos, les exige uno. Casi lo mismo a los de las aldeas de Alcalá, incluyendo a los que tienen bienes raíces en tierras, en ganados y en industrias harineras. Les reclama todas las rentas, que marcan los fueros particulares con que se rigen, y también los alimentos, que deben tanto a él, como al Rey. (1)

De Talamanca había ido a Uceda el Arzobispo, para el día 4 de Marzo de este año, pueblo importante, que el año anterior había recibido el fuero de manos de San Fernando, quien hace referencia a este fuero en la carta, que desde Sevilla dirigió a los ucedanos, el 8 de Noviembre de 1250, diciéndoles, que se lo concedió "ante el Arzobispo D. Rodrigo.» Éste expidió el 4 de Marzo el privilegio foral en la voz de Alcalá de Henares, pero no tan bueno como el de Talamanca. Porque separó las aldeas de Alcalá, de su metrópoli, dándoles carta foral distinta: con lo cual las aldeas de Alcalá venían a tener una organización, una vida y un movimiento de comercio independientes, con perjuicio de los alcaleños, y acaso también de las mismas aldeas, que solas tendrían que soportar ciertas cargas; y se originaba también otro mal; que esa separación legal les apartaba de la mutua fusión de los ánimos. El mismo San Fernando se lamentaba, en el citado documento de 1250, de haber seguido este sistema en su niñez. «Et bien conosco, et es verdad, que cuando yo era niño que aparté las aldeas de las villas en algunos logares, et a la sazón que fiz esto erame más niño, et non paré hi tanto mientes.>> Mas para esta fecha (1223) había corregido su yerro el Santo Rey; porque ya en los fueros que dió a Uceda (22 de Julio de 1222) y a'Madrid (24 del mismo mes) había estampado esta norma «De las aldeas en tal manera es establecido: que las aldeas non sean apartadas de vuestra villa, mas que sean con la villa en aquello que eran en el tiempo del Rey D. Alfonso, mi abuelo.» Ignoro por qué D. Rodrigo no siguió esta norma, que él mismo firmó en Peñafiel, el 22 de Julio del año precedente. Éste privilegio foral nos introduce en el famosísimo fuero, que el mismo D. Rodrigo les confirmó en parte, en parte les amplió, y del cual vamos a hablar, después de notar lo particular de este privilegio. En cuanto a las pechas repite casi lo de Talamanca. Ordena que anualmente se renueven los jurados, los alcaldes y el juez. Que el huérfano de menos de 14 años no peche: ni peche el concejo cuando con el Arzobispo, o con el Rey, va a la guerra por dos o más meses.

Digamos algo, aunque sea menos de lo que requiere el asunto, del Fuero extenso de Alcalá de Henares, el que más se generalizó en España, (2) y que más influyó en la legislación española. Acerca de su origen dice «La Colección de Fueros y Cartas Pueblas de España. Fué formada (la colección de fueros de Alcalá) y romanceada por orden de D. Rodrigo Jiménez de Rada, si bien sirvieron de base los otorgados por el Arzobispo D. Raimundo (año 1135.)» Escribió Martínez Marina: «Corresponde a este tiempo el raro y desconocido fuero de Alcalá de Henares, uno de los instrumentos legales más apreciables, e importantes para conocer la

(1) El original del fuero de las aldeas de Alcalá está en Toledo, con las firmas autógrafas de don Rodrigo y otros personajes, Tiene dos sellos céreos. En uno está D. Rodrigo, sentado, con faja patriarcal pendiente. En el otro, que es del Cabildo, está la imagen de María, sentada, y coronada, con el Niño Jesús en los brazos. Véase B. N. Sign. 13074. f. 40 y 50. Liber priv. II. 31 y 32. (2) Lo recibieron Campo Real, Anchuelo, Embite, Ajalvir, Arganda, Carabaña, Caramiña de Esternelas, Carpo, Daganzo de Abajo, Loeches, Los Hueros, Olmeda, Orusco, Pezuela, Perales de Tajuña, Pazuelo del Rey, Santorcaz, Querencia, Santos de la Humosa, Tielmes, Torrejón de Ardoz, Valmorés, Valtierra, Vilches, Villar del Olmo, Villavilla y otros más.

jurisprudencia. La copiosa colección de sus leyes tuvo principio en el Arzobispo D. Raimundo, y se fué aumentando sucesivamente y confirmando por los Prelados, Sres. de Alcalá, D. Juan, D. Cerebruno, D. Gonzalo, D. Martín y el célebre D. Rodrigo Ximénez, en cuyo tiempo, es verosímil, se haya romanceado.» (1)

D. Rodrigo volvía a cada paso a reiterar las pruebas de su amor a los cistercienses de Huerta. El último día de Julio de 1223 les hizo donación de una parte de la rica herencia, recibida de su madre. Les dió los lugares de Bliecos, Boñices con los edificios correspondientes a la iglesia, y los ricos latifundios de Alentique y Torada, «dos heredades, que hasta agora goza el monasterio», dice Manrique. (2) «Si no dió el Buenafuente (¿con sus monjas?) es porque es Real aquella casa.» (3) Cuando el citado analista escribía, Bliecos y Boñices producían a los monjes dos mil ducados. El sesudo Loperráez dice, que por eso sin duda los Priores de Bliecos conservan los retratos de D. Rodrigo y de su abuela, que son antiguos, y he visto repetidas veces.» (4)

Del todo se diferencia de los fueros anteriores el que D. Rodrigo dió a los pobladores de Yepes, el 31 de Diciembre de 1223. Brilla por su especial originalidad. Léanse las siguientes disposiciones, como muestra. El concejo de Alcaldes nombrará los jueces y los alcaldes de entre los vecinos, pero sólo anuales. Los vecinos están libres de fonsado con el Arzobispo y con el Rey. El poblador no podrá hacer justicia por su mano en los homicidios, hurtos y otros agravios, ahorcando al delincuente, sino que acudirá al Arzobispo o a los ministros del Arzobispo. Los nuevos pobladores quedan exentos de tributos, durante tres años. (5)

Suceso que conmovió la nación, en 1224, fué la visita del legendario héroe, Juan de Briena, Rey de Acre, futuro emperador de Constantinopla, y su enlace con doña Berenguela, hermana de San Fernando. Documentalmente consta por la partida de matrimonio, que en la Catedral burgalesa se conserva, que las nupcias se verificaron en ese año, en Burgos. (6) D. Mauricio, Obispo de Burgos con su cabildo invitó a D. Rodrigo, para que presidiese las sagradas ceremonias, que se celebraron en la catedral vieja, con asistencia de San Fernando, de su esposa y de su madre, D. Berenguela. El Primado acudió a Burgos a recibir al famoso guerrero. De aquí debió dirigirse a Toledo, pues los Anales toledanos segundos dicen, que Juan de Briena entró en Toledo el 5 de Abril de 1224, y que hubo regocijos populares espléndidos con ocasión de esta boda. Zurita cuenta que el brillante viajero entró en Toledo un viernes, pasó en peregrinación a Santiago de Compostela en compañía del Arzobispo D. Rodrigo, y volviendo, celebró el matrimonio, (7) Castejón y Fonseca, que sin conocer la partida de matrimonio, atinó al decir, que

a

(1) Habiendo estado inédita esta famosa Colección. en el Archivo, la ha publicado en 1919, en Madrid, Galo Sánchez. Fueros Castellanos de Soria y Alcalá de Henares. (2) Santoral y Dominical Cisterciense, por A. Manrique. Lib. II. c. 9. (3) Ibidem. (4) Descripción... tom. I. D. Vicente de la Fuente, para saber si se conservaban todavía esos retratos, pidió noticias al Obispo de Teruel, don Francisco de Paula Jiménez, hijo de Bliecos; y éste le contestó afirmativamente, añadiendo, que al pie del retrato del Arzobispo está así su epitafio traducido

Navarra me engendra;
Castilla me cría;
París es mi escuela;

Toledo es mi silla;
Huerta es mi entierro;
Mi alma al cielo guía;

(Elgio. p. 40.)

(5) Se cita el Fuero de Yepes en la Colección... de la Real Acad. de Hist. p. 294, y en la Primacía..: de Castejón, Parte IV c. 6. Pero jamás se ha editado, ni dado noticia compendiosa de su contenido. (6) D. Mauricio. p. 78. (7) Anales. Lib. II. c. 80.

el Primado tuvo el primer lugar en las pompas nupciales, añade sin razón, que el heróico cuñado de Fernando se le unió para guerrear contra los moros. (1) Debieron suceder las cosas en este orden: boda en Burgos, visita a Toledo, peregrinación a Compostela y regreso de Juan de Briena a su país.

En Enero de 1224 D. Rodrigo se hallaba en su pueblo de Torrijos, en compañía del Obispo de Plasencia, su Capellán, dice él mismo en su historia, y arrendó, allí, en ese mes, su Alcaidía de Illescas, firmando con él la escritura el expresado Obispo. (2) El 1.o de Mayo, estando en Duratón, cerca de Sepúlveda, Diócesis de Segovia, terminó cordialmente un asunto, que trataba con los monjes de Santo Domingo de Silos, desde años atrás. Tenía la Abadía de Silos, en un arrabal de Madrid, la iglesia de San Martín, pero no armonizaba en cuanto a los derechos con el Arzobispo de Toledo. En este día prometió a D. Rodrigo pagar los varios derechos arzobispales, reconocer y observar el entredicho, que pusiera a la villa de Madrid, y someter a su examen al capellán, que quisiera nombrar para esa iglesia. D. Rodrigo se obligó de su parte a no rechazar el que resultara idóneo, aunque fuera monje; y que a ningún monje admitirá sin dimisorias del Abad de Silos. (3) Pasó el Arzobispo de Duratón a Brihuega, donde en Junio compró una heredad al Maestre de Santiago. (4) El 7 de Septiembre de este año 1224, estando en Madrid, D. Rodrigo expidió el notable decreto, por el cual concedía al caballero Alonso Téllez los privilegios de la cruzada, para que pudiera poblar el castillo de Aliagilla, según referimos en otro lugar. (5) Residiendo en Brihuega, en la última parte de este año, recibió allí al Maestre de Santiago, D. Pedro, que se le presentó para reconocer los derechos del Arzobispo acerca de la aprobación de los clérigos nombrados en su Orden, para servicios parroquiales y sobre el cobro de ciertas rentas de sus iglesias, cosa a que hasta entonces se resistían los Santiaguistas. (6) Honorio III, atendiendo a una reclamación de D. Rodrigo contra el Obispo de Ávila, que eludía una sentencia favorable al Toledano, ordenó al Abad y Prior de Silos que le obligaran a cumplirla; 7 de Julio de 1224. (7) En fin, en este año se encargó Rodrigo de la construcción del monumental refectorio de su amada Huerta, junto con otras muy costosas obras, que allí ejecutó, sin sin cesar, hasta el año 1227. (8)

Mas el Arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada agita ya fervorosamente en la corte de Castilla el pendón de guerra santa contra el sarraceno, empuja a los Reyes a las armas, quiere lanzar al combate a Castilla, está con la cruz de las batallas alzada, para penetrar de nuevo en Andalucía, en rescate de tierras cautivas, y, preciso es aprestarse. Demos por esto, antes de arrojarnos a los años de constante lucha, una ojeada sobre la acción de D. Rodrigo en el interior de la corte de los Reyes, para que no se interrumpa ya la relación de los actos de la vida pública nacional con la de las cosas privadas de la Real familia. El Arzobispo de Sevilla, Diego Guzmán, Patriarca de las Indias, en su Memorial, dirigido a España y a la Iglesia, para pedir la canonización de San Fernando, con el fin de hacer mayor fuerza en orden a su intento, recordaba la misión profunda y universal, que D. Rodrigo había ejercitado cerca de San Fernando y de D.a Berenguela, dirigiendoles recta y santamente en todas las cosas; y dice así el Patriarca entre otras: «quien más mereció el nombre e hizo el oficio de ayo y maestro, fué el gran Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez, navarro, por cuyo medio y asis

(1) Primacía. Parte IV. c. 7. (2) Lib. priv. fol. 19. r. y v. (3) Boletin... t. IX. p. 191. (4) Ambrosio Morales. t. XIV. Catalina García. Fuero de Brihuega. 24. (5) Bull San Jacobi. p. 85 Memorias ... p. 352. (6) Bull. San Jacobi, p. 124 y 126. (7) Ap. 83. (8) Manrique. Santral. Cist. Lib. II. c. 9.

encia se gobernaban el Reino y ambos Reyes, D. Fernando y su madre.» (1) ¿Con qué extensión se ha de entender esto? Primero ciertamente en cuanto a las deliberaciones y resoluciones exteriores de interés general y de los casos particulares de justicia y religión. En segundo lugar respecto de D.a Berenguela, sabido es que lo ilustraba y dirigía en las cosas interiores de la conciencia, como lo había hecho con Alfonso VIII y D.a Leonor, padres de D. Berenguela, hasta la muerte, según ya lo contamos. Parece que no hizo lo mismo con San Fernando, cuyos directores espirituales fueron los Padres Predicadores, conforme lo aseguran con ciertos fundamentos los escritores de la Orden dominicana. (2) Entre otros distinguen a un Santo, que trató mucho a D. Rodrigo, el cual se hizo hijo de Santo Domingo en 1220, después de renunciar el Deanato de Palencia; era San Pedro González, vulgarmente San Telmo, del que el Toledano trazó un caluroso elogio. No hay indicios de que D.a Beatriz de Suavia confiara su alma al Arzobispo, en los doce años que vivió con San Fernando. Sólo celebra sus prendas generales, llamándola «noble, hermosa, modesta y discreta». (3) Esta bien amada esposa dió a San Fernando, en los doce años, nueve hijos; siete varones y dos hembras, que D. Rodrigo los enumera por el orden de nacimiento. El quinto y el sexto fueron puestos bajo la dirección y autoridad del Arzobispo, por su abuela, D.a Berenguela. Escribió del primero, que se llamaba Felipe, de este modo: «Fué aquel entregado a Dios y a Rodrigo, Pontífice de Toledo, y por manos del mismo Pontífice fué consagrado al servicio del Señor, adscribiéndole a la iglesia de Toledo, y el mismo Pontífice le señaló, en el acto, la prebenda y otros beneficios.» Del segundo dice: «Sancho, presentado a Rodrigo, Pontífice toledano, recibió de él la tonsura clerical, el cargo de Salmista, y obtuvo prebenda y beneficio en la iglesia de Toledo.» (4) Cuando D. Rodrigo hablaba así en su historia, los dos Infantes eran unos seminaristas de 17 y 18, respectivamente, como diríamos hoy. El cardenal Lorenzana los llama discípulos del Arzobispo, y al Arzobispo, su preceptor, quien escogió por suplente a San Pedro Pascual «el cual, añade Lorenzana, créese que fué Obispo titular, y Auxiliar del mismo Arzobispo primeramente, y después promovido al Obispado de Jaen, y cuando visitaba la Diócesis, y con santas amonestaciones instruía su grey, fué hecho prisionero por los moros en la ciudad de Granada... (5) Ignoro de donde sacó el Cardenal estas noticias respecto de San Pedro Pascual. No creo que Jiménez de Rada fuera propiamente Maestro de estos dos hijos de San Fernando, sólo, sí, latamente, en cuanto que les proporcionó, en forma común, pero bajo su especial vigilancia, la educación propia del clérigo. El continuador de la crónica de D. Rodrigo dice de Felipe: «El Arzobispo púsolo a leer a título de la Iglesia.» De Sancho nada dice. Vivió Felipe ejemplarmente durante la vida de D. Rodrigo, y su padre, que era Santo, no titubeó en procurarle el Arzobispado de Sevilla, cuando éste fué rescatado. Señal de que todavía se conservaba bien, aunque no había entrado en las órdenes sagradas, y mejor fué así. Porque, apenas su padre pasó a otra vida, se torció mucho, y se lanzó, de mano con la airada nobleza castellana, por los tortuosos vericuetos de las turbulencias y rebeldías, en guerra contra su hermano, Alfonso el Sabio. En cambio Sancho honró la sangre paterna y a D. Rodrigo, quien obtuvo a favor de él, el 13 de Agosto de 1245, una Bula de Inocencio III, por la que se le concedía un canonicato en Toledo, y la facultad para poder acumular beneficios. (6) Estudió la teología en París. A la muerte del Arzobispo Gutierre, en vida del padre, Inocencio IV, le nombró Arzobispo de Toledo, y se consagró nueve años después, en 1259 y mu

(1) Parte I. c. 3. (2) Ciencia Tomista. Noviembre y Diciembre. p. 333. (3) Lib. X. c. 10. (4) Lib. X. c. 12. (5) Vista Roderici. Padres Toledanos (6) Berger. 1434.

« AnteriorContinuar »