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te ha escrito Vicente de la Fuente, cediendo todavía acaso más de lo justo al influjo de la opinión errónea universalizada. «Como el buen Rey San Fernando, dice, no se hallaba por entonces muy sobrado de recursos, es lo más probable, que casi todo el gasto (todo según expresión de D. Rodrigo) de la obra cargase sobre las rentas de la Mira y el Cabildo. Si a esto se añade el carácter generoso y caritativo del Arzobispo y sus grandes dispendios en la guerra con los musulmanes y repoblación de fronteras, admira que pudiera costear tan suntuoso edificio. Quizá D. Rodrigo, para aumentar los fondos de la fábrica, dejó algunas prebendas por proveer, y ejecutó en el mismo concepto algunos otros actos, que no fueron bien interpretados por todos. Ello es que hacia el año 1237, los racioneros de la Catedral de Toledo, dieron contra él un escrito terrible de quejas, en que le acusaban de dilapidador y malversador de las rentas de la Iglesia; (1) de que tenía muchas prebendas sin proveer, o las daba a personas ausentes, y a paniaguados suyos (y por las trazas de los apellidos también paisanos suyos, de Navarra) con mengua del culto de la Catedral, y otros cargos del mismo tenor.» (2) Respecto del apoyo material prestado por San Fernando para la construcción de la Catedral Toledana no existe rastro ninguno, ni en donaciones, ni en partidas pecuniarias, ni en condonaciones de tributos a las Iglesias y villas pertenecientes a D. Rodrigo, a la Mitra y al Cabildo, con el expresado fin, ni compromisos de costear algunas partes exteriores o interiores del gran templo. Creo que si algo de esto hubiera existido se hallarían vestigios en los dos voluminosos infolios del Cartulario Liber privilegiorum Ecclesiæ Toletano, que registra en sus páginas tantas escrituras de menor importancia, referentes a la Iglesia de Toledo y a D. Rodrigo. La intervención de San Fernando fué, como de Rey, decorativa, en la inauguración y edificación de esta Catedral.

Vemos por eso que el Tudense en su Crónica, y Gil de Zamora, historiador de San Fernando, en la suya, atribuyen justamente, no al rey, sino al Arzobispo la erección de la basílica toledana, si bien Gil la engastó, a manera de incomparable perla, en la corona del santo rey, como lo hizo con las demás catedrales, que durante su reinado surgieron bellísimamente al conjuro de los grandes Prelados de aquel tiempo. Pero todos comprenden lo que significa semejante recuerdo y alabanza.

Jiménez de Rada fué celosísimo en la custodia de las prerrogativas espirituales y grandes privilegios pontificios adquiridos por sus méritos desde antiguo, por la Iglesia Catedral de Toledo, tanto para la esplendidez del culto, como para otros objetos. Por eso el 27 de junio de 123), cuando la cons.rucción llebaba 19 añɔs, sacó de los Archivos de Roma, copia auténtica de los breves pontificios, en que se concedía a Toledo honorífica lista de privilegios, a fin de que nɔ se perdiese, caso de perecer los originales. El principal es de Alejandro, y en él, después de confirmar la Primacía, se autoriza al Arzobispo de Toledo el uso del palio en la misa, en las fiestas principales del Señor, de la Madre de Dios, en las de todos los Apóstoles y de varios Santos y en diversas circunstancias particulares. Se declara alli que son sus sufragáne is las Sillas de Palencia, Segovia, Osma y Sigüenza, y lo serán las antiguas, a medida que se reconquisten de los moros. Consignase también el privilegio extraordinario de que todo Obispado, que se rescate, y no

(1) No es exacto eso de malversador. Sólo le acusan de arbitrario administrador, como lo hemos de ver. (2) E'ogio... p. 73. Luzņɔ narrarenɔs aɔtɔs que destrayzatanias imputaciones contra Arzobispo. Recazriz el le tɔr cônɔ D. 2ɔlrigɔ utilizó ia tertia de las iglesias con autorización dej Papa. Y tan recto sería en lo demás.

tenga metropolitano, quedará bajo su completa jurisdicción, hasta que se restaure el metropolitano propio. (1) Cuando D. Rodrigo celebraba con palio tenían derccho de llevar mitra el Deán, Arcediano, Maestrescuela, Chantre y Tesorero del Cabildo toledano, y por eso Inocencio IV, el 7 de mayo de 1248, les reconoce este derecho, habida en cuenta la costumbre existente. (2)

Ninguna cosa agradaba más a D. Rodrigo que la magnificencia del culto divino, y por eso, además de hacer construir el templo más grandioso y majestuoso de cuantos se conocían entonces en el orbe católico, organizó espléndidamente un Cabildo sin rival, por el número de capitulares y por la muchedumbre sin igual de racioneros y capellanes de pingües beneficios, con el fin de tener la Catedral más brillante de la Iglesia, para tributar a Dios la más grande gloria y alabanza. Con este objeto creó casi doble número de canonjías, de prebendas de racioneros y gran cantidad de capellanías, dotando a todas de ricas retribuciones, desprendiéndose con desinterés, de muchos bienes y rentas, como vamos a exponer ahora. A fines de 1235 sometió a la aprobación de Gregorio IX el plan, que hacía tiempo tenía formado, de crear veinte capellanías para el Cabildo, con el fin de aumentar otras tantas plazas. El Papa se lo aprobó. En la bula dice las causas que alegó el Arzobispo, y por eso la copiaré en su parte principal. Es del 2 de enero de 1236. «Con gusto confirmamos lo que para la honra de las Iglesias y el culto del nom bre de Dios se establece próvidamente, a fin de que por temeridad de nadie sea turbado o destruído. La petición tuya, a nos presentada, expresaba, que tú, Hermano Arzobispo, viendo, que, por la bondad de Dios, de tal modo se habian aumentado las rentas de la Iglesia y de la mesa, que bien se podía aumentar el número de los servidores, por lo que, con el asenso del Cabildo, creaste en la misma Iglesia veinte Capellanes nuevos, dedicándolos a la recitación constante de las horas canónicas. Les asignaste también rentas suficientes, sin perjuicio de la mesa, obligándoles con juramento, a quedarse perpetuamente adscritos, en el número de los Canónigos y Racioneros mayores de dicha Iglesia, pero siempre en su estado de capellanes. Por lo que en nombre tuyo se nos suplicó, que tal disposición nos dignáramos robustecer con la autoridad apostólica. Accediendo nosotros a tus súplicas, aprobamos con autoridad apostólica esa disposición, hecha con madurez, y que no redunde en perjuicio de nadie.» (3)

Al poco soplaron en la corte pontificia vientos de oposición a este proyecto. Por Octubre de 1236, en su famoso alegato de acusaciones, ya mencionado, los Racioneros reclamaron contra él, diciendo, que D. Rodrigo había obtenido esta autorización papal, a espaldas del Cabildo toledano, sin previa consulta ni consentimiento suyo. El Cardenal Otón tuvo el buen acuerdo de no hacerles caso en este punto, conociendo que nacía de la codicia de los acusadores, que querían impedir la creación de las Capellanías así formalizada, luego que recibió el rescripto de aprobación, quizás en espera del resultado, que pudiera dar el pleito levantado por los descontentos, los cuales, según todos los indicios, hubieron de retirarse completamente derrotados del pleito de tantas acusaciones y quejas. Porque el Arzobispo publicó el 10 de Julio de 1238 dos importantes decretos, que dieron al Cabildo toledano esa majestad y grandeza definitivas, que tan glorioso lo hicieron en los siglos posteriores en todo el orbe católico.

Por medio del primer decreto puso D. Rodrigo en ejecución el proyecto ya aprobado de los veinte capellanes. Catorce debían servir las catorce capellanias, que

(1) Bula integra en el Liber priv. Ecc!. Tolet. I. fol. 124 y 125. Parte en el Registro de Auvray. 5042 (2) Berger. 3895. (3) Ap. 123. En Auvray está el resumen. 2904. Día 3.

hemos enumerado al tratar del plan sorprendente, que diseñó el Arzobispo, para la interior disposición de su obra maestra. Las restantes las enumera así el Arzobispo en su escrito: «Asimismo otras seis capellanías; una por el alma del Rey Alfonso, que tomó a Toledo; otra por el alma del Rey Alfonso, que venció los sarracenos en las Navas de Tolosa; otra por las almas del Rey D. Fernando y de su madre Berenguela, para que los capellanes, en vida de ellos, celebren misa por su salud, después de su fenecimiento, celebren misa de difuntos; otra por mi alma; otra por las almas de mi padre, de mi madre y de los hermanos y hermanas, que proceden del seno de mi madre; otra en nuestra capilla, que en nuestros palacios pensamos construir nuevamente. Y a cada uno de estos capellanes se les darán diariamente dos sueldos. Mas en la misa de la Santísima María habrá cuatro niños asistentes, que todos los días recibirán tres denarios. Estas misas se celebrarán cada día, excepto el día del Crisma, (Jueves Santo) el Viernes Santo y Sábado Santo. Atendiendo también al esplendor de la Iglesia, a la que engrandece la variedad de los que le sirven y la multitud de dignos ministros, establecemos, de acuerdo con el Cabildo, que cuando los capellanes entraren en la posesión de las capellanías, que asistan al coro en todas las horas, como los demás servidores, en las lecciones, responsorios, cantos y otros oficios menores, como Prima, Tercia, Sexta, Nona y Completas, y en las Dominicas, a la bendición del agua.» El famoso Blas Ortiz trae en el siglo XVI algunas noticias referentes a esas capellanías. D. Rodrigo puso las de San Fernando y Berenguela y la de sus padres y hermanos en la capilla de Santa Ana; (1) la que fundó por su propia alma, en la capilla de Santa María Magdalena; (2) en la de Santa Lucía las de Alfonso VI y Alfonso VIII, y cinco misas semanales más por su privada devoción. (3) «En la que se llamó del Corpus Christi, porque se reservaba allí la Eucaristía destinada a los enfermos, instituyó D. Rodrigo cinco misas semanales.»> (4)

He aquí algunos recuerdos referentes a D. Rodrigo, que se hallan en esas capillas. En la del Sagrario, en la portada interior del reloj, en las secciones verticales, se ven dos lienzos, que representan a D. Rodrigo entregando el plan de la Catedral a San Fernando, con la Dedicación y Consagración del templo, originales de Rici. Ya contamos cómo está el Arzobispo en la capilla del altar mayor, y cómo trajo de Roma relicarios, y se los regaló a la basílica toledana.

Léase ahora la espléndida dotación que el munífico D. Rodrigo dió al cabildo, para beneficios de las veinte capellanías creadas. Dice D. Rodrigo: «Para que no se disminuyan las distribuciones de los canónigos y servidores por los estipendios de estos (capellanes) doy al Cabildo Toledano, Villaumbrales, Yepes, Cabañas, (5) La Guardia con todas sus aldeas, y las posesiones de Villapalomos, (próximas a La Guardia) la heredad de Bogas, Archillas y las seis aldeas de Brihuega, que son Gayaranos, Bembibre del Castillo, y Ferreruela, que fueron de Atienza, Val Salices con todas sus heredades y viñedos, que hemos comprado, la aldea que fué de Hita, que adquirimos, Tomellosa y aldea de San Andrés, que fué de Guadalajara, para celebrar los aniversarios del Rey Alfonso, el mío, los de mi padre y de mi madre y para las rentas de las sobredichas capellanías. Por estas seis aldeas, que dimos al Concejo de Brihuega, éste tiene que pagarme anualmente, el día de San Juan Bautista, cuatrocientos morabetinos. Le doy la aldea, que se llama Campo del Rey (6) y la casa de Embite con todas sus posesiones. Adquirimos todos estos bienes, ya por donaciones de los Príncipes, ya de los fieles, ya por

(1) Descriptio Temp. c. 25. (2) Id. (3) Id. (4) Id. (5) Yepes de Cabañas. (6) Despoblado de Mascaraque, part. de Orgaz.

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Puerta llamada ahora del Reloj. Coetánea de Jiménez de Rada.

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