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CAPÍTULO XVI.

(1234-1237)

Campaña de Ubeda.-Donaciones.-Asuntos calagurritanos.-El pleito de Santiago.-Relaciones con el Papa.-Reforma de Calatrava-Viaje a Roma.—Acusaciones contra Rodrigo.-Córdoba.—Causa de Calatrava.-Segundas nupcias de San Fernando.-Rodrigo en Córdoba.—El Tudense.-Procura D. Rodrigo la paz entre Castilla y Navarra.-Cruzada al Oriente.-Un sobrino del Arzobispo. -Viaje a Navarra.—Negocia graves asuntos en Portugal y Pamplona.

Don Rodrigo salta tres años sin decirnos palabra de los actos de San Fernando, de 1231 a 1234, como si lo hecho en ese paréntesis lo reputase estéril. En 1234 sitió a Ubeda el Rey Santo, y cerró los caminos de aprovisionamiento tan herméticamente, que la fortísima ciudad, exhausta de víveres, se entregó a Fernando, el 29 de Septiembre; y después de tomar personalmente posesión de la misma, «regresó, dice el Arzobispo, a la ciudad Regia.» (Toledo). Claro está, en compañía de su inseparable compañero de las expediciones de guerra, D. Rodrigo, aunque no lo dice. De las fechas de los diplomas de este año y otros hechos se deduce, que el Rey y el Arzobispo no asistieron más que en los postreros días de la rendición inminente de la plaza. Los que primero prepararon el asedio fueron los extremeños, guiados por el Obispo de Plasencia y otras fuerzas enviadas a éste por el Rey, quienes tomaron los pueblos circunvecinos, y detuvieron al moro de Sevilla. El grueso de la hueste castellana cercó entonces a Ubeda, según parece en Marzo. (1) San Fernando estaba en Zamora el 24 de Abril (2), en Burgos el 8 de Julio, donde concedió franquicias al monasterio de Santa María de Rioseco y a Val de Cuesta, y dice allí, que lo hace «por ruego de mis amados Rodrigo, Arzobispo de Toledo, e Martín, Obispo, 2 Juan, Obispo de Osma, mi canciller.>> (3); el 10 de Agosto, en Berlanga (4) y luego desaparece de Castilla, sin duda para ir a Ubeda. También D. Rodrigo viajó por Castilla en el mismo tiempo. En Junio firmó en Brihuega una extensa transacción sobre siete iglesias de Estremera, con el Maestre General de Santiago. (5) El 8 de Julio estaba en Burgos, al lado de San Fernando, el cual se rindió en ese día a una súplica suya, según hemos visto. En Berlanga estaba el 10 de Agosto, negociando un asunto muy curioso. Había recibido, el 18 de Marzo de ese año 1234, un breve de Gregorio IX, (6) en que le apro

(1) Cabanilles. Tom. III. p. 49 y 50. (2) Minguella. I. 555. Crónica de Alcántara. I. 1234. (3) Colección de priv. V. p. 161 y 163. (4) Bull. de Alcántara. Año 1234. (5) Original en la B. N. de Madrid. Sign. 13039. f. 87 y 92. (6) Auvray. 1319.

baba y confirmaba la adquisición del opulento monasterio de Buena Fuente, en la diócesis de Sigüenza, perteneciente a los canónigos agustinos, procedentes de Bosque Bertaldo; pero aún no había hecho el contrato de la adquisición efectiva. El 10 de Agosto lo hizo solemnemente en Berlanga, y entregó la escritura, imponiéndose la obligación de pagar 25 pesos en oro y el mantenimiento de cuatro canónigos, que habían de vivir allí constantemente bajo la regla de San Agustín. (1) Los nuevos canónigos eran españoles. Los que se iban, tras cincuenta años de vida, eran monjes franceses, procedentes de Bosque Bertaldo: lo que no obstó para que Alfonso VIII, a raíz de tomar a Cuenca, les diese grandes heredades. No se aclimataban, y añorando la patria, gestionaban la venta, para tornar a ella. Cuando lo supo D. Rodrigo, trabajó para que los buenos monjes canónigos se unieran al Císter, ya que, aunque víctimas de la nostalgia, eran fervorosos. Se cuenta que para conseguirlo D. Rodrigo estuvo en el monasterio del Bosque Bertaldo, residencia del Superior Mayor, a la vez que en Francia trataba otros asuntos; pero lo que se le concedió fué que podría quedarse con la casa, bajo las indicadas condiciones. Pasado algún tiempo, a eso se resolvió; pero con intención de favorecer a los de Huerta. No lo recibieron éstos, por no convenirles. Dióselo entonces el Arzobispo a la Reina Berenguela, para que la destinase a monasterio Real. Ella se lo entregó al Infante Alfonso, hermano de San Fernando, Señor de Molina, padre de la insigne D.a María de Molina, mujer de Sancho el Bravo, azote de Alfonso el Sabio. La suegra de Alfonso el Infante buscó monjas cistercienses para Buenafuente, poco después que se marcharon los monjes canónigos, y salieron los otros cuatro, que los debió colocar en otra parte el Arzobispo. D. Rodrigo, para que la fundación de monjas prosperase, dió bula de indulgencias, en toda la Provincia Toledana, a los que con limosnas o ayuda personal socorriesen a las monjas en las obras de la fábrica. (2)

De Berlanga dirigióse, al mismo tiempo que San Fernando, a Ubeda; y esta tuvo que ser la ausencia, en que ocurrió lo que cuenta Villanueva: Que estando ausente D. Rodrigo, el Obispo de Albarracín consultó al Cabildo Toledano, el año 1234, sobre la pretensión del cuarto Señor de aquella ciudad, Álvaro Pérez de Azagra, que, contra su voluntad, quería elegirse sepultura en su Catedral. (3) A no ser que el autor del Viaje Literario equivocara la lectura de la fecha del documento, leyendo 4 donde había 6. Se me hace algo fuerte que se le considerase ausente al que guerreaba en Andalucía. Tras corta pausa, San Fernando vino a Burgos, donde expidió, el 18 de Octubre, la carta de donación de seis aldeas, a D. Rodrigo: «Como os prometí, le dice, y di instrumento de donación de seis aldeas, dos en el término de Hita, dos en el de Guadalajara y dos en el de Atienza; y queriéndolo cumplir liberalmente, os dono esas seis aldeas, en esta forma. Dos en el término de Guadalajara, San Andrés de Yélamos y Tomellosa: en el de Hita, la de Val de Salze, y no pudiéndole dar en ese término la segunda, os doy tres en el de Atienza, Gayanejos, Ferrunuela del Valle, y Bembibre del Castillo.» «Las eximo de toda sujeción, derecho y dominio» a mí. Ya veremos que el Arzobispo dió a todos estos pueblos, junto con Brihuega, un fuero sapientísimo. Firmó la donación el Arzobispo, que estaba presente. (4)

Mal año era este para la guerra. Dicen los Anales Toledanos II. «Cayo elada en

(1) Boletín de la R. A. de Hist. XIV. (2) P. Minguella. Hist. de Sigüenza. Año 1234. Monumentos de España. II. p. 210. (3) Viaje. III. 40. (4) Memorias... 421. Jimena, (Anales de Jaén), Álvarez de la Fuente. (Sucesión Real de España), Argote de Molina concuerda en decir, que sucedió esto a la vuelta de Ubeda.

marcio e quemmo los arboles e las viñas, e la carga de asnar de las ubas valio I maravedi, e la granada 1 soldo, e el membrillo dos soldos; e desde la tierra de Abila fasta Toledo non ovo olio ninguno, e valio el almud de la sal VIII soldos.>> Ancho campo para la proverbial caridad de nuestro Arzobispo, cuyas arcas misericordiosas se abrieron en esta calamidad con la misma abundancia que el año 1214. Por eso debió ser, que ya en el resto del año no se le viera en los lugares habituales de descanso, Brihuega, San Torcuato y otros, en que en los años anteriores se le encontraba.

Por Octubre de 1234 recibió D. Rodrigo de Roma una carta grave, que debía ejecutar, asistido del Obispo de Burgos y del Arcediano de la Catedral Toledana. Gregorio IX le mandaba el arreglo de un espinosísimo negocio, que hacía tiempo fatigaba a la Sede Apostólica, afligía hondamente al Obispo de Calahorra, Juan Pérez, particular amigo de D. Rodrigo, y desdoraba no poco a San Fernando. El Papa le escribe, el 23 de Septiembre, entre otras cosas: «Hemos rogado y suplicado muy ahincadamente a la majestad Real (de Fernando) en el nombre del Señor, que, por la veneración de Jesucristo, de la Sede Apostólica y nuestra, restituya al Obispo (de Calahorra) su Iglesia y sus bienes; y que desagraviándole a él y a sus partidarios de las injurias inferidas, y cesando en lo futuro de molestarles, compela, con la autoridad recibida del cielo, al citado Noble (Diego López de Haro) y lo mismo a los demás, a que desistan de inferir molestias al predicho Obispo, sobre las cosas referidas; de modo que en adelante merezca más ubérrima propiciación divina, y podamos nosotros encomiarle, en el Señor, a su excelencia, con dignas alabanzas. En consecuencia, por letras apostólicas, en virtud de santa obediencia terminantemente mandamos a vuestra discreción, que presentándoos personalmente, dentro del mes, ante el mismo, y entregándole la carta, que sobre esto os enviamos, le amonestéis acerca de esto muy instantemente, y procuréis convencerle.» (1) Retrocedamos un poco.

Una reseña brevísima nos dará a conocer la importancia de esta comisión pontificia. Era D. Juan Pérez hombre de iniciativas y de arrestos. El año 1223 obtuvo de Honorio III el permiso de trasladar su Sede episcopal, de Calahorra a la Calzada, alegando por causas, que Calahorra, por estar en las fronteras de Castilla y Navarra, era lugar inadecuado para gobernar pacíficamente la diócesis, por las frecuentes guerras de los dos Reinos. Pero lo rechazó el Cabildo de la Calzada, secundado por toda la diócesis. La Corte de Castilla lo recibió mal; porque el Obispo venía a dominar donde ella dominaba. Consintió que en su nombre, Lope Díaz, Conde de Haro, cometiese, entre otros, el atropello de lanzar de la Calzada ignominiosamente al Obispo, el cual, huyendo, se fué a Roma, en 1226, habiendo antes excomulgado al de Haro. El Padre Santo ratificó esas censuras del Calagurritano. Más aun, consiguió del Arzobispo D. Rodrigo, del de Tarragona y del Obispo de Burgos, que publicasen en las provincias eclesiásticas de Castilla y Aragón, que Lope Díaz y sus secuaces estaban excomulgados, como traidores a la Iglesia. Gregorio IX encomendó al Cardenal Legado, Juan de Abdeville, que examinase la causa, que tanto escandalizaba a España, y después de hacerlo, declaró que estaba bien hecha la traslación, y que Calahorra y la Calzada gozasen de igual categoría y dignidad en todo. Lo confirmó el Papa el 17 de Noviembre de 1228. (2) Después de esta decisión todavía fué peor la conducta de la Corte de San Fernando, y en particular la de Diego López de Haro. Éste repitió la expulsión del Obispo y de los canónigos favorables al mismo, confiscó los bienes de los favorecedo

(1) Auvray. 2105. (2) Regestum Gregorii IX.

res, so graves castigos impidió que circulasen las censuras fulminadas por el Obispo, soltó las voraces pasiones del populacho calagurritano, que colmó de llantos la comarca entera. La Corte no frenó tales excesos, y aún dió motivo para que el Papa le amonestase por medio del Obispo de Burgos; pero siempre continuó en oponerse a la traslación decretada por Roma. Por último Gregorio IX, en 1233, citó a Roma ambas partes. Acudió el Obispo, pero no la parte opuesta, que siguió acrecentando el número de sus desmanes hasta el punto de que, según el Papa, servíase de tropas agarenas para cazar clérigos adictos al legítimo Pastor, que obedecían a sus mandatos..

Cuando en tan culminante y tenebroso momento se hallaba este enconado negocio, tuvo el Papa la celestial inspiración de darle un giro completamente nuevo. Apeló al procedimiento de la monición fraternal, dejando por el instante el del Tribunal, poniendo por intermediario al personaje más influyente de la Corte castellana y de la Iglesia española, asociándole dos compañeros, para obtener de San Fernando la solución justa, y la reparación ejemplar de todo lo hecho torcidamente. En consecuencia, dirigió a D. Rodrigo y a los dos mencionados compañeros el encargo, que hemos visto, añadiendo, que lo más pronto posible participen al Papa el resultado de su gestión. Fué mejor de lo que podía augurarse. San Fernando accedió cuando oyó al Arzobispo de Toledo lo que pedía el Papa, sin que sepamos qué reflexión le movió. Exigió sin embargo que el Obispo de Calahorra le diera la propiedad del Señorío de Santo Domingo de la Calzada, al precio de lo que valía. (1) Un respetable escritor (2) ha justificado la conducta de San Fernando con decir que, «subido al Trono en hombros de sus parciales... tuvo que pasar en su juventud por esta y otras maldades.» Ineficaz defensa; porque cuando se inició este asunto, San Fernando era veterano en el Trono. No se puede excusar de alguna culpa al Santo Rey, sin duda por ofuscamiento y sobrado amor a sus derechos. El principal autor de muchos vejámenes fué el Señor de Haro. En este mismo año su primo, San Luis de Francia, dió el decreto por el cual sujetaba los clérigos a la jurisdicción del Rey, en causas civiles, sin hacer caso a la exención del fuero eclesiástico. No se pida de los santos todo santidad, sin los lapsus inevitables de la vida humana. D. Juan Pérez debió por tercera vez el triunfo a los empeños de su acendrado amigo y protector, que en esta ocasión hubo de abogar en su favor con toda su autoridad. Menos mal que el Papa apreció y utilizó su no común prudencia, comisionándole la visita canónica de los monasterios pontificios de toda España, durante el destierro de su diócesis. En este año lamentó D. Rodrigo la muerte del Rey de su patria nativa. Sancho el Fuerte de Navarra murió el 7 de Abril de 1234 en Tudela, y con él se acabó la viril dinastía indígena, que por vástago varonil se propagó durante cuatro siglos, desde los albores de la Monarquía. Este Rey fué el lidiador más popular de las Navas de Tolosa, y símbolo de lo que es y fué su propio Reino, valor, hazañas y desmayos. Encomió Rodrigo sin tasa el privilegio de su valor legendario, y le censuró hasta el rubor, cuando le vió regresar del sarraceno, cargado de riquezas, más sin la gloria, que buscaba, a su Reino, disminuído durante su ausencia en su tercera parte, por la espada de su rival, Alfonso VIII de Castilla. No escocería la justa censura si naciera de la justicia, y no del descariño, y a la par, que una gratitud exagerada no enmudeciera a su pluma para no calificar con los epítetos, que

(1) Para este estudio hay que leer las muchas bulas del Regestum Honorii. (Años 1223 a 1227.) de Gregorio. (Auvray) ns. 247, 594, 616, 1113, 1666 y 1681. Pottahst. 9094. La Fuente. Hist. Ec. de España. t. IV. Lib. IV. p. 185. (ed. 2.) P. Serrano. D. Mauricio. p. 109 y 112. (2) La Fuente ut supra.

tiene ante la ética y la nobleza, la conquista de Álava y la agregación de Guipúzcoa. La memoria de Sancho se parece mucho en gustos culturales a la del mismo D. Rodrigo. Y va orlada, no sólo de las más gloriosas cadenas de la reconquista, sino escoltada también de esas naves del arte, Roncesvalles, la filigranada Oliva, la Catedral de Tudela.

Fué este año notable por haberse planteado de una manera vigorosa en Roma, varios asuntos graves y controvertidos, que por fin arrastraron a la Corte pontificia, dos años después, a D. Rodrigo. Resurgió primero la disputa de la Primacía con el Compostelano, que andaba ya en los Tribunales, con algún calor, desde 1231. En este año sin embargo versaba la disputa especialmente sobre los agravios hechos por el Arzobispo de Santiago al Toledano, en el curso de la controversia, y sobre eso D. Rodrigo citó al Tribunal del Papa a su adversario, según consta por la bula del 18 de Septiembre de 1231. (1) No sé qué sentencia recayó. En 1234, el 4 de Mayo, Gregorio IX manda a los Obispos de Segovia y Salamanca y al electo de León, que formen un proceso con todos los artículos y atestados posibles, acerca de la cuestión de la Primacía entre ambos Arzobispos. El Papa advierte a los comisionados que el Arzobispo de Toledo, renovador de la disputa, se ha comprometido a probar los tres puntos siguientes. Primero, que realizó actos jurisdiccionales propios de la Primacía. Segundo, que la época que durante la invasión sarracena, vacó la Sede Toledana, ha de descontarse, con otras cosas demostradas. Tercero, que presentará los documentos de los Romanos Pontífices, que hacen referencia a la Primacía. Además el Papa atestigua que formalmente está incoada la causa ante su Tribunal, por medio de los procuradores de las partes litigantes; y encarga a los comisionados, que, empezando sus trabajos el día de todos los Santos, remitan el proceso a Roma para fines del año, y señalen plazo a los contendientes, para que se presenten ante el Papa, a oir sentencia.

Tres bulas firmó Gregorio IX el 26 de Junio de 1234 para D. Rodrigo. En la primera exhorta al Toledano, a que no demore la restauración de los Obispados en las Sedes primitivas, en vista de que tanto se habían extendido los dominios cristianos por el esfuerzo de San Fernando y de su padre y predecesor, Alfonso de León. (2) En la segunda faculta el Papa a D. Rodrigo, al Arzobispo de Compostela y a los Obispos de Segovia y Astorga, por súplicas de San Fernando, para que puedan absolver a todos los soldados de la hueste del Rey, que vayan a pelear contra los sarracenos, de la excomunión, que contrajeran, violando el canon de los que hirieren a los clérigos. (3) El contenido de la tercera, también expedida por las noticias transmitidas a Roma por San Fernando y dirigida a don Rodrigo junto con los tres Prelados mencionados, es de tal importancia que ha pasado a ser uno de los artículos de las Decretales. (4) Según referencia del Rey de Castilla, algunos hombres habían llegado al abominable cálculo y perversidad de cometer homicidios y mutilaciones en las Iglesias y cementerios, pretendiendo por otra parte eximirse del brazo secular, amparándose en el privilegio del asilo eclesiástico. El Papa dictamina así: «Para que no se abra más libre camino a los excesos, ni se dé mayor osadía a los presuntuosos a para delinquir, debiendo ser castigado cada uno en su delito, y en balde invoque el amparo de la ley quien delinque contra la misma, os mandamos, que anunciéis públicamente, que los tales

(1) Reg. de Gregorio IX. Vide Año y día. (2) Liber priv. II. fol. 115. Auvray. 1939. Ap. 112. (3) Auvray. 1988. (4) Auvray. 1987. Corpus Juris. Decret. Greg. IX. Lib. III. T. 49. C. 10. ¿Qué decir de los eruditos, que atacan las Partidas porque nacionalizó el asilo eclesiástico y otras leyes de la Iglesia, ante este hecho y otros?

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