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pañolas la posesión real Soto de Roma, sita en la vega de Granada. Huían aquéllos á la desbandada por el camino de Pamplona, rota toda disciplina, quemando, asolando y cometiendo mil estragos en los pueblos del tránsito. José se les adelantó llegando á la capital de Navarra al anochecer del día 23. Pensaron él y Jourdan resguardar de una invasión el territorio francés, y dispusieron que, de

jando una guarnición de 4,000 hombres en Pamplona, el ejército del Mediodía pasase á San Juan de Pie de Puerto, el de Portugal á cubrir el Bidasoa y el del Centro á Urrugne y San Juan de Luz.

Extrordinario enojo prodújole á Napoleón lo acaecido en Vitoria, y achacándolo á impericia de José] y del mariscal Jourdan, separóles del mando, nombrando por sucesor de ambos al mariscal Soult, con el título de lugarteniente del Emperador en España, según decreto fechado en Dresde el 1.o de Julio.

El mismo día, que fué el 12, en que se posesionó Soult de su nuevo mando, salieron Jourdan para Bayona y José para Mortfontaine. El último había dejado ya de ser Rey de España.

Hablando de él, dice uno de nuestros historiadores: No fué en verdad mere> cedor de los muchos disgustos que amargaron su vida. Llegar desde la modesta ⚫ posición de burgués medianamente acomodado, á Monarca de las Españas, y > nó por sus méritos sino por los de su hermano, pudo ser, en cuanto que sucedió; > mas no cabía en lo posible que pudiese serlo definitivamente; su mando había › de resultar por fuerza pasajero. Mas sus cualidades personales, su honradez y ⚫ su ilustración le colocaban á muchos codos de alto sobre aquel Monarca por quien los españoles se dejaban matar. »

Pronto veremos la suerte que reservaba á sus defensores Fernando VII el Deseado.

IV

Valencia, Zaragoza y Tarragona. — La proclama de Soult. - Nueva organización que dió á su ejército. Sitio de San Sebastián. — Batalla de San Marcial. - Incendio de la plaza de San Sebastián por los anglo-lusitanos. El tratado de Valencey. — 1814. - Suchet en retirada. - Wellington en Francia. — Batalla de Orthez. - Batalla de Tolosa. Los ejércitos de las naciones aliadas entran en Paris. — Abdicación de Napoleón y proclamación de Luis XVIII. - Wellington, Soult y Suchet acuerdan hacer cesar las hostilidades. - Fin de la guerra.

Dominaba Suchet à Valencia y alguna parte de su provincia, habiendo tenido que sostener diferentes encuentros con las columnas de Elio y Wittingham; pero el suceso de Vitoria le obligó á dirigirse hacia los márgenes del Ebro para mejorar la situación del ejército francés que suponía comprometido.

Salió de Valencia en la mañana del 5 de Julio y en seguida la ocuparon Villacampa, Elio, Wittingham, Roche, el Duque del Parque y los ingleses Bentinck y Clinton. Antes de su salida, reforzó las guarniciones de Murviedro, Denia, Peñíscola, Morella y Tortosa, poniendo al frente de la última al general Robert en quien tenía gran confianza. Su objeto principal era socorrer al general Paris que había quedado en Zaragoza y al que acosaban Mina, Durán y don Julián Sánchez. No llegó á tiempo, pues Paris había desamparado la ciudad, donde entró Sánchez con sus lanceros en medio de las aclamaciones del vecindario; siguióle Durán, en tanto que Mina perseguía á los fugitivos, costándole á éstos no poco trabajo ponerse en cobro en la frontera francesa.

Conociendo entonces Suchet lo inútil de su estancia en Aragón, hizo recoger las cortas guarniciones que en algunos puntos de aquel reino tenía, conservando las de Mequinenza y Monzón para resguardo de la plaza de Lérida, en la cual dejó de gobernador al general Lamarque, y, cruzando el Ebro, aproximóse á Tarragona y pasó á situarse en Villafranca del Panadés. Nuestras tropas acordaron seguirle, para lo cual salieron de Valencia convenientemente reforzadas y presentáronse delante de Tarragona, cuyo gobernador, después de volar las fortificaciones, abandonó la plaza el 18 de Agosto é incorporóse al ejército francés que se situó en la línea del Llobregat. Al día siguiente metióse en Tarragona Sarsfield, que había sido llamado à Cataluña para cooperar á tan importante operación.

Volvamos à Soult, quien tan pronto como se encargó del mando en jefe de las tropas francesas de la Península, dió una proclama llena de desconsideración para sus antecesores y de esperanzas que, á la verdad, no tenían base sólida sobre qué fundarse: «Soldados,-decía en aquélla-yo participo de vuestra pena » y de vuestra indignación; conozco que recae sobre otros la censura de la actual > situación del ejército; tened vosotros el mérito de reparar su suerte. He mani⚫ festado al Emperador vuestro valor y vuestro celo; sus órdenes son que desalo

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jemos al enemigo de esas cumbres desde donde insolentemente domina nuestros > hermosos valles y le arrojemos al otro lado del Ebro. En el territorio español > es donde vosotros (debéis poner vuestros campamentos, y allí es de donde habéis de sacar vuestros recursos. No hay dificultad que pueda ser insuperable > para vuestro arrojo... Haced que fechemos en Vitoria la relación de nuestros

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- Firma

primeros triunfos y celebremos allí el cumpleaños de S. M. Imperial. do, SOULT, Duque de Dalmacia, lugarteniente del Emperador. - 23 de Julio » de 1813.

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Dió nueva organización al ejército, formando uno, de los cuatro denominados antes del Norte, Centro, Portugal y Mediodía, con el nombre de ejército de España, distribuído en tres cuerpos. Confió ei de la derecha al Conde de Reille, el de la izquierda á Clausel y el del Centro al Conde de Erlon; formó otro de reserva á cargo de Villalte, con dos divisiones de caballería pesada, á las órdenes de Tilly y Treilhard, y otra ligera á las de su hermano, el general Soult.

Apretaban mientras tanto los nuestros el cerco de San Sebastián, que defendían 4,000 hombres bajo el mando del general Rey, y si bien los españoles blo

quearon en un principio la plaza, sólo formalizaron el sitio los anglo-portugueses que regía Graham, quién resolvió encaminar el ataque contra el lado débil y descubierto de la Zurriola.

Trataron los franceses de socorrer la ciudad y, saliendo de Hendaya al amanecer del 31 de Agosto, vadearon el Bidasoa en número de 18,000 hombres y cayeron furiosamente contra el 4.o ejército español que mandaba entonces Freire, reforzado por Longa, Mendizábal y Porlier, y dos brigadas de la 4.a división británica. Ocupaba Freire las alturas de San Marcial, Irún y Fuenterrabía, cubriendo el camino de la capital de Guipúzcoa.

Las primeras acometidas fueron rechazadas por el regimiento de Asturias, con pérdida de su coronel don Fernando Miranda. En la batalla, que fué ruda, tomaron parte, con su acostumbrado denuedo, Porlier y Mendizábal, conduciendo éste el segundo batallón de infantería de marina. Consiguióse arrollar á los franceses que comenzaron á repasar el río, hostigados por nuestras tropas. Perdieron los españoles en esta victoriosa jornada de San Marcial, 1,658 hombres; más los franceses y muy pocos los anglo-lusitanos, por no haber intervenido apenas en la lucha. Wellington se presentó cuando concluía, excitando su vista aclamaciones en los españoles, de cuyas tropas dijo aquél, en una proclama, que se habían portado en San Marcial como las mejores del mundo ».

El gobernador de San Sebastián, general Rey, aun viéndose privado de todo socorro, resistió las proposiciones que le hicieron el 3 de Septiembre los aliados, por lo cual resolvieron éstos avivar su ataque. Después de porfiada resistencia,' vióse obligado Rey á capitular, incendiando los anglo-lusitanos la ciudad y cometiendo con sus habitantes toda suerte de excesos.

Juzgaba Napoleón perdida su causa por el lado de España y, calculando lo que le convenía quedar desembarazado de esta guerra, resolvió entrar en tratos con el Monarca español, cautivo en Valencey. Envióle al Conde de Laforest, embajador que había sido en Madrid, con una carta suya, á la que contestó Fernando con otra haciendo protestas de sumisión, y comenzaron las negociaciones. Termináronse el 11 de Diciembre con un tratado suscrito por Laforest y el Duque de San Carlos, como plenipotenciarios de sus Monarcas respectivos, cuyo tenor cra en substancia:

• 1.o Reconocer el Emperador de los franceses á Fernando y sus sucesores › por Reyes de España y de las Indias, según el derecho hereditario establecido › de antiguo en la Monarquía, manteniéndose su integridad tal como estaba antes › de comenzarse la guerra, con la obligación por parte del Emperador de restituir las provincias y plazas que ocupasen aún los franceses, y con la misma por la de Fernando respecto del ejército británico, el cual debía evacuar el

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> territorio español al propio tiempo que sus contrarios.

» 2.o Conservar recíprocamente ambos Soberanos la independencia de los de› derechos marítimos, conforme se había estipulado en el tratado de Utrech y » continuádose hasta el año 1792.

» 3.o Reintegrar á todos los españoles del partido de José en el goce de sus

⚫ derechos, honores y prerrogativas, no menos que en la posesión de sus bienes,

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» concediendo un plazo de diez años á los que quisieran venderlos para residir . fuera de España.

» 4.o Obligarse Fernando á pagar á sus augustos padres el Rey Carlos y la » Reina su esposa, 30.000,000 de reales al año, y ocho á la última en el caso de quedarse viuda.

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• Y 5.o Convenirse las partes contratantes en ajustar un tratado de comercio » entre ambas naciones, subsistiendo hasta que esto se verificase las relaciones

> comerciales en el mismo pie en que estaban antes de la guerra de 1792. »

Confióse al Duque de San Carlos el encargo de llevar este tratado á España con una carta del Rey para la Regencia. Esta contestó remitiendo á Fernando copia del decreto de las Cortes fecha 1.° de Enero de 1811, el cual dispuso, como en su lugar dijimos, que no reconocerían, y antes bien tendrían por nulo y de ningún valor ni efecto todo acto, tratado, convenio ó transacción de cualquier clase ó naturaleza otorgados por el Rey mientras permaneciese en el estado de opresión y falta de libertad en que se hallaba, pues jamás le consideraría libre la Nación, ni le obedecería hasta verle entre sus fieles súbditos. La Regencia consultó á las Cortes sobre lo que procedía hacer si ponía Napoleón en libertad &

Fernando con ánimo de descartar á España de la alianza europea é introducir entre nosotros la discordia; y aquéllas publicaron con fecha 2 de Febrero de 1814 un decreto declarando que no reconocerían por libre al Rey, ni por lo tanto se le rendiría obediencia, hasta que en el seno del Congreso nacional prestase el juramento exigido en el artículo 173 de la Constitución. Contenía también el decreto otras disposiciones acerca de los extranjeros que acompañasen al Rey, y del recibimiento que habría de hacérsele.

Suchet resistía mientras tanto en Cataluña; pero, reducido su ejército con motivo de los refuerzos que hubo de enviar á Lyon y acosa do por el general inglés Clinton y el español Manso, emprendió la retirada hacia Gerona. Y como quiera que el Emperador pidiera diez mil soldados más de los suyos, para enviarlos igualmente á Lyon, abandonó á Gerona y accgióse con los restos de su ejército bajo el cañón de Figueras el día 13 de Marzo, haciendo volar los puntos fortificados de Puigcerdá, Olot y Palamós y abandonando las demás plazas del distrito que mandaba.

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José Manso.

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