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JEREZ DE LA FRONTERA. - PUERTA DEL PATIO DE LA CARTUJA

sativo. Pronto olvidó aquel aviso del cielo; pero la misericordia divina no le abandonaba. Otra noche, á la misma hora, se ex. travió en las calles de la ciudad sin poder encontrar su morada; revolvíase á todas partes y no hallaba salida; sobrecogióle el espanto, y con éste el remordimiento: túvose por vencido, y estrechando entre ambas manos la cruz de su espada, comenzó á implorar el auxilio del cielo. Apareciósele entonces á lo lejos, y desfilando hacia donde él estaba, una larga y doble hilera de luces: era un cortejo fúnebre que avanzaba con hachas encendidas. Aterrado de semejante visión, preguntó con voz desfalleda al primero que pasó por su lado:-¿A quién lleváis á enterrar? A don Miguel de Mañara, le respondió el interrogado. Creció su espanto, repitió tres veces la pregunta, y siempre se le dió igual respuesta: quedó abismado en sus reflexiones; la visión desapareció; volvió la oscuridad y el silencio, y acto continuo salió de entre las tinieblas una voz que le dijo:-Ya puedes proseguir, y en efecto halló al punto el camino de su casa. Al día siguiente, ya el libertino era un hombre sesudo, ya el impío era un santo.-Don Miguel de Mañara, consagrado desde aquel momento á vida cristiana y penitente, empezó á practicar las más sublimes virtudes, y anhelando en su ardiente caridad reparar en lo posible el pasado desperdicio de su juventud y de su riqueza, ideó entregarse del todo al alivio de ajenos infortunios.

Existía en Sevilla una hermandad, titulada de la Caridad, sin asiento fijo, dedicada principalmente á asistir en sus últimos momentos á los reos de muerte y á recoger sus cadáveres para darles cristiana sepultura: y existía también en el sitio antiguamente ocupado por las Atarazanas en el Arenal, entre los pos tigos del Carbón y del Aceite, una capilla consagrada á San Jorge, que en 1578 había sido adjudicada á la referida hermandad para cementerio de los criminales y de los ahogados. Don Miguel de Mañara reformó y amplió con la competente autorización los estatutos de esta hermandad, convirtió la capilla en hospital, á cuyo asilo tuviesen derecho los pobres, enfermos y

peregrinos de todos los países, y bajo la misma advocación de San Jorge, á que luego sustituyó el uso la más popular de La Caridad, erigió, dando la traza el arquitecto Bernardo Simón de Pereda, el espacioso edificio de estilo greco-romano decadente que ahora nos ocupa. Consta éste de dos partes, el hospital y la iglesia: célebre aquél por haberlo habitado su generoso fundador, del cual se conservan cien piadosas tradiciones que dan animación é interés á aquellas tranquilas y galanas arquerías; famosa ésta por conservar aún producciones admirables del religioso Murillo, amigo de don Miguel de Mañara (1). La espada de éste, su retrato pintado por Valdés Leal (2), y algunos rosales plantados por su mano, duran todavía en el Santo Hospital. Á su muerte, acaecida en 1679, le legó todos sus bienes, cuyos valores han aumentado en manos de la celosa hermandad que los administra.

Los Venerables.-Este hospital, destinado á refugio de sacerdotes ancianos, fué fundado por la hermandad de Jesús Nazareno, á la cual cedió el duque de Veraguas para tan laudable fin el Corral de doña Elvira, teatro donde se habían ejercitado los talentos dramáticos de Sevilla desde Lope de Rueda hasta Juan de Mal-Lara. La referida hermandad construyó refugio y templo, dedicando este último á San Fernando. Inauguróse este hospital en 1676, dando á los venerables acogidos la sagrada

(1) Son todavía bastantes las obras de Murillo que contiene el hospital de la Caridad. Antes de la invasión francesa, solo en la iglesia había once lienzos de este gran pintor. Ahora no hay más que seis: Moisés sacando agua de la peña, la multiplicación de los panes y peces, San Juan de Dios cargando con un mendigo, la Anunciación, el Niño Jesús y San Juan niño. El cuadro de Moisés es muy conocido por el hermoso grabado que de él hizo don Rafael Esteve. Los cinco cuadros que faltan son la Santa Isabel curando á los leprosos, hoy existente en la Real Academia de San Fernando de Madrid, y estos cuatro que retiene la galería del mariscal Soult: el hijo pródigo en los brazos de su padre, Abraham adorando á los tres mancebos aparecidos, Cristo sanando al paralitico, y San Pedro libertado por el angel. En la sala capitular hay también tres tablas pequeñas de Murillo, alegóricas al ejercicio de la caridad.

(2) Este retrato existía, y creemos que aún existe, en la sala capitular. En la Iglesia están los dos famosos cuadros de tremendo realismo que se supone ejecutó este pintor en rivalidad con Murillo, representando-la fragilidad de las grandezas humanas.

comunión el obispo de Cádiz, don Diego del Castillo. El fervoroso racionero don Justino Neve, grande amigo de Murillo, contribuyó con 250.000 ducados á la erección de la iglesia, y su retrato se conservaba en el refectorio de la casa ejecutado por aquel insigne artista. Pintó éste también para dicho templo la famosa Concepción que se llevó á París el mariscal Soult, un San Pedro, y una Virgen con el niño Dios. Los frescos, ya muy mal parados, y el San Fernando del altar mayor, son obra de Lucas Valdés.

Hospital del Santo Cristo de los Dolores.-Fué fundado junto al pozo Santo para refugio de mujeres enfermas en 1670: algunos años después mejoró con la donación que le hizo de una casa doña Ana Trujillo. En 1682 comenzó el culto en su nueva capilla, y en 1796 se administró por primera vez en ella la Sagrada Eucaristía. De este establecimiento procede un lindo cuadro de Murillo del Nacimiento del Salvador que hace años se admiraba en París en la galería Standish del Museo del Louvre. Estos son los establecimientos piadosos de más nota que se fundaron en los siglos XVI y XVII. Á principios del XVIII se erigieron otros, entre ellos el Hospital del Buen Suceso, solo memorable como objeto artístico por sus hermosas columnas de jaspe, y el Refugio de los niños Toribios de la parroquia de San Esteban, que tomó el nombre de su fundador don Toribio de Velasco (1).

COLEGIOS Y OTROS ESTABLECIMIENTOS DE PÚBLICA UTILIDAD. -Dejamos ya dicho cuánto debió Sevilla en las dos centurias

(1) Este piadoso sujeto empezó reuniendo á los muchachos pobres y vagabundos y haciéndoles rezar delante de una imagen de Nuestra Señora, en cuya santa práctica los iba arraigando por medio de agasajos y regalillos. Poco á poco fué creciendo el número de los afiliados, y los organizó en escuela de primeras letras, favoreciéndole los religiosos Dominicos, los cuales lograron instalarle en el local que había antes ocupado la Inquisición. Cuando Felipe V estuvo en Sevilla, contribuyó con 2000 duros para la construcción de una casa de Toribios, y con los cuantiosos donativos de los particulares acomodados que imitaron su ejemplo, se llevó á cabo la nueva obra, inaugurada en 1722. Ya no existe este establecimiento.

que

ahora recorremos á la ilustre casa de los Riberas. El adelantado don Francisco Henríquez fundó en 1506, en la parroquia de Santa Catalina, la Alhóndiga ó pósito, con motivo del hambre que padeció la ciudad, en cuya ocasión suministró el generoso patricio á la gente pobre inmensas cantidades de grano á bajo precio.-El piadoso obispo de Escalas, don Baltasar del Río, imitó aquel noble ejemplo en 1539, erigiendo el Granero que llevaba su nombre en frente de la Lonja, en el cual había constantemente 1000 fanegas de grano de repuesto.

Pero no atendían solo á la limosna corporal los hombres generosos y pensadores de aquellos tiempos: remediar la inedia del espíritu fué objeto constante de su bien entendida caridad. El siglo XVI vió fundar en Sevilla el Colegio de Santo Tomás de Aquino (1517) por el arzobispo Deza, en el convento de San Pablo:-el Colegio de don Fernando Colón (antes del 1535) cerca de la puerta Real, en cuyo oratorio hizo pintar el hijo del descubridor del Nuevo Mundo, según afirma el inglés Standish, una imagen de San Fernando á caballo, que es lástima no se conserve;-el Colegio de Regina, de la orden de Predicadores, en la parroquia de San Pedro (1553), por última voluntad de doña Leonor Manrique, marquesa de Agramonte; -el Colegio de la Compañía de Jesús (hoy Universidad literaria), instalado primeramente (en 1554) en las casas de don Francisco Fernández de Pineda, y trasladado luego (en 1556) á otra casa de la parroquia de San Salvador, que había sido de los duques de Medinaceli y era á la sazón del alcaide del Alcázar, Fernán Suárez.

La Universidad literaria, que se hallaba establecida antiguamente en el Colegio llamado de Maese Rodrigo, fué trasladada á esta primera casa de la Compañía de Jesús en 1771, cuatro años después de decretar el alucinado don Carlos III el extrañamiento de aquel glorioso Instituto de todos los dominios de España. Desde entonces hasta el año 1836 no sufrió modificaciones notables su grandiosa iglesia; pero en esta última

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