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D. Sancho Abarca.

Como este Rey supiese
Que Pamplona era cercada
De Moros muy aquexada,
Temiendo que se perdiese,
Non se curó con que viese
La tierra toda nevada
E de hielos esmaltada
Tanto que la socorriese.
De cueros duros é crudos
Mandando fazer abarcas,
Traspasó grandes comarcas
Con los montañeses rudos,
Vascongados medio mudos
Pero hardidos é fuertes,
Faziendo terribles muertes
Desarmados é desnudos.

Reprehensión

Los Príncipes delicados,
Blandos é deliciosos,
E de ungüentos olorosos
Ungidos é rociados,
E de rosas coronados,
E de púrpura vestidos,
Non de virtudes guarnidos
Nin de bondades honrados.
Miren al Rey montañés
De cueros crudos calzado,
E de frío espeluznado
Sin polido saldo arnés,
Llenos de hielo los pies,
Pero descercó á Pamplona,
Porque digno es de corona
De laurel é de ciprés.
Aquel infeliz é vil

Rodrigo inafortunado
En un lecho de marfil.
E de perlas coronado
Perdió el gran principado
De España, é Sancho Abarca

Que por cendrado se marca,
Triunfó muy mal arropado...

(Loores de los claros varones de España, por FERNÁN PÉREZ De Guzmán.)

B. Poesía lapidaria.

Lápida de D. Fernán Gudiel, en la Catedral de Toledo.

Aquí yaz Don Fernán Gudiel,

muy honrado caballero:

alguacil fué de Toledo,

á todos muy derechurero,
caballero muy fidalgo,
muy ardit é esforzado
e buen facedor de algo,
muy cortés, bien razonado.
Sirvió bien á Jesuchristo

e á Santa María

e al Rey e á Toledo,

de noche e de día.

Pater noster por su alma,
con el Ave María.

Digamos que le reciban

en la su compañía.

E finó á XXV días de julio, era de MCCCXVI.

(AÑO 1278.)

Inscripción en la escalera del Ayuntamiento de Toledo.

Nobles discretos varones

que gobernais á Toledo,

en aquestos escalones
desechad las aficiones,

codicias, amor y miedo.

Por los comunes provechos

dejad los particulares:

pues vos fizo Dios pilares

de tan riquísimos techos,

estad firmes y derechos.

(D. GÓMEZ MANRIQUE, 1412 1490.)

Epitafio de D. Alvaro de Bazán.

El fiero turco en Lepanto,

en la Tercera el francés
y en todo el mar el inglés
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido,
por la cruz de mi apellido
-y con la cruz de mi espada.

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la gente que había allí, y él dijo:-Así como así,

yo me iba luego á apear...

(D. JOSÉ IGLESIAS DE LA CASA, 1753-1791.)

D. Cantares épicos.

Por el camino real

va una doncellita triste.

Yo no sé qué va buscando...
No hay mata que no registre...

¡Mira qué bonita era! Se parecía á la Virgen de Consolación de Utrera!

De la sierra de Alcubierre retumban los cañonazos...

¡Zaragoza de mi vida,

ya estarás hecha pedazos!

(POPULARES).

E. Baladas.

El cazador herido.

Cazador que vas al bosque

de los cuervos,

ten cuidado, que en los árboles, traicionero,

se oculta el rey de la banda al acecho,

para sacarte los ojos

con su pico corvo y negro.

Cazador que fuiste al bosque

de los cuervos,

fuiste alegre y vuelves triste

como un muerto...

Miróme una mujer pérfida, sonriendo,

y me sacó el corazón

prendido en sus ojos negros.

-

Una mujer más traidora

que los cuervos,

me, ha robado el corazón

sonriendo.

Por eso vuelvo tan triste

como un muerto;

que aunque no se ve mi herida,
traigo la muerte en el pecho.

(ANGEL GANIVET, 1865-1898).

F. Leyendas.

Amigos e vasallos de Dios omnipotent,

Si vos me escuchásedes por vuestro consiment,
Querriavos contar un buen aveniment:
Terrédeslo en cabo por bueno verament,
Yo maestro Gonzalvo de Berçeo nomnado
Yendo en romería caeçi en un prado
Verde é sençido, de flores bien poblado,
Logar cobdiçiaduero para omne cansado,
Daban olor sobeio las flores bien olientes,
Refrescaban en omne las caras e las mientes,
Manaban cada canto fuentes claras corrientes,
En verano bien frías, en yvierno calientes.
Avie hy grant abondo de buenas arboledas,
Milgranos e figueras, peros e mazanedas,
E muchas otras fructas de diversas monedas;
Mas non avie ningunas podridas ni açedas.
La verdura del prado, la olor de las flores,
Las sombras de los arbores de temprados sabores
Refrescáronme todo, e perdi los sudores:

Podrie vevir el omne con aquellos olores.
Nunqua trobé en sieglo logar tan deleitoso,
Nin sombra tan temprada, nin olor tan sabroso,
Descargué ni ropiella par ïaçer más viçioso,
Poseme á la sombra de un arbor fermoso,
Yaçiendo á la sombra perdí todos cuidados,
Odi sonos de aves dulces e modulados;
Nunqua udieron omnes organos mas temprados,
Nin que formar pudiessen sones mas acordados...

Milagro XI

Fra en una tierra un omne labrador,
Que usaba la reia mas que otra labor:
Mas amaba la tierra que non al Criador,
Era de muchas guisas omne revolvedor.
Façie una enemiga, façiela por verdat,
Cambiaba los moiones por ganar eredat:
Façie a todas guisas tuerto e falsedat,
Avie mal testimonio entre su vecindat,
Querie, peroque malo, bien a Sancta María,
Udie sus miráculos, dabalis acogía:

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