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--¡Ah, caballero!-exclama otro. ¡Bien se conoce que usted no sabe lo que son los ingleses! Lo llevarán á Londres en rehenes de los prisioneros que guardan los zulús. Después se servirán de él para negociar la paz. Luego le obligarán á abdicar en un príncipe amigo de Inglaterra. Y cuando todo esto hayan conseguido..... le enseñarán, dentro de una jaula, por dinero.

(Los Lunes de El Imparcial, por JOSÉ ORTEGA MUNILLA. 1879).

C. Narraciones de sucesos y noticias.

AVISOS DE 11 DE OCTUBRE DE 1654

En los achaques de los Reyes no hay más de dos lances, que es enfermar y morir, que hasta que mueren siempre están mejores. La Reyna Nuestra Sefiora (que esté en el cielo) adoleció Martes, día aciago para España, á 28 de Septiembre. Su primer susto fué de cámaras: hubo consulta entre seis Médicos de Cama sobre la sangría por habérsele encendido gran calentura. Sangráronla de los brazos, con que se atajó la evacuación, y el mal subió á la cabeza, y se la erisipeló la cara, y llegó á la garganta, de modo que parecía garrotillo.

Repitiéronse las sangrías en brazos y pies hasta llegar á ser ocho. Sacramentáronla el Martes, á quatro de este, día de San Francisco; y el mismo llevaron á Palacio el cuerpo de San Isidro. Sacaron la milagrosa Imágen de Atocha en procesión general al Colegio de Santo Tomás; y queriéndola llevar á Palacio, la Reyna con fé y religión lo excusó diciendo no era digna de aquella visita. El Príncipe nuestro Señor vino á la tarde á hacerla oración, y á pedir la salud de su Madre. Este propio día se avisó al Rey (Dios lo guarde) el estado del mal, con correo á toda diligencia para que viniese, poniéndole paradas de mulas.

No hubo en Madrid Convento ni Parroquia, que no sacase sus Crucifijos ni Imágenes más devotas en procesión, haciendo el Pueblo con llantos muy fervorosos rogativas y plegarias por su vida. El Miércoles á 5 de este por la mañana quiso hacer testamento, y no pudo ante el Secretario Pedro de Arce, con asistencia del Señor Presidente de Castilla, Señor Conde de Castrillo y algunos Consejeros. Pero dió poder al Rey para testar, dexando memoria de lo que era su voluntad. A medio día pidió la subiesen la flor de lís, que está vinculada en la Corona con un pedazo de Lignum Crucis. Adoróla con gran devoción: echó la bendición á sus hijos desde lexos, no consintiendo llegasen cerca, diciendo que Reynas habría muchas para España y Príncipes pocos. Jueves por la mañana, que fué á 6, día de San Bruno, Fundador, la olearon, y creciendo el mal, y faltando pulso expiró á las quatro y quarto de la tarde del relóx de Palacio, con el mayor sentimiento y lágrimas que se há visto por Reyna alguna.

S. M. así como tuvo la nueva en Zaragoza despachó al exército al Señor Don Luis de Haro, á dar cuenta de la causa porque venía, y partió á Madrid por posta. La nueva de la muerte le cogió en Maranchón, habiendo despachado correos al Consejo de Estado, y el Señor Marqués de Santa Cruz como Mayordomo mayor de S. M., hizo gran demostración, y mandó salir de su

coche á los Señores Marqueses del Carpio y de Aytona, y el Conde de Grajal corrió las cortinas, y vino solo más de tres horas.

Luego que murió la Reyna la vistieron con hábito de San Francisco (sobre la misma camisa y almilla que tenía) que le enviaron del Convento Real de las Descalzas. Calzóla la Señora Condesa de Salvatierra, la pusieron una toca, y luego la metieron sin embalsa nar en una casa de plomo. Y á otro día Viernes la sacaron al salon de Palacio, que estaba colgado con la tapicería de Tunez, con siete altares, no junto á su mismo cuerpo, que estaba en una cama de plata debaxo de un riquísimo dosel. La caxa de plomo en un ataúd de brocado de nácar, y cubierto con paño de lo mismo bordado, y encima la almohada con la corona y cetro. Al rededor treinta y seis blandones con hachas amarillas; al un lado en alfombras la Señora Duquesa de Mántua y las Damas y Señoras de honor, todas cubiertas de luto y con Mantos de bayeta. Al otro lado en el banco de los Grandes estuvieron velando los Señores Duques del Infantado, Montalto, Villahermosa, Alburquerque, Abrantes, Nájera, Camiña y Condestable. Al Señor de los Cameros, niño, le hicieron retirar, porque no le hiciese mal el calor, estando con chia y capúz. Así estuvieron hasta la una de la noche, que se llevó el cuerpo al Escorial. Y el modo con que fué, reservo para otros avises, que en estos no cabe.

El Rey no quiso entrar en Madrid por no ver una lástima semejante en su casa. Apeóse en la del Pardo, donde le fué á asistir el Príncipe nuestro Señor; y estarán allí hasta que se hagan las honras, y para entonces vendrá á San Gerónimo. Queda la Córte cubierta de luto y de llantos.

(Avisos de D. JOSEF PELLICER Y TOBAR.)

Madrid y Diciembre, 27 de 1656.-Dicese pide la Junta grande que se hace en casa de D. Luis de Haro al reino tres millones, luego, pronto y de contado para servir á S. M. que los ha menester, y que habiéndole respondido no tienen efectos ni modos donde se puedan sacar, le han respondido que se los concedan, que ellos buscarán en qué se carguen. Créese es para la restauración de Portugal y armadas de Indias y de nuestras costas. Plegue á Dios que se empleen bien, y que no se deshagan entre las manos, que, en efecto, es sangre de pobres.

Dicese mandan al Marqués de Santa Cruz vaya á Francia con 20 navíos de guerra y 6 de fuego, y que va de muy mala gana, por saberse cuán fortificado está allí el inglés y con tantos fuertes que se dice son trece y que el que menos tiene 28 piezas de artillería y más de 8 á 10 000 hombres, y, sobre todo, tres escuadras de á 8 navíos y 3 de fuego, que se juntarán luego al ins tante contra nosotros, y más ahora que se dice envía Cronwell allá 28 navíos y 8 de fuego de refuerzo, sospechoso de lo que nosotros queremos hacer, que si no es á fuerza de milagros, parece naturalmente que nos hemos de perder. Mirenos Dios con ojos de misericordia.

Díceso le dan á D. Juan de Chaverri 7 navios no más para que vaya al Perú, y que replica que con tan pocas fuerzas, teniéndolas los enemigos tantas, se va á perder de conocido, no sólo él y su reputación, sino la España. Y le responden que no se puedo más, que obedezca y vaya; que si lo hace es contra su voluntad y dictamen.

El viernes 22 de éste fueron los años de la señora reina. Hubo en Palacio

I

comedia nueva y otros varios festejos é infinidad de cadenas. Sabe Dios y el que las hizo si eran de oro, que el bronce pasa plaza muchas veces de este rojo metal. Y para estas Pascuas, cuatro autores de los selectos han hecho cuatro comedias nuevas para mayor festejo de los años y de la Pascua. Lo que es fiestas, siempre las hay, desvelándose en ésto, y no en ver cómo nos hemos de defender de tantos demonios de enemigos que no nos dejan vivir. Envía Su Majestad 36 caballos, los 12 al Emperador, otros 12 al Rey de Dinamarca, y los 12 restantes al Sr. D. Juan de Austria á Flandes. Llévalos el marido de Catalina del Viso, una labradora que, por lo simple y graciosa, tiene con el Rey y en todo el Palacio gran cabida, que le asiste perpetuamente, excepto las noches, que se va muy tarde, ó por mejor decir, la llevan en un coche á su casa, que la tiene propia, y tan buena que le ha costado 24.000 ducados. Casóla el Rey, y hoy tiene 100.000 ducados de hacienda y más, y en su casa audiencia formada y festejo todas las mañanas antes de venirse á Palacio, donde come de la mesa del Rey. Esta tal era una muchacha labradorcilla que servía en Palacio á una mondonga, y un día de mucho frío en el invierno, que hacía muy buen sol, puesta á él, le cogía en el delantal, y cuando le parecía estaba ya bien caliente, le cogía é iba corriendo al aposento de su ama y le metía en un arca, y hacía ésto tantas veces, yendo y viniendo, que, siendo notada de las otras, le preguntaron que para qué hacía aquéllo, á que respondía que guardaba el sol para cuando no le hubiese, y calentarse á él. Pasó la palabra; llegó á oídos de los Reyes; llamáronla; dijo lo mismo y otras inocentadas, y quedó tan bien vista de la Reina D.a Isabel, que goza de Dios, que desde entonces tiene en Palacio el cabimento que digo, y cuatro ó seis hijos que le ha dado Dios, y aunque niños, con oficios en Palacio y mercedes; las hijas para dotes cuando se casen, que en esta parte no es tan inocente que no toma y pide cuanto le dan y ha menester...

......

Con la hija de la Marquesa de Granópoli, feísima por extremo y corcovada, que hereda el Marquesado de Mondéjar, se casó el Conde de Coruña y Villar habiéndose juntado todos los Mendozas para salir con este casamiento, entre más de cien pretendientes que había á la novia, que la grandeza y riqueza es la mayor hermosura que puede tener una mujer, y la píldora con capa de oro, aunque amarga, se traga. ¡Oh, lo que puede este pajizo metal!

El Duque de Terranova ha enviado una ración entera de Sevilla para un hijo de D. Juan de San Martín, criado del Valido, y lo pide todo in partibus, cosa que de la nación y cortesanos antiguos está muy mal visto.

A todos los presos del hurto de Aponte, condenados en diferentes penas de galeras, presidios y dinero, les han soltado libremente, y á Marín le tienen en una torre de la cárcel de corte, en el chapitel, en lo más estrecho, que apenas cabe un hombre, con unos grillos de 40 libras y una cadena de cuatro arrobas, enjaulado como pájaro, para que con la dulce voz que tiene pueda entretenerse cantando; y se dice que, á buen librar, le enviarán á galeras perpetuas, si no le dan algún garrote por la muerte de D. Tomás de Labaña y otros muchos delitos que tiene hechos.

Dícese que S. M. ha enviado orden al Duque de Medinaceli, se valga del dinero de las bolsas de quien lo tuviere, sacándolo por fuerza, si de grado no lo quieren dar, con que los juristas del Andalucía están que se desesperan, pues, con ésto, no sólo les quitan la mitad, sino toda la renta enteramente

sobre quién ha de caer primeramente el rayo, y que salga volando, le manda, el armada á esperar la flota, que el riesgo es grande, y si por nuestros pecados se perdiese, será el perdernos todos. Dios la traiga con bien y ciegue á nuestros enemigos, para que la pierdan de vista y no la encuentren. Amén... . . . Escriben de Calés, haber ido en persona por la posta Cromwell á Escocia, dejando á Londres á buen recaudo, á sosegar los rebeldes, mandando le siguiesen 20.000 hombres, que con los que tenía allá su hijo, que estaba por General, venía á juntar un numeroso ejército, si no le dan primero en la cabeza antes de unirse. Grandes cosas se dice han de verse este año, de que v. m. y los amigos serán avisa los con toda puntualidad.

Dícese haber muerto en Lagos el General del Inglés Blac, que si fuese cierto, podría retardar muchos buenos sucesos, porque era afortunado, no. obstante que no ha de faltar otro demonio que nos venga á perseguir, de quien sólo Dios nos puede librar. Estoy esperando que salga ahora, después de Navidad, el pronóstico de Cádiz, á ver qué nos dice, que es el que suele acertar más, para remitirle luego á v. m., como lo haré de todos los papeles curios08 que á mis manos llegaren.

Al Arcediano de Madrid, le ha hecho S. M. Sumiller de cortina.

Al Duque de Terranova, le han hecho del Consejo de Estado, y se viene. El Duque del Infantado, pretende á Nápoles y el Consejo de Estado juntamente.

En Roma, mueren cada día 150 personas, y en Génova lo mismo.

(Avisos de D. JERÓNIMO DE Barrionuevo).

CAPÍTULO SEGUNDO

DIDÁCTICA PRÁCTICA

I. DOCTRINA CRISTIANA ELEMENTAL

Existencia y espiritualidad del alma.

Todos sabemos por experiencia propia que hay dentro de nuestro cuerpo una cosa que piensa, quiere y siente: esto es lo que llamamos alma. Cuando decimos que es espiritual entendemos que no es una parte de nuestro cuerpo, ni es nuestra sangre, ni nuestros nervios, ni nuestras fibras, ni nuestro cerebro, ni nada que sea largo, ni aucho, ni hondo; que no puede dividirse en partes porque no las tiene: en una palabra, que no es nada semejante á todo cuanto vemos y tocamos, ó percibimos con otros sentidos, sino que es de un orden muy distinto, muy superior á todo cuanto nos rodea, es decir, que es una substancia simple, con facultad de entender y querer.

Que nuestra alma es espiritual y no corpórea, se deja conocer fácilmente considerando la diferencia que media entre ella y los cuerpos. Estos si se los mueve, se mueven; si se los deja quietos, quietos permanecen; por sí no tienen acción ni movimiento; en nuestra alma se observa todo lo contrario, porque no sólo hace mover el cuerpo cuando ella quiere y del modo que quiere, sino que con el pensamiento recorre en pocos instantes el cielo y la tierra; y es tan inquieta, tan activa y tan vivaz, que es cerrar los ojos á la luz el

empeñarse en decir que su naturaleza no es muy diferente de la de los

cuerpos.

(La Religión demostrada al alcance de los niños, por D. JAIME BALMES, 1810-1847).

II. MATEMÁTICAS

ANTÍMACO.-Pues, señor, ¿en qué se entiende?

SOFRONIO.-En leer este libro de Aritmética, que tiene muchas sutilezas, y muy buenas, y huélgome con él algunos ratos.

ANTIMACO.-¡Oh pecador de mí! ¿Y con cuentas andáis envuelto?
SOFRONIO.-Pues qué, señor Antímaco, ¿no os parece bien?

ANTÍMACO.—Sí, por cierto, cuando hay muchos dineros que contar; mas por vida que entre estudiantes es menester tan poca Aritmética, que por mi fe, si todos son como yo, que hasta diez que sepan contar les basta.

SOFRONIO. -Buen disimular es ese: ¿os queréis hacer pobre entre manos? ANTÍMACO.--Por cierto no pretendo tal, porque sería perder el casamiento. Mas por vuestra vida, que me digáis qué gusto ó qué fruto halláis en esta Aritmética que tanto os ocupáis en ella, Porque ya otras tres ó cuatro veces os he hallado estudiando en ella. ¿Por dicha pretendéis asentar por criado de tienda de algún genovés rico?

SOFRONIO.--No, en verdad, porque soy muy harón para servir; pero las ciencias (como dice el filósofo) no se han de aprender por el interés que de ellas se espera, sino por la perfección que traen al hombre.

ANTIMACO.-Yo concedo ser así, mas habíame de constar ser la Aritmética ciencia para que diese por bueno el tiempo que en ella se gastase.

SOFRONIO.-Bueno está eso, señor Antímaco, decir que no es la Aritmética ciencia, pues nos consta estar puesta en el número de las Artes liberales y no como la menos perfecta, sino como una de las más excelentes y necesarias. ANTÍMACO. -Por cierto que para tenerla en tanta honra, que me parece faltarle muchas partes. Mas sepamos: ¿qué cosa es Aritmética, que la pɔnéis en el número de las Artes liberales?

SOFRONIO.-Por mi fe, que me huelgo de que hayamos caído en esta disputa, porque ya con otros muchos la he tratado, y nunca hemos llegado al fin. ANTÍMACO.-Para ello estamos aquí los dos solos, y bien despacio, y si vuestra indisposición no os estorba, podréis muy bien cumplir vuestro deseo.

SOFRONIO.--Mi mal no es tanto que estorbe á mi deseo, y, por tanto, os quie ro decir qué cosa sea Aritmética, dejando aparte que me negásteis no ser Arte liberal, lo cual creo que más fué por gana de disputar que por ignorar la verdad. Aritmética comúnmente se define que es un Arte que trata de números y de sus pasiones, por la cual Arte procuraban alcanzar aquellos filósofos pitagóricos todas las cosas que querían; y á mi parecer no iban muy engañados, según aquella sentencia que dice: debajo de tres cosas haber Dios dispuesto todo lo creado; conviene á saber: número, peso y medida. Y de aquí viene, si bien me acuerdo, que dice Macrobio que por el número aritmético vino á alcanzar Pitágoras los movimientos de los Cielos, y las concordancias y revoluciones que entre ellos había: cosa, cierto, que aunque no tuviera otro argumento sino éste, bastaba para conocer de cuántos quilates aca esta Arte

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