El solemne desengaño. (La conversión del Duque de Gandía.) En la soberbia capilla-donde las cenizas duermen en magníficos sepulcros-de los Católicos Reyes, ya está la bóveda abierta,-cuya ancha boci parece de la eternidad la boca--que voraz su presa atiende. Llega por fin el momento -en que el cadáver se entregue al granadino prelado-con testimonio solemne, siendo el marqués de Lombay-¡tan inflexible es la suerte! quien reconocer el cuerpo y hacer de él la entrega debe. ¡Acto espantoso, terrible,-para el que Lombay no tiene fuerza en sí mismo bastante--por más alma que le aliente! Al ver que ya el arzobispo --los trémulos pasos tiende por las gradas, que se pone-del regio féretro enfrente, que el notario lo acompaña,-que en derredor aparecen los testigos, y que el pueblo espera el acto impaciente; con expresión tan amarga-mas con una fe tan fuerte, alza el rostro, y ambas manos--hacia los cielos extiende, que sin duda de su ruego--se apiadó el Omnipotente, y resignación y brío--le dió para el trance fuerte, pues de pronto en sí tornando-con resolución desprende la afiligranada llave -- sobre su pecho pendiente; en la estrecha cerradura,-sin mostrar temblor, la mete, y veloz le da la vuelta-que hace resonar los muelles. Al punto un paje la tapa-alza del féretro, y vese con sus regias vestiduras-un cuerpo. Mas el ambiente con tal fetidez se infesta-que el brillo las luces pierden; atrás se retiran todos,-y el concurso se conmueve. Del cuerpo oculta el semblante- -un blanco holán, que guarnecen los encajes más costosos-que el prolijo belga teje. Y observando la etiqueta, el marqués tan sólo debe levantarlo, porque pueda-el rostro reconocerse. Vacila, tiembla, la mano- -va á extender una y dos veces, y la retira veloce--cual si el cendal fuego fuese. Convulso, desatentado,-á tocarlo se resuelve, lo ase, lo levanta... ¡Cielos!--¿Qué es lo que dejó patente? aquellos ojos de fuego,-aquella serena frente, que en torno se difundían,-al gran concurso estremecen con terror pánico. Un grito,-un alarido de muerte unánime se levanta;-huye asustada la plebe, huyen pajes, caballeros,-arzobispo, nobles, prestes, y aterrados y oprimidos-se apiñan en los canceles. Sólo el marqués de Lombay-clavado está, sin moverse, fijo en su puesto. Su rostro-ni palabras ni pinceles pueden retratarlo. Azufre-ser sus facciones parecen, en que expresión nunca vista-de afecto ignoto se advierte. Con los ojos que le saltan--del casco, mas que no tienen ni luz, ni lágrimas, fijos-todo aquel espanto bebe. Extendidos los dos brazos-contra el túmulo, sostienen su cuerpo como puntales,—y ya no tiembla, que pende inmóvil el toisón de oro-cual si de un poste pendiese. ¡No es hombre quien logra tanto; -mármol es quien tanto puede! La obligación y el respeto-que al regio cuerpo se debe, pronto al prelado, cabildo,-y caballeros compelen á volver, porque el cadáver--sin sepultura no quede; y aunque no muy cerca, tornan-y al marqués liaman. Mas éste ni ve más que un desengaño -ni oye más que una solemne voz del cielo, ó ya es un tronco-que ni ve, ni oye, ni siente. Un su gentilhombre llega,-notando que allí la muerte está bebiendo insaciable, -y le tira de la veste. Todo en vano. Decidido---con él se abraza; parece que está abrazado de un roble -que raíz profunda tiene. En esto, un paje la tapa -del féretro de repente cierra, con cuerdo discurso, porque aquella infección cese. Y al ocultarse á la vista-todo el horror que contiene, y al estruendo de los gonces-cerraduras y batientes, tiembla el marqués, da un gemido,-su rígida fuerza pierde, y á brazos del gentilhombre-flojo y desplomado viene. Acuden sus servidores,-y entre todos, cual si fuese cadáver, fuera del templo-le conducen como pueden. En cuanto le dió en el rostro-á cielo abierto el ambiente, los ojos abre, suspira,-de nuevo á la vida vuelve, se pone en pie, gira en torno-la vista, como si hubiese de una pesadilla horrible-despertado. En la celeste bóveda la clava, y dice-con acento tan ferviente, y una expresión tan sublime -que hasta las piedras conmueve: -No mas abrasar el alma-con sol que apagarse puede, no más servir á señores—que en gusanos se convierten.-Y desmayóse de nuevo-hundido en maligna fiebre, que puso su noble vida- muy á pique de perderse. Este marqués de Lombay--estaba á los pocos meses en una mezquina celda-confundido y penitente, y predicando á los hombres -- (DON ANGEL De Saavedra, DUQUE DE RIVAS. 1791-1865.) 5. ROMANCES DE BURLAS Romance de burlas, por D. Francisco de Quevedo. ¡Lindo gusto tiene el tiempo, notable humorazo gasta! El es socarrón muchacho,-él es figurón de chapa: Parece que no se mueve,-- y ni un momento se para; Su oficio es maese Coral-y juego de pasapasa. ¡Quien le ve, calla callando--andarse tras las quijadas; Sacando muelas y dientes-con tardes y con mañanas, Y sin decir, allá voy,-saltando de barba en barba, Enharinando bigotes-y ventiscando de canas! ¿Pues á quién no hará reir-verle mondar una calva, Para que puedan las moscas con más descanso picarla, Y muy falsito ponerse-como que juega á las damas, Unas sopla y otras come,--negras unas, otras blancas? A los más hermosos ojos-se las pega de lagañas; La boca masculla que antes--de perlas mordió con sartas. ¿Qué es el mirar escondida-entre la nariz y barba La que fué del alba risa,-y está cocando de Marta? Pues ¿qué es verle fabricar-del cuerpo de una muchacha Hija de padres honrados,—una dueña? ¡Arriedro vaya! Descalzándose de risa-tras los espejos se planta, Viendo cómo el solimán-muy de pinta-monas campa. Con los picos de narices- -es con quien usa más chanzas, Pues unos llueven moquitas-cuando otros se empapagayan. Engúllese potentados-como si engullera pasas; Y como si fueran nabos, planta en la tierra monarcas. Va prestando navidades-como quien no dice nada; E. Poemas épicos didácticos. 1. DIDÁCTICA VERSIFICADA. Para hacer versos. Los que dessean poetas salir Los que bien metros quisieren hacer y nunca se espante por cosas que viere, en poco de tiempo él podrá llegar al monte Parnaso y más si más quiere. (Suma y erudición de Grammática en metro castellano, por el bachiller FRANCISCO THAMARA. 1550.) 2. POEMAS FILOSÓFICO-MORALES Exclamación del Canciller Ayala. Cesen los sofismas, la lógica vana En tanto silencio ayan las questiones, E sy quiera la naue esté en la ribera. (Deytado sobre el cisma de Occidente, por el Canciller PERO LÓPEZ DE AYALA.) F. Poemas descriptivos. Descripción de los meses. El un de los fastiales luego enna entrada Estaba don Janero a todas partes catando, Estaba don Feurero sos manos calentando, Verano e inuierno yuales destremando. Marcio avie grant priessa de sus vinnas labrar . |