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Bajo el flotante tul

De mil cascadas frescas
Que, atravesando prados

De hermoso añil sembrados,
Van tintas en su azul.

Caer las vió en riberas
Donde reposan mansos
Los monstruos y las fieras
De tierra, viento y mar;
Y en plácidos remansos,
El sueño entreteniéndolas
Vió cisnes y oropéndolas
Bañarse y juguetear.
Y vió dorados peces
En tumultuoso bando
A flor del agua á veces
Pacíficos nadar,

Y a veces elevando
Por cima de las olas
Los lomos y las colas
La orilla salpicar.

Vió luego estos ríos
Crecer sin vallares,
Perdiéndose en mares
De leche y de miel:
Y en ellos navíos
Do van los amores
Meciéndose en flores
De uno á otro bagel.
Murmullo tras ellos
Levantan sonoro
Mil góndolas de oro,
De concha y marfil,
Do van Silfos bellos
Vogando con velas
De chales y telas
De seda sutil.

Espuma levantan
Inquietos remando
Los mil gondoleros
Que van tripulando
Los barcos veleros;
Y danzan ligeros
Y armónicos cantan
Alegre canción:

Y mil gallas aves,

Que siguen las naves,
Al sol esponjando

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Sus plumas distintas
De mil varias tintas

De azul, gualda y oro,

Imitan en coro

Del cántico el son...

Avanza y niebla
Pálida ve

Que el áire puebla,
Según pie à pie
Ganando va

Aquel estenso
Espacio inmenso

Do errando está:

Y le parece

Que se ennegrece

Mar, niebla y viento

En torno de él,

Y que se acrece
Cada momento
El movimiento
De su corcel.
Anochece,

Y oscurece

Más apriesa
Cada vez

El ambiente,
Que se espesa
Con creciente
Lobreguez.
El camino
Desaparece;

Y, sin tino

Ni destino

Que comprenda,
Sobre senda

Audazmente

Carrilada

Por un puente

De movible

Tirantez

Tan delgada
Como el hilo
En que se echa

Descolgada

Una oruga...
Tan estrecha

Como el filo

De una espada,

Como flecha
Disparada,

Cual centella
Desatada,

Va sin huella
Perceptible

El perdido
Nazarita,

Con horrible

E infinita

Rapidez...
A este paso
Tan estrecho,

(Cuyo escaso
Corto trecho
Es camino
Tan dudoso

De cruzar,
Pero fallo

Riguroso
Del destino
Y ley santa
Que acatar),
Se adelanta

Vigoroso

El caballo

Misterioso

De Al-hamar...

Israfel

Allí está

Para ver

El que va

Sin caer,

Y pasar
No dejar
Al infiel:
Y he aquí
Que por él

Va á pasar

El corcel

De Al-hamar...

El puente

Vacila;

El príncipe

Oscila,

Perdido

El sentido,

Demente

Transido

De horror.

Ya toca

La opuesta

Ribera;

Ya poca
Carrera

Le cuesta.

¡Valor!

Ya llega:

Le ciega

El pavor.

¡Ah! ¡Dadle

Favor!

¡Salvadle,

Señor!

Saltó.

Pasó

Con bien

Y allá

Cayó

De pié.

Salvo

Fué,

¡Oh!

Ya,

¿Quién

Ve

Do

Va?

(Granada, poema oriental por D. JOSÉ ZORRILLA.)

G. Poemas épicos heroicos.

El conde de Niebla.

Aquel que en la barca parece sentado
Metido en engaño de las bravas ondas,
En aguas crueles ya más que non hondas
Con mucha grant gente en la mar anegado,
Es el valiente, non bien fortunado,

Muy virtuoso, perínclito conde

De Niebla, que todos sabéis bien adonde
Dió fin al día del curso hadado...

En la su triste hadada partida
Por muchas señales que los marineros
Han por auspicios y malos agüeros,
Le fué denegado hacer su venida:

Los cuales veyendo con voz dolorida
El cauto maestro de toda su flota,
Al conde amonesta del mal que denota,
Porque la vía fuese resistida.

Ca, he visto, dice, señor, nuevos yerros
La noche pasada hacer los planetas,
Con crines tendidos arder los cometas,
Y dar nueva lumbre las armas y hierros:
Ladrar sin herida los canes y perros,
Triste presagio hacer de peleas
Las aves nocturnas y las funereas
Por las alturas, collados y cerros.

Vi que las gúmenas gruesas quebraban
Cuando las áncoras quis levantar
Y vi las antenas por medio quebrar,
Aunque los cárbasos no desplegaban;
Los mástiles fuertes en calma temblaban,`
Los flacos trinquetes con la su mesana
Vi levantarse, no de buena gana,
Cuando los vientos se nos convidaban...

El conde, que nunca de las abusiones
Creía, ni menos de tales señales,
Dijo: Ni apruebo por muy naturales,
Maestro, ninguna de aquestas razones,
Las que me dices, ni bien perficiones.
Ni veras pronósticas son de verdad
Ni los indicios de la tempestad
No vemos fuera de tus opiniones...

Ni baten las alas ya los alciones,
Ni tientan jugando de se rociar,
Los cuales amansan la furia del mar
Con sus cantares y lánguidos sones,
Y dan á sus hijos contrarias sazones
Nido en invierno con nueva pruina,
Do puestos acerca la costa marina
En un semilunio les dan perfecciones.
Ni la corneja non anda señera
Por el arena seca paseando,
Con su cabeza su cuerpo bañando
Por preocupar la lluvia que espera.
Ni vuela la garza por alta manera,
Ni sale la fúlica de la marina
Contra los prados, ni va ni declina
Como en los tiempos adversos hiciera.

Desplega las velas pues, ¿ya que tardamos?

Y los de los barcos levanten los remos

A vueltas del tiempo mejor que perdemos
No los agüeros, los hechos sigamos:

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