Y viendo en las verdes ramas-que repiten la canción de los arroyos las aves,-así dijo y suspiró: Yo sola triste al són--de todos, lloro soledad y amor. (JON FRANCISCO DE BORJA, PRÍNCIPE DE ESQUILACHE. 1578-1658). Ande yo caliente Y riuse la gente. Traten otros del gobierno Y en las mañanas de invierno Coma en dorada vajilla Que en el asador reviente, Cuando cubra las montañas Busque muy en hora buena Pase á media noche el mar, De Yepes á Madrigar La regalada corriente, Y ríase la gente. Pues amor es tan cruel, Que de Píramo y su amada Sea mi Tisbe un pastel, Y la espada sea mi diente, Y ríase la gente. (DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE. 1561-1627). G. Sonetos. Lleva tras sí los pámpanos Octubre, y con continuas aguas insolente no sufre Ibero márgenes ni puente, mas antes los vecinos campos cubre. Moncayo, como suele, ya descubre coronada de nieve la alta frente, y el sol apenas vemos en Oriente cuando la opaca sombra nos le cubre. Sienten el mar y selvas ya la saña del aquilón, y encierra su bramido gente en el puerto y gente en la cabaña. Y Fabio en el umbral de Tais tendido con vergonzosas lágrimas le baña,▸ debiéndolas al tiempo que ha perdido. (LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA). Temores en el favor. Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro, y la cándida víctima levanto, de mi atrevida indignidad me espanto, y la piedad de vuestro pecho admiro. Volved los ojos á mirarme humanos, que por las sendas de mi error siniestras me despeñaron pensamientos vanos. No sean tantas las miserias nuestras, que á quien os tuvo en sus indignas manos vos le dejéis de las divinas vuestras. (LOPE DE VEGA). La tempestad y la calma. Yo ví del rojo sol la luz serena Turbarse y que en un punto desparece Su alegre faz, y en torno se oscurece El cielo con tiniebla de horror llena. El antro proceloso airado suena, Crece su furia y la tormenta crece Y en los hombros de Atlante se estremece Mas luego ví romperse el negro velo Y, de nuevo esplendor orlado el cielo Miré y dije: ¿Quién sabe si le espera Igual mudanza á la fortuna mía? (Versos de DON JUAN DE ARGUIJO. 1564-1623). A un valentón metido á pordiosero. Un valentón de espátula y gregüesco, que á la muerte mil vidas sacrifica, cansado del oficio de la pica mas no del ejercicio picaresco; retorciendo el mostacho soldadesco, por ver que ya su bolsa le repica, á un corrillo llegó de gente rica, y en el nombre de Dios pidió refresco. Den voacedes, por Dios, á mi pobreza, les dice: donde no, por ocho santos que haré lo que hacer suelo sin tardanza. Mas uno que á sacar la espada empieza, -¿Con quién habla, le dijo, el tiracantos? Si limosna no alcanza, ¿Qué es lo que suele hacer en tal querella?Respondió el bravonel: Irme sin ella. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA). Mia. Mía: así te llamas. ¿Qué más armonía? Mía: luz del día. Mía: rosas, llamas. -¡Qué aroma derramas En el alma mía, Si sé que me amas ¡Oh Mía! joh Mía! Tu sexo fundiste Con mi sexo fuerte, Yo triste, tú triste... (PROSAS PROFANAS, por RUBÉN DARIO. 1896). Primero de Enero. ¡Un año más!... La nieve del hastío como el cabello el corazón blanquea, y herida el alma en la mortal pelea, perdió su fe, sus fuerzas y su brío. ¡Acércate á mi lado, dueño mío!... Juntos ante la vieja chimenea contemplemos al monstruo que pasea entre las llamas, tétrico y sombrío. ¡Mírale!... ¡Nos acecha!... Es el eterno fantasma horrible que al dolor convida y se goza, cruel, en nuestro daño! ¡Es el cansancio, que se llama invierno, y apaga los ardores de la vida con su soplo de muerte y desengaño! (Cancionero de Gil Parrado, por ANTONIO PALOMERO. 1900.) Noche en Venecia. La flecha de la góndola se desliza sin ruido la ancha ría despliega sus alcázares viejos, en cuyos nobles muros, que el tiempo ha carcomido, Y corre lenta el agua: parece que se aleja (JOSÉ DE CUBAS. 1898.) II. Romances líricos. Romance viejo amoroso. Fonte frida, Fonte frida, -Fonte frida y con amor, Que ni poso en ramo verde,-- ni en prado que tenga flor; Que Non non quiero haber marido,-porque hijos non haya, non: Déjame, triste enemigo,-malo, falso, mal traidor, Que non quiero ser tu amiga-ni casar contigo, non! Romance viejo de El Prisionero». Por el mes era de mayo-cuando hace la calor, La lima ** 'Tiempo es ya, Castillejo,-tiempo es de andar aquí, Que Ya no Tiempo Tengo vergüenza de aquellos--qu'en juventud conocí; Viéndolos ricos y sanos, y ellos lo contrario en mí es ya de retirar-lo que resta de vivir; Pues se me aleja esperanza,-cuando se acerca el morir; Y el medrar que nunca vino,-no ha ya para qué venir. ¡Adiós, adiós, vanidades, -que no os quiero más seguir! Dadme licencia, el buen Rey,-porque me es fuerza el partir. (CRISTÓBAL DE CASTILLEJO. 1494-1556.) |