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los ojos se enjugaba, y resignado:

-¡Cómo ha de ser!, ¡cómo ha de ser!-decía.

De este modo, obediente y con tristeza,
rendido siempre Juan por su ternura,
fué á abismar su cabeza

en esa bruma de la vida obscura,
formada de altivez y de bajeza,

de injusticia, de envidia y de impostura.

Y ahora que sabemos

que lleva la bondad á esos extremos,

yo escucho esta pregunta en vuestros labios:

-¿Quién sabe más, los buenos ó los sabios?

¡En el día del Juicio lo veremos!

(Los buenos y los sabios, poema en cinco cantos, por D. RAMÓN DE Campoamor.)

II. ODA Ó POEMA LÍRICO MAYOR

A. Oda elegiaca ó elegía.

Coplas de Jorge Manrique á la muerte del Maestre de Santiago,

D. Rodrigo Manrique, su padre.

Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando:

quán presto se va el plazer,

cómo después de acordado

da dolor,

cómo á nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fué mejor.

Y pues vemos la presente
cómo en un punto es ido

y acabado,

si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido

por passado.

No se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar
lo que espera

más que duró lo que vió,

porque todo ha de pasar

por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos

que van á dar en la mar

que es el morir;

alli van los señoríos

derechos á se acabar

y consumir;

allí los ríos caudales,

allí los otros medianos

y más chicos,

allegados, son iguales,

los que viven por sus manos

y los ricos...

Este mundo es el camino

para el otro qu'es morada

sin pesar;

mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.

Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos

al tiempo que fenecemos; assí que cuando morimos descansamos...

Los placeres y dulzores d'esta vida trabajada

que tenemos,

¿qué son sino corredores,

y la muerte es la celada

en que caemos?

No mirando á nuestro daño

corremos á rienda suelta

sin parar;

des que vemos el engaño

y queremos dar la vuelta, no hay lugar...

Dejemos á los Troyanos, que sus males no los vimos,

ni sus glorias;

dejemos á los Romanos,

aunque oímos y leímos

sus historias.

No curemos de saber

lo de aquel siglo pasado

qué fué d'ello;

vengamos á lo de ayer,

que también es olvidado

como aquéllo.

¿Qué se hizo el Rey Don Juan?

Los Infantes de Aragón

¿Qué se hicieron?

¿Qué fué de tanto galán,

qué fué de tanta invención

como trajeron?

Las justas é los torneos,
paramentos, bordaduras
é cimeras,

¿fueron sino devaneos?
¿Qué fueron sino verduras
de las eras?

¿Qué se hicieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores?

¿Qué se hicieron las llamas de los fuegos encendidos

de amadores?

¿Qué se hizo aquel trobar, las músicas acordadas

que tañían?

¿Qué se hizo aquel danzar

y aquellas ropas chapadas que traían?..

Las huestes innumerables, los pendones y estandartes

y banderas,

los castillos impunables, los muros é baluartes

y barreras,

la cava honda chapada,

ó cualquier otro reparo ¿qué aprovecha?

Cuando tu vienes airada, todo lo pasas de claro con tu flecha.

Aquel de buenos abrigo,

amado por virtuoso

de la gente,

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el Maestre Don Rodrigo
Manrique, tan famoso
y tan valiente,

sus grandes hechos y claros
no cumple que los alabe,
pues los vieron,

ni los quiero hacer caros,

pues el mundo todo sabe cuáles fueron.

¡Qué amigo de sus amigos!
¡Qué señor para criados
y parientes!

¡Qué enemigo de enemigos!

¡Qué Maestre de esforzados

y valientes!

¡Qué seso para discretos!

¡Qué gracia para donosos!

¡Qué razón!

¡Cuán benigno á los subjectos,

y á los bravos y dañosos

un león!.....

No dejó grandes tesoros,

ni alcanzó muchas riquezas

ni vajillas,

mas hizo guerra á los moros,

ganando sus fortalezas

y sus villas;

y en las lides que venció, caballeros y caballos

se prendieron,

y en este oficio ganó

las rentas é los vasallos

que le dieron..... ́

Después de puesta la vida

tantas veces por su ley

al tablero;

después de tan bien servida la corona de su Rey

verdadero;

después de tanta hazaña

á que no puede bastar

cuenta cierta,

en la su villa de Ocaña vino la muerte á llamar

á su puerta,

(Habla la muerte)

Diciendo: «Buen caballero,

dejad el mundo engañoso

y su halago;

vuestro corazón de acero

muestre su esfuerzo famoso

en este trago;

y pues de vida y salud

heciste tan poca cuenta
por la fama,

esfuércese la virtud

para sufrir esta afrenta

que os llama,

No se os haga tan amarga

la batalla temerosa

que esperáis,

pues otra vida más larga

de fama tan gloriosa

aquí dejáis;

aunque esta vida de honor

tampoco no es eternal

ni verdadera,

mas con todo es muy mejor que la otra temporal perecedera.

El vivir que es perdurable

no se gana con estados

mundanales,

ni con vida deleitable

en que moran los pecados
infernales;

mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones

y con lloros;

los caballeros famosos

con trabajos y aflicciones

contra moros».

(Responde el Maestre):

«No gastemos tiempo ya

en esta vida mezquina

por tal modo,

que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;

y consiento en mi morir
con voluntad placentera,

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