Triste de aquel que vive destinado á esa antigua colonia de los vicios, augur de los semblantes del privado. Cese el ansia y la sed de los oficios, que acepta el don y burla del intento el ídolo á quien haces sacrificios. Iguala con la vida el pensamiento, y no la pasaráa de hoy á mañiana ni aun quizá de un momento á otro momento. Apenas tienes ni una sombra vana de nuestra grande Itálica y esperas joh error caduco de la suerte humana! Las enseñas grecianas, las banderas del Senado y romana monarquía murieron y pasaron sus carreras. ¿Qué es nuestra vida más que un breve día, do apenas nace el sol, cuando se pierde en las tinieblas de la noche fría? ¿Qué más que el heno, á la mañana verde, seco á la tarde? ¿O ciego desvarío será que de este sueño se recuerde? ¿Será que pueda ser que me desvío de la vida viviendo y que esté unida la cauta muerte al simple vivir mío? Como los ríos que en veloz corrida se llevan á la mar, tal soy llevado al último suspiro de la vida. ¿De la pasada edad qué me ha quedado, ó qué tengo yo á dicha en la que espero si no alguna noticia de mi hado? ¡O si acabase viendo cómo muero de aprender a morir antes que llegue aquel forzoso término postrero! Antes que aquesta mies inútil siegue de la severa muerte cruda mano y á la común materia se le entregue. el otoño llegó con sus racimos, Las hojas que en las altas selvas vimos cayeron y nosotros á porfía en nuestro engaño inmóviles vivimos.. á las aguas del cielo y al arado, ni la vid, cuyo fruto no madura. ¿Piensas acaso tú que fué criado el varón para el rayo de la guerra, para sulcar el piélago salado, Para medir el orbe de la tierra ó el cerco por do el sol siempre camina? ¡Oh! quien así lo piensa cuánto yerra! Esta nuestra porción alta y divina á mayores acciones es llamada, en más nobles objetos se termina. Y así aquella que á solo el hombre es dada sacra razón y pura me despierta de esplendor y de luces coronada. Y en la fría región dura y desierta de aqueste pecho enciende nueva llama y Apenas halla ya á comprar los modos del pecar; la virtud es más barata ella consigo mesmo ruega á todos. Triste de aquel que vive y se dilata por cuantos son los climas y los mares, perseguidor del oro y de la plata. Un ángulo me basta entre mis lares, un libro y un amigo, un sueño breve que no perturben deudas ni pesares. Esto tan solamente es cuanto debe naturaleza al parco y al discreto y algún común manjar honesto y levé. No porque así te escribo hagas conce to que pongo la virtud en ejercicio; que aun ésto fué difícil á Epicteto. Basta al que empieza á aborrecer el vicio el ánimo enseñar á ser modesto, después le será el cielo más propicio. Despreciar el deleite no es supuesto de sólida virtud, que aun el vicioso en sí mismo le nota y le es molesto. Mas no podrás negarme cuán forzoso este ánimo sea al alto asiento morador de la paz y del reposo. No sazona la fruta en un momento aquella inteligencia que mensura la duración de todo á su talento. Flor la vemos primero hermosa y pura, luego materia acerba y desabrida, y perfecta después, dulce y madura. Tal la humana prudencia es bien que mida y comparta y dispierte las acciones que han de ser compañeras de la vida. No quiera Dios que imite los varones que moran nuestras plazas macilentos de la virtud infames histriones. Esos inmundos trágicos, atentos al aplauso común, cuyas entrañas son infaustos y obscuros monumentos. ¡Qué callada que pasa las montañas el aura respirando mansamente! ¡qué gárrula y sonante por las cañas! ¡Qué muda la virtud por el prudente! ¡qué redundante y llena de rüido por el vano, ambicioso y aparente! Quiero imitar al pueblo en el vestido, en las costumbres sólo á los mejores, sin presumir de roto y deslucido. No resplandezca el oro y los colores en nuestro traje, ni tampoco sea igual al de los dóricos cantores. Una mediana vida yo posea, un estado común y moderado que no lo note nadie que le vea. En el plebeyo barro mal tostado hubo ya quien bebió tan ambicioso como en el vaso mirrino preciado. Y alguno tan ilustre y generoso que usó como si fuera vil gaveta del cristal transparente luminoso. ¿Sin la ten planza viste tú perfeta alguna cosa? O muerte, ven callada como sueles venir en la saeta: No en la tonante máquina preñada de fuego y de rumor, que no es mi puerta de dorados metales fabricada. Así, Fabio, me muestra descubierta su esencia la verdad y el albedrío con ella se compone y se concierta. No te hurles de ver cuánto confío ni el arte de decir vana y pomposa el ardor atribuyas'defeste brío. ¿Es por ventura menos poderosa que el vicio la virtud? ¿O más fuerte? No la arguyas de flaca ó temerosa. La codicia en las manos de la muerte Y no serán siquiera tan osadas Ya, dulce amigo, huyo y me retiro: de cuanto siempre amé rompí los lazos; ven y verás al grande fin que aspiro, antes que el tiempo muera en nuestros brazos. (EL CAPITAN ANDRÉS FERNÁNDEZ de Andrada, 1607.) (Texto de Castro.) CAPÍTULO III POESÍA DRAMÁTICA I. POEMAS MENORES A. Misterios ó autos de la Edad Media. Escena II GASPAR. BALTASAR. GASPAR. GASPAR. MELCHOR. BALTASAR. GASPAR Y MELCHOR. Dios uos salve, senior; sodes uos strelero? Vedes tal marauila? nacida es una strela. Nacido es el Criador, que de las gentes es senior. Ire, lo aorare. Yo otrosi rogar lo e. Seniores á qual tirra, o queredes andar? Nos imos otrosi, sil podremos falar. si fure omne mortal, la mira tomara; HERODES. GASPAR. Escena III Gaspar y los otros dos Reyes, á Herodes. Salue te el Criador, Dios te curie del mal Decid me uostros nombres, no m'los querades celar. est otro Melchior, ad achest Baltasar. Rei, un rei es nacido que es senior de tirra, que mandara el secio en grant pace sines gera. Es asi por uertad! Si, rei, por caridad. GASPAR. Y cumo lo sabedes? ia prouado lo auedes? (AUTO DE LOS REYES MAGOS, 12...) (Texto de Menéndez Pidal.) B. Autos del siglo XVI. Auto del sacreficio de Abraham. ABRAHAM. Hijo, ya llegado avemos Hijo mio, ten de ay; Vaya aqueste altar bien hecho, qual nunca jamae fue hecho. Mandome Dios que viniese |