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BERN. Véngase tras mí, cuitado.
VIEJO. ¿Es desafío, mancebo?

BERN. El mismo. (VIEJO.) Dios le provea.

BERN. Quiero reñir. (VIEJO.) Yo no quiero.

BERN. ¿Mas que riñe? (VIEJO.) ¿Mas que no?

BERN. Meta mano. (VIEJO.) Ya está dentro. (Mete la mano en el seno.)
BERN. Desnude la espada, digo.

VIEJO. Fuera en la calle muy feo,

desnudar una doncella.

BERN. ¿No tiene cólera? (VIEJO.) A!muerzo

naranjas cada mañana.

BERN. Digo que es un judigüelo.

VIEJO. ¿Tan venturoso me ve?

BERN.

Es un cuero. (VIEJO.) No lo bebo.
BERN. Y un sucio. (VIEJO.) El agua hace limpio.
BERN. Un sufrido. (VIEJO.) Soy soltero.
BERN. Y un gallina. (VIEJO. Así seré
bueno para los enfermos.

BERN. Tome ese guante. (VIEJO.) Recibo
la merced. ¿Y el compañero?

DUEÑA. ¡Socorro, vecinos!

Mús. ¿Qué es aquesto que os ha sucedido?

DUENA. Que quiere este bravo

BERN.

que le quieran á coz y bocado.

La dueña quería

más dinero que no valentía.

VIEJO. Y lo que me falta

de valiente, me sobra de plata.

BERN. Pues, viejo caduco,

¿qué aprovecha el dinero sin gusto?

VIEJO. Pues, loco inancebo,

¿dónde hay gusto si falta el dinero?

BERN. Talega de tabas....

VIEJO.

Pobrete entonado ...

BERN. Quitarte he la bolsa

VIEJO. Allá darás, rayo.

DUEÑA. Vaya de baile,

con que todos hagamos las paces....

(Entremeses, loas y jácaras del Licenciado LUIS QUIÑONES DE BENAVENTE,

15.... 16....)

Los dos habladores.

ROLDAN. -¡Ah, caballero!

SARMIENTO.-¿A mí, gentil hombre?

ROLDAN.-A usted digo.

SARMIENTO.-Y ¿qué es lo que manda?

ROLDAN.-Cúbrase usted, que si no, no hablaié palabra.

SARMIENTO. Ya estoy cubierto.

ROLDAN.- Señor mío: yo soy un pobre hidalgo; aunque me he visto en hon

ra: tengo necesidad, y he sabido que usted ha dado doscientos ducados á un hombre á quien ha dado una cuchillada; y por si usted tiene deleite en darlas, vengo á que usted me dé una adonde fuere servido; que yo lo haré con cincuenta ducados menos que otro. SARMIENTO. Si no estuviera tan mohino, me obligara á reir usted. ¿Dicelo de veras? Pues venga acá. ¿Piensa que las cuchilladas se dan sino á quien las merece?

ROLDAN.-Pues ¿quién las merece como la necesidad? ¿No dicen que tiene cara de hereje? Pues ¿dónde estará mejor una cuchillada que en la cara de un hereje?

SARMIENTO.--Usted no debe de ser muy leído; que el proverbio latino no dice, sino que necesitas caret lege, que quiere decir, que la necesidad carece de ley.

ROLDAN.-Dice muy bien usted; porque la ley fué inventada para la quietud: y la razón es el alma de la ley; y quien tiene alma tiene potencias: tres son las potencias del alma; memoria, voluntad y entendimiento; usted tiene muy buen entendimiento; porque el entendimiento se conoce en la fisonomía, y la de usted es perversa, por la concurrencia de Saturno y Júpiter; aunque Venus le miró en cuadrado, en la decanoria del signo ascendente por el horóscopo.

SARMIENTO. ¡Por el diablo que acá me trujo, esto es lo que yo había menester, después de haber pagado doscientos ducados por la cuchillada! ROLDÁN.—¿Cuchillada dijo usted? Está bien dicho; cuchillada fué la que dió

Caín á su hermano Abel, aunque entonces no había cuchillos; cuchillada fué la que dió Alejandro Magno á la Reina Pantasilea, sobre quitalle á Zamora la bien cercada; y asimismo Julio César al conde don Pedro Anzures, sobre el jugar á las tablas con don Gaiferos entre Cavañas y Olías; pero advierta usted que las heridas se dan de dos maneras; porque hay traición y alevosía; la traición se comete al rey; la alevosía contra los iguales; por las armas lo han de ser; y ei yo riñera con ventaja: porque dice Carranza en su Filosofía de la espada, y Terencio en la Conjuración de Catilina.

SARMIENTO.—¡Váyase con el diablo, que me lleva sin juicio! ¿No echa de ver que me dice bernardinas?

ROLDAN.-¿Bernardinas dice usted? Y digo muy bien, porque es lucido nombre, y una mujer que se llamase Bernardina, estaba obligada á ser monja de San Bernardo; porque si se llamase Francisca, no podría ser: que las Franciscas tienen cuatro efes: la F es una de las letras del A. B. C.: las letras del A. B. C. son veintitrés, la K. sirve en castellano cuando somos niños, porque entonces decimos la caca, que se compone de dos veces esta letra, K: dos veces pueden ser de vino; el vino tiene grandes virtudes: no se ha de tomar en ayunas, ni aguado: porque las partes raras del agua penetran los poros y se suben al celebro, y entrando puras.....

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SARMIENTO.-Téngase, que me ha muerto, y pienso que algún demonio tiene revestido en esa lengua.

ROLDAN.Dice usted muy bien; porque quien tiene lengua,' á Roma va: yo
he estado en Roma y en la Mancha, en Trasilvania y en la Puebla
de Montalbán: Montalbán era un castillo, de donde fué señor Rey-
naldos: Reynaldos era uno de los doce Pares de Francia, y de los
que comían con el emperador Carlo Magno en la mesa redonda;
porque no era cuadrada ni ochavada: en Valladolid hay una place-
tilla, que llaman el ochavo; un ochavo es la mitad de un cuarto; un
cuarto se compone de cuatro maravedis; el maravedís antiguo valía
tanto como agora un escudo: dos maneras hay de escudos, hay escu-
dos de paciencia y hay escudos....

SARMIENTO.-¡Dios me la dé para sufrille! Téngase, que me lleva perdido.
ROLDAN.--Perdido dijo usted y dijo muy bien; porque el perder no es ganar;

hay siete maneras de perder al juego, perder la hacienda, el trato,
perder la honra, perder el juicio, perder por descuido una sortija ó
un lienzo, perder.....

SARMIENTO.--¡Acabe, con el diablo!

ROLDAN.-¿Diablo dijo usted?, y dijo muy bien; porque el diablo nos tienta
con varias tentaciones; la mayor de todas es la de la carne; la carne
no es pescado; el pescado es flemaso; los flemáticos no son coléricos.
De cuatro elementos está compuesto el hombre: de cólera, sangre,
flema y melancolía; la melancolía no es alegría; porque la alegría
consiste en tener dineros; los dineros hacen á los hombres; los hom-
bres no son bestias; las bestias pacen, y finalmente.....
SARMIENTO. Y finalmente, me quitará usted el juicio, ó poco podrá; pero le
suplico en cortesía me escuche una palabra, sin decirme lo que es
palabra que me caeré muerto.

ROLDAN. ¿Qué manda usted?

SARMIENTO.--Señor mío: yo tengo una mujer, por mis pecados, la mayor ha-
bladora que se ha visto desde que hubo mujeres en el mundo; es de
suerte lo que habla, que yo me he visto muchas veces resuelto á ma-
talla por las palabras, como otros por las obras; remedios he bus-
cado, ninguno ha sido á propósito; á mí me ha parecido que si yo
llevase á usted á mi casa, y hablase con ella seis días arreo, me la
pondría de la manera que están los que comienzan á ser valientes
delante de los que ha muchos días que lo son. Véngase usted con-
migo, suplícoselo; que yo quiero fingir que usted es mi primo, y
con este achaque tendré á usted en mi casa.

ROLDÁN.--¿Primo dijo usted? ¡Oh, que bien dijo usted! Primo decimos al hijo
del hermano de nuestro padre; primo, á un zapatero de obra prima;
prima es una cuerda de la guitarra; la guitarra se compone de cinco
órdenes; las órdenes mendigantes son cuatro: cuatro son las que no
llegan á cinco con cinco estaba obligado á reñir antiguamente el
que desafiaba de común; como se vió en don Diego Ordóñez, y los
hijos de Arias Gonzalo, cuando el rey don Sancho....
SARMIENTO.-¡Téngase, y téngase por Dios, y véngase conmigo, que allí dirá

lo demás.

ROLDAN. - Camine delante usted, que yo le pondré esa mujer en dos horas muda como una piedra; porque la piedra....

SARMIENTO.-No le oiré palabra.

ROLDAN.-Pues camine, que yo le curaré á su mujer.

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(Con dignidad, y Manolo y su comparsa le hacen una profunda y expresiva

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Tio.

ΜΑΝ.

SAB.

ΜΑΝ.

Tío.

MAN.

de grillos y de zurras, son lo mismo
para mí que beberme una botella.
¿Cómo te ha ido en presillo?

Grandemente.
Cuenta de tu jornada y tus proezas
el cómo por menor ó por arrobas.
Fué, señores, en fin de esta manera.
No refiero los méritos antiguos,

que me adquirieron en mi edad primera
la común opinión; paso en silencio
las pedradas que dí, las faldriqueras
que asalté y los pañuelos de tabaco
con que llené mi casa de banderas,
y voy sin reparar en accidentes
á la sustancia de la dependencia.
Dempués que del Palacio de Provincia
en público salí con la cadena,
rodeado del ejército de pillos,

á ocupar de los Moros las fronteras,
en bien penosas y contadas marchas,
sulcando ríos y pisando tierras,
llegamos á Algeciras, dende donde,
llenas de aire la tripas y las velas,
del viento protegido y de las ondas,
los muros saludé de la gran Ceuta.
No bien pisé la arena de sus playas
cuando en tropel salió, si no en hileras,
toda la guarnición á recibirnos

con su Gobernador en medio de ella.
Encaróse conmigo y preguntóme:
¿Quién eres? Y al oir que mi respuesta
sólo fué «soy Manolo», dijo serio:

Por tu fama conozco ya tus prendas.

Desde aquel mismo instante, en los diez años

no ha habido expedición en que no fuera

yo el primerito. ¡Qué servicios hice!
Yo levanté murallas: de la arena
limpié los fosos; amasé cal viva;
rompí mil picas; descubrí canteras,
y en las noches y ratos más ociosos
mataba mis contrarios treinta á treinta.
¿Todos moros?

Nenguno era cristiano,

pues que de sangre humana se alimentan.
En fin, de mis pequeños enemigos
vencida la porfía y la caterva,

me vuelvo a reposar al patrio suelo;

aunque según el brío que me alienta,

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