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es correjir o rectificar algunas fechas, que habia puesto en los orijinales segun mis recuerdos.

Despues de estas confesiones, se hallará que es algo pretensioso esto de dedicar a los gobiernos hispano-americanos un libro de oríjen tan oscuro; pero debe serme ello perdonado, porque tal fué mi intencion cuando me propuse escribirlo, i porque creo que no he faltado a mi propósito de ofrecer a los hombres de estado de la América una sinópsis del movimiento político constitucional de todo el mundo cristiano en la primera mitad del siglo XIX.

Ese movimiento continúa todavía, i conviene sobremanera que los encargados de continuarlo, tengan un cuadro en que consultar de una ojeada el camino que se ha hecho, i donde conocer los obstáculos o precipicios que se han salvado, a fin de proseguir la marcha con mas seguridad.

No pretendo escribir la historia del siglo XIX, que es sin duda la historia mas fecunda de todos los siglos: en ella se chocan i precipitan los hechos i los hombres en una vorájine sin fin, capaz de abismar la contemplacion mas poderosa : en ella se agolpan las lecciones de la esperiencia en formas tan variadas e infinitas, que la filosofía no puede abrazarlas en su conjunto, ni tiene como sacar de ellas provecho alguno, si no las clasifica i separa segun su carácter i naturaleza. No hago, pues, esa historia que es empresa para muchos i de largo tiempo. Me valgo sí de ella para trazar cuadros en los cuales aparezcan de bulto las reacciones obradas por el espíritu nuevo sobre el antiguo réjimen de la fuerza, las resistencias de este contra las reformas que aquel inspira i predica, la lucha enfin en que esos dos jigantes mantienen a la humanidad.

En estos cuadros aparece mas en relieve la figura de la América, porque tambien es la mas bella i la que mas simpatías reclama. ¿I quién duda tampoco que los pueblos americanos han tenido en aquel movimiento la accion principal? ¿Ni quién puede dudar de que ellos han de ser los que primero lo terminen? La Europa va atras, i no como quiera, sino mui al paso i mui encadenada. No hai que escandalizarse de esta opinion,

que contiene una verdad, que solo pueden desconocer los que no vean o no comprendan los hechos.

¿Hácia qué término se encaminan las variaciones que en el siglo presente operan los pueblos en sus formas gubernativas por medio de la revolucion armada o de la revolucion pacífica? A ningun otro que al establecimiento definitivo de la República Democrática! Los que creen hallar ese término en la monarquía constitucional, se equivocan tanto como los que aspiran a fijarlo en la república que llaman Democrática i Social. Estos dos errores que entorpecen o retardan la reforma en las naciones europeas, no existen ni pueden tener procélitos en las naciones americanas de oríjen ingles i español: hé aquí la razon porque la América i la Europa marchan de distinto modo, aunque van por un mismo camino. Aquella está mas cerca de la verdad i lleva la delantera, mientras que esta, luchando con los dos errores fundamentales señalados, va atras i embarazada por la resistencia que le presentan las inestricables i hondas raices que allí tiene la vieja monarquía absoluta.

Monarquía constitucional, socialismo i monarquía absoluta tales son los enemigos de la verdad i de la justicia en Europa, i con ellos una plaga inestinguible de vicios i de intereses antisociales.

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El espíritu represivo con que se defienden los privilejios i las ambiciones innobles, la arbitrariedad en el uso del poder i la inmoralidad administrativa, son en la América republicana los enemigos de la reforma, los únicos obstáculos que retardan el triunfo de la verdad i de la justicia.

Compárense la fuerza i el alcance de aquellos i de estos elementos, i no se vacilará en confesar que si la Europa es mas rica, mas poderosa i mas civilizada que la América, esta la lleva ventajas incalculables en la revolucion política i social. La Europa necesita guerrear i destruir para vencer, mientras que la América puede alcanzar su triunfo con la discusion sola: la monarquía i el socialismo con sus sendos vicios no pueden ser vencidos sino a golpe de hacha. El espíritu represivo, la arbitrariedad i la inmoralidad pueden huir del Estado

apenas la verdad i la justicia se abran paso por medio de la accion de los intereses lejítimos que pugnan contra la opresion i los abusos. El comercio, la industria jeneral, la ensenanza i la libertad de la palabra escrita o hablada, la propagacion de los principios morales i aun el pundonor, completarán en la América una revolucion que ha principiado la Europa con el fusil i que no podrá acabar sin la devastacion universal.

La Europa i la América en política son, pues, dos estremos opuestos no debemos imitar las instituciones ni las teorías de allá: traigamos a nuestras rejiones su industria, sus hombres, su cultura, pero no sus creencias ni sus preocupaciones políticas.

Es necesario que la América espanola i por supuesto sus gobiernos estudien su posicion para comprender bien las cuestiones que por acá deben ocuparnos. Los momentos actuales son solemnes lo que está pasando entre nosotros es una crísis de aquellas con que se senalan todas las transiciones. Veinticinco anos ha vivido la América española, bajo el imperio de una guerra civil mas o ménos pronunciada, mas o ménos sangrienta. El fómes de esa guerra ha estado siempre en la fuerza armada, i las pasiones lo han alimentado con su fuego las ambiciones militares, les odios i los celos, el egoismo i la codicia, hé aquí los móviles constantes de los motines de cuartel, de las asonadas i de las batallas que han venido a abrir el camino del poder a los caudillos afortunados. Esas pasiones viles han sido disfrazadas por medio de la aclamacion de ciertos principios o de algun interes social, como el de la libertad o el órden; i desgraciadamente no siempre ha sucedido así, pues en esa época hai ejemplos de revoluciones militares, de guerras civilas i de golpes de estado, que no han invocado ninguno de aquellos pretestos, i que se han creido suficientemente justificados con tomar por divisa el nombre de un caudillo popular, o con sublevar los ánimos contra algun mandon odioso o en contra de un peligro mentido i quimérico.

Semejante situacion, nacida de las circunstancias en que estos paises quedaron despues de terminada la guerra de independencia, comienza hoi a declinar i a ceder su puesto a otra

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ménos odiosa i en la cual dominan los principios i los intereses sociales. De hoi mas las pasiones dejarán de ser el único móvil de la guerra civil, porque la ambicion del mando, los celos i la codicia comienzan a avergonzarse, i los intereses sociales se abren paso en donde quiera i buscan un apoyo. Ya no se hacen motines ni asonadas invocando solo un nombre propio, sino una causa popular, un principio; i si en los cuarteles o en las plazas se apellida a un hombre, es con la condicion de que ese hombre realice una idea, defienda un interes social. Tal es la transicion que la América española comienza a hacer en sus costumbres públicas, transicion verdadera, porque no es exacto que hoi se aclamen los intereses nacionales por hipocresía o por cohonestar con ellos una pasion bastarda, sino que se aclaman con fé i se trabaja por ellos con entusiasmo: una excepcion a esta verdad, no la destruiria; ni la circunstancia de hallarse en los partidos políticos algunos hombres ambiciosos i egoistas puede quitar a aquellos el honor que les cabe como sostenedores de un principio o de un sistema completo de ideas i de intereses.

Al calor de las guerras civiles que sucedieron a la de la independencia comenzaron a vivificarse dos intereses que hoi entran casi en su completo desarrollo: el interes conservador i el interes del progreso.

Durante los primeros veinticinco años de nuestra revolucion, estos dos intereses estaban como embotados en la multitud de ambiciones, de odios i de rencores que se disputaban el triunfo. Hoi aparecen ya mas en claro, mas pronunciados i sirven como de enseñas a los partidos que pretenden apoderarse de la direccion de los Estados americanos.

Cualquiera de esos partidos que llegue al poder, necesita estudiar sus antecedentes históricos para no marchar a ciegas: los conservadores verán en ese estudio cual ha sido la accion de su sistema i cuales los efectos que ha producido: los progresistas podrán conocer la marcha que ha llevado el espíritu que los anima. Unos i otros estudiarán sus aciertos i sus errores, i al gloriarse o avergonzarse de ellos, comprenderán

lo que les conviene para lo futuro. Mas el provecho mejor que les dejarán las lecciones de la historia será la conviccion de que los móviles i el carácter de estos partidos no son unos mismos en Europa i en América, porque el conservador de la monarquía absoluta i el progresista de la monarquía constitucional o de la república social, no pueden ser lo mismo que el conservador i el progresista de la república americana, es decir, de la república democrática i practicable.

Empero es casi imposible hacer tal estudio en la historia contemporánea que, informe todavía, solo existe consignada en piezas sueltas o en los archivos de la prensa periódica. Por eso he creido necesario entresacar de ella lo concerniente a la parte constitucional solamente. La empresa es árdua i mui vasta; no conozco todavía trabajo alguno de este jénero, i aunque contemplo que es mucho atrevimiento en un americano el pretender hacerlo, sin contar con los recursos i elementos de que podria disponer un europeo en sus grandes capitales, tengo la esperanza de realizar mi pretension, si no me faltan el tiempo i el auxilio de los americanos aficionados este jénero de trabajos.

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