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> sucesores se debió, como insigne monumento de la clásica cultura literaria de aquella edad, »á la docta y elegante pluma del gran Canciller de Castilla, Don Pero Lopez de Ayala, > tan distinguido por su saber, como por sus hechos y los servicios que prestó á su patria en > cuatro reinados consecutivos. » Eran estos, á más del del monarca apellidado el Cruel, y por otros el Justiciero, los de Enrique II, Juan I (1) y Enrique III, comprendidos on el presente tomo. De la falta de los últimos años correspondientes á Enrique. III se da razon en Jos apéndices y notas ilustrativas de la misma Crónica, que, cual las restantes, estimamos aquí, no segun su valor puramente histórico, sino como monumentos de una lengua que, salida de la infancia, daba ya muestras de la robustez y lozanía con que entraba en su edad viril (2).

No ofrece, repetimos, la menor duda que Lopez de Ayala es autor de las cuatro Crónicas, la de Don Pedro y las Enriqueñas. Pero sobreviene Don Juan II, y volvemos á quedar envueltos en una red de dificultades. Todas ellas se encuentran acumuladas en el largo Prólogo que antecede á la edicion hecha en Valencia por D. Benito Monfort, el año 1779, reimpresion de la primitiva de Logroño por Arnaldo Guillen de Brocar, en 1517 (3); y no las reproducimos en la nuestra, primeramente por lo difusas y enmarañadas, despues porque nada concluyen, y más que todo por haberlas tenido presentes para refutar sus inducciones el Sr. D. José Amador de los Rios, que las resume hábilmente en este párrafo que copiamos (4):

<Tiene todavía grande estima entre los eruditos la Crónica de Don Juan II, si bien no es > fácil empresa determinar quién fué su autor verdadero. Sacóla á luz con nombre de Fer»nan Perez de Guzman el doctor Lorenzo Galindez de Carvajal (5), por los años de 1517; >mas dedicándola á Don Carlos de Austria, manifestábale que habian puesto en ella mano >>varios ingenios, entre los cuales figuraban Alvar García de Santa María, Juan de Mena, > Pero Carrillo de Albornoz y D. Lope Barrientos, cabiendo á Guzman, caballero prudente »y docto, la tarea de ordenarla. Galindez declaraba que habia sido su intento poner á la letra Den la impresion de dicha Crónica lo que cada uno habia escrito, renunciando á esta idea por la predileccion que la Reina Católica mostraba á la refundicion atribuida á Fernan Pe▷ rez, como más auténtica y aprobada. Fué su opinion generalmente seguida; pero no satis-> faciendo respecto de la distribucion de los años que á cada cual correspondiau, dió entrada » á la suposicion de haber tomado el mismo Rey parte en su propia Crónica, adelantándose »á señalar tambien como coloborador á Juan Rodriguez de la Cámara. »

Al más desconfiado se le ocurre que el autor de esta relacion, no muy lejano de los tiem

(1) Otra Crónica de Juan I escribió el ilustrado Juan de Alfaro, hidalgo de aquella córte; pero sólo comprende seis años, hasta la catástrofe de la batalla de Aljubarrota.

(2) Precisados á encerrarnos en los estrechos límites de una Advertencia preliminar, que ni siquiera tiene el carácter de Prólogo, y mucho ménos de Prólogo galeato, tomamos pié de esa indicacion, quizás algo inoportuna, para contestar á un jóven extranjero que nos pide notas críticas, como crítico que es él, y explicativas de nuestros textos. Si las

que contienen sus páginas, escritas por Zurita y

Llaguno, no le satisfacen, á nosotros no se nos exige más. La Biblioteca de Autores Españoles es una Coleccion de textos convenientemente ilustrados como tales, y correctos hasta donde es posible; los estudios históricos, críticos, filológicos que sobre ellos puedan hacerse, vendrán despues: precisainente á este fin se dirige la publicacion, que am

pliada como el mencionado crítico desea, y con trabajos y comentarios filosóficos, científicos, artísticos y hasta topográficos que otros exigirian, daria materia á una vastísima Enciclopedia. En cuanto á las tablas cronológicas y alfabéticas de sucesos importantes y nombres propios, no es empresa difícil, sino de paciencia y tiempo: algo de esto se hará; pero ni á nosotros se nos ha impuesto esa tarea, ni en manera alguna la hubiéramos aceptado.

(3) Ambas nos han servido de original para la nuestra, pero difieren poco entre sí. Descuidos y yerros hay en una y en otra, que hemos procurado salvar. Lo que la segunda añade 6 mejora á la primera consta de las notas que hemos reproducido. No es libro raro: así que fácilmento puede consultarse el Prólogo que omnitimos.

(4) Historia Crítica de la Literatura Española, II Parte, cap. x, tom. vi, páginas 210 y 211.

(5) Hemos transcrito al pié de la letra la portada.

pos á que se referia, debia estar enterado de los hechos, máxime cuando confesaba que el, encargado de ordenar todos aquellos originales habia sido Fernan Perez de Guzman, y él se reducia al papel de mero revisor ó publicador. La idea de que Doña Isabel prefiriera la refundicion de Perez de Guzman, es prueba de que existia ésta. Todo, pues, parece claro hasta aquí; pero entra la confusion desde el momento en que se dice que la dificultad de adjudicar á cada escritor los años que le correspondian, dió márgen á suponer que el mismo Rey y Juan Rodriguez de la Cámara, ó del Padron, que le llamaban otros, tomaron parte en aquel trabajo.

Primer reparo del Sr. Rios. Que no pudo ser Fernan Perez refundidor ni compilador de la Crónica, porque en 1455 á 56, y en otra obra suya, el Mar de Historias, de que hablarémos luégo, menciona aquélla como cosa ajena, y añade que no sabria escribirla, aunque quisiese, y aunque supiese, no estaba informado de los hechos; y que no pudo variar despues de propósito, porque tenía á la sazon 79 años (en 1456), y murió en 1459. Una observacion se nos ocurre, que exponemos, sin embargo, con timidez. Pudo Fernan Perez no atreverse á escribir de nuevo la Crónica, y aceptar el cargo de refundirla ó de compilarla; y pudo muy bien hacerlo en los tres años que mediaron hasta su muerte: de lo contrario no se concibe la suposicion de Galindez, y menos que tan gratuitamente hiciese cómplice de ella á la reina Dona Isabel.

Afirman los editores de la reimpresion de Valencia, que Alvar García de Santa María, hijo del obispo D. Pablo de Burgos, fué el primero que puso mano en esta obra, y escribió desde la muerte de Don Enrique III hasta el año 20 del siglo xv, 14.o del reinado de Don Juan II; y el Sr. Rios corrobora la afirmacion ménos en el parentesco de Alvar García con el Burgense, de quien fué hermano, no hijo; y añade que por haber Alvar García recibido de la reina Doña Catalina y el infante Don Fernando el encargo de proseguir las Crónicas de Castilla, desde el punto en que las habia dejado Lopez de Ayala, historió veintiocho años (de 1406 á 1434 inclusive). Que llenó los trece primeros, nadie, ni el mismo Galindez, lo ha puesto en duda; que continuó hasta el de 1434, época próximamente en que se ausentó de Castilla, pasando al servicio de Aragon, lo ha descubierto el Sr. Rios en un códice de la Biblioteca del Escorial, escrito de mano y con enmiendas y adiciones del mismo autor: preciosísimo monumento que, á ser hoy conocido, daria inmenso valor á la historia de este período de la vida de Juan II, torpemente contrahecha y mutilada en la que dió á luz Galindez de Carvajal (1).

Segun este compilador, el hueco que media entre los años 1420 á 1435 lo llenó el célebre poeta Juan de Mena. Él, por lo menos, llevaba el título de cronista de Juan II, y áun parece indudable que tenía cargo de escrebir la ystoria de los regnos de Castilla, como asegura el autor de la Crónica de Don Alvaro de Luna; pero ¿qué obra suya se conoce en este género, ni en qué parte de la relativa á Don Juan II se trasluce la mano del autor del Laberinto, cuya prosa, á juzgar por la que de él se conserva, no puede confundirse con la de ningun otro en lo compasada, pretenciosa y extravagante? Si escribió algo á modo de comento, como se dice, se da á entender que se limitó á hacer comentarios ú observaciones; y si

(1) Á este descubrimiento alude el crítico ántes citado, preguntando si no podriamos dar en nuestra Coleccion este texto primitivo. De estimar es la observacion, y sinceramente se la agradecemos. No nos ha sido posible. El mismo Sr. Rios confiesa el deplorable estado en que se halla el manuscrito, distinguido con la signatura Xij-2 entre aquellos códices. Razon más, dirá alguno, para preservarle de su total ruina. Cierto; pero la angustia del tiem

po y otras circunstancias á que no nos es dado sobreponernos, nos han impedido llevar á cabo tan buen propósito. Ni sabemos, por otra parte, hasta qué punto hubiera satisfecho á la generalidad de los lectores esta intercalacion, que al cabo es sólo un fragmento. Considerándolo como tal, pero persuadidos de su importancia, procurarémos que se dé á luz en otra publicacion más adecuada á estos restos monumentales de nuestra antigua literatura.

se invoca el testimonio del bachiller Fernan Gomez de Cibdad Real (1), porque afirma que Mena le pedia en 1429 verídica narracion de lo que iba acaeciendo, esto probará cuando más que el poeta recogia materiales para escribir su historia, mas no que la hubiese escrito.

El derecho que se reclama en favor de Carrillo de Albornoz y del obispo Barrientos estriba en muy fútiles razones. Galindez de Carvajal, principal autoridad en este litigio, declara que primero formó un sucinto sumario de aquel reinado, y que el Obispo se apoderó de él, añadiendo algunas pequeñeces, y lo vendió por suyo. La verdad en su lugar: no es la primera ni única vez en que con especies injuriosas se ha infamado la memoria del buen Barrientos. Resta añadir algo acerca de la refundicion y várias intercalaciones que en el Prólogo de la edicion de Monfort se atribuyen al docto Mosen Diego de Valera (2), autor de la Crónica Abreviada de España, que comprende, en cuatro partes, desde la cosmografía del mundo antiguo hasta la muerte de D. Alvaro de Luna. Niega á Valera el Sr. Rios toda intervencion en este asunto, no obstante la competencia que le concede para llevar á cabo la refundicion, así por su avanzada edad, como porque en 1481, dirigiéndose á la Reina Católica en su Crónica Abreviada, se disculpa de no poder escribir menudamente los hechos relativos à Don Juan II, «sin ver su Crónica, la cual muchas veces á Vuestra Alteza demandé, y aunque me dijo que me la mandaria dar, jamas se me dió.» Pues bien: de 1481 á 1486, en que murió Valera, ¿no pudo ocuparse en aquel trabajo? Quien habia ya tomado el tiento á la historia de Don Juan II, ¿qué mucho fuese capaz de rehacerla en el espacio de cinco años bajo otra forma? Basta de cavilosidades y conjeturas. No abusemos más de la benignidad de nuestros lectores. Nada en resolucion lograrémos aclarar en este asunto, por mucho que discurramos. Los que gusten de más minuciosos razonamientos, que prescindan de los que aquí hemos expuesto sumariamente, y acudan á las principales fuentes que dejamos mencionadas.

Por no amenguar en nada de lo que comprenden las ediciones de la Crónica de Juan II, añadimos como ellas en un Apéndice el tratado de las Generaciones y Semblanzas, escrito por el mismo Fernan Perez de Guzman, pues ademas de referirse á los personajes más notables de aquella época, se considera y considerará siempre como un modelo inestimable de estilo, de locucion y de grandiosa severidad histórica. Imprimióse tambien en 1790, junto con el Centon Epistolario; suscitáronse igualmente dudas sobre si los últimos capítulos relativos á Don Alvaro de Luna y á D. Juan II eran una superfetacion extraña, ó hijos de la misma pluma, y sobre si este libro formaba todo, ó era parte del Mar de Historias del mismo autor. Pero el Sr. Rios ha dilucidado ampliamente esta cuestion, como la de la Crónica, probando hasta la evidencia que las Generaciones y Semblanzas no es obra distinta y singular, sino la tercera parte del Mar de Historias, de la cual se disgregó sin duda por ser la más acabada é interesante, y que los dos capítulos indicados son de idéntica procedencia.

Este segundo tomo de nuestra Coleccion adolece en su parte material de las mismas irregularidades que el primero, de la misma inconsecuencia en la ortografía y prosodia de la escritura. En lo posible, hemos procurado enmendar estos defectos, sobre todo en el sistema de puntuacion, que si se prodiga indiscretamente, como en la edicion de Monfort, que nos ha servido de texto, ó si se economiza demasiado, altera el sentido de las frases, corta la fluidez de los períodos y llena de confusion al lector más diestro. Provienen tales faltas de los originales primitivos, hechura de diversas manos, de la libertad con que cada cual procedia

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en la manera de representar las palabras, y de la tendencia á ajustarlas cuanto era dable al organismo de la pronunciacion, siendo ésta tan vária y viciosa como en nuestros dias; mas como al propio tiempo esa variedad demuestra el estado y vicisitudes del lenguaje, no sólo con relacion á diferentes siglos, sino á una época determinada, falseariamos la historia genesíaca de la lengua, atribuyéndola formas impropias de la sazon y tiempo á que se refiere. Las irregularidades, pues, son otras tantas variantes que conviene respetar, y á este principio nos atenemos.

En el siguiente y último tomo, que comprenderá el reinado de los Reyes Católicos, esperamos marchar, y marcharémos sin duda, con más desembarazo y seguridad.

CRÓNICA

DEL REY DON ENRIQUE,

SEGUNDO DE CASTILLA.

CAPÍTULO I (2).

AÑO CUARTO (1).
1369.

Quales Caballeros fueron presos quando el Rey Don Pedro morió, é como el Rey Don Enrique fué para el Andalucía.

Otro dia despues que el Rey Don Pedro fué muerto los que estaban en el castillo de Montiel vinieron á la merced del Rey Don Enrique, é entregáronle la cámara é joyas é dineros que allí tenian, que fueran del Rey Don Pedro. Pero esa noche quando el Rey Don Pedro morió (3) fueron presos Don Ferrando

(1) Año cuarto, contando desde la proclamacion de Don Enrique como Rey en Calahorra, ó desde su coronacion en Burgos.

(2) Considerando esta Crónica como continuacion de la anterior, la edicion de Sancha pone á este capítulo el número IX, porque la de Don Pedro acaba con el VIII. Seria una irregularidad comenzar de esta suerte el tomo; y basta advertirlo para que quede justificada la correccion que hacemos.

(3) Abrev. Pero esa noche quando el Rey Don Pedro murió, fueron presos Don Fernando de Castro, é Fernand Alfonso de Zamora, é Garci Fernandez de Villodre, é Gonzalo Gonzalez Davila, é otros que con el Rey Don Pedro habian saldo del Castillo. Adelante capitulo 4 del Año VII, se dice que Fernan Alfonso de Zamora se habia huido de la prision. Tambien es de advertir que Garci Fernandez de Villodre, que en algunos libros de mano se llama de Villahodre, y hasta el fin siguió el servicio del Rey Don Pedro, el siguiente Año de 1370, estaba en su libertad, pucs en la Historia del Rey Don Hernando de Portugal se refiere que euando se confederó con el Rey de Aragon para bacer guerra al Rey Don Enrique, envió sueldo á Garci Fernandez de Villodre, que estaba en el Reyno de Murcia, y habia de servir en aquella guerra con cuatrocientas lanzas. El año de 1374 vino al Rey de Aragon el mismo Garci Fernandez con Roger Bernaldo de Fox, Vizconde de Castelbó, á procurar de parte del Duque Juan de Alencastre, que el Rey de Aragon se confederase con el Duque para hacer la guerra contra el Rey Don Enrique, Por ciertas memorias parece que fue heredado en el Reyno de Murcia, y en la ciudad de Alcaraz. Casó con Doña Inés de Villena, hija de Don Juan Sanchez Manuel, y hubieron á Catalina Sanchez de Villodre, que casó con Luis MenCr.-LL.

de Castro, é Men Rodriguez de Senabria, é Diego Gonzalez de Oviedo, fijo del Maestre de Alcántara Don Gonzalo Martinez, é Gonzalo Gonzalez de Avila, é otros Caballeros que con el Rey Don Pedro avian salido del castillo. E el Rey Don Enrique, luego que el Rey Don Pedro fué muerto, partió de allí, é fuese para Sevilla (4); é ante que él llegase

dez de Sotomayor Señor del Carpio; y éstos hubieron & Garci Mendez de Sotomayor, y á Gomez Garcia, y á Alfonso Mendez de Sotomayor, y dos hijas, que fueron Guiomar Mendez, y Maria Mendez. Estos hermanos de Garci Mendez de Sotomayor eran menores de edad á 14 de Junio de 1389. Garci Fernandez de Villodre y Doña Inés de Villena tuvieron otra hija que se llamó Elvira Sanchez de Villodre, que casó con Mosen Enrique Cribel. Tuvo hijos Garci Fernandez à Pero Fernandez, Garci Fernandez, y Fernan Sanchez, que murieron en vida de Elvira Sanchez, su hermana, y no dejaron sucesion, ni se declara ser legitimos, aunque parece que lo eran. En el repartimiento de los heredamientos de la ciudad de Sevilla, que se hizo en tiempo del Rey Don Alonso, hijo del Rey Don Fernando el Santo, se hace mencion de Rui García de Villodre; y en otras escrituras originales se llaman estos Caballeros de Villahodre.

(4) Véanse en Zuñiga Anal. los Caballeros Sevillanos que acompañaron al Rey. Antes de partir de Montiel escribió á la ciudad de Murcia la carta que dice así: «Al Concejo, é Oficiales, & Caballeros, é Escuderos, é Omes buenos de la noble cibdad de Murcia é à todos los otros Concejos, é Alcaldes de todas las otras Villas é lugares del Regno de Murcia, etc. Sabed que nos enviamos allá á Don Juan Sanchez Manuel, Conde de Carrion, á que ande por todo este Regno, é faga todas las cosas que él entendiere que son mi servicio por lo qual vos mandamos á todos, é á cada uno de vos, que creais al dicho Conde en todo lo que vos dixere ó envlare á decir de nuestra parte, é esteis dello ciertos, asi como si nos mesmo estando presente os lo dixcsemos. E qualquier seguridad, é prometimiento, è perdones que el dicho Conde ficiere en nuestro nombre en qualquiera manera que sea, é por qualquier razon, nos vos prometemos, asi como Rey & Señor, de vos lo tener, é guardar, é complir en la manera que el dicho Conde lo flciere. Otrosi por esta nuestra Carla damos poder al dicho Conde 1

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